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jueves, 28 de abril de 2016

MEVLANA RÛMÎ - INVITACIÓN AL BAILE CUADERNOS ABRIL 2016: CRÓNICAS DE LA ASCENSIÓN - CRÓNICAS DE LOS MELQUISEDEC: MASCULINO SAGRADO


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 MEVLANA RÛMÎ - Invitación al Baile

Soy Mevlana, y vengo a hablarte a ti, únicamente a ti. Y cuando hablo, sólo puedo cantar el Silencio de la danza, el Silencio de la Eternidad. Entonces escúchame, a fin de que te escuches, y recíbeme como yo te recibo. 


Vengo a invitarte a la Paz y a la Alegría. Vengo a invitarte a bailar conmigo, en el corazón de la Eternidad, en el Corazón del Amor. Entonces escúchame y te escucharás. Escucha lo que tengo que entregarte. Sólo puedo cantar la Vida y cantar el Amor. Sólo puedo bailar lo Verdadero, y te invito también a la Danza del Silencio. Te invito a la verdadera Vida, la que siempre crece en la Eternidad, y que nunca se mueve. Te invito a lo Verdadero y a lo Bello. Te invito a abrirte, como me abro a ti. 

Vengo a sacar a bailar a tu Corazón, en la dicha de la Verdad. Vengo a exultar en ti el grito del Amor infinito que da ritmo a la Vida en cualquier espacio y lugar, más allá de todo espacio y de todo lugar. 

Vengo a cantar en tu Corazón la promesa del elegido. Vengo a cantar en ti la melodía del Amor que nunca se termina. Vengo a invitarte, con el fin de que invites a cada uno a escucharte, en tus palabras, en tus miradas, en tus silencios, en tu Presencia como en tu Ausencia. Sólo el Amor mora en tu Morada de Eternidad y de Dicha. 

Vengo a voltear contigo, más allá de la ronda de las palabras y de los cuerpos, en la ronda de la Eternidad, de la Vida resucitada y constantemente renovada, lo que eres. 

Te invito a la ebriedad del olvido, del olvido de la persona limitada. Te invito a la ebriedad de las alturas y de las profundidades del Amor, de lo más hondo a lo más elevado, recorriendo los mundos, recorriendo la Vida, dejándote recorrer por la Onda de Vida, dejándote grabar con letras de fuego la palabra Amor que baila alrededor del hogar del Fuego de tu Ser. 

Sí, me dirijo a ti, exclusivamente, porque en ti está el mundo y la totalidad de las demás personas, pero te escogí a ti, para bailar contigo y en ti. Tú, tú, y solamente tú, comprendiendo a cada uno, conteniendo los mundos, en la exuberancia de la Vida, en la dicha del Amor.

Vengo a invitarte a la sencillez y a la ligereza del Ser. Vengo a invitarte a quemar lo que consideras ser unas cargas. Vengo a mostrarte a ti mismo, en el espacio donde no hay nada que demostrar porque todo es evidencia y todo es Danza. 

Escucha y entiende, mi hermano, mi amigo, mi esposo, mi esposa, mi padre, mi niño, cualquiera que sea la palabra que quieras poner. Olvida las palabras y deja obrar los Talleres de la Creación en tu Templo sagrado de la Resurrección. Estas invitado y convidado a las bodas últimas de la Resurrección. 

Entonces libérate de las cadenas, supuestas o imaginadas, y que sin embargo tuvieron a veces, tal peso que obstruían tu conciencia. Olvida todo esto, porque esto sólo pasa, y lo sabes. 

Escucha y acoge lo que vengo a decirte. Eres el viento y eres el Aire, eres la Tierra y eres el Agua, y eres el Éter.

Vengo a llamarte a la consumación de lo efímero, vengo a llamarte a la Resurrección de la Vida. Vengo a bailar en tu corazón. Me dirijo a ti, que eres yo, y que eres cada uno.

Vengo a iluminar tu vestidura, la que será lavada en la sangre de la Pureza. Vengo a voltear contigo la ronda de la Vida que engloba toda vida. Vengo a envolver tu conciencia con las guirnaldas del Amor, de las Estrellas de la Paz, y de las Puertas de Eternidad. 

Escúchame. Hay tú, hay yo, y hay cada uno. En la soledad como en la plenitud, baila la Vida conmigo en el vértigo del Amor que nada pueda derribar, que se eleva tal un canto de Gracia, desde tu Corazón y de mi corazón. En un Corazón a Corazón, y de Corazón en Corazón, te invito.

Ven a bailar, ven a cantar la Vida. Deja salir lo que crece en tus límites, viniendo a crecer siempre más lejos. Deja florecer la Rosa eterna, sus sabores y sus olores. 

Vengo a quitar las espinas que todavía puedan quedar, y que todavía puedan hacerte sufrir. No son nada más que el testigo de la flor que nace. Escucha y siente el perfume de la Vida, el perfume de la Danza. 

Levántate y despéjate. No hay más ni tiempo ni espacio donde dormir porque no hay nada que reposar. El Amor floreció y la flor se abre o baila conmigo. Al son del Coro de los Ángeles, al ritmo del Espíritu del Sol, vengo a declamarte el Amor, vengo a abrirte al canto del Éxtasis, y saturarte de Dicha. 

