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jueves, 7 de noviembre de 2019

EYNOLWADEN 30 de Octubre 2019



 
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Soy Eynolwaden, vengo a sonreír y a bailar en el Corazón de cada uno.

Entonces escúchame, y sobre todo óyeme. Cierra tus ojos y deja a tu Corazón sonreír en la Presencia, que baila y voltea en la ligereza del instante, en la sutileza y la intensidad de lo que eres y de quien soy. Porque desde ahora no hay más distancia, sólo hay la Alegría de la buena Nueva, que se propaga de Corazones a Corazón, y que resuenan, en el espacio de tu mundo como de cada mundo, en todo los ritmos de la Creación, en la danza de las Estrellas y en tu danza.

Yo soy aquel que voltea en la ligereza de tu Corazón, y en el brillo de tu mirada interior, escúchame.

Escucha lo que tengo a decirte más allá de mis palabras, escucha el baile de mis palabras, escucha el baile de la sonrisa que viene a florecer tal como una flor eterna, en el Corazón de tu Ser, alimentando entonces la Verdad inefable y la belleza.

Hoy descubres ser el espacio, descubres estar en todas partes y en ninguna parte al mismo tiempo y en el mismo silencio, como en la misma danza. Ven conmigo, no tienes que moverte ni desplazarte, sólo abrirte sin trabas y sin freno.

Entonces en aquel momento serás llevado en la Danza de la Vida eterna, más allá de todo sueño como más allá de toda forma.

Vengo a invitarte de nuevo, a pronunciar mi nombre; Eynolwaden, porque este nombre está en ti. Él participa en el primer sueño como en el último sueño, en la primera forma como en la última forma, en el primer resplandor de la Luz y en el primer brillo de la risa de la Vida, que se retroalimenta de sí misma, recorriendo todos los caminos y todos los destinos.

Escucha, escúchate a ti mismo, lo que dices en el silencio de tu Corazón, que sólo es la sinfonía de la Vida, la sinfonía del movimiento, pero también de lo que es inmóvil. Escúchate, no hay más a hacer que de estar allí conmigo y sonreír a la Vida y a mis palabras, más allá de toda palabra, como más allá de toda reflexión, déjate penetrar, porque eres lo penetrante y lo que no puede fracasar.

Te invito a la danza de los elementos, no solamente a la danza de tu cuerpo sino a la danza de la Vida. Eres cada sinfonía y cada nota, eres cada espacio entre cada nota, estás en todas partes como en ninguna parte, porque entre en todas partes y en alguna parte no hay diferencia, no hay tiempo que pueda pasar en un sentido o en otro. No necesitas memoria, ni necesitas historia, necesitas simplemente estar allí donde permanezco contigo, en el abrazo de la Libertad, allí donde nada puede ser retenido ni puede ser añadido.

Escucha, escucha lo que te digo; más allá de las palabras que pronuncio hay el Verbo, y este Verbo es silencio y es magnificencia.

Escucha, escucha la ligereza de tu Corazón que palpita y que late manteniendo su inmovilidad. Eres todos los movimientos, pero también eres todo los descansos, eres cada uno y cada una no sólo en la forma humana, sino en toda forma como en todo sueño, más allá de lo que puedas percibir y sentir, estás en la misma fuente de lo que percibes, todo lo que niegas y aceptas no hace diferencia, ni pone distancia ni procede un tiempo. Y no te preocupes porque nada puede acaecer, si no es quedarse en la Alegría perpetua donde sólo puedes reconocer la evidencia de la Vida en el seno de tu vida, y de tu vida, en el seno de la Vida.

Entonces escucha, escucha lo que te digo; es la hora del regocijo en la última celebración de todas las danzas que llevaste hasta su término, en el seno de todos los sueños de la Creación, en todos los sufrimientos, como en toda fortuna. Confíame todo esa carga en el corazón de tu Corazón, como en el Corazón de cada uno, no necesitas nombrarlos, no necesitas historia, no necesitas recuerdos, sino simplemente acordarte de lo que siempre fuiste, con cualquier velo que hayas llevado en cualquier deambulo que recorriste, como en cualquier victoria que te parece haber conquistado.

Dejame mecerte en los Cantos del indecible silencio, allí donde todas las sinfonías cantan el mismo estribillo y la misma copla, allí está tu Libertad y allí está la mía, es la misma en todas partes y en ninguna parte.

