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jueves, 28 de abril de 2016

SRI AUROBINDO: EL FUEGO DEL AMOR LOS CUADERNOS DE ABRIL 2016 : CRÓNICAS DE LA ASCENSIÓN CRÓNICAS DE LOS MELCHISÉDECH : EL MASCULINO SAGRADO


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SRI AUROBINDO: El Fuego del Amor
 
Soy Sri Aurobindo. Hermanos y hermanas encarnados, primero comulguemos juntos, en el azul intenso del Éter.


…Silencio …


He venido hoy con el fin de compartir con vosotros un cierto número de elementos con respecto al Fuego del Amor tal como intenté describirlos en numerosos poemas y en numerosos textos en el momento de mi encarnación.

El Fuego del Amor, el Fuego del Corazón, lo llena todo. No deja ningún espacio para otra cosa que no sea el Amor. El Fuego del Amor no es nada más que una Felicidad sin soporte, sin objeto y sin causa, naciendo de sí misma y alimentándose por sí misma en el pecho, en el Corazón del Corazón. Cuando se vive el Choque de la humanidad, en definitiva sólo quedan dos posibilidades: consumirse en la Felicidad del Amor y de su Fuego, o quedarse encogido en el miedo.

El Fuego del Amor es una Felicidad inextinguible que nunca se para, dándoos siempre más sed y sin embargo apaciguando todas las sedes. En el Fuego del Amor no existe ningún sitio para la división o para la exclusión. Muchos de vosotros, hermanos y hermanas, que todavía no han encontrado este Fuego del Amor, van a vivirlo. En este espacio y en este momento, no puede existir la menor reticencia o el menor obstáculo a este Fuego devorador, poniendo fin a todas las ilusiones y a toda proyección en la esfera que sea. En esta última morada no puede persistir el menor error, la menor duda, la menor interrogación. 

La evidencia del Amor trasciende completamente los límites de la persona, el mismísimo sentido de ser otra cosa que el Amor.

Este amor es Libertad y como sabéis, no depende de ninguna circunstancia, ni de ningún acontecimiento. Y sin embargo, en el momento del Choque de la humanidad que representa un acontecimiento considerable, muchos de vosotros, hermanos y hermanas humanos, verán la vida, su mundo, con una mirada nueva, liberando así todos los velos de la Ilusión.

Es la hora del Amor, la hora de esta Felicidad que no busca nada más que de ser lo que es, y de siempre crecer hasta el infinito y hasta lo indefinido del Absoluto. El Amor es alimento. El Fuego del Amor os sustenta y pone fin a toda andanza y a toda lucha. Es la rendición total de la historia de la persona, de la historia humana, disolviendo así todas las apariencias, todas las creencias y todos los deseos, porque no puede existir el menor deseo en el Fuego del Amor. Alimenta cada intersticio de vuestro cuerpo de carne, así como de todas vuestras envolturas.

Muchos de vosotros, ahora, presentís lo que va a acontecer. De ahí deriva vuestro propio Cara a Cara, y tal vez vuestros últimos lutos iluminando vuestros últimos apegos, vuestros últimos miedos. No miréis el miedo, mirad la Felicidad y mirad este Fuego que baila en vuestro pecho. Dejad este Fuego llenarlo todo, revelándoos a vuestra naturaleza ígnea, al Espíritu Uno. El Amor y la Luz sólo pueden ser Felicidad y Paz. Este amor no conoce ningún límite. Así es el Fuego del Amor.

Os fue repetido durante mucho tiempo que cada cosa estaba en su justo lugar y que no hay un mejor sitio para cada uno de vosotros para dejar el Fuego del Amor llenaros y volverse la realidad de vuestro ser. Sean cuales sean las dificultades o sean cuales sean las facilidades, vuestro sostén y el aumento de vuestra Felicidad ya no podrá ser encontrado afuera, sino que sólo podrá venir del interior.

El Fuego del Espíritu pone fin a la opacidad y refuerza vuestra claridad, aunque ésta sea para algunos de vosotros teñida todavía de temores, haciendo que vuestra conciencia limitada se agarre a lo que exista, a estos fallos del pasado que resurgen a veces de manera repentina. Vedlo, no para interesaros por ello sino para ver el Fuego del Amor poner fin, en la gracia y la elegancia, a los desórdenes de la persona.

El Fuego del Corazón es el corazón de la Fuente, el lugar de la alianza que nunca fue rota. Ahí está el pan de la Vida, el pan de la Verdad. En el Fuego del Amor, no hay ni vida ni muerte, ni nacimiento ni fallecimiento, sólo un instante que es la Eternidad. En cada mirada, en cada soplo, en cada sueño, desde el más ínfimo de los átomos hasta las dimensiones más elevadas, no hay más diferencias. El Fuego del Amor desagrega todo lo que resiste y barre lo que debe de serlo, con el fin de devolveros a vosotros mismos.

La fusión de los Éteres del que había hablado hace muchos años, se actualiza hoy en vosotros a través de la desaparición, la disolución de lo efímero y la revelación de vuestro cuerpo de gloria, el cuerpo sin costuras, el cuerpo inmortal lavado en la sangre del cordero, haciendo de vosotros unos nacidos de nuevo. 

El que ha renacido ya no puede ser engañado ni ser abusado por ninguna ilusión, porque el Amor en su Fuego es la Vía, la Verdad y la Vida.

En cada nuevo instante, en cada instante renovado en las primicias que vivís, está siempre la llamada del Amor y para oírla en lo más hondo de vuestro pecho, hay unas circunstancias previas. Todo ello os fue explicado: la humildad, la sencillez, el silencio interior, la espontaneidad, el movimiento y la inmovilidad.

Numerosas puertas se abren. Son las últimas Puertas que se activan en este cuerpo que no dura y que sin embargo es el testigo del dios vivo que no es otro que vosotros. Así como lo sabéis, intervenimos durante este período unos tras otros, para muchos Melchisédech, con el fin de ajustar y afinar lo que todavía puede quedar por afinar y ajustar.

El Fuego del Amor no necesita ningún esfuerzo. La Felicidad no necesita ningún esfuerzo. Simplemente hay que decir «sí». «Sí» a Cristo, «sí» a la Vida, sin límite, sin condición y sin restricción. Por supuesto hoy mis palabras se depositan en vosotros de un modo diferente, porque la Gracia y el Espíritu del Sol rigen nuestros encuentros y nuestro común Fuego de Amor. 

La Luz os invita a la Vida, vuestra vida aquí mismo y en este mundo también os invita a la verdadera Vida en lo Único, en la Eternidad.

La Luz os hace libres, si aceptáis la Libertad. En la Felicidad del Fuego del Amor, no puede existir la menor oposición o el menor antagonismo entre vosotros y la verdadera Vida. Entonces todo es pretexto para la Felicidad y para la verdad del Amor, sea cual sea el precio para este cuerpo o para este alma.

Estáis invitados al banquete celestial, no hay excluidos ni condición. Sólo depende de vosotros y sólo dependerá cada vez más, evidentemente, de vosotros, en la soledad de vuestros corazones, en la soledad de vuestras personas, devolviéndoos siempre a lo esencial, sean cuales sean vuestros encuentros y sean cuales sean vuestras contactos en la naturaleza o entre vuestro mundo y nuestro mundo.

En el Fuego del Amor y en la Felicidad del Amor no hay nada que demostrar, no hay nada que decir y sin embargo todo puede ser dicho. Sólo está el canto y la danza de la Vida expresándose por vuestros cuerpos, por vuestros ojos, por vuestras bocas, pero ante todo por vuestros corazones. Nada puede pararlo, ninguna voluntad, ningún astro, ninguna ley, ninguna moral, poniéndoos al desnudo y es así, desnudos, que reencontráis la Esencia. Así el Fuego de la Felicidad crece, la felicidad puede aparecer al mismo tiempo que el Silencio. La vida entera se hace oración y meditación, sean cuales sean las circunstancias estrepitosas del Choque de la humanidad. Todo lo que os fue dicho durante estos años como ancladores de Luz y sembradores de Luz, os llevó hasta este punto. 

No hay ni progresión ni recaída, simplemente está la desaparición de lo que obstruía e impedía vivirlo.

