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Soy Eynolwaden, vengo a
sonreír y a bailar en el Corazón de cada uno.
Entonces escúchame, y
sobre todo óyeme. Cierra tus ojos y deja a tu Corazón sonreír en la Presencia,
que baila y voltea en la ligereza del instante, en la sutileza y la intensidad
de lo que eres y de quien soy. Porque desde ahora no hay más distancia, sólo
hay la Alegría de la buena Nueva, que se propaga de Corazones a Corazón, y que
resuenan, en el espacio de tu mundo como de cada mundo, en todo los ritmos de
la Creación, en la danza de las Estrellas y en tu danza.
Yo soy aquel que voltea
en la ligereza de tu Corazón, y en el brillo de tu mirada interior, escúchame.
Escucha lo que tengo a
decirte más allá de mis palabras, escucha el baile de mis palabras, escucha el
baile de la sonrisa que viene a florecer tal como una flor eterna, en el
Corazón de tu Ser, alimentando entonces la Verdad inefable y la belleza.
Hoy descubres ser el
espacio, descubres estar en todas partes y en ninguna parte al mismo tiempo y en
el mismo silencio, como en la misma danza. Ven conmigo, no tienes que moverte
ni desplazarte, sólo abrirte sin trabas y sin freno.
Entonces en aquel momento
serás llevado en la Danza de la Vida eterna, más allá de todo sueño como más
allá de toda forma.
Vengo a invitarte de
nuevo, a pronunciar mi nombre; Eynolwaden, porque este nombre está en ti. Él
participa en el primer sueño como en el último sueño, en la primera forma como
en la última forma, en el primer resplandor de la Luz y en el primer brillo de
la risa de la Vida, que se retroalimenta de sí misma, recorriendo todos los
caminos y todos los destinos.
Escucha, escúchate a ti mismo,
lo que dices en el silencio de tu Corazón, que sólo es la sinfonía de la Vida,
la sinfonía del movimiento, pero también de lo que es inmóvil. Escúchate, no
hay más a hacer que de estar allí conmigo y sonreír a la Vida y a mis palabras,
más allá de toda palabra, como más allá de toda reflexión, déjate penetrar,
porque eres lo penetrante y lo que no puede fracasar.
Te invito a la danza de
los elementos, no solamente a la danza de tu cuerpo sino a la danza de la Vida.
Eres cada sinfonía y cada nota, eres cada espacio entre cada nota, estás en
todas partes como en ninguna parte, porque entre en todas partes y en alguna parte
no hay diferencia, no hay tiempo que pueda pasar en un sentido o en otro. No
necesitas memoria, ni necesitas historia, necesitas simplemente estar allí
donde permanezco contigo, en el abrazo de la Libertad, allí donde nada puede
ser retenido ni puede ser añadido.
Escucha, escucha lo que
te digo; más allá de las palabras que pronuncio hay el Verbo, y este Verbo es
silencio y es magnificencia.
Escucha, escucha la
ligereza de tu Corazón que palpita y que late manteniendo su inmovilidad. Eres
todos los movimientos, pero también eres todo los descansos, eres cada uno y
cada una no sólo en la forma humana, sino en toda forma como en todo sueño, más
allá de lo que puedas percibir y sentir, estás en la misma fuente de lo que
percibes, todo lo que niegas y aceptas no hace diferencia, ni pone distancia ni
procede un tiempo. Y no te preocupes porque nada puede acaecer, si no es
quedarse en la Alegría perpetua donde sólo puedes reconocer la evidencia de la
Vida en el seno de tu vida, y de tu vida, en el seno de la Vida.
Entonces escucha, escucha
lo que te digo; es la hora del regocijo en la última celebración de todas las
danzas que llevaste hasta su término, en el seno de todos los sueños de la
Creación, en todos los sufrimientos, como en toda fortuna. Confíame todo esa carga
en el corazón de tu Corazón, como en el Corazón de cada uno, no necesitas
nombrarlos, no necesitas historia, no necesitas recuerdos, sino simplemente
acordarte de lo que siempre fuiste, con cualquier velo que hayas llevado en
cualquier deambulo que recorriste, como en cualquier victoria que te parece
haber conquistado.
Dejame mecerte en los
Cantos del indecible silencio, allí donde todas las sinfonías cantan el mismo
estribillo y la misma copla, allí está tu Libertad y allí está la mía, es la
misma en todas partes y en ninguna parte.
