Éxtasis, gozo ilimitado, bienaventuranza plena, indescriptible...
El cuerpo de la Tierra es bañado por ondas sucesivas de Amor ígneo. Un rio caudaloso que se expande, nutriendo cada forma.
Simientes de la gloria, simientes del éxtasis, portales del retorno de la consciencia crística... Amor inigualable, pureza intocable, inmaculado Corazón de la Divina Madre, que se abre, y se expande, más allá de las fronteras de una persona singular...
La realidad plástica en un instante se transforma en el Edén prometido. La realidad frágil, con un toque se acomoda al deseo de este inmaculado Corazón.
Hermanos y hermanas, dejen al deseo de este inmaculado Corazón quemar en vuestro pecho, expandirse y consumir la rabia y el orgullo. Abran espacio en su cuerpo para la entronización de la Gracia plena, del pleno éxtasis.
Bálsamo de curación se derrama de mis llagas, lavando vuestras vestiduras, permeándolas de un olor sagrado, apreciable al excelso, atrayente al magnánimo.
El cuerpo es transformado y glorificado en carne. El cuerpo es redimido, y la materia es rescatada. El rostro Madre es restituido a su debido
lugar, y de un solo toque entonces, el mundo se disipa y una existencia plena encuentra expresión.
Hay una alquimia de aromas, de colores, de sonidos, una danza perfecta, linda a los sentidos, un gozo para el alma. El alma que reconoce su unión con Dios, el alma cuya única aspiración es la realización de esta unión en la carne, es bañada por esta alquimia de sonidos, colores y aromas.
El cuerpo de esta alma es templo y receptáculo de efluvios divinos que entonces, como rio caudaloso que emana del Corazón de la Divina Madre, se expande por la Tierra, bañando formas, partículas, generando simientes, alimentado frutos, impulsando el florecimiento del jardín original.
Todo esto es fruto de la Unidad, y la percepción consciente, la vivencia consciente de esta alquimia magnánima es el impulso que yo vengo a traer y compartir con cada uno de ustedes, pues a través de sus Corazones, yo toco los corazones de toda esta humanidad, ya que la radiación de la cual Yo soy expresión, necesita solo de un "si".
Yo soy Imlamári, conocida también entre ustedes como Gemma Galgani, Estrella de la Divina Madre que expresa la radiación de la Unidad.
De mi Corazón a vuestro Corazón, efluvios Divinos, y aromas celestiales se comunican. De vuestro Corazón a mi Corazón, un perfume toca la esencia del cosmos, y vibra la casa del Fuego, y canta la morada de Dios.
Almas ígneas resurgiendo y elevando consigo una porción del cuerpo de Aquel, de Aquello, de Aquella primordial.
Yo los amo. Sean la expresión de este Amor.
Traducción: H. N.
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