El Fuego del Amor os proporciona la inocencia de la Infancia donde todo es espontáneo, donde todo está claro. Os será cada vez más evidente que ha llegado el momento de enfrentaros a vosotros mismos, no en un combate sino en la soledad de vuestro ser con el fin de romper las últimas dependencias y dejar emerger la verdadera Libertad, la que no se acomoda con ninguna ley, con ninguna condición ni con ninguna obligación.

Vosotros y nosotros, los dignos hijos de la Fuente, Fuente nosotros mismos, estamos juntos en este Cara a Cara. Sin embargo la última llamada ya sonó para muchos de vosotros, dándoos a vivir a veces el luto de vuestra propia persona, con su historia pasada y sus miedos futuros, despojándoos de todo lo que no sois, de todo lo que no es verdad.

El Amor-fuente es en efecto la fuente de todo. No puede existir entonces ninguna ambivalencia, en cuanto a elección o a alguna voluntad de libre-albedrío. Ahí está vuestra verdadera libertad, la del Fuego que sólo pone fin a lo que es falso, y lo que no está caliente es calentado por la Vida. Las Puertas que se abren y que son las últimas, os dan a ver incluso la ilusión de estas Puertas y la ilusión de este cuerpo como de este mundo. Porque en este momento os volvéis los faros que acogen, con la misma paz, al amigo como al supuesto enemigo. En el Amor, como lo dije, no hay sitio para la división, para la oposición o para la duda. La duda pertenece de manera irremediable a lo que nació un día y a lo que muere otro día, en la secuencia de esta vida en este mundo.

El Fuego del Amor os llama a abriros y a dejaros abrir por el perfume del Amor y las brasas de la Felicidad siempre alimentadas por un Fuego nuevo. Tal vez sentís las primicias de lo que viene y que ya está ahí. Así que os digo como Él dijo hace 2000 años: « Paz, Paz en vosotros. Paz en el Amor, Paz en la Felicidad. ». Todo viene de ahí, ningún problema puede persistir en el Fuego de la Felicidad.

En el azul intenso, vuestra visión se vuelve penetrante, se vuelve global, englobándolo todo con el mismo Fuego de Amor y la misma Felicidad. 

Ninguna tristeza puede permanecer e instalarse. Ninguna persona puede impedirlo, salvo vosotros mismos. Acoged, acoged, en el sentido profundo del sacrificio que vivís, de vuelta al sagrado y al sacramento. Tal vez sentís las primicias que ha llegado el momento de deponer los últimos lastres, los últimos temores. Para ello no hace falta siquiera que lo hagáis vosotros, sino simplemente dejar este fuego actuar libremente y espontáneamente.

Como lo sabéis también, algunos de vosotros están viviendo la Ascensión. La mismísima Liberación está apareciendo a pesar de las angustias aparentes de este parto, que no son nada, porque sea cual sea su densidad, estas apariencias serán consumidas, sin residuos y sin pesares por el conjunto de la humanidad, sea cual sea el devenir de cada uno, incluso para los que todavía pudiesen tener la necesidad de alguna progresión, de alguna mejora de lo que ya es perfecto de toda eternidad.

En toda circunstancia de vuestra vida, la Felicidad del Amor os llama y os llamará cada vez más en verla sólo a ella, en la única acción posible del Fuego del Amor, reencontrándoos así en lo Ilimitado del Espíritu y en la felicidad del Fuego del Amor. La Luz se despliega alrededor vuestro, en torno vuestro. Sea cual sea el obstáculo, sea cual sea la pena, sean cuales sean las reglas o las leyes, todo ello desaparecerá como briznas de paja, liberando vuestros ojos y liberando vuestro corazón. No se trata simplemente de confianza, no se trata simplemente de fe, incluso la más sagrada, sino la evidencia de lo que se tiene que vivir, sean cuales sean la agitación y la confusión del mundo, dándoos a ver donde está la Verdad y donde está la Verdad que no puede existir en nada limitado, como en ninguna experiencia, poniendo fin al juego de la mismísima experiencia donde todos los movimientos son vistos, y donde sin embargo hay inmovilidad en la danza del Silencio.