Entonces querido, tú que
eres querido más allá del bien y del mal, te invito a quererte con la misma
intensidad que mis palabras te recorren, tal como una onda regeneradora, tal
como una fuente que nunca te dejará en la sed, ni el olvido.
Es hora de olvidar lo que
sólo pasó, es la hora de regocijarte y de participar en la Danza, aquella, que
no conoce ni final ni principio, allí donde todo es inmóvil y que sin embargo
contiene todos los movimientos de la Vida, allí donde no hay ni vida ni muerte,
sino simplemente la evidencia de esta Danza interminable y sin principio.
Entonces escucha, escucha
y oye, y deja la alegría florecer por los poros de tu piel, de esta forma en la
que vives. Déjame ser lo que eres, más allá de toda apariencia y toda
distinción, allí donde ningún límite ni frontera nos puede parecer separar, ni
distanciarnos.
Hay en eso todos los
tiempos, más allá de todo tiempo, de todo pasado como de todo futuro, sólo está
presente la Presencia, la que conjuga la ausencia y al mismo tiempo la Dicha,
allí donde no puedes poner más límites ni marcos, porque todos éstos volaron en
mil pedazos, ante la risa y tu sonrisa, la de tu Corazón reencontrado en la
alegría de tu Eternidad, anterior a toda manifestación y posterior a toda
manifestación.
Dejate llevar más allá de
todo tiempo y todo espacio, porque colmas el tiempo y colmas el espacio con tu
risa, allí donde estás, no estás, y allí donde no estás, estás, no hay más diferencia, porque no hay
más distancia.
Escucha y deja fluir el
agua del Amor, el Agua de arriba que viene a fecundar lo que nunca pudo ser
estéril y lo que nunca pudo estar dividido, quitate más allá de toda división,
a fin de estar unificado en la Alegría de nuestra presencia y de tu ausencia,
que lleva también la misma danza en la misma evidencia.
Ven a descansar allí donde no necesitas más ponerte, ni
hacerte la menor pregunta, porque allí todo es evidencia, allí donde te
reconoces en la Ligereza.
Entonces deja tus ojos
brillar de malicia, brillar de inocencia y brillar de Verdad, no te ocupes de
nada más que de lo que está allí, y que sólo pide florecer a cada minuto y cada
día, con igual intensidad cada día más magnífico y más verídico, cada día tan intenso
y sin embargo tan ligero en esta densidad, allí donde está puesto tu cuerpo.
Te invito a deponer las
últimas cargas, aquellas de tus reticencias, de tus últimas resistencias que no
pueden mantenerse, porque el Amor deshace toda presa y todo límite con la misma
intensidad y con la misma mirada.
Mirate, a fin de verme
allí donde estoy, allí donde estás, en todo espacio, en todo tiempo, donde
quiera que mires, sientas lo que sientas y lo que vivas o no vivas, esto no
tiene más diferencia, nada te puede faltar ni ser quitado, cada instante deberá
ser colmado por él mismo y por la Belleza
Es esto lo que no puedes
definir, lo que no puedes nombrar, esto es el innombrable y contiene cada
nombre y cada forma, así como cada mundo. Regocíjate, anuncia la buena Nueva,
primero a tu Corazón, que quizá todavía duda, y en segundo lugar a cada célula
de tu cuerpo en esta forma, en cada sueño que recorrerás en tus noches, porque
nunca más estarás en la noche, ni estarás perdido, ni nunca más estarás en la
pregunta, porque eres la respuesta a todas las preguntas que te haces.
No hay nada más a
deponer, todo ha sido puesto al fuego del Amor, aquel que consume el sueño y
que te restituye a lo que siempre fuiste, a pesar de las apariencias de todo
sueño.
He venido hoy, a
invitarte de nuevo, en este instante como a cada aliento y en cada mirada, como
cada día que se levantará, como en cada momento de tu vida, donde la Vida
irrumpirá sin pedirte tu opinión, porque la Vida sabe mejor que tú lo que
puedes esperar o que puedas pretender, más allá de toda expresión, como más
allá de toda manifestación.
Entonces sé presente,
porque esta es mi presencia en el seno de tu presencia, a fin de que descubras
que la presencia sólo puede apoyarse en la ausencia, allí donde ningún limite
corporal o de mundo, como de dimensión puede alterar ni modificar la Verdad.
Estas invitado al
banquete solemne y perpetuo de la Verdad celebrada, allí donde el Coro de los
Ángeles que causan el Paracleto, entonan la misma Danza de la Resurrección,
porque en definitiva nunca has nacido, ni nunca moriste, sólo la ilusión murió
y nació en cada renacimiento.
Renaces en totalidad, no
necesitas más renacer ni morir, necesitas celebrar por la sonrisa de
tus labios y la apertura de tu Corazón, por la mirada de tus ojos y la de tu
Corazón, allí donde no hay nada, a ver sino el despliegue de la Vida y el despliegue
del sueño.
Te invito a la Ligereza,
la que nunca te abandonó, a pesar de la densidad de este cuerpo, a pesar de su
opacidad, porque allí todo es transparencia y todo es cristalino, en la misma
nota como en toda nota, en todas las cifras y en todos los números, con la
misma intensidad, en el infinito como en el cero, esto no hace más diferencia,
porque el Alfa se fusionó en la Omega.
La Omega se unió al Alfa.
En realidad nunca se habían movido, estaban siempre allí para sostenerte en el
sueño, en cada sufrimiento, como en cada alegría, ligados a tu efímero. Este
efímero que tanto te gustó, o temiste, con igual intensidad, según las
circunstancias de la vida, que hicieron tu vida.
Hoy eres eso, y mucho más
que eso. Hoy eres eso, y mucho más que eso, no puedes contarte, ni medirte, no
puedes distanciarte, no puedes acercarte, porque estás en el lugar justo, en el
corazón de tu Ser, allí donde el no ser viene a apoyar y sostener lo que
creíste aguantar y lo que creíste sufrir, con tal intensidad, que no puede sin
embargo mantenerse ante el brillo de tu sonrisa y de tu risa interior.
Escúchame, porque sólo
haces que escucharte, más allá de toda apariencia como de todo discurso,
pienses lo que pienses y digas de eso, no hay más reticencia, ni más
resistencia que pueda mantenerse, porque todo se consume, en la misma alegría
del Amor, en el mismo Amor en alegría.
Ven a celebrar, en cada
momento que inspires o expires, es la misma cosa y al mismo ritmo, el que
adoptó tu corazón en el vals a mil tiempo, donde el Coro de los Ángeles son
celebración perpetua del Espíritu del Sol en el Impersonal, más allá de toda
persona, como en toda persona, porque en definitiva, lo sabes, nunca hubo
nadie, si no es el sueño de la persona, que es el sueño de cada uno.
Escucha. Escucha y oye la
buena Nueva que eres y a la que representas en cada circunstancia, en cada
minuto, cualquiera que sea tu vida, eres ante todo la Vida, cualquiera que sea
tu dolor, eres ante todo la Alegría.
Déjate recorrer por la
Onda de Vida, la que te vivifica y te regenera a cada minuto, en la ligereza
del niño inocente, porque eres inocencia, pienses lo que pienses y que digas de
eso. Sólo son argumentos, y ningún argumento puede mantenerse en la Verdad de
quien eres, más allá del ser, y más allá de todo sufrimiento, vengo a invitarte
de nuevo, como lo haré a cada minuto, al Ágape perpetuo, que no conoce la forma
y que recorre todo espacio del sueño, con la misma igualdad y la misma
libertad.
Escucha. Escucha, lo que
te dice el Canto del silencio, aquel que abre tu Corazón al infinito, porque
nunca más podrá ser retenido, en el seno de tu pecho, porque nunca más podrá
ser envuelto por el velo del olvido, porque nunca más podrá estar envuelto por
cualquier forma que sea, incluso la más luminosa y la más éterica.
Eres el éter, y eres la
densidad, en cualquier octava de la manifestación, como en cualquier plano o
dimensión que sea, donde siempre estuviste.
Eres el sueño y eres el
soñador, eres aquel que concibió el sueño, eres aquel que lo vivió, escribiste
el escenario, escribiste la partición, pusiste en ello los colores, dibujaste
el rasgo y la dirección, en toda dirección del espacio, a fin de regresar
siempre al punto de salida, allí donde nunca te moviste, y desde donde ahora te
acompaño.
Escucha, escucha el Canto
del Agua, el Canto de los pueblos del Agua, pero ante todo, escucha tu propio
Corazón, está allí sólo para recordarte, golpeando con cada latido en el seno
de tu pecho, que eres mucho más que todo lo que puedas soñar y más que todo lo
que puedas imaginar.
No hay nada a temer, solo
tienes a acoger este desconocido que te tiende los brazos, y que desde ahora te
es conocido. En eso, eres completo y perfecto, en eso nada de lo que pasa puede
permanecer desde ahora en adelante, sólo tú permaneces en la morada de
Eternidad que, solo conoce, después de haber conocido todas las moradas, la
morada de la Dicha, la que nunca dejaste.
Entonces no tienes que
moverte, allí donde estás, y muy exactamente allí donde estás, y allí donde
estoy. No hay postura, ni decorado, ni alguna condición, ni ningún
acondicionamiento. No hay ninguna regla porque la única regla es la del baile
de la música, la de la partición de la Ligereza, allí donde las cifras se
mezclan a las letras, allí donde la nota de música toma el lugar de todo
espacio, y el lugar de cada tiempo, a fin de que comprendas que el tiempo y el
espacio no son nada frente a lo que eres, porque englobas esto, en el mismo
baile y en la misma ligereza, con la misma intensidad y la misma alegría.
Escucha, escucha este
gran silencio, aquel de la Alegría, que no depende allí tampoco, de ningún
marco ni de alguna circunstancia.
Entonces, acogete en cada
presencia aquí, como en todas partes. No hagas más diferencia, porque toda
diferencia es inútil, porque toda diferencia sólo es sufrimiento. No hay
ninguna razón, ninguna causa, ni alguna justificación al sufrimiento cualquiera
que sea. Cualquiera que sea tu hándicap, cualquiera que sea tu plenitud, no hay
más diferencia, no hay más condición, no hay más marco, hay sólo la Vida,
aquella que lo soñó todo, aquella que eres en totalidad, en el instante de la
Gracia, que nunca cesará, allí está tu celebración que siempre recorriste a
pesar del vagabundeo y las apariencias.
Entonces detente, allí
donde vengo a detenerme, en el gran Silencio de la alegría que nada puede
explicar y que nada puede medir.
...Silencio…
Escucha incluso en el
silencio de mis palabras. No retengas nada, deja pasar lo que te atraviesa,
deja pasar lo que sientes, porque estás más allá de todo sentimiento. No hay
nada más a discriminar, ni nada más a separar. Todo sólo fue un sueño, todo no
hizo más que pasar.
Pero tú no pasas, allí
está la Belleza, no está en ninguna otra parte, allí está la buena Nueva, ella
no necesita palabras, te necesita a ti, en cada instante de tu vida y de la
Vida, tal como eres, en este estado natural de ligereza, cualquiera que sea la
densidad de tu cuerpo, cualquiera que sea lo que todavía pueda arropar en este
cuerpo los recuerdos y las heridas, como las alegrías que han sido vividas en
esta vida. Esta última vida que es la resultante de todo lo que creaste, de
todo lo que escribiste, todo lo que recorriste.
Descansa hoy, ha llegado
la hora de poner punto final al tiempo. Llegó la hora de concluir tu sueño.
Eres la Verdad, y la Verdad no se sueña. Eres la Verdad, y la Verdad no se
piensa. Eres la Verdad, y la Verdad no se siente. Estás más allá de los
sentidos, porque la Vida no conoce ni sentido, ni dirección.
Escucha. Detente. No hay
nada a pedir, que no sea ya atendido, en lo íntimo de tu Corazón. Descansa en
la felicidad. Ágape está en todas partes, y cada uno se despierta según su
ritmo y según su guion.
Y bailo la Vida, en el
corazón de tu Corazón. Y florezco en tus labios que se abren a la sonrisa del
sí, a la sonrisa de la Verdad. Eres el agua, eres el aire, eres el fuego y
también eres la tierra, y todo eso viene del éter, porque eres el éter, el éter
llamado primordial, y el éter reencontrado hoy, en el seno del sueño más hondo,
donde la Luz nunca pudo apagarse. Donde el Amor nunca pudo desaparecer. Aunque
te pareció faltar, él estaba allí en profusión, esperando sólo el momento
adecuado de tu instante presente, para revelarse a ti, en la danza y la
ligereza.
Soy Eynolwaden, pero soy
tú, de toda eternidad. Te acompañé en cada una de tus ideas, en cada uno de tus
sueños, silencioso y sin embargo tan intenso.
...Silencio...
Descansa. En la Gracia
eterna, de tu presencia y de tu ausencia, allí donde incluso tu forma no puede
separarte más de quienquiera y de cualquier situación que sea. Sé disponible,
en totalidad, para la Verdad, que la conozcas o que aún no la conozcas. Basta
con estar disponible, ella llama a tu puerta, en el escenario de tu vida, en el
escenario de tu cuerpo, en todo sufrimiento, como en toda alegría, con la misma
intensidad y la misma regularidad.
...Silencio...
Escucha. No retengas
nada, déjate atravesar por la buena Nueva, eres aquel que esperabas, eres el
que acechabas y eres aquel que temías. Por tus posturas y por tus aprendizajes,
que de hecho sólo fueron repeticiones para vivir este instante, para vivir este
momento, que se reproduce desde ahora en adelante en cada minuto, en la escala
de tu tiempo, en la escala de tus días como de tus noches.
...Silencio...
Escucha lo que te dice el
Gran Silencio. Escucha su danza, escucha su ritmo. Nada te puede pertenecer,
porque estas en todas partes. No puedes retener nada, porque no hay nada a
retener, y todo es ahora, en el espacio del Aquí, y todo está presente en el
corazón de la ausencia.
...Silencio...
Soy todas las formas,
porque no tengo forma. Soy la gran Madre Genetista, soy el niño que llora en
silencio y que se cree abandonado. Porque todo sólo es circunstancia y pretexto
a descubrir la Belleza que eres. No puedes dudar más y no puedes temer nada, en
cuanto te detienes, en el corazón de la Gracia, desde el momento en que no
tienes nada a comprender, ni nada a buscar que no sea ya comprendido y ya
encontrado en el espacio de tu Corazón, en el corazón de tu pecho.
Así es el consumación del
Amor, este fuego que nunca se apaga, y que nunca seca, sino que al contrario te
llena de Vida, y te llena de mismo como de cada uno, allí donde no puedes
distinguir más la menor identidad, ni la menor forma, porque todas las formas
están incluidas, en el seno de la primera forma.
...Silencio...
Eres lo que subsiste, a
en cada cosa que llamaste muerte, eres lo que subsiste independientemente de
todo nacimiento.
...Silencio...
Recorriste todos los
caminos, afrontaste todas las verdades relativas, y viviste todas las vidas
posibles, y sin embargo, eres el Camino, la Verdad y la Vida.
Eras de cada ronda, de
cada ronda del sueño. Y eres aquel que contó el tiempo y el espacio, con el fin
de comprender que esto no tenía ninguna sustancia ni alguna permanencia, a fin
de entender que no tenías nada a parar, ni nada a plasmar. Atraviesa toda
sensación como toda percepción.
Eres el agua, el agua del
Génesis y de la Creación, el agua espejo de Vida, y eres el Fuego, el de la
fricción como el de la consumación. Eres la tierra, de la arcilla que no tomó
forma, como la tierra de todo cuerpo y de todo planeta. Eres el fuego de cada
Sol y de cada galaxia. Eres el instante que no conoce el tiempo, eres el
espacio que no conoce ni la distancia ni el alejamiento.
Eres aquel que ha visto
todo, y aquel que sin embargo no necesita ver. Eres aquel que pensó en todo, y
aquel que sin embargo no piensa. Eres toda la gama y la paleta de lo que
llamas; emociones, y sin embargo, eres sin movimiento, eres todos los
movimientos, y sin embargo, no eres ninguno de lo que creíste, vivido o
recorriste.
Déjate atravesar por este
Amor que no pide nada, y que no rinde cuentas de nada, que nadie puede definir
ni puede cuadrar. Él está en todas partes, como en ninguna parte, como tú lo
eres.
...Silencio...
Eres la inteligencia que
recorre los mundos, sosteniéndolos, y amándolos sin diferenciar ni hacer distinción.
Eres la fuente de ti mismo como eres la fuente de toda fuente. Eres la fuente
de cada uno, de tus hermanos y hermanas como los llamas, que están presentes al
mismo tiempo que tú, en este momento sobre esta Tierra, a la que llamas Gaïa.
No necesitas más nombrar,
ni de nombrarte, porque trascendiste toda identidad, no necesitas más pedir,
porque toda petición está satisfecha, y no tienes nada que temer, porque ya
atravesaste todo. Solo tienes a reconocerte, más allá de tu identidad, como de
cualquier identidad.
...Silencio...
Escucha lo que te dice mi
silencio, que es el silencio de tu Verdad, el silencio de tu Presencia, el
silencio de tu Ausencia. Allí donde cada uno es cada otro, con la misma
igualdad, y la misma sonrisa. Allí donde nada puede estar excluido, ni
necesitar. En eso, siempre fuiste completo, sin importar lo que hayas pensado y
lo que hayas sufrido de eso. No hay ni ganancia ni pérdida, sólo hay eso, en la
Danza del silencio.
