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martes, 4 de octubre de 2016

EL IMPERSONAL Parte 1 Septiembre 2016



EL IMPERSONAL    Parte 1   

Mi amigo, mi hermano y mi amado, estés donde estés te encuentro, estés donde estés estoy contigo. En estos tiempos de la Tierra que vives, en estos tiempos de tu conciencia, más que nunca ha llegado la hora del reencuentro, de manera inédita e intensa. En ti actúan la Liberación, la Libertad y la Paz. No veas en mis palabras otra cosa que el Silencio que da ritmo a tu Presencia y a tu Ausencia.

Vengo a encontrarme contigo, a darte el impulso y la sed por la Libertad que, en cada minuto, es saciada, donde no hay nada que prever, en este espacio donde no hay nada que esperar, sólo estar, en presencia, contigo. Te encuentras a ti mismo como te encuentro a ti; ahí donde estás, ahí estoy, contigo y en ti. Ve donde no hay espacio para la menor distancia ni para la menor separación. Óyelo, en el silencio de tu corazón, en mis palabras que sólo pasan pero que depositan en ti la densidad de tu Presencia y de tu Ausencia. En cada uno de ti se vive la Libertad; aunque no lo veas, aunque no lo vivas, está ahí, en abundancia, en profusión. Así que te invito a deponer no sólo los pesos de tu efímero sino a asentarte ahí donde ninguna confusión pueda alterar tu conciencia.

Te invito a asentarte en la Gracia; te invito a dejar de parecer, a dejar de jugar; te invito al Silencio y a la beatitud de lo que eres. Me expreso en ti como te expresas en mí, al mismo ritmo y en el mismo Silencio.

Vengo a cubrirte, si no se ha hecho ya, con tu Abrigo de Eternidad, ahí donde la compasión, ahí donde la curación se alquimiza en ti en cada aliento. Para ello, la Luz te enseña una y otra vez, lo que te queda por soltar y depositar, para demostrarte que las resistencias a la Eternidad, ahora, son vanas y fútiles, sólo intentan alejarte de lo que eres. Cada día, cada noche, cada mirada puesta en ti como en tu exterior, todo es una oportunidad, todo es una ocasión para encontrarte en totalidad, integralmente.

Asiéntate ahí donde no hay nada que esparcir, nada que defender, nada que hablar, nada que sopesar. Ahí, en la orilla de tu eternidad, demostrarás - a ti mismo - que no hay nada que demostrar, que no hay nada que pedir, que no hay nada que esperar. En el Fuego de tu corazón, en la claridad de tu conciencia como de tu a-conciencia, estás presente y estoy ahí. Entre nosotros, no hay ni barrera, ni identidad, ni diferencia, solo está la Evidencia. Ésta Evidencia, la conoces, aunque no la hayas reconocido todavía. Está ahí, en abundancia; está ahí. Entonces mis palabras sólo son el enlace de este espacio del Silencio presente en tu corazón, ahí donde nada puede desviarte de lo que la Vida es, no la de la conciencia sino de la vida en la Eternidad donde incluso la mismísima conciencia es una particularidad. Ahí donde las angustias de la nada se vuelven plenitud evidente de lo que eres. 


Asiéntate, asiéntate en ti, descansa en ti.

Escucha. Escucha y oye lo que acontece. En este mismísimo momento donde estás, en este mismísimo momento en que me oyes, en este mismísimo momento en que me lees, no hay más tiempo, no hay más fechas y el espacio parece tan infinito que se vuelve Infinito, que únicamente permanece la ausencia de forma, la ausencia de tiempo, la ausencia de identidad. Precisamente, en estas ausencias, nada puede faltar, nada puede desaparecer. Ahí, en el Templo de tu eternidad, te envuelvo con la Verdad Una de los hijos de la ley de Uno. En la beatitud y en la Gracia, encontradas en este lugar que no es ningún lugar, en este cuerpo que sólo pasa, en tu conciencia limitada que sólo aparece y desaparece, estas ahí donde no hay nada que tener ni nada que preservar. Asiéntate, conmigo, y contigo mismo.

En este lugar - que no tiene ninguna localización y ningún espacio – está el Todo, que sólo es la nada para el efímero de tu cuerpo.

La Gracia te alimenta en el momento en que no te aferres a ti, ni a comprender o preservar lo que sea. En este espacio sin tiempo y en este tiempo sin espacio, sólo está la abundancia, la abundancia de la Alegría, la abundancia del Amor, que ninguna medida puede contener, que ninguna conciencia puede medir, ni apreciar. Ahí, te restituyes a ti mismo, más allá de cualquier apariencia, más allá de cualquier materia y más allá incluso de cualquier conciencia.

