En el Corazón de este Instante presente, que es el Corazón de tu Eternidad y de tu Verdad, Abba te llama, Abba te saluda, sin ninguna distancia, en la Evidencia de tu Presencia y de mi Presencia.
He venido en este momento a declarar tu Verdad, a declarar tu Belleza, mucho más allá de estas pocas palabras, mucho más allá de lo que puedes sentir o percibir.
He venido a lanzar la Llamada, la Llamada a tu Silencio, la Llamada a lo que es. Y lo que es en este momento traspasa toda ilusión, traspasa todas las preguntas y te instala en el Gran Silencio de la Gracia.
Tú que estás aquí y me escuchas, más allá de las palabras, más allá del Verbo, te invito a la quietud, donde nada pasa y donde jamás pasarás.
Te invito a olvidar todo lo que crees. Te invito a dejar de ser lo que crees. Te invito a escucharte más allá de la danza de tu Corazón, donde la Evidencia prevalece sobre toda visión y toda percepción.
Te invito a lo que es Verdadero, que no depende de ti ni de ningún mundo. Tal es el tiempo del Instante Presente, el tiempo de tu Presencia, el tiempo de tu Ausencia, donde todo lo que pasa y todo lo que es pasado, finalmente pasa y te entrega a ti mismo.
Te invito a la Liberación del sueño, el que te hizo esperar o temer, el que te llevó fuera de ti en todos los mundos de la apariencia, en todos los mundos manifestados, tanto de la sombra como de la Luz. Hoy te has forjado en el Silencio de la Eternidad.
Te invito a escuchar lo que no hace ruido, lo que jamás fluye, lo que jamás podría percibirse y que, sin embargo, hoy se vive desde el momento en que escuchas lo que Abba te dice. Porque en la Verdad, te hablas a ti mismo, en el Silencio de la danza de tu Corazón, en medio de tu carne, en medio de tