Soy Hildegard de Bingen, Hermanos y Hermanas en Cristo, comulguemos…
Vengo, en este día, portando la vibración del Fuego y del Triángulo del Fuego. Vengo a explicar las virtudes del Silencio y permítanme declamar lo que es el Silencio.
El Silencio del que hablo no es el silencio exterior sino el Silencio interior. Este Silencio donde no existen ni visiones, ni algo más que pueda desviarnos, del Silencio.
El Silencio es vacuidad, el Silencio es evidencia, el Silencio es el lugar donde puede hacer eclosión la Verdad. Entonces, por supuesto, el silencio exterior no es nada para obtener el Silencio interior. Detener los ruidos exteriores no basta para establecer el Silencio.
Establecer el Silencio, es estar vacío de pensamientos, vacío de deseos, vacío de emociones, vacío de historia y vacío de toda anticipación. Este Silencio interior es el silencio del alma en curso de disolución, en curso de desaparición.
El Silencio, que aparece como vacío para la persona, es Plenitud para el Cristo. El Silencio es, en cierto modo, lo que permite escuchar el canto del Corazón que no es otro que el canto del éxtasis al cual les invito, a través de lo que yo misma recibí hace mucho mucho tiempo, en mi encarnación.
En el Silencio se desvela la Música de las esferas y el Coro de los Ángeles; en el silencio en este mundo, en el silencio de reivindicación a este mundo se encuentra la Paz.
El Silencio es evidencia y paz, el Silencio es paciencia y resistencia, el Silencio es el marco intemporal de lo que es siempre, de toda eternidad.
El Silencio es como la superficie del agua de un lago que es penetrado por la luz y los rayos del sol, sin hacer olas, sin hacer ruido y sin reaccionar.
El Silencio es este momento que prepara el paso del efímero a la Eternidad.
Ver claro, que esto sea con la visión del Corazón o la visión de los ojos de carne, no hace ninguna diferencia. Para ver claro, hace falta que haya Silencio, es decir que lo que es visto, cualquiera que sea visto, no puede ser, de ninguna manera, ser perturbado por cualquier manifestación que sea, por cualquier interpretación que sea y cualquier proyección que sea.
El Silencio establece la Paz, y es una necesidad en el momento de todo cambio, de toda transformación y de toda trascendencia.
El Silencio esta fuera del tiempo y no puede ser encontrado en el tiempo ordinario de vuestra vida pero mucho más, cualesquiera que sean vuestras actividades en el seno de este mundo, el momento en que esto se hace sin vuestra intervención y sin vuestra participación.
El Silencio es el esposo de la Gracia, el Silencio es el canto del Amor, el Silencio es la plenitud de vuestra Presencia, magnificada por vuestra propia ausencia, el Silencio es también la antecámara de la Creación, la fuente de la emergencia de la corriente de Vida y del Amor, el Silencio es un canto silencioso, un canto que no hace ruido, sino un canto que pone en resonancia y en acuerdo todo principio de dualidad. El Silencio permite también no interferir, por cualquiera componente que sea, de lo que sois en este mundo sobre lo que sois en realidad.
El Silencio acompaña la Paz, la Beatitud y el Amor, el Silencio aparece desde el momento en que vuestra pequeñez, y vuestra ignorancia en este mundo, son realmente vividos y comprendidos, tanto con el intelecto, como con lo vivido en el Corazón.
El Silencio es el reino de la pureza y de la transparencia porque cuando hay Silencio, nada puede ser parado, nada puede ser modificado y todo es perfecto.
Estar en Silencio firma en vosotros, de manera indeleble, el fin de toda búsqueda como de toda esperanza, porque no se efectúa allí de confiar en lo que está ya presente, hay justo a vivirle.
El Silencio no lleva ninguna mirada ni algún juicio sobre este mundo, pero permite impregnarse de los mundos de la Verdad.
Es en los espacios de mis Silencios, porque incluso para mí la oración ferviente es ante todo un Silencio, antes de ser una petición y es en este Silencio, en este estado de ignorancia, en este estado donde me disolví en mi esposo bien-amado, que el Conocimiento auténtico puede colar a libro abierto, sin esfuerzo, sin reflexión y sin alteración.
El Silencio es el tiempo donde se realiza la alquimia sublime de la Obra al Blanco, conduciéndoles a esta blancura inmaculada, donde toda diferenciación está ausente porque el Amor es la única cosa visible y que subtiende todo el resto.
