« Queridos niños de la Tierra. Habiendo sido una de las numerosas encarnaciones de la Madre Divina sobre la Tierra, les considero en efecto como mis niños. Y es como madre que me dirijo a ustedes ahora.
Reciban las vibraciones de amor y de luz aquí ahora.
Muchos de ustedes me consideran como la madre. Llevo en efecto esta firma energética y pueden pues venir hacia mí como vendrían hacia una madre. Y es con los brazos abiertos que les acojo y que les acogeré en cada instante. Sean bienvenidos a este espacio de la Madre Divina.
Hay en cada uno de ustedes heridas de amor maternal y puedo ayudarles a reparar lo que ha sido herido, lo que ha sido destruido, lo que ha sido manchado.
No vacilen en venir hacia mí tales como son.
Su corazón es puro porque el corazón de los niños es siempre puro. Ustedes son los niños del Universo. Son los niños de la Madre Divina.
Soy celebrada hoy sobre la Tierra en esta fiesta del 15 de agosto. Les agradezco por honrar a aquello que fui hace mucho mucho tiempo pero que esta muy presente a mi memoria. Soy celebrada en la Tierra como aparecí hace más de 2000 años de esto. Sin embargo nunca detuve mi evolución más tarde. Las dificultades que viví entonces quedaron durante mucho tiempo como grandes heridas de madre. Y a pesar de la conciencia que había sentido en estos acontecimientos, nunca dejaron de inquietarme como mamá.
Niños queridos de la Tierra, es más que nunca de actualidad de abrir su corazón de niño, su corazón a quien ama para recibir en cada instante la luz de los Cielos. Los acontecimientos sobre la Tierra les desestabilizan, les hacen vulnerables y frágiles. Y siento sus corazones heridos y angustiados. Vuelvan hacia mí cuando lo deseen. Mis brazos siempre están abiertos para mis niños queridos de la Tierra.
Estoy cerca de ustedes. Y cuando me llaman a mí, estoy allí instantáneamente. Soy feliz, tan feliz de poder aportarles este consuelo, esta dulzura, este sostén que les hace falta queridos niños de la Tierra. Son preciosos en mis ojos de madre.
Cada uno con su luz, cada uno sobre su camino de vida. Les veo agitarse y buscar. Les veo buscar afuera. Les veo agotarse. Veo sus lágrimas, las que salen y hasta las que no salen de sus cuerpos. Veo y siento, tal una madre, sus sufrimientos, los que expresan y hasta aquellos que no expresan. Porque las madres saben todo esto. Ellas saben el dolor de su niño. Y ellas se sienten impotentes frente al sufrimiento de sus muy amados.
¿Cuántas veces lloro con ustedes? ¿Cuántas veces me siento a su lado y les aporto mi sostén, mi presencia? ¿Cuántas veces sigo allí cerca de ustedes y me inclino hacia ustedes para besarles, escucharles, reconfortarles? Tal una madre, no les pido gran cosa simplemente estar un poco más atentos a mi presencia y de solicitarme cada vez que lo necesitan.
No hay lugar donde yo no pueda estar. No hay momentos en que no pueda ser. No hay situación donde no pueda estar. No hay nudo que no pueda desenredar. Todo esto mis queridos niños y mucho más aun está en mi camada. Entonces pueden volver a mi presencia. Pueden llamar a la energía de la Madre Divina. La que llevó desde el principio de la Creación y a la que continúan refiriendo sin que sean conscientes de ello.
Consideren que ustedes son amados eternamente e incondicionalmente por la Madre Divina. El Amor cierra tantas vibraciones y energías que les es imposible, por ahora, sentir toda la camada del Amor de la Madre Divina. Sin embargo si tienden su corazón, sentirán las brisas de amor, las caricias de amor que su Madre Divina les envía.
El Amor es universal. El Amor es incondicional. El Amor es eterno.
Apóyense en mí. Cuando caen, les ayudaré a levantarse. Tal una madre que, cuando su niño hace sus primeros pasos y cae, es justo al lado para ayudarles a levantarse. Porque mis queridos niños, bien a los que sepan ellos todos andar sobre sus dos pies y sobre sus dos piernas, caen a menudo, entonces les ayudaré a levantarse.
Ustedes pueden llamarme en pensamiento, en palabra, en acción. Pueden acoger en su vida mi presencia. La presencia de la Madre Divina a vuestro lado es un regalo maravilloso que pueden hacerse mis niños.
Ustedes crecieron tanto pero para mí serán siempre mis niños. Nunca dejen de crecer, de caer, de aprender, de abrir en grande sus ojos, nunca dejen de ser curiosos. Son los niños más bellos a los que una madre pueda imaginar.
Los quiero y daría todo por ustedes.
No teman. Soy vuestra madre espiritual, vuestra madre por la eternidad. »
Transmitido por Caroline Faget
El sábado, 13 de agosto de 2016
Fuente: http: // www.carolinefaget.fr/
© 2016, Recherche et transmisión por Michel / Arcturius.
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