Estás invitado, porque ahí está tu único lugar que también ocupa todos los demás lugares. Te invito a estar ebrio de Amor, a fin de que todas tus referencias, tus límites y tus amores, vuelen en pedazos bajo el efecto de las brasas del Amor.

Te invito a la Celebración y a la Elevación.
Te invito a vivir al niño como al anciano que se apaga. Te invito a la ronda del Amor. Y te invito sobre todo a hacer la paz, y te doy mi paz como recibo tu paz, en el silencio de nuestro corazón Uno.

Abracemos juntos el corazón de los que duermen, elevemos el corazón de los que dudan. Ellos están en ti como están en mí. Pongamos fin juntos, a todos los desafíos impuestos al Amor.

Te invito a cantar la Resurrección. Sí tú, tú justamente que estás ahí.

Te invito a estar por todas partes. Te invito a estar en todo templo, en toda lágrima, en todo nacimiento y en toda muerte. Te invito al alumbramiento.

Ven a bailar. Así la Vida se baila, así la Gracia aparece en el seno de todo tormento, mostrando la vanidad del tormento y la vanidad del sufrimiento que no puede nada delante del Amor y de tu sonrisa.

Te invito a reírte de lo que desaparece, no para despreciarlo sino más bien para amarlo. Vengo a amarte.

Te invito al calor que nunca se reseca y que al contrario suaviza y hace crecer la Luz, sin parar ni cesar jamás.

Te invito al Fuego del Amor, al Fuego de la Danza. Ven a vivir, guarda silencio de lo que no es verdadero. No te opongas a nada sino arropa todo con el mismo Amor, con la misma Dicha.

Te invito a finalmente reencontrarnos, a comulgar, a fin de que ambos desaparezcamos en el Fuego del Amor, en la Paz eterna de la Verdad.

Entonces sí, tú que estás ahí, vengo a rendirte Gracia por tus sudores y tus lágrimas que alimentaron el Fuego del Amor. Vengo a invitarte a olvidarte a fin de encontrarte en todas partes, y no solamente entre el nacimiento y la muerte.

Vengo a cantar y vengo a bailar para abrir en grande las puertas de Aquel que viene. Vengo a prevenirte con el fin de que estés preparado, con el fin de que seas ya resucitado, no esperando el último momento del tiempo, del tiempo de la Tierra.

Vengo a decirte que seas lo que siempre fuiste. Vengo también a quitar las máscaras y los velos que todavía puedan aparecerte. Te invito a arder conmigo en este fuego que baila en tu Ser.

Olvida lo que digo. Reten sólo lo Bello y lo Verdadero que nace en ti en la Danza de tu corazón.

Vengo a recordarte, no tus obligaciones o tus derechos, sino tu Verdad.

Baila, baila conmigo y eleva tu Fuego, mientras que éste desciende en las profundidades más íntimas y en los rincones de tu aislamiento a fin de que nunca más la menor creencia pueda limitarte.

La Vida es invitación. Vengo a invitarte a la Vida, como la Vida te invita a bailar, en la inmovilidad del Silencio, en la inmovilidad del Corazón del Corazón, en la Última Presencia donde nada puede estar ausente y donde sin embargo te ausentas de lo que es ilusorio y de lo que no dura.

Vengo a hablarte y vengo a hablar a tu Corazón, porque él comprende cada una de mis palabras, cada uno de mis silencios y cada uno de mis gestos. Vengo también a desposarte, más allá de todo sexo y más allá de todo convenio. Vengo ser Uno contigo, como eres Uno conmigo.

Allí donde el Amor se vive en su totalidad y en su ligereza, vengo a saciarte con el aliento de Vida, no el que se apaga en este mundo, sino que es más bien aquel que nunca se debilita y jamás se apaga. Vengo a gritar al Amor, vengo a declamarlo, en ti y contigo, a fin de que no seas más ni tú ni yo, ebrio de Amor, no sabiendo más quien fuiste, quien eres, sino más bien siendo lo que eres.

Te llevo y te elevo en la danza donde ningún nombre puede bastar, ahí donde eres todos los nombres, diciendo «si» a la Vida, «si» a la Fuente, «si» a la belleza y «si» a la Eternidad.

Sí tú, ahí, despiértate, escucha el Coro de los Ángeles que canta la alegría de la Resurrección, escucha el Espíritu del Sol que nace en tu Sol, en el brasero de tu Corazón.

Vengo a soplar y a atizar la Dicha en ti. Entonces bailemos, en el mismo Silencio y en la misma Alegría, la melodía del Amor, la melodía del Fuego, la melodía de la Alegría, orquestada por la Luz.

A ti, recuerda la Evidencia, tu evidencia. La hora ha llegado de levantarte, llegó la hora de aparecer en tu cuerpo inmortal, poniendo fin a todo parecer, poniendo fin al juego de la apariencia, poniendo final al juego de la competición, porque el Amor no sabe de competición, el Amor no conoce la lucha.