El Silencio conduce al éxtasis y luego el Silencio conduce al éntasis y luego el Silencio les conduce a vuestro Etreté, a vuestra Eternidad.
El Silencio es la ausencia de reacción a lo que está vivido en este cuerpo, el Silencio es una unión de libertad con la Libertad, el Silencio en el interior, buscado primero, les aísla en totalidad del ruido exterior y les pone en contacto con la íntima de la Vida y la esencia de la Vida.
El Silencio despliega la Gracia, el Silencio les hace pasar del éxtasis al éntasis, del éntasis al matrimonio y del matrimonio a la desaparición de la ilusión.
El Silencio os hace presente a vosotros mismos y sobre todo presente a Él, el Silencio es vivir sin historia, sin pasado y sin futuro, el Silencio concurre a hacerle descubrir la eternidad del instante presente, el Silencio pacifica el Corazón si estaba agitado, el Silencio encuentra la voz del Corazón, el Silencio permite finalmente al verdadero Amor, no sólo de fluir de vosotros sino que de ser vosotros.
El Silencio es el atributo de la Morada de Paz Suprema,
El Silencio es la marca de la Compasión, del verdadero Amor, de la Comunión y de la Fusión auténticas.
El Silencio no es solamente la oposición al ruido, en un marco de dualidad, el Silencio es el representante de la Unidad en acción, en vuestra Presencia y en vuestro Ser.
El Silencio es Alegría, el Silencio es la relación directa entre los diferentes componentes, a la vez de este mundo y fuera de este mundo, que les compone.
El Silencio regula el sólo, tanto la carne como la energía de la carne, sea la energía de sus planos sutiles, el Silencio es un bálsamo cuando el corazón sufre,
Nosotros, humanos, tendemos a considerar que expresar el sufrimiento lo evacua; nada de eso. La expresión refuerza el sufrimiento, el Silencio digiere y transmuta el sufrimiento.
En el Silencio no hay un sitio para ningún fuego, si no es la resistencia del alma o del cuerpo. Cuando el Silencio está ahí, hay Paz y hay también concordancia entre el Etreté y el cuerpo de carne.
El Silencio es apertura, despliegue de la verdad, visto sobre todas sus facetas, en la misma Verdad, el Silencio es la dinámica del Espíritu, el Silencio permite al Espíritu Santo arraigarse en lo más hondo de vuestra carne, y a vuestro Ser de emerger, en esta perfección, el Silencio es la prueba que dejasteis de girar en círculo en las vicisitudes de este mundo.
El Silencio es pues evidencia de la Unidad, pero este silencio, una vez más, no es el silencio de las palabras sino el Silencio interior donde ninguna idea, ningún pensamiento, ningún elemento que pertenece a lo conocido pueda rozar o emerger la consciencia. El Silencio es pues conciencia pura.
El Silencio es Felicidad, el Silencio es el lugar donde está la nueva Trinidad, estar en Silencio concurre a vuestra aproximación del no Ser, de lo Absoluto, del Gran Todo. Es del Silencio que se elabora toda Creación, toda nueva re-creación y toda transformación.
El Silencio reemplaza, de manera formal, la acción/reacción por la Acción de Gracia, el Silencio pone en evidencia lo que, dentro de vuestro ser efímero puede poner en adelante, alumbrar, lo que puede agazaparse en una historia, en el seno de un sufrimiento, cualquiera que ella sea.
El Silencio es el punto de equilibrio entre el efímero y lo Eterno, concurre pues, por este punto de equilibrio, al paso.
El Silencio es consentimiento a la Verdad, consentimiento a la Eternidad y desaparición de toda dualidad. El Silencio es, en cierto modo, el Amor en acción y en manifestación en el seno de este mundo, ahí donde pusieron los pies.
El Silencio crece, en vosotros, a medida que os borráis como persona y apareceis como soberano íntegro reunificado en la Verdad del Ser, de su dimensión de Hijo Ardiente del Sol, el Silencio es revelación de la Pureza del Amor y de la esencialidad del Amor.
Estar en Silencio es también verse a sí mismo, no en el alboroto de lo que dais a ver al mundo, en vuestras apariencias, funciones y papeles, pero más bien el Ser que sois cuando están despojado o sois despojados vosotros mismos de todo esto.