Entonces querido, tú que eres querido más allá del bien y del mal, te invito a quererte con la misma intensidad que mis palabras te recorren, tal como una onda regeneradora, tal como una fuente que nunca te dejará en la sed, ni el olvido.

Es hora de olvidar lo que sólo pasó, es la hora de regocijarte y de participar en la Danza, aquella, que no conoce ni final ni principio, allí donde todo es inmóvil y que sin embargo contiene todos los movimientos de la Vida, allí donde no hay ni vida ni muerte, sino simplemente la evidencia de esta Danza interminable y sin principio.

Entonces escucha, escucha y oye, y deja la alegría florecer por los poros de tu piel, de esta forma en la que vives. Déjame ser lo que eres, más allá de toda apariencia y toda distinción, allí donde ningún límite ni frontera nos puede parecer separar, ni distanciarnos.

Hay en eso todos los tiempos, más allá de todo tiempo, de todo pasado como de todo futuro, sólo está presente la Presencia, la que conjuga la ausencia y al mismo tiempo la Dicha, allí donde no puedes poner más límites ni marcos, porque todos éstos volaron en mil pedazos, ante la risa y tu sonrisa, la de tu Corazón reencontrado en la alegría de tu Eternidad, anterior a toda manifestación y posterior a toda manifestación.

Dejate llevar más allá de todo tiempo y todo espacio, porque colmas el tiempo y colmas el espacio con tu risa, allí donde estás, no estás, y allí  donde no estás,  estás, no hay más diferencia, porque no hay más distancia.

Escucha y deja fluir el agua del Amor, el Agua de arriba que viene a fecundar lo que nunca pudo ser estéril y lo que nunca pudo estar dividido, quitate más allá de toda división, a fin de estar unificado en la Alegría de nuestra presencia y de tu ausencia, que lleva también la misma danza en la misma evidencia.

Ven a descansar  allí donde no necesitas más ponerte, ni hacerte la menor pregunta, porque allí todo es evidencia, allí donde te reconoces en la Ligereza.

Entonces deja tus ojos brillar de malicia, brillar de inocencia y brillar de Verdad, no te ocupes de nada más que de lo que está allí, y que sólo pide florecer a cada minuto y cada día, con igual intensidad cada día más magnífico y más verídico, cada día tan intenso y sin embargo tan ligero en esta densidad, allí donde está puesto tu cuerpo.

Te invito a deponer las últimas cargas, aquellas de tus reticencias, de tus últimas resistencias que no pueden mantenerse, porque el Amor deshace toda presa y todo límite con la misma intensidad y con la misma mirada.

Mirate, a fin de verme allí donde estoy, allí donde estás, en todo espacio, en todo tiempo, donde quiera que mires, sientas lo que sientas y lo que vivas o no vivas, esto no tiene más diferencia, nada te puede faltar ni ser quitado, cada instante deberá ser colmado por él mismo y por la Belleza

Es esto lo que no puedes definir, lo que no puedes nombrar, esto es el innombrable y contiene cada nombre y cada forma, así como cada mundo. Regocíjate, anuncia la buena Nueva, primero a tu Corazón, que quizá todavía duda, y en segundo lugar a cada célula de tu cuerpo en esta forma, en cada sueño que recorrerás en tus noches, porque nunca más estarás en la noche, ni estarás perdido, ni nunca más estarás en la pregunta, porque eres la respuesta a todas las preguntas que te haces.

No hay nada más a deponer, todo ha sido puesto al fuego del Amor, aquel que consume el sueño y que te restituye a lo que siempre fuiste, a pesar de las apariencias de todo sueño.

He venido hoy, a invitarte de nuevo, en este instante como a cada aliento y en cada mirada, como cada día que se levantará, como en cada momento de tu vida, donde la Vida irrumpirá sin pedirte tu opinión, porque la Vida sabe mejor que tú lo que puedes esperar o que puedas pretender, más allá de toda expresión, como más allá de toda manifestación.

Entonces sé presente, porque esta es mi presencia en el seno de tu presencia, a fin de que descubras que la presencia sólo puede apoyarse en la ausencia, allí donde ningún limite corporal o de mundo, como de dimensión puede alterar ni modificar la Verdad.