Esta apertura representa lo que fue nombrado el masculino sagrado, él que no se ha separado del femenino sagrado, de la co-creación consciente. El Fuego del Amor y de esta Felicidad sin fin, son reconocidos por ser lo que sois, poniendo fin a todo sufrimiento como a toda duda pero también, de manera indeleble, a toda ilusión, actualizando así el Juramento y la Promesa en la Gracia infinita del Manto Azul de María.

Cada uno de vosotros tiene el mismo regalo, incluso y sobre todo si creéis estar alejados o indignos de ello. Así que os digo: « Relajad lo que todavía puede estar tenso. Soltad todo lo que sujetáis, no para perderlo sino más bien para alumbrarlo y hacerlo participe del Fuego devorador del Amor. ». Sin quererlo y sin decidirlo, sin implicación, simplemente porque es la evidencia de la Gracia, el Fuego del Amor viene a recogeros y viene a forjar el cuerpo de Eternidad.
Cada día que pasa en tiempos terrestres os confortará, sea cual sea la violencia o la paz, sobre la necesidad de lo que ya está ahí y que sólo necesita manifestarse en cada uno de vosotros. El Fuego del Amor pone en orden la ley del Uno y la ley de Gracia, ahí está la Libertad. Cualquier otra libertad es vana, cualquier otra posesión os pierde. En el Amor, no puede haber ninguna pérdida, ni ninguna posibilidad de perderse.
El masculino sagrado es la revelación de este poder, de este inexorable y de este Infinito en acción de manera cada vez más amplia en este mundo, apoyándose en la dulzura y la fuerza del femenino sagrado, obrando simultáneamente en la co-creación consciente libre de todo obstáculo y de toda condición.

En el ser, no hay nada más que hacer o creer hacer. En el ser, sólo está el ser, este Fuego del Amor devorador, esta Felicidad que no puede interrumpirse y que parece incluso aumentar cada día, a cada soplo y a cada mirada. Los profetas de cualquier tiempo os alertaron siempre sobre la futilidad, y os advirtieron sobre el juicio que no es otro que el Fuego del Amor que viene para disolver lo que no es reconocido en la Gracia de la Vida. El Fuego del Amor viene a bautizaros y a recogeros en diferentes momentos y de diferentes maneras. No perdáis de vista que pase lo que pase, todo ello sólo es temporal, y qué al final de lo que tal vez todavía llamáis túnel, está la Verdad.

La única distancia que existe entre vosotros y el Fuego del Amor, sólo es la distancia que creéis ver y que sólo es una construcción quimérica. Ha llegado el momento de dejar al Amor iluminarlo todo y quemar en totalidad lo que no puede persistir ya que es privado de Amor, o tapado por un amor condicionado.
En vuestro Corazón del Corazón, el Apocalipsis se deposita y os libera, sea cual sea su apariencia, incluso aparentemente contrario al Fuego del Amor. 

Toda fricción sólo es el momento previo a la ignición, todo desorden sólo es una ilusión de lo efímero que no puede entorpecer, que no puede resistir al fuego irresistible de lo que sois.

La majestad de la vida en este mundo, como de la vida invisible, os aparece cada vez más, cada uno a su manera, pero siendo la misma obra y con el mismo fin, que es el fin de las ilusiones y el fin de lo que no dura, restaurando para cada uno la Eternidad y la inmortalidad del Espíritu, porque nunca habéis nacido y nunca moriréis porque todas las vidas pertenecen, en este mundo, al Samsara, a la Ilusión, al cuerpo del deseo, deseo que nunca puede ser colmado de ninguna manera, todos lo sabéis. Lo hemos visto y vivido todos.

La confusión del mundo os incita a actualizar y a manifestar vuestro masculino sagrado, que sea en la paz, que sea en el desorden, según la armonía de vuestra parte femenina y de vuestra parte masculina. Mientras que para muchos de vosotros ya suena el canto de la Libertad, en vuestros oídos o en uno de vuestros oídos, cuando ahora se presentan los pueblos invisibles, sólo os queda descansar. Sea cual sea lo que tengáis que hacer, el Amor os alivia y la Felicidad alimenta la mismísima vida de la persona, incluso a lo efímero todavía durante un tiempo. Pero el ardor del Amor pondrá fin también a ello con ligereza, con evidencia, y sin necesidad de llorar, sea cual sea la pérdida porque nunca hubo ninguna pérdida, sólo existía la idea y el pensamiento de la pérdida. Porque en el Amor, ningún amor puede ser perdido ni estar desatendido; porque en el Amor, nada puede ser imperfecto y nada puede quedar oculto.

