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martes, 2 de diciembre de 2014

El dinero y la espiritualidad: del beneficio personal y la pérdida a la prosperidad universal



A menudo me piden que hable acerca del “controvertido” tema acerca de cobrar dinero por las enseñanzas espirituales. Yo no veo ninguna controversia. La controversia parece provenir de una interpretación errónea acerca de lo que realmente somos, y de una visión bastante estrecha y divisiva acerca de la “espiritualidad” y del miedo que resulta de algo a lo que nunca debemos temer. Me explico.

El Dinero es Espiritual


Muchas personas que se consideran a sí mismas como “espirituales” sienten que el dinero es muy “poco espiritual” (¡Que extraña división!), lo consideran sucio, de alguna manera, como si fuera algo en contra de la vida, una especie de mancha en la consciencia. Algunas personas incluso dicen que los maestros espirituales nunca deben pedir dinero y que las enseñanzas deben impartirse gratuitamente, o a través de una donación, y que si un maestro cobra alguna cantidad, entonces quiere decir que no es auténtico o incluso, que podría estarse tratando de un fraude.

Pero seamos reales, si un maestro no cobra dinero, en el fondo podría estar tratando de recaudar la mayor cantidad de donaciones posibles, o conseguir tantos estudiantes como sea posible, o generar mucha admiración y publicidad, respeto o popularidad – y la imagen del “maestro desinteresado, despojado de deseos y del ego que jamás pide dinero” podría ser, por cierto, bastante rentable.

Entonces, todo se reduce a la motivación y a la intención.

El problema no es el dinero, el problema es nuestro deseo alrededor del dinero. El dinero es simplemente una parte de la vida, un movimiento natural de la energía de la vida. Es nuestra avaricia y los temores que rodean al dinero lo que crea tanto sufrimiento y desigualdad, para nosotros y para todo el mundo.

Cuando ofreces un servicio o un producto – y aquí se puede incluir la enseñanza espiritual, el canto, el arte, la terapia, o lo que sea – ¿cuál es tu intención? ¿Lo haces principalmente por el dinero? ¿Lo haces solamente para obtener un beneficio personal? ¿Para acumular riqueza? ¿Para promoverte a ti y a tu propia imagen? ¿Para aumentar tu propia seguridad y comodidad a cualquier costo? En ese caso, jamás serás verdaderamente rico en el sentido más profundo de la palabra. Es decir, jamás estarás en contacto con la prosperidad, con el flujo de la vida, con el dar y recibir propios de la energía de la vida, sin lo cual la vida humana no sería posible.

El Ciclo de la Prosperidad

Desde que los humanos empezamos a vivir en comunidad, hemos estado en contacto con el círculo de la vida, con el flujo de la energía vital. La vida nos regala mucho, a menudo, más de lo que necesitamos. Comemos, bebemos, vivimos y prosperamos, y en gratitud por nuestra buena suerte, o simplemente por el asombro y la maravilla de que las cosas sean como son, le correspondemos a la vida y la vida nos da de nuevo, y así, el movimiento de la prosperidad se sigue moviendo. Querer prosperar y ser uno con la prosperidad es lo más natural, ya que no estamos separados de este flujo. El momento en que olvidamos esta inseparabilidad, el flujo se bloquea y empezamos a tener miedo.

Entonces, la vida se empieza a convertir en “mi riqueza” o “mi ganancia” y no en la prosperidad de todos.

Nos cerramos a la verdadera prosperidad cuando deseamos sólo nuestro propio beneficio y empezamos a temer.

Por supuesto, si la ganancia es nuestro motivo principal, si nuestra riqueza se basa en el miedo, cuando finalmente logremos nuestro éxito, riqueza y fama, todo se sentirá sumamente vacío. Eso no es la verdadera riqueza. Nos podemos sentar en nuestras mansiones de millones de dólares, pudrirnos allí, sintiéndonos solos y abandonados y tal vez más fracasados que nunca. Y luego, siempre existe la posibilidad de perder nuestras ganancias, éxitos y la aparente seguridad y comodidad, dando como resultado una gran ansiedad.

Todo esto se debe a un malentendido básico acerca de lo que realmente somos. “Mi ganancia” y “mi comodidad” no es realmente lo que anhelamos. Aquello que anhelamos es prosperidad, en el sentido más profundo de la palabra. Nuestra inherente inseparabilidad de la vida y de los demás, que es lo que realmente somos. El dinero en sí mismo no puede darnos eso.

La Alegría de Dar y Recibir


Cuando hacemos lo que amamos, cuando estamos realmente conectados y permitiendo que la vida fluya libremente a través de nosotros; cuando la música, el arte, la creatividad y la inspiración tienen permiso para moverse y expresarse en nosotros, cuando ofrecemos esa expresión creativa y original a los demás dentro de nuestra comunidad, cuando surge desde un sentido de alegría y admiración en lugar de un interés por la ganancia y por mantener una imagen, cuando damos de vuelta “al mercado” por decirlo de alguna manera, – al lugar en donde todos se reúnen- aquello que la vida nos ha dado, hacemos posible que los demás amen aquello que compartimos, que quieran más de ello, que los inspire, motive o les ayude incluso a cambiar su vida – que nuestra prosperidad se convierta en su prosperidad porque es la misma prosperidad y que se sientan motivados a correspondernos de alguna manera. Tocados por aquello que hemos compartido, quizás sientan la alegre necesidad de contribuir a nuestra prosperidad, y esto podría manifestarse en la forma de dinero que se nos da por los frutos de su propia prosperidad. Porque saben que dar y recibir son parte del mismo movimiento singular de la vida. Visto de esta manera, el dinero es sólo un símbolo de prosperidad, un movimiento de amor, podría decirse.

Cuando Bob Dylan toca su guitarra o Marlon Brando actúa “sin actuar”, o cuando Mozart compone o Shakespeare nos regala sus palabras o Billy Holliday canta desde su corazón y desde sus más profundos anhelos, o cuando alguien baila o pinta o crea en su muy singular y asombroso estilo y nos sentimos inspirados y motivados y cambiados y deleitados o incluso muy desafiados, nos sentimos felices de darles algo a cambio, nos sentimos felices al contribuir con su prosperidad y con la prosperidad de todos los que han sido y serán tocados de la misma manera. Queremos que la vida se mantenga fluyendo, tanto para nosotros como para toda la humanidad y el hecho de dar dinero puede ser simplemente una expresión de esa gratitud.

Esto va más allá de un “costo”, un “precio”, un “cargo” y del tamaño de nuestras cuentas bancarias… y toca algo sumamente profundo en nosotros.

Visto de esta manera, un buen maestro espiritual es simplemente un artista, un poeta, un músico que utiliza palabras y silencio en lugar de un pincel o algún instrumento musical, sin embargo, la intención es la misma, apuntar de nuevo hacia la verdad más profunda de la vida. La división entre “espiritualidad” y todo lo demás, simplemente se desvanece. Sólo hay Una vida, indivisible. La espiritualidad es arte y el arte es espiritualidad. Si vemos a los maestros espirituales como artistas, dando desde la prosperidad más que desde la urgencia por una ganancia, entonces nos sentiremos felices al compensarlos por su arte. Ellos nos dan mucho, y nosotros les damos a ellos, aunque lo que ellos “den” sea intangible y pudiera verse como “nada” por la mente. Aunque la música y el arte sean “gratuitos”, ¿acaso los artistas “venden agua a la orilla del río” cuando nos conmueven hasta las lágrimas y cambian nuestro punto de vista para siempre?

Si decimos “¡No, me niego a pagar, ellos deben darme esto en forma gratuita!”, esto podría ser fácilmente un movimiento en donde nos estemos cerrando a nosotros mismos a la prosperidad, e incluso a la gratitud. Por supuesto que podría no ser el caso, sin embargo sería bueno explorarlo dentro de nosotros mismos.

La Ganancia Real

Así que, cuando estamos en contacto con esa prosperidad universal, con nuestra inseparabilidad de la vida, cuando hacemos lo que amamos y amamos lo que hacemos, cuando compartimos nuestros dones y talentos y habilidades con los demás en este mercado humano, cuando damos nuestra alegría e incluso nuestro dolor a los demás, sí, podemos hacer dinero. Puede darse alguna ganancia. La intención no era únicamente hacer dinero – era prosperar y generar más prosperidad en los demás – pero terminamos haciendo dinero, como un efecto secundario del amor.

En pocas palabras, podríamos sacar alguna ganancia de nuestra intención de generar más prosperidad para el mundo. De esta forma, obtener una ganancia podría ser realmente algo hermoso, conmovedor e inocente – hemos tocado a otros y a cambio, hemos sido tocados. Y con nuestra ganancia, podemos entonces mantener el ciclo de la vida andando, a través de dar y compartir y usar esta ganancia para aumentar la prosperidad del mundo. Cuando tenemos más dinero, podemos ser capaces de hacer más para aumentar la prosperidad – no sólo para nosotros y para nuestra familia inmediata, sino para todos en nuestra ciudad, nuestro país, nuestro continente y quizás para el mundo entero. Podríamos construir hospitales y escuelas, proveer medicinas a los pobres, financiar investigaciones importantes o simplemente ser capaces de ofrecer más productos y servicios gratuitos para aquellos que tengan menos que nosotros. ¡¿Quién sabe lo que es posible cuando nuestro miedo “espiritual” de poseer dinero termina?!

Cuando entiendes que el hecho de tratar de esconder el deseo de hacer dinero realmente podría ser una invitación maravillosa a aumentar la prosperidad del mundo, entiendes que no hay nada de malo con querer hacer dinero, y tu culpa condicionada “espiritual” por ganar dinero, desaparece. El dinero es muy, muy espiritual en su esencia – todo es espiritual. Depende de cada uno de nosotros revisar nuestras intenciones y motivaciones alrededor del dinero, eso es todo.

Cuando desaparece nuestro miedo alrededor del dinero, también desaparece toda la controversia, y entonces, quizás, podamos todos compartir e incluso regocijarnos en la prosperidad de los demás, en lugar de convertirnos en presa de los celos y la crítica e hipnotizarnos por las falsas divisiones entre lo llamado “espiritual” y algo más llamado “material”.

Una verdadera espiritualidad, una espiritualidad próspera que no divida “material” y “espiritual”, que finalmente abrace al dinero y contemple la verdad más profunda del dar y recibir es algo sumamente hermoso e inspirador.

Jeff Foster
http://soyespiritual.com/

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