Estas invitado al banquete solemne y perpetuo de la Verdad celebrada, allí donde el Coro de los Ángeles que causan el Paracleto, entonan la misma Danza de la Resurrección, porque en definitiva nunca has nacido, ni nunca moriste, sólo la ilusión murió y nació en cada renacimiento.

Renaces en totalidad, no necesitas más  renacer ni  morir, necesitas celebrar por la sonrisa de tus labios y la apertura de tu Corazón, por la mirada de tus ojos y la de tu Corazón, allí donde no hay nada, a ver  sino el despliegue de la Vida y el despliegue del sueño.

Te invito a la Ligereza, la que nunca te abandonó, a pesar de la densidad de este cuerpo, a pesar de su opacidad, porque allí todo es transparencia y todo es cristalino, en la misma nota como en toda nota, en todas las cifras y en todos los números, con la misma intensidad, en el infinito como en el cero, esto no hace más diferencia, porque el Alfa se fusionó en la Omega.

La Omega se unió al Alfa. En realidad nunca se habían movido, estaban siempre allí para sostenerte en el sueño, en cada sufrimiento, como en cada alegría, ligados a tu efímero. Este efímero que tanto te gustó, o temiste, con igual intensidad, según las circunstancias de la vida, que hicieron tu vida.

Hoy eres eso, y mucho más que eso. Hoy eres eso, y mucho más que eso, no puedes contarte, ni medirte, no puedes distanciarte, no puedes acercarte, porque estás en el lugar justo, en el corazón de tu Ser, allí donde el no ser viene a apoyar y sostener lo que creíste aguantar y lo que creíste sufrir, con tal intensidad, que no puede sin embargo mantenerse ante el brillo de tu sonrisa y de tu risa interior.

Escúchame, porque sólo haces que escucharte, más allá de toda apariencia como de todo discurso, pienses lo que pienses y digas de eso, no hay más reticencia, ni más resistencia que pueda mantenerse, porque todo se consume, en la misma alegría del Amor, en el mismo Amor en alegría.

Ven a celebrar, en cada momento que inspires o expires, es la misma cosa y al mismo ritmo, el que adoptó tu corazón en el vals a mil tiempo, donde el Coro de los Ángeles son celebración perpetua del Espíritu del Sol en el Impersonal, más allá de toda persona, como en toda persona, porque en definitiva, lo sabes, nunca hubo nadie, si no es el sueño de la persona, que es el sueño de cada uno.

Escucha. Escucha y oye la buena Nueva que eres y a la que representas en cada circunstancia, en cada minuto, cualquiera que sea tu vida, eres ante todo la Vida, cualquiera que sea tu dolor, eres ante todo la Alegría.

Déjate recorrer por la Onda de Vida, la que te vivifica y te regenera a cada minuto, en la ligereza del niño inocente, porque eres inocencia, pienses lo que pienses y que digas de eso. Sólo son argumentos, y ningún argumento puede mantenerse en la Verdad de quien eres, más allá del ser, y más allá de todo sufrimiento, vengo a invitarte de nuevo, como lo haré a cada minuto, al Ágape perpetuo, que no conoce la forma y que recorre todo espacio del sueño, con la misma igualdad y la misma libertad.

Escucha. Escucha, lo que te dice el Canto del silencio, aquel que abre tu Corazón al infinito, porque nunca más podrá ser retenido, en el seno de tu pecho, porque nunca más podrá ser envuelto por el velo del olvido, porque nunca más podrá estar envuelto por cualquier forma que sea, incluso la más luminosa y la más éterica.

Eres el éter, y eres la densidad, en cualquier octava de la manifestación, como en cualquier plano o dimensión que sea, donde siempre estuviste.

Eres el sueño y eres el soñador, eres aquel que concibió el sueño, eres aquel que lo vivió, escribiste el escenario, escribiste la partición, pusiste en ello los colores, dibujaste el rasgo y la dirección, en toda dirección del espacio, a fin de regresar siempre al punto de salida, allí donde nunca te moviste, y desde donde ahora te acompaño.

Escucha, escucha el Canto del Agua, el Canto de los pueblos del Agua, pero ante todo, escucha tu propio Corazón, está allí sólo para recordarte, golpeando con cada latido en el seno de tu pecho, que eres mucho más que todo lo que puedas soñar y más que todo lo que puedas imaginar.

No hay nada a temer, solo tienes a acoger este desconocido que te tiende los brazos, y que desde ahora te es conocido. En eso, eres completo y perfecto, en eso nada de lo que pasa puede permanecer desde ahora en adelante, sólo tú permaneces en la morada de Eternidad que, solo conoce, después de haber conocido todas las moradas, la morada de la Dicha, la que nunca dejaste.

Entonces no tienes que moverte, allí donde estás, y muy exactamente allí donde estás, y allí donde estoy. No hay postura, ni decorado, ni alguna condición, ni ningún acondicionamiento. No hay ninguna regla porque la única regla es la del baile de la música, la de la partición de la Ligereza, allí donde las cifras se mezclan a las letras, allí donde la nota de música toma el lugar de todo espacio, y el lugar de cada tiempo, a fin de que comprendas que el tiempo y el espacio no son nada frente a lo que eres, porque englobas esto, en el mismo baile y en la misma ligereza, con la misma intensidad y la misma alegría.

Escucha, escucha este gran silencio, aquel de la Alegría, que no depende allí tampoco, de ningún marco ni de alguna circunstancia.

Entonces, acogete en cada presencia aquí, como en todas partes. No hagas más diferencia, porque toda diferencia es inútil, porque toda diferencia sólo es sufrimiento. No hay ninguna razón, ninguna causa, ni alguna justificación al sufrimiento cualquiera que sea. Cualquiera que sea tu hándicap, cualquiera que sea tu plenitud, no hay más diferencia, no hay más condición, no hay más marco, hay sólo la Vida, aquella que lo soñó todo, aquella que eres en totalidad, en el instante de la Gracia, que nunca cesará, allí está tu celebración que siempre recorriste a pesar del vagabundeo y las apariencias.

Entonces detente, allí donde vengo a detenerme, en el gran Silencio de la alegría que nada puede explicar y que nada puede medir.

...Silencio…


Escucha incluso en el silencio de mis palabras. No retengas nada, deja pasar lo que te atraviesa, deja pasar lo que sientes, porque estás más allá de todo sentimiento. No hay nada más a discriminar, ni nada más a separar. Todo sólo fue un sueño, todo no hizo más que pasar.

Pero tú no pasas, allí está la Belleza, no está en ninguna otra parte, allí está la buena Nueva, ella no necesita palabras, te necesita a ti, en cada instante de tu vida y de la Vida, tal como eres, en este estado natural de ligereza, cualquiera que sea la densidad de tu cuerpo, cualquiera que sea lo que todavía pueda arropar en este cuerpo los recuerdos y las heridas, como las alegrías que han sido vividas en esta vida. Esta última vida que es la resultante de todo lo que creaste, de todo lo que escribiste, todo lo que recorriste.

Descansa hoy, ha llegado la hora de poner punto final al tiempo. Llegó la hora de concluir tu sueño. Eres la Verdad, y la Verdad no se sueña. Eres la Verdad, y la Verdad no se piensa. Eres la Verdad, y la Verdad no se siente. Estás más allá de los sentidos, porque la Vida no conoce ni sentido, ni dirección.

Escucha. Detente. No hay nada a pedir, que no sea ya atendido, en lo íntimo de tu Corazón. Descansa en la felicidad. Ágape está en todas partes, y cada uno se despierta según su ritmo y según su guion.

Y bailo la Vida, en el corazón de tu Corazón. Y florezco en tus labios que se abren a la sonrisa del sí, a la sonrisa de la Verdad. Eres el agua, eres el aire, eres el fuego y también eres la tierra, y todo eso viene del éter, porque eres el éter, el éter llamado primordial, y el éter reencontrado hoy, en el seno del sueño más hondo, donde la Luz nunca pudo apagarse. Donde el Amor nunca pudo desaparecer. Aunque te pareció faltar, él estaba allí en profusión, esperando sólo el momento adecuado de tu instante presente, para revelarse a ti, en la danza y la ligereza.

Soy Eynolwaden, pero soy tú, de toda eternidad. Te acompañé en cada una de tus ideas, en cada uno de tus sueños, silencioso y sin embargo tan intenso.

...Silencio...

Descansa. En la Gracia eterna, de tu presencia y de tu ausencia, allí donde incluso tu forma no puede separarte más de quienquiera y de cualquier situación que sea. Sé disponible, en totalidad, para la Verdad, que la conozcas o que aún no la conozcas. Basta con estar disponible, ella llama a tu puerta, en el escenario de tu vida, en el escenario de tu cuerpo, en todo sufrimiento, como en toda alegría, con la misma intensidad y la misma regularidad.

...Silencio...

Escucha. No retengas nada, déjate atravesar por la buena Nueva, eres aquel que esperabas, eres el que acechabas y eres aquel que temías. Por tus posturas y por tus aprendizajes, que de hecho sólo fueron repeticiones para vivir este instante, para vivir este momento, que se reproduce desde ahora en adelante en cada minuto, en la escala de tu tiempo, en la escala de tus días como de tus noches.

...Silencio...

Escucha lo que te dice el Gran Silencio. Escucha su danza, escucha su ritmo. Nada te puede pertenecer, porque estas en todas partes. No puedes retener nada, porque no hay nada a retener, y todo es ahora, en el espacio del Aquí, y todo está presente en el corazón de la ausencia.

...Silencio...

Soy todas las formas, porque no tengo forma. Soy la gran Madre Genetista, soy el niño que llora en silencio y que se cree abandonado. Porque todo sólo es circunstancia y pretexto a descubrir la Belleza que eres. No puedes dudar más y no puedes temer nada, en cuanto te detienes, en el corazón de la Gracia, desde el momento en que no tienes nada a comprender, ni nada a buscar que no sea ya comprendido y ya encontrado en el espacio de tu Corazón, en el corazón de tu pecho.

Así es el consumación del Amor, este fuego que nunca se apaga, y que nunca seca, sino que al contrario te llena de Vida, y te llena de mismo como de cada uno, allí donde no puedes distinguir más la menor identidad, ni la menor forma, porque todas las formas están incluidas, en el seno de la primera forma.

...Silencio...

Eres lo que subsiste, a en cada cosa que llamaste muerte, eres lo que subsiste independientemente de todo nacimiento.

...Silencio...

Recorriste todos los caminos, afrontaste todas las verdades relativas, y viviste todas las vidas posibles, y sin embargo, eres el Camino, la Verdad y la Vida.

Eras de cada ronda, de cada ronda del sueño. Y eres aquel que contó el tiempo y el espacio, con el fin de comprender que esto no tenía ninguna sustancia ni alguna permanencia, a fin de entender que no tenías nada a parar, ni nada a plasmar. Atraviesa toda sensación como toda percepción.

Eres el agua, el agua del Génesis y de la Creación, el agua espejo de Vida, y eres el Fuego, el de la fricción como el de la consumación. Eres la tierra, de la arcilla que no tomó forma, como la tierra de todo cuerpo y de todo planeta. Eres el fuego de cada Sol y de cada galaxia. Eres el instante que no conoce el tiempo, eres el espacio que no conoce ni la distancia ni el alejamiento.

Eres aquel que ha visto todo, y aquel que sin embargo no necesita ver. Eres aquel que pensó en todo, y aquel que sin embargo no piensa. Eres toda la gama y la paleta de lo que llamas; emociones, y sin embargo, eres sin movimiento, eres todos los movimientos, y sin embargo, no eres ninguno de lo que creíste, vivido o recorriste.

Déjate atravesar por este Amor que no pide nada, y que no rinde cuentas de nada, que nadie puede definir ni puede cuadrar. Él está en todas partes, como en ninguna parte, como tú lo eres.

...Silencio...

Eres la inteligencia que recorre los mundos, sosteniéndolos, y amándolos sin diferenciar ni hacer distinción. Eres la fuente de ti mismo como eres la fuente de toda fuente. Eres la fuente de cada uno, de tus hermanos y hermanas como los llamas, que están presentes al mismo tiempo que tú, en este momento sobre esta Tierra, a la que llamas Gaïa.

No necesitas más nombrar, ni de nombrarte, porque trascendiste toda identidad, no necesitas más pedir, porque toda petición está satisfecha, y no tienes nada que temer, porque ya atravesaste todo. Solo tienes a reconocerte, más allá de tu identidad, como de cualquier identidad.

...Silencio...

Escucha lo que te dice mi silencio, que es el silencio de tu Verdad, el silencio de tu Presencia, el silencio de tu Ausencia. Allí donde cada uno es cada otro, con la misma igualdad, y la misma sonrisa. Allí donde nada puede estar excluido, ni necesitar. En eso, siempre fuiste completo, sin importar lo que hayas pensado y lo que hayas sufrido de eso. No hay ni ganancia ni pérdida, sólo hay eso, en la Danza del silencio.

...Silencio...

Sé dulce, porque tu naturaleza y tu esencia son la dulzura misma. En eso serás verdadero, más allá de toda discusión, y de toda duda. Eres cada uno, eres cada forma, cada decorado, eres todo lo que puedes ver, eres todo lo que puedes sentir, siendo esto, eres pues anterior a todo lo que es sentido y todo lo que es vivido.

Tal es la Gracia del momento, del instante presente, porque eres la Gracia y eres la Vida, más allá de todo nacimiento. Recorriste todo, soñaste todo, no necesitas de acordarte de eso, sino simplemente de aceptarlo. Entonces lo vivirás, y no pedirás nada más, ni a ti ni a nadie, sino que estarás listo para responder a cada pregunta que la vida te enviará, que sea en tus días, que sea en tus noches, sin preguntarte, sin rechinar, con ligereza, y la sonrisa de tus labios, y tus ojos que brillan de la misma Verdad, de la misma Belleza.

Cada abrazo, que sea a un árbol o a un hermano o hermana, será celebración sin pedir nada ni esperar nada, porque esto siempre ha sido, y porque los velos han sido quitados.

...Silencio...

Entonces la Danza del silencio, como el de los elementos, te devuelve a lo indecible, donde siempre estuviste, y donde siempre estarás.

Honra a cada uno con la misma diligencia y la misma sonrisa, honra cada instante con la misma delicia y la misma ligereza. Todo el resto es superfluo, y todo lo demás sólo pasa. Tal es la buena Nueva, que hoy está encarnada en tu cuerpo, en cada parcela, en cada gesto, en cada mirada como en cada silencio. Allí donde nada más puede ser distanciado, allí donde nada puede estar señalado, porque eres la señal.

Así cada instante será gracia y celebración, viniendo apartar lo que pueda quedar de costumbres en el seno de la forma como de la conciencia. No te preocupes de nada más, porque la vida se ocupará, en cuanto eres verdadero con la Verdad que eres.

Y la Libertad será tu cotidiano, en cada circunstancia. Serás lo inmutable de la Gracia, lo inmutable de la fuente, presente en cada movimiento, a cada hora y en cada relación, que se hará resonancia y comunión, a pesar de toda apariencia y a pesar de toda distancia que puede ser concebida, o poner entre ti y el otro porque no hay nadie que tú.

...Silencio...

Eres la Belleza de lo indecible, que ninguna palabra, ninguna poesía ni ningún color pueden traducir, sino simplemente, cuando estás allí en silencio, de tu presencia y de tu ausencia, entonces todo es revelado, y te revelas a ti-mismo.

Es en las profundidades que la semilla germina, es en el silencio que todas las sinfonías nacen, y es en el negro que todos los colores nacieron, y se fecundaron.

...Silencio...

Dejo las palabras, y la Danza de mi presencia en el corazón de tu Corazón. Ellos serán tu gracia, serán tu beatitud, lo son en cada instante, allí donde te revelas, y allí donde te despiertas.

...Silencio...

Soy Eynolwaden, soy tú, soy cada uno de ti, con la misma reciprocidad, y mis palabras ahora se silencian, y el Verbo actúa, en el silencio de tu Corazón, explotando de mil colores y mil sinfonías, acompañando el vals a mil tempos de tu Corazón.

...Silencio...

Yo soy tú, que se reencuentra, soy tú, que nunca te perdí. Soy tú, que nunca sufrió, a pesar de toda apariencia.

Así, es lo que nunca podrás olvidar, poniendo punto final al olvido, a toda recuerdo como a todo futuro, porque eres el futuro, que ha venido a ti mismo.

...Silencio...


Eres la bendición, la Gracia reencontrada, fecundada y sembrada en el Corazón de cada uno. Sólo hay un corazón, que se reprodujo al infinito, para vivir la ilusión de la separación y de la carencia.

Que está ahora, en lo que vives, está más allá de todo deseo, de todo sueño como toda búsqueda.

Soy Eynolwaden y te quiero. Y soy tú.

Ahora me callo, a fin de que siempre no pueda olvidar que estas despierto.

...Silencio...


A través e Jean Luc Ayoun
Traducción Pier Diaz





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