Acuérdate, hermano o hermana, acuérdate ahora del Amor que eres. Acuérdate del Alfa y del Oméga, aquí y ahora. Acoge y recoge el don de la Vida y el don de la Gracia, el don del Amor en un Fuego quemando de ardor y de Luz. Escucha, en el silencio el niño que ha renacido. El azul intenso de la Verdad es un bálsamo que se deposita en tu eternidad y en tu efímero. Hoy, no sólo escuches mis palabras, no sólo entiendas el sentido de mis frases. Ve más allá, todavía más profundamente, en el centro de tu corazón. Él ya te espera ahí, como tú te esperas también ahí. No te arrepientas de nada, porque arrepentirse es un peso cuando el Amor es ligereza.

Acoge, y sobre todo acepta lo que eres. El Fuego del Amor y el Fuego de la Felicidad reaniman en ti la llama perpetua que ilumina toda conciencia como todo mundo. Así, cada soplo de tus días se llena del Amor de la boda alquimica. Así, la Felicidad crece y emerge en el mismo seno de tu persona, como el rocío depositándose en las hojas. Vuélvete totalmente y abraza lo que eres. Realizándolo, ninguna herida puede subsistir o crecer.

Nosotros, los Melchisédech, en nuestro conjunto de manifestación en vosotros en estos días, llevamos hasta el Templo de vuestro corazón la dulzura del masculino sagrado donde ninguna autoridad puede forzar a nadie, y únicamente depositar el regalo de la Vida, tal una ofrenda de Verdad, una ofrenda de Felicidad. Entonces venimos a decirte, en nuestro masculino sagrado: « Acuérdate, y olvida lo que sólo pasa. Acuérdate de ti, antes de tu nacimiento y tu aparición en este mundo. ».

Tú, escuchándome, leyendo mis palabras, no te ates a la lógica o a la razón sino más bien a la evidencia del Amor que no conoce ni razón ni lógica, porque ella misma es la razón y la lógica. El Choque de la humanidad te lleva a deponer lo que todavía consideras tal vez como una carga y como un peso. El masculino sagrado es tan dulce como el femenino sagrado. La única diferencia está en el sentido y en la polaridad de la dirección del Amor. Nada más los diferencia y esto se vive en el Fuego del Amor y en ninguna otra parte, olvidando así cualquier reflejo de predación o de supervivencia, de miedo o de duda.

Acuérdate, ve más allá: Las Puertas, las Estrellas, las Coronas radiantes como la Onda de Vida. Hazte permeable a la Gracia y a la Felicidad. Déjate consumir y arder por el Fuego del Amor revelado en totalidad.

Permíteme depositar de nuevo en ti la bendición de lo Único, bendiciéndote así tú mismo en el sacramento del Amor.

Levántate y sal de la tumba, del encerramiento. 


Elévate, soltando todos los pesos. Así es el Fuego del Amor. Así es la manifestación del masculino sagrado.
Entonces mis palabras se apagan solas ante la evidencia de tu Presencia. El Espíritu del Sol guía mis palabras al igual que guía tu Presencia y nuestra comunión. No hace falta nada más porque todo está ahí. Nada puede faltar. Velo y vívelo, es tu libertad y es tu verdad. Así que te bendigo por tercera vez como el profeta muy amado Del que fue, que es y que será más allá de todo mundo y de toda dimensión. Amate más allá de tu persona y más allá de todo límite que todavía pueda aparecer. El Fuego del Amor se ocupa de todo, conténtate con vivirlo y vive la Gracia abundante del don del Amor.

Soy Sri Aurobindo, soy el muy amado Juan y soy Tú, porque ya nada puede estar separado en el Choque de la humanidad. Pongo fin ahora, no a mi presencia sino a mis palabras, con el fin de volver a mi morada, en el Silencio de la Eternidad de tu corazón.

Te abrazo y te amo, y voy ahora a dejar mi sitio al siguiente Melchisédech. Hasta pronto.


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