Te invito a la vida en el Amor, a fin de que, llegado el momento, puedas bailar con Aquel que viene, sin problemas y sin temor, en la ligereza de tu corazón reencontrado y despierto.

Mi hermano, me veo en ti como te ves en mí, en el mismo Corazón sagrado, en el Corazón unido de Cristo y de la Luz.

Me dirijo a ti porque si tú me escuchas, entonces el mundo te escucha, y el mundo te ve. Porque no hay más máscaras, no hay más velo, hay la inocencia de la Infancia y la pureza de la Luz.

Te invito ¡sí tú! te invito a estar allí y aquí, ahora y en todo tiempo, en todo cuerpo, en toda vida y en todo mundo. Baila conmigo, baila la Vida. Levántate, mi hermano. Acuérdate, más allá de toda memoria, de lo que eres desde siempre. Sal del sueño y entra de lleno en la vida Eterna. Deja el soplo del Amor llevarte en la danza de la Dicha. Deja el aliento de mis palabras venir a atizar lo que todavía necesita de serlo.

Ahí donde bailo, sólo estás tú y yo. No dudes más. Deja la Vida recorrerte, deja al Amor emerger y entrar. Deja libre el flujo de la Vida.

Te invito también a no luchar más, contra ti mismo o contra cualquiera, porque ya ganaste. Jamás podrá haber ni pérdida, ni derrota en el Amor.

Te invito al Fuego del Corazón. Te invito a ser tú, como a ser Él.

Te invito al perfume místico de la Resurrección, que tal una violeta o un lis viene a hacer florecer tu rosa Eterna. Te invito a los perfumes de la Vida.

Te invito a bailar, en el Aire y en el Éter. Te invito sobre las aguas como en las aguas. Te invito sobre toda tierra, proveído del Fuego del Amor que alumbra y magnifica toda vida. Entonces no dudes, reunámonos en las esferas de la belleza, en las esferas de la Eternidad. Porque la Gracia, la Vida y el Amor son una invitación permanente a la Danza de la Dicha.

Vengo a decirte: «Deja lo que está muerto morir, deja lo que está muerto desaparecer». La Gracia del Amor se ocupa de eso, y el Fuego de la Dicha lo transmuta.

Entonces, tú que me escuchas, escucha. No necesito más de palabras porque mi corazón habla directamente a tu corazón en el lenguaje silencioso del Amor y en la exuberancia del Fuego del Amor.

Te doy la paz del Cristo, la paz del Buda, la paz de los profetas. Te doy la paz del niño como la paz del anciano que se apaga. Así te hablo de corazón a corazón, de mi centro a tu centro donde no existen ninguna distancia ni frontera.

Entonces mi hermano, baila conmigo.

En el Amor, no puedo hacer nada más, que cantar el Amor. En el Amor, no puedo hacer nada más que ser lo que eres. En el Amor, no busco nada porque no hay ningún otro.

Mientras que El Último guía mis palabras, guío tus pasos de baile, que bailan tu corazón y que bailan la Vida.

En el espacio donde el hombre y la mujer hacen Uno, recreando así la Vida en el ternario operador de la Creación, te invito a la Trinidad.

Te invito por supuesto a la celebración de la Ascensión y la evidencia de tu Liberación. Tú, que eres Amor y Libertad, canto las alabanzas de la Verdad.

¿Qué decirte más? Amor, y Amor.

Eres la Vía, la Verdad y la Vida, y saludo en ti a un otro yo. Y saludo en ti el Cristo como saludo a Buda y a los profetas. Saludo en ti a la Madre de la Humanidad.

Escucha, tú. Entiende el canto de Vida que te colma en cada aliento, de los beneficios del Amor.

Te invito al éxtasis del Fuego a fin de que arda todo lo que pueda quedar de pesado.

Tú, mi hermano, vengo a bailar en ti la ronda de los perfumes y de las esencias de la Vida en todo mundo. 


Vengo en la ebriedad de tus sentidos a liberar tu esencia y liberarte de tus sentidos. El Amor está por todas partes, entonces no puedes ver nada que no lo sea. Saturándote de Dicha, no hay más que Alegría.

En este espacio sagrado de tu corazón donde no puede haber un día mejor que otro, porque cada día es mejor.

A ti, deposito mis palabras en tu corazón. Deposito también el Silencio, así como la danza.

Tú, mi hermano de armas, que sólo tiene como única arma la sencillez del Amor, te invito y ahora me callo en tu corazón quedándome contigo, a fin de que entiendas el canto del Silencio.

… Silencio …


Soy Mevlana, soy un otro tú, soy el Cristo, soy el viento. Soy todo, porque no soy nada en este mundo.

Permíteme finalmente, tú que me has escuchado hasta aquí, de bendecirte y de santificarte en la Gracia del Único.

Aquí están mis últimos pasos de baile que jamás se pararán, si lo quieres.

… Silencio …


Permíteme de no decirte hasta la vista, pues me quedo de forma permanente.

Hasta una próxima vez para otras palabras, y para otros poemas.

Me quedo en silencio ahora, en ti, porque mis palabras y mi danza nunca se pararán.



 
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