...Silencio...
Sé dulce, porque tu
naturaleza y tu esencia son la dulzura misma. En eso serás verdadero, más allá
de toda discusión, y de toda duda. Eres cada uno, eres cada forma, cada
decorado, eres todo lo que puedes ver, eres todo lo que puedes sentir, siendo
esto, eres pues anterior a todo lo que es sentido y todo lo que es vivido.
Tal es la Gracia del
momento, del instante presente, porque eres la Gracia y eres la Vida, más allá
de todo nacimiento. Recorriste todo, soñaste todo, no necesitas de acordarte de
eso, sino simplemente de aceptarlo. Entonces lo vivirás, y no pedirás nada más,
ni a ti ni a nadie, sino que estarás listo para responder a cada pregunta que
la vida te enviará, que sea en tus días, que sea en tus noches, sin
preguntarte, sin rechinar, con ligereza, y la sonrisa de tus labios, y tus ojos
que brillan de la misma Verdad, de la misma Belleza.
Cada abrazo, que sea a un
árbol o a un hermano o hermana, será celebración sin pedir nada ni esperar
nada, porque esto siempre ha sido, y porque los velos han sido quitados.
...Silencio...
Entonces la Danza del
silencio, como el de los elementos, te devuelve a lo indecible, donde siempre
estuviste, y donde siempre estarás.
Honra a cada uno con la
misma diligencia y la misma sonrisa, honra cada instante con la misma delicia y
la misma ligereza. Todo el resto es superfluo, y todo lo demás sólo pasa. Tal
es la buena Nueva, que hoy está encarnada en tu cuerpo, en cada parcela, en
cada gesto, en cada mirada como en cada silencio. Allí donde nada más puede ser
distanciado, allí donde nada puede estar señalado, porque eres la señal.
Así cada instante será
gracia y celebración, viniendo apartar lo que pueda quedar de costumbres en el
seno de la forma como de la conciencia. No te preocupes de nada más, porque la
vida se ocupará, en cuanto eres verdadero con la Verdad que eres.
Y la Libertad será tu
cotidiano, en cada circunstancia. Serás lo inmutable de la Gracia, lo inmutable
de la fuente, presente en cada movimiento, a cada hora y en cada relación, que
se hará resonancia y comunión, a pesar de toda apariencia y a pesar de toda
distancia que puede ser concebida, o poner entre ti y el otro porque no hay
nadie que tú.
...Silencio...
Eres la Belleza de lo
indecible, que ninguna palabra, ninguna poesía ni ningún color pueden traducir,
sino simplemente, cuando estás allí en silencio, de tu presencia y de tu
ausencia, entonces todo es revelado, y te revelas a ti-mismo.
Es en las profundidades
que la semilla germina, es en el silencio que todas las sinfonías nacen, y es
en el negro que todos los colores nacieron, y se fecundaron.
...Silencio...
Dejo las palabras, y la
Danza de mi presencia en el corazón de tu Corazón. Ellos serán tu gracia, serán
tu beatitud, lo son en cada instante, allí donde te revelas, y allí donde te
despiertas.
...Silencio...
Soy Eynolwaden, soy tú,
soy cada uno de ti, con la misma reciprocidad, y mis palabras ahora se
silencian, y el Verbo actúa, en el silencio de tu Corazón, explotando de mil
colores y mil sinfonías, acompañando el vals a mil tempos de tu Corazón.
...Silencio...
Yo soy tú, que se
reencuentra, soy tú, que nunca te perdí. Soy tú, que nunca sufrió, a pesar de
toda apariencia.
Así, es lo que nunca
podrás olvidar, poniendo punto final al olvido, a toda recuerdo como a todo
futuro, porque eres el futuro, que ha venido a ti mismo.
...Silencio...
Eres la bendición, la
Gracia reencontrada, fecundada y sembrada en el Corazón de cada uno. Sólo hay
un corazón, que se reprodujo al infinito, para vivir la ilusión de la
separación y de la carencia.
Que está ahora, en lo que
vives, está más allá de todo deseo, de todo sueño como toda búsqueda.
Soy Eynolwaden y te
quiero. Y soy tú.
Ahora me callo, a fin de
que siempre no pueda olvidar que estas despierto.
...Silencio...
A través e Jean Luc Ayoun
Traducción Pier Diaz
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