En estos particulares tiempos de la Tierra dónde la liberación colectiva se finaliza de manera efectiva, en cada rincón y rinconcito de todas las conciencias presentes en la superficie de esta tierra, ¿estás listo para darte? ¿Estás listo a ser la Vía, la Verdad y la Vida, ya no por momentos o instantes sino de manera definitiva? Depende de ti verlo, depende de ti percibirlo.

Te doy la Paz con la condición de que te des tu Paz a ti mismo pero también a cada uno, con igual intensidad, sin restricciones, sin reservas y sin condiciones.

En el Templo de tu corazón, la coronación es permanente. Ahí donde saboreas los frutos de tu eternidad, no hay espacio para el sufrimiento, ni para la duda.

Estés donde estés, estoy. Acoge, no sólo el don de la Gracia, no sólo la beatitud, no sólo la Paz, la Alegría y el Amor, no sólo la Luz, sino que vuélvete todo esto a la vez. No hay nada más que tú, y para cada uno de nosotros, no hay nada más que nosotros.

…Silencio…


En este espacio te alimentas, en este espacio ninguna falta puede siquiera ser supuesta, ni ser pensada.

…Silencio…



El Coro de los Ángeles canta en tu corazón y en tus oídos, el Espíritu del Sol te vivifica, la Fuente es lo que eres. Ya no por momentos, ya no por instantes, sino de manera definitiva.

Y entonces, durante estos momentos, tú que estás ahí, tú que lees, tú que oyes, se desvela la última Verdad, aquella que no puede ser ni negada, ni puesta en duda, ni cuestionada. Ahí está la Evidencia, en definitiva no hay ninguna otra. Que tu camino hasta hoy haya sido largo, duro, o corto y rápido, ya no hará ninguna diferencia. Sea cual sea el estado de tu cuerpo, sea cual sea el estado de tus pensamientos, sea cual sea el peso de las resistencias o de los apegos que todavía pueden afectarte en el seno del efímero, tienes, en este espacio, todo lo necesario para realizar lo que eres. Ahí donde no hay ni interior ni exterior, ni dentro ni fuera, ni izquierda ni derecha, ni alto ni bajo, ni pasado ni futuro, ni forma, ahí estas.

La acción de Gracia y el estado de Gracia se abren para ti y te son propuestos por el don de la Gracia de la Luz, por la verdad del Amor que eres, que no depende de ninguna persona porque este Amor que eres se basta a sí mismo. No necesita de apegos, ni siquiera de llamas gemelas, tampoco de relaciones y todavía menos de interacciones, afectivas o sociales.

Una vez más, en este día, te invito, como te invito en cada "respiración", a asentarte ahí donde está tu esencia. Entonces por supuesto, tal vez todavía necesitas unas muletas, unos ejercicios, unas prácticas, unas certezas, antes de atreverte a soltarlo todo.

…Silencio…


Atrévete, atrévete a ser tú mismo, sin ornamentos y sin referencias. Atrévete con la simplicidad última, la de ser nada ni nadie, ni ninguna historia, ni ningún pasado, ni ningún futuro, ni siquiera una conciencia viviendo en un cuerpo, ni siquiera una supraconciencia. Más allá de la vibración y entonces más allá de la conciencia se encuentra lo que eres.

Mis palabras, una vez más, sólo son el soporte de este Silencio tan perfecto, tan justo, tan inaudito.

Vengo de nuevo hoy para reforzar nuestra comunión de la Libertad en la Eternidad. No vengo a enseñarte nada que ya no sepas, aunque todavía estén ocultos por los miedos y por las dudas. Ven a asentarte ahí donde no hay nada que comprender, nada que explicar ni nada que superar. Descansa, peregrino de la Eternidad. Tú, quien más allá de cualquier historia, te vuelves la Vía, la Verdad y la Vida, así como Aquel que vino, puedas decir tú también: «Yo y mi Padre somos Uno». Ahí está el único milagro, ahí está el único fin, y este fin ya está cumplido. No hay más caminos, no hay más rutas que trazar excepto para el que todavía duda y que todavía de errar en los laberintos la historia de esta tierra o de la historia de su conciencia. Sólo tienes que reconocerte, como perfección, como Verdad y como belleza, ahí donde no dependes ni de una historia, ni de una forma, ni de ninguna expresión de tu conciencia, en la dimensión que sea.

…Silencio…


Asiéntate ahí donde no hay más percepciones, vibraciones o energía, ahí donde no hay más emociones, ni pensamientos, ni la menor causalidad. Ahí donde sólo hay lo que fue nombrado Shantinilaya, la Morada de Paz Suprema, donde incluso las palabras, las más justas que sean, sólo son una alteración de la Verdad, ahí donde hasta la palabra más sensata y más amable sobra. Ven en esta vacuidad, descansa y permanece así. Tráete a ti mismo la prueba irrefutable del Amor que eres. Un Amor que no está coloreado por ningún apego o por ninguna pasión, ni siquiera por una historia , ahí donde no hay más ni soporte, ni emanación, ni proyección, donde sólo queda la evidencia de la Paz, la evidencia del Amor, que no depende de ninguna manera de tu historia, de tu vida, de tu cuerpo o de tus relaciones.

Entonces por supuesto, lo sabes, existe en el seno de esta tierra que pisas, unos lugares privilegiados en el seno de la naturaleza, en el seno de ciertos encuentros, que te permiten fortificar tu morada de Eternidad. En esta morada, no hay ni puerta ni ventanas, ni siquiera paredes, ni siquiera tejado, sólo está la plenitud, que es perfecta en la vacuidad. Ahí, en este lugar, en tu Corazón del Corazón, en el Centro del Centro, está el Todo, y al mismo tiempo está la nada para tus ojos carnales y para tu conciencia limitada.

La superposición de lo que fue nombrado el efímero y el Eterno te acerca cada día un poco más a la Eternidad revelada y vivida. Sea cual sea el estado de tu cuerpo, sea cual sea el estado de tus apegos, de tus miedos, de tus dudas, sólo el Amor prevalece, y prevalecerá cada vez más a medida que María se acerca de diferentes maneras. Que se acerque directamente en tu interior, o que se acerque en el seno de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, no hace ninguna diferencia porque se trata de la misma cosa. Todos, los Ancianos, las Estrellas, los Arcángeles y demás intervinientes te hemos dicho continuamente que todo estaba en ti. Pero más allá de este "Todo" que está en ti, no olvides que esto se apoya sobre la absoluta felicidad del Parabrahman, del Absoluto, ahí donde la Libertad no puede ser restringida ni ser discutida.

Entrégate, entrégate a lo que eres, sin límites y sin perjuicios. Averígualo por ti mismo cada día. Las gracias están ahí, abundantemente. Sean cuales sean las circunstancias y tu destino en el seno del efímero, nada de esto puede obstaculizar la Verdad. Y esto lo vives, aunque todavía no hayas podido ponerle nombre a lo que vives. A través de cualquier sufrimiento como a través de cualquier alegría, sólo permanece esto, sólo esto es verdadero.

Permíteme también, más allá de mis palabras - que sólo son el ritmo de este Silencio - de bendecirte cada vez, cada vez que vengo, con más intensidad, con más fulgor, y sobre todo con más evidencia.

Entonces, que me nombres el Anciano de los días, que me nombres María, que me nombres con tal nombre o tal otro, en definitiva sólo representó el medio de engancharte durante el curso de una historia. Hoy has seguido este hilo hasta el origen o hasta el final, en este espacio que no es un espacio, pero donde sin embargo, el origen y el final se reúnen y no se diferencian.

…Silencio…


Instálate. Instálate en paz, con felicidad, en estos momentos de Eternidad. Instálate ahí donde nada puede estar sufriendo y donde nada puede estar ausente.

Así, en el Fuego de tu Presencia, en el Fuego del Corazón, el Fuego del Espíritu apacigua las quemaduras a veces intensas de tu historia y de tu persona, que sólo son unos llamamientos a tu eternidad y a tu belleza.

En este lugar donde no hay más tiempo y hasta donde el espacio no puede ser definido, no hay nada más que esto - y esto es todo.

Cada uno de ti, en esta vida, vive a su manera la convocatoria de la Luz al Juicio final que es el principio, te lo recuerdo, de la verdadera vida, donde nada podrá venir para limitarte o para obligarte.

Asiéntate en esta humildad, en esta simplicidad, donde incluso los cuatro Pilares no tienen por qué ser evocados ni pensados. Te adentras en el tiempo de tu tierra donde no hacen falta muletas, donde no hace falta ayuda, donde no hacen falta referencias; sólo la Evidencia está ahí. Y en la Evidencia, no hay ninguna palabra que sentir, ni ninguna palabra que decir, sólo acoger y desaparecer.