Nadie puede penetrar el Reino de los cielos, Ki-Ris-Ti dijo si no vuelven a ser como un niño. El niño vive la espontaneidad, la exuberancia como del silencio, de por su posición de niño.
Si hacen callar, solo el tiempo de una respiración, todos los ruidos interiores, entonces se revela en totalidad la magnificencia de la beatitud de Amor, del éxtasis y del éntasis y de la unión mística. Esta unión mística que es el misterio de los misterios, permitiendo vivir cómo el Uno se hace Dos y cómo el Dos se hace Uno.
El Silencio es el ritmo de vuestro corazón, alternando para mostrar sólo un tiempo, el Silencio es respiración, respiración del ritmo de la Vida.
Silencio, eres mi obra de paz, Silencio, eres la certeza de lo que soy, el Silencio es la evidencia del Amor, Silencio, eres el guardián de mis dolores y el guardián de mis errores, porque en el Silencio todo es visto, el Ser que eres, como todos los juegos en la superficie de este mundo.
El Silencio es pues la evidencia de la Paz, la evidencia del Amor, la evidencia de la Unión y la evidencia de la Libertad.
Podéis estar en Silencio hablando, cantando, desde el momento en que es espontáneo, desde el momento en que las esferas de la Creación se expresan, hasta en este mundo.
Cualquiera que sea el arte o la técnica, es magnificada por el Silencio.
Estar en Silencio interior es desaparecer al Sí, desaparecer al ego y aparecer en la majestad de Cristo.
El Silencio es lo contrario de la agitación y de la exuberancia, el Silencio permite deponer los actos y magnificar lo que hacen, si lo hacen en este Silencio.
El Silencio es finalmente Libertad, Libertad de creación, Libertad de conocimiento directo, el Silencio es Libertad total porque él nos devolverá siempre a la evidencia del Corazón, la evidencia del Corazón viniendo hacer callar las veleidades de dualidad, las veleidades de lo que es limitado y que no quiere desaparecer.
El Silencio es el arma más perfecta del Amor, porque el Silencio hace bajar las armas a toda resistencia y a toda contradicción. El Silencio concurre a la Verdad porque la Verdad solo puede expresarse cuando hay Silencio.
El Silencio es también la antecámara de la disolución del efímero, de la desaparición del alma y del despliegue del Espíritu y del conjunto de la conciencia que les constituye, en el conjunto de los planos y dimensiones.
El Silencio vuelve fácil lo que parece como difícil.
Entonces la pregunta que debéis haceros a vosotros mismos y a nadie más: ¿estoy en el Silencio cualquiera que sea el ruido del mundo, cualesquiera que sean las contradicciones de este mundo y cualesquiera que sean sus propias contradicciones?
El Silencio, es también la evidencia de su propia precisión,
Estar en Silencio, vivir el Silencio interior, es mostrar y demostraros a vosotros mismos vuestra aptitud al Abandono, vuestra aptitud al paso el-mismo, el de la Puerta Estrecha, como el de lo que llaman la muerte.
El Silencio es capitulación del ego y de lo que es limitado, porque el Silencio crea las condiciones de todo lo posible, el Silencio os permite estar de acuerdo finalmente con vuestra propia vida y su devenir.
El Silencio permite hacer detener justamente la interrogación sobre el futuro porque en el Silencio, él ya vino y no deja más lugar a ninguna otra posibilidad que la que es la vuestra.
El Silencio permite finalmente, a la Luz como a la vitalidad, de circular libremente en el espacio del Templo interior como en el espacio de toda carne que os compone. El Silencio es finalmente la sanación y la restauración de la felicidad.
Entonces, mis Hermanas y mis Hermanos, quedemos juntos en este Silencio interior que acompañaré del Silencio de mis palabras, con el fin de que la presencia sea desnuda y entera.
Ahora...
En el Silencio interior, la Luz Blanca es omnipresente, ella lo llena todo y os llena de la evidencia de quien sois.
En el Silencio donde emerge la Luz Blanca que lo llena todo, se disuelven todos los contrarios y todos los opuestos en la misma Felicidad del Cristo.
Así, en el seno de este Silencio y de esta blancura, me quedo con vosotros.
Así, en este Silencio, el Fuego del Amor puede encender el Espíritu, que es el mismo Fuego de abrasamiento. Pero este Fuego no muere y no arde, es como una leche o una miel que apacigua lo que debe ser-lo.
Soy Hildegard de Bingen, hasta la vista.
Traducción Pierre Díaz
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