El día 22 de septiembre el portal del equinoccio derrama sobre todas las almas que despiertas comienzan a transitar la pura experiencia de si mismas, una poderosa fuerza que puede ser sentida con una profundidad y una grandeza únicas.
El día y la noche entrelazados en uno de los momentos del año en que su duración es idéntica nos muestra como la semilla plantada durante el equinoccio de Aries ha brotado de forma significativa, caminando las profundidades, luchando en algunos momentos contra ella, surgiendo cada vez más fuerte y poderosa a la causa esencial de su futuro movimiento.
Desde Aries, hemos ido lentamente avanzando por nuestros estados y percepciones conscientes. Los trabajos esforzados, las dinámicas y respuestas halladas a través de la propia experiencia nos han conducido a un viaje ancestral por nuestro propio ser revelándonos una y otra vez un mundo de causas y efectos, de luces y sombras, de dinámicas y ritmos de un hombre que despierta a la comprensión de la energía y de las fuerzas universales que en perfecta simbiosis actúan desde la profundidad de nuestra verdadera naturaleza.
Durante este formidable portal dicen los antiguos comentarios que Cristo está más cerca que nunca de la tierra. Su amor se derrama como único escenario a través del cuál la vida crece y toma forma, arropando todos los procesos que han de ser llevados a cabo, armonizando y trascendiendo desde la profundidad en la que se sumerge la experiencia de la totalidad, la semilla de la existencia que en su tránsito “resucitará” en el siguiente portal equinoccial.
El equilibrio se instala en la senda del buscador. Las mudanzas, los cambios de piel, la percepción que se acrecienta con cada paso que damos en busca de nuestra verdadero plan de vida, se ve durante este evento magnificado…La Tierra, la Madre…sus Hijos, el Cristo, alineándose con su esencia celestial, en un encuentro trascendente que ha de inspirar nuestra senda, nuestro mandato evolutivo de dar vida en nuestro propio cuerpo a la gran fuerza del Cristo cósmico, de ser el escenario, de ser la verdadera tierra donde el hombre-dios retorna a su origen de perfección celestial.
El equinoccio es un tiempo de recolecta…de recolecta del amor profundo que desde todos los rincones del cosmos se abre celebrando nuestra búsqueda. Una parada inspiracional donde todo esfuerzo encuentra agradecimiento, donde cada paso surgiendo de la profunda tierra, es venerado en un sensible y poderoso acto de felicidad universal, de alegría celestial porque los “nuevos héroes” reconocen cada vez más profundamente su verdadero origen y en él, su verdadero fin.
Nuestro reflejo en las estrellas nos muestra durante este maravilloso portal como aquellas fuerzas que cooperan y ahora danzan y celebran el inicio de un nuevo ciclo en lo más profundo de nuestros corazones, se alinean pletóricas en nuestra iniciación cósmica.
Júpiter y Venus mediadores y custodios de nuestra evolución se alinean más cerca que nunca durante este equinoccio, y nos dejan contemplar la belleza, sentir la paz de ese retorno al Uno, a la red indivisible de fuerzas que invocan y evocan cada aliento de luz, cada muerte y renacimiento que realizamos en busca de la propia trascendencia.
La abrumadora corriente de amor celestial que es vertida durante este tiempo es una renovadora fuerza de celebración, una potente canción de la naturaleza y su universo que es enterrada en lo más profundo del alma, para que su aliento divino y su sagrado poder sea el fuego que los hombres encienden en sus tránsitos venideros, en la declinación solar de un tiempo de invierno, donde la vida ha de tomar un nuevo cauce, donde el hombre ha de sumergirse en la profundidad y la oscuridad para encontrar y llevar en su ascensión la resurrección de todas las partes esenciales de Dios.
El portal equinoccial nos regala un equilibrio profundo que ha de servir de anclaje para el tránsito por los siguientes acontecimientos.
Nacidos a un luminoso y primigenio reino multidimensional nuestra alma (el Cristo cósmico, el profundo amor donde el Espíritu inspira y el Ángel realiza) va ir poco a poco exteriorizando su dinámica, va a vivir la experimentación profunda de su ser donde se custodian los cimientos de la vida, donde el plan, la tendencia, la linea de fuerza que ha de materializar el buscador ha de ser armonizada en los opuestos, ha de ser comprendida, ha de ser estimulada y finalmente vertida desde el perfecto cántaro (hombre) donde es la “salvación”, el agua de la existencia primordial de acuario.
El profundo encuentro, la total actividad receptiva, nula en todas las áreas de la percepción material, vacía y expectante en todos los vehículos de manifestación, hace de este día un lugar sin distancias ni fronteras donde acoger la poderosa fuerza del amor en la que nos movemos y tenemos nuestro ser.
Una recolecta trascendente donde todo esfuerzo, todo sufrimiento, toda actividad que desde la sincera y comprometida senda del servicio hemos llevado a cabo en pos de una nueva fraternidad humana, es ahora energizada y reorientada a los ojos del alma, percibida y sentida en su grandeza con la paz infinita de quien honra el sacrificio de este tránsito del hombre hacia sus iniciaciones cósmicas.
En el recorrido desde Aries hasta este portal equinoccial, el ser humano a llevado adelante un proceso profundo e interno de los principios, de las semillas, de la expresión viviente y omnipotente de un Todo y su reflejo…La exteriorización de esas semillas será el movimiento venidero, donde la forma y la realidad que tejemos nos envolverá con los acontecimientos que han de materializar el principio en cumplimiento.
La forma, la materia, todas las actividades psíquicas y emocionales serán vertidas y manifestadas para nuestra experiencia e iniciación. La dinámica del cristo, del amor trascendental, el nuevo ritmo y simbiosis del hombre al innombrable efecto de su alma, será probado durante este periodo al que nos acercamos.
Así pues este equinoccio es el tiempo de la recolecta y la celebración. El portal donde los hombres se reúnen trascendiendo su esfuerzo y sacrificio, para celebrar con un universo que nace en cada movimiento al retorno radiante a la conciencia divina, donde todo es Uno, donde el individuo se hace grupo, donde el servicio es salvación, donde el Amor nos revela las palabras de Jesús “Mira, yo siempre estaré con ustedes; incluso hasta el fin del mundo”.
“Todo esfuerzo ha valido la pena y todo esfuerzo será realizado en virtud de la Verdad, la Libertad, la Belleza y el Amor. Este es mi compromiso en pos de la realización del Plan. Que el sacrificio sea siempre el avatar de la serenidad, que cada prueba sea la senda que radia la paz, que cada paso en esta rueda hacia el inicio sea dado en el agradecimiento por el privilegio de SER UNO”
Namasté.
Anabel.C.Huertas
http://angelesdebarro.com/2013/09/20/simientes-para-el-portal-del-equinoccio-recolectando-amor/
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