La Inteligencia de la Luz y la Gracia no solamente te dan a ver lo que tiene que ser visto al nivel de los planos sutiles o a nivel de la historia de tu vida, sino mucho más la verdad desnuda del Amor, de lo que eres y de quien eres.

…Silencio…



En cada uno de mis silencios, está la resolución de lo que todavía puede quedar por resolver, por aclarar, por superar o por trascender. Es también en este lugar que no hacen falta ni pruebas ni apoyos, no hace falta explayarse, no hace falta elegir, sino sólo asentir para que también digas: «Padre, mi Espíritu está en tus manos». Ahí está la renuncia última a la ilusión de esta vida, a lo efímero de esta vida, haciendo estallar en ti la verdad y la primacía del Amor, ya no como una adhesión, ya no como una experiencia que has vivido o que vives todavía, sino simplemente la Evidencia, donde nada más puede aparecer porque esta misma Evidencia se basta a sí misma y te basta.

…Silencio…


Ahí donde no puede existir ni combate, ni bien, ni mal, ni dualidad, ahí donde no puede existir ni la menor búsqueda de un ideal, ni la satisfacción de un deseo o de una necesidad vital. Sólo queda la Evidencia, y en esta Evidencia te alimentas, en esta Evidencia permaneces en paz y descubres la totalidad de tu Presencia y de tu Ausencia.

Entonces darás rienda suelta a cualquier manifestación, que sea de un ángel, de un Arcángel, de María o de un habitante de la naturaleza. Ahí ni siquiera hará falta percibir la inicialización de un contacto o de un encuentro sino sólo, como te lo dije, asentarte, descansar y acoger, porque tu naturaleza es acogida y don, no puede ser de otra manera, aquí mismo en este mundo como en el seno de tu Eternidad. No se trata ya de superposición del Eterno y del efímero sino de la absorción del efímero por el Eterno.

…Silencio…


La Evidencia te llama a seguir tu vida en este cuerpo efímero, sin esfuerzo y sin reticencia. En este sentido, sólo el instante presente en el seno de tu efímero se vuelve importante, socavando en cierto modo lo que construyó tu historia, tu memoria y tus experiencias de conciencia. Deja que todo esto desaparezca, deja que todo esto se olvide, sin miedo y sin cuestionamientos. No lo veas más, deja todo el espacio a lo que eres. Sean cuales sean las circunstancias de tu vida o de tu mundo, alrededor tuyo como en el conjunto de este planeta, vivas lo que vivas y veas lo que veas, pienses lo que pienses, ya no representa nada. Ya lo vives, a veces con confusión, a veces con resistencia, a veces con miedo, pero todo esto, como lo sabes, sólo pasa y no puede subsistir ante la intensidad de tu Llama eterna.

…Silencio…


Estas esperado en el corazón de ti mismo…

…porque aquí, tú y yo no necesitamos nada, ni de forma, ni de historia, sino que sólo tenemos que recoger la Evidencia de lo que es, a decir "sí", a no negociar más, a no tener más miedo, a no estar más enfadado, a no resistir más, sino aceptar la Evidencia. En este espacio, no podrás no ser transparente, no podrás salir de la humildad y de la simplicidad. Te percibes a este nivel (que ya no es un nivel), que cualquier conocimiento sólo es fatuidad e ignorancia, que hasta ahora todo lo que te tenía, te tiene y te retiene preso del efímero. Lo sabes, muy pronto no habrá más sitio sobre la tierra, ni en ti, para volver a encontrar este efímero y mantenerlo ahí. Así que te invito a anticipar la Llamada de María y a dejar la Obra de la Verdad desplegarse en ti y vivirse.

…Silencio…


Sean cuales sean las oportunidades que tengas de encontrar los pueblos de la naturaleza, de conectar con las demás dimensiones, todo esto que todavía podía parecerte maravilloso y mágico, y tan cómodo para tu ser eterno, todo esto se borra también para que estés desnudo, para que no haya más ninguna barrera ni ninguna distancia con la Verdad, con la Evidencia.

No vengo para prometerte nada, ni en cuanto a tiempo ni en cuanto a espacio, llamo simplemente tu atención sobre lo que hay que vivir; sea cual sea tu historia, sea cual sea tu estado, sean cuales sean tus sueños, esto es muy real, y de hecho es la única realidad inmutable y que nunca desaparece. Que hayas elegido la Libertad unida a una forma, que hayas elegido los mundos carbonados libres, que hayas elegido la Eternidad total, no hace ninguna diferencia porque el punto de paso es exactamente el mismo; sea cual sea tu destino, sea cual sea tu destinación, sea cual sea tu estado, no hay ninguna diferencia, ni ninguna distancia.

