Así
pues, Bienamados, los invito a acogerse a sí mismos, a acoger a todo mundo,
todo instante, todo rincón y todo espacio, de todo mundo y de todo el mundo,
para que la Alegría, sin objeto y sin razón, sea su Morada de la Eternidad, la
que jamás dejaron, más allá de todas las formas, de todas las emociones y del
pensamiento, en la que nada resiste ni se opone y a la que nada le puede faltar.
Esta
invitación está presente en ti y en todos, sin dificultad, sin reflexión. Todo
lo que tienes que hacer es decir Sí, un Sí que no incluya ninguna clasificación
o destino, y eso es, y lo sabes, en el Corazón de tu Corazón, en el Corazón de
cada uno, en el Corazón del instante.
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