…Silencio…


Es en este espacio de Silencio que vives, aquí y ahora como en cualquier parte y en todas partes, que se desvela este Inefable, ya no para acapararlo, no para hablar de ello, ni siquiera para justificarte, ni tampoco para tener la menor prueba de esta verdad. Sólo puedes vivirlo volviéndote esto, siéndolo.

…Silencio…


Como fue dicho: «Ama y haz lo que te gusta». No lo que le gusta a tu persona sino lo que le gusta a la Eternidad, es decir ya no solamente ser un sembrador de Luz, un anclador de Luz o un liberador, sino ser simplemente tú mismo, acogiendo con la misma ecuanimidad las alegrías como las penas, los sufrimientos como los miedos, y el Amor, del mismo modo, sin diferencia, sin distinción.

En este espacio no hay nada que demostrar, ni a ti, ni al otro, ni a tu familia, ni a tu amado. No hay nada que defender ni nada que disfrazar, y Acuérdate que incluso las mismísimas palabras que pondrías encima, en definitiva, sólo serían una distorsión o una impostura con relación a la Verdad.

…Silencio…


El Coro de los Ángeles, y el Espíritu del Sol, cantan en ti ahora su sinfonía de manera permanente, sin rodeos, sin sombra y sin excusa.

Así, estés donde estés, estamos todos ahí, cada uno de ti y cada uno de nosotros.

Lo que sale de ahí, de este estado - que ni es un nivel, ni es un estado - es simplemente la vacuidad y la Evidencia. Esta Evidencia no necesita ni razones, ni justificaciones. No necesita nada, ni siquiera de ti, ni siquiera de nosotros, ni siquiera de un guión final con respecto a los mundos llamados carbonados.

Cada uno de ti es capaz de observar, desde la conciencia efímera, estos momentos de desaparición y estos momentos de Evidencia que no se apoyan en nada, ni siquiera en la vibración, ni siquiera en la energía, aunque existan unos testigos y unos marcadores al nivel de tu cuerpo, que fueron nombrados Puertas o Estrellas o centros de energía; esto ahora es accesorio porque incluso esto no tiene otra utilidad que de ser, en cierto modo, los marcadores de tu verdad, pero tampoco son la Verdad.

…Silencio…


Ahí está la Vida, que ya no depende de ninguna onda, que ya no depende de ninguna vibración, que ya no depende de ninguna conciencia, ni de ningún movimiento de la conciencia.

Lo que se vive es entonces la trascendencia perfecta de lo que todavía es limitado en este Ilimitado ahora tan presente y tan imponente.

Ahí está la escuela de la Vida, no la escuela que te enseñaría algo, ni siquiera que te respondería a la pregunta que sea, sino que se impone en evidencia por sí sola, ahí donde no hay más palabras, ni forma, ni estado, ni futuro.

Así que estás ahí donde yo estoy.

…Silencio…


Escucha y oye, más allá de mis palabras, más allá de tu persona, como resueno en ti, lo que se entrega en ti.

En este lugar te das cuenta de las sucesivas vanidades de tus búsquedas, vida tras vida, te das cuenta de la perfección del Espíritu, ya perfecto, y que no tiene que mejorar nada, que demostrar nada. Sólo el juego de tu alma, si todavía está presente, puede hacerte oscilar y pasar de un estado a otro, hasta que vivas que no hay ningún otro estado, que no hay ningún estado específico, que no hay ninguna forma. Escapas así al condicionamiento de la forma, incluso en el seno de los mundos libres, escapas así a la avidez de la experiencia de la conciencia y permaneces ahí, tranquilo e inmóvil, en el soplo de la verdad, en éxtasis.

…Silencio…


Aprovéchate del Silencio, aprovéchate de tu presencia y de la mía, y de cada uno de nosotros. Aprovéchate del instante que te regalaste para escucharme, oírme o leerme. No te apegues a las palabras ni a ninguna identidad, ni la mía como tampoco a la tuya, que sólo pasan. Permanece más allá de todo lo que puede perecer, permanece presente y ausente, a ti mismo como al mundo.

…Silencio…


En estos silencios cada vez más vastos, cada vez más anchos, los últimos límites caen, las últimas resistencias se desvanecen. Las Trompetas del Espíritu que suenan en tu Templo interior derriban los últimos muros, las últimas piedras que te parecían obstaculizar tu libertad.

…Silencio…


Incluso en ti, si está el Fuego del Corazón, éste se vuelve un calmante bálsamo que sólo hace arder las fantasías efímeras de la evolución o de la mejora, porque aquí, todo ha sido siempre perfecto y siempre lo será. Establecido aquí, no necesitas nada más, no tienes nada que mostrar ni nada que demostrar, no tienes nada que justificar, no tienes nada que criticar, porque en este espacio que ya no es un lugar, no puedes ver ninguna diferencia y te das cuenta de que todo es perfecto, incluso en las imperfecciones. Todo esto sólo pasa y te lleva a lo que eres y en lo que eres.

…Silencio…


Escucha y oye el canto del Silencio y la evidencia de este Silencio.

…Silencio…


De esta manera, te es permitido vivir esta Eternidad y esta Verdad, la única, que nunca puede ser afectada por una experiencia o una forma, fuese la que fuese.

…Silencio…


Tus palabras y mis palabras, tus pensamientos que pueden surgir, sólo aparecen y desaparecen a su vez.

…Silencio…


Asiéntate todavía más profundamente en esta Evidencia. No busques nada, ni energía, ni vibración, ni pensamiento, ni visión, aunque fuese la del corazón.

…Silencio…


Deja simplemente ser lo que es.

…Silencio…


Así, no te alimentas ni de tus palabras ni de mis palabras, te alimentas exclusivamente de ti mismo, ahí donde todo es don, ahí donde todo es gratitud.

Ahí donde estás, ahí donde estoy, nada falta, nada puede faltar y nunca nada faltará. Es en este espacio que te afirmas en presencia en este mundo, en presencia en tu vida.

En este espacio, no hay ninguna petición que formular, ni nada que conquistar. La mismísima noción de evolución se vuelve caduca y risible.

En este espacio, no hay nada que retener, sólo hay que asentarse, en presencia de la Evidencia. No hay que buscar ninguna Luz, ni vivir ningún encuentro. Lo has entendido, es el momento de ponerte al desnudo, frente a ti mismo y mirarte, sin culpabilidad, sin juicio y sin opinión, simplemente mirar, con lucidez, todo este efímero, que sea tu cuerpo, que sean tus pensamientos o lo que todavía podrías llamar tu karma, que ya no te pertenece sino que pertenece a la persona limitada.

…Silencio…


En este espacio, la oración es espontánea. No es un esfuerzo, y menos una petición, sólo es gratitud para la Verdad y gratitud para la Evidencia.

…Silencio…


Y ahí, cuando ya no queda nada con lo que puedas identificarte, en lo que puedas proyectarte, eres la Vida y eres la Verdad, y eres la Vía, no la que recorres sino la que oyes en el Silencio de tu ser.

…Silencio…


Lo que percibes ahora, o la mismísima ausencia de percepción, sólo es el testigo de la Evidencia.

…Silencio…


Durante el momento en que no estás ahí, en este Centro del Centro, en este Corazón del Corazón, en este espacio sin espacio, no olvides que puedes revitalizarte ahí, sin esfuerzo y sin dificultad, sin ritual y sin técnica. En esto eres la Luz, la del Sol que alumbra este mundo, como el Espíritu que alumbra tu alma o tu persona. Acuérdate que no sirve de nada querer tener o mantener esta Evidencia, está ahí en profusión en cuanto aceptes no tener nada, no desear nada, desde el momento en que aceptes no ser nada.

…Silencio…


Todas las frases que pronuncio, que decreto, todos los silencios, sólo son en definitiva el único y mismo testigo de lo que eres.

En este lugar, no hay dificultad.

…Silencio…


En este lugar, sólo está el Amor. Y este Amor es el Amor, es Todo.

…Silencio…


Escucha y oye lo que te dice el Silencio, lo que te dice la Gracia, tocando así de manera cada vez más intensa la Evidencia de lo que eres, más allá de tu forma, más allá del alma y más allá de la conciencia. Todo se resuelve. Así que vive tu evidencia, sin mesura y sin desmesura, sólo esto, porque en esta Evidencia, no hay que cuantificar nada, ni que rechazar nada.

…Silencio…


En este lugar, hasta tu aliento parece inmóvil, hasta tu aliento está suspendido.

Acuérdate que sea cual sea el elemento que quede en el seno de tu efímero - en tu cuerpo efímero o en tu vida efímera - sólo necesita esto: la Evidencia, el Amor y la Gracia.

¿Pusiste el Amor delante? ¿Delante de tu persona? ¿Delante incluso de tu historia? ¿Delante de tus afectos? Si la respuesta es sí, eres libre, totalmente libre.

…Silencio…


Percibe la evidencia de este Silencio y el silencio de la Evidencia. Estás ahí.

…Silencio…


Hasta tu nombre no es más que un lejano recuerdo, un sueño. En esta Evidencia, todo lo demás, en este mundo como en cualquier mundo, sólo es un sueño que sólo pasa, al cual a veces te apegas - y como lo constatas, cada vez menos - porque la Gracia de la Luz y su Inteligencia te impulsan a ello; digas lo que digas, no cambia nada. Eres lo que eres, hijo del Uno, Fuente tú mismo.

…Silencio…


En este Silencio, no hay ni densidad ni ligereza. No hay imágenes ni nada que mirar.

…Silencio…


Y ahí, manteniendo este Silencio más allá de mis palabras, no queda nada más que lo que eres. Así que te lo ofreces a ti mismo para vivirlo ahora, leyéndome, escuchándome, es posible vivirlo a solas, es posible vivirlo en la naturaleza, con sus habitantes, es posible vivirlo del mismo modo con cada hermano y cada hermana apareciendo en una forma ante tus ojos en este mundo.

…Silencio…


En definitiva, visto desde el exterior, sólo es tu facultad de tener confianza en lo que eres y ya no confianza en ti o en alguna historia, ni de este mundo ni de otro mundo. En esta Evidencia, no se necesita ningún mundo, ni ninguna dimensión, no se necesita nada. Tampoco se requiere esfuerzo alguno.

…Silencio…


Tú que estás ahí, en el corazón de cada uno, estás en tu debido sitio. De hecho es el único sitio que no conoce ningún límite, de persona o de forma. Así, de mi corazón, envío a tu corazón la misma Verdad y el mismo Silencio.

…Silencio…


En este espacio, todos los espacios están presentes; en este tiempo, todos los tiempos está presentes. En este tiempo y en este espacio, todo es resolutorio, todo es bendición. Así, de mi corazón, bendigo tu corazón.

…Silencio…


En esta Evidencia, te das cuenta que no hay que defender nada, ni nada que reivindicar, que sólo está la dulzura, la dulzura y también la fuerza y el poder de la Verdad.

…Silencio…


En este espacio, te das cuenta de que no hay nada que preservar, que no hay nada que querer. No solamente estás en los Talleres de la Creación sino en la mismísima fuente de la Creación. Eres el Alfa y la Omega, sin poder definir lo que es del orden del Alfa y lo que es del orden de la Omega, porque el Alfa y la Omega son la misma cosa. No tienes que moverte, nada se mueve.

…Silencio…


Y el Silencio se prolonga. Sean cuales sean mis palabras, no hay ni lasitud, ni interrogación.

…Silencio…


En este Silencio, no dependes de nada, no eres limitado por nada. Ninguna creencia puede mantener su sumisión, ninguna historia puede ser jugada. Es así como te reconoces en cada aliento, cada vez más claramente, cada vez más fácilmente.

…Silencio…


Así, experimentas la vacuidad. Que hayas desaparecido o que estés presente, no cambia nada, te alimentas, te regeneras, te vivificas.

En este Silencio, bendigo de nuevo tu Presencia y tu Ausencia.


Acción de Gracia perpetua, beatitud infinita y sin fin. 

…Silencio…


Tú, Hijo Ardiente del Sol bautizado en el Espíritu de la Verdad, tú, que has resucitado, acompáñame en esta beatitud y en su Evidencia. No te quedes atrás, no tengas ninguna resistencia.

Eres la Alegría.

…Silencio…


Deja el perfume de tu esencia estallar a los ojos del mundo porque en esta Evidencia, ninguna mirada y ninguna palabra pueden alterarte. Permanece en tu verdadera morada y ahí, tú también, ama. Ama y bendice a todos los que conoces y también todos los que no conoces. Que sean amigos, que sean enemigos, sean cuales sean sus edades, sea cual sea la naturaleza de vuestra relación o vuestra ausencia de relación, no hagas ninguna diferencia. De hecho, no puedes hacerlo, si realmente estás ahí, porque no tienes nada que decidir. Las bendiciones emanan de ti sin quererlo o sin pensarlo. Al igual que el sol alimenta a cada uno de la misma manera, del mismo modo das tu Luz a todos los que encuentras; que sea en situaciones, que sea un amigo, que sea un enemigo, todo esto no existe. No dependes de ninguna condición, ni de ningún límite para ser lo que eres.

…Silencio…


Y aquí, ahora, mientras mis palabras se espacian y se apagan, permanecen vivas en ti porque son unas palabras de vida, unas palabras de abundancia, son el Juramento y la Promesa, son el Coro de los Ángeles como las Trompetas que resuenan en tu cielo y en ti.

…Silencio…


En el Silencio que está ahí, juntos depositamos todo lo que todavía puede parecerte y parecerme ser una distancia, porque cualquier distancia es ilusoria.

Permanece en la Libertad del ser, permanece en la Libertad del que no es nada.

…Silencio…


Tú que eres el amigo y el amado de toda vida, tú que eres toda la vida, en la forma y en la dimensión que sea.

…Silencio…


En este Silencio, la Evidencia está ahí.


En este Silencio, el Amor está por todas partes.

…Silencio…


En este Silencio, se vive intensamente la Nueva Eucaristía.

…Silencio…


En cada corazón, estés donde estés en la tierra, que sea en tu pecho o en el pecho del anciano que se apaga, o del niño que respira por primera vez, no hay ninguna diferencia. Es lo que te enseña el Silencio, es lo que te enseña la oración del corazón que no tiene ni objeto, ni sujeto, ni intención, ni deseo.

…Silencio…


Por supuesto, en otro momento habrá palabras, habrá preguntas. Pero estas palabras y estas preguntas se apoyarán ante todo en la intensidad del Silencio para percibir ahí la respuesta que no se apoya en las palabras, sino que sólo se apoya en la Evidencia.

…Silencio…


Te bendigo de nuevo y siempre, porque ¿qué más puedo hacer sino bendecir tu Presencia como bendecir tu Ausencia? No hay nada más primordial, porque en esta oración y en esta bendición, no hay el menor espacio para la vía de la duda o del sufrimiento. Mi amigo, mi amado, ¿qué decirte de más o de menos? ¿Qué quitar de mis palabras o qué añadir a mis palabras? Mis palabras, en definitiva, sólo son lo que de ritmo a tu Presencia y tu Ausencia. No tienen vocación de alimentarte o cuestionarte sino simplemente ponerte en resonancia con tu Evidencia.

…Silencio…


Y ahí, ¿te queda algo por resolver? ¿Te queda algo por dilucidar? ¿A comprender o a vivir? Tú mismo eres la respuesta; diga lo que diga tu persona, diga lo que te diga tu sufrimiento o tu alegría, de todos modos sólo pasará. No olvides que no puedes hacer que algo sea perfecto, porque todo ya es perfecto en lo que eres.

…Silencio…


Así que deposito en ti todas las gracias necesarias, todas las alegrías y todas las evidencias. Así que deposito en ti lo que eres, lo que siempre fuiste y lo que siempre serás, que no depende ni de otra persona, ni de la tuya, ni de la circunstancia, ni de un tiempo, ni de un espacio, ni de una cronología, ni del día, ni de la noche.

…Silencio…


Te dejo ahora, en presencia de la Evidencia, en presencia de ti mismo, antes de volver, porque en definitiva nunca me voy, al igual que nunca te vas. Sólo abres los ojos a la realidad de tu conciencia en este mundo como en cualquier mundo, pero esta Evidencia nunca podrá desaparecer, ni siquiera darte la impresión de alejarse.

…Silencio…


Dame tu bendición.

…Silencio…


Compartamos la Evidencia, compartamos el Silencio, compartamos el don de la Vida y el don de la Gracia.

…Silencio…


Permanece en la Evidencia. Tú, Hijo Ardiente del Sol, hijo de la ley del Uno, Fuente tú mismo, en cualquier universo y en cualquier multiverso, en cualquier dimensión, porque todo esto sólo son unas especificidades. Eres mucho más que el conjunto de estas especificidades, y eres mucho menos que lo que crees ser en el seno de la persona cuando ésta se expresa o se manifiesta. Eres polvo, y eres Luz, todo sólo depende de ti. Te amo.

Permíteme depositar sobre tus hombros el Abrigo de la compasión y de la humildad. Vuelve a ti en tu mundo exterior pero permanece en la Evidencia de tu corazón.

Me callo unos instantes ahora y juntos comulguemos.



…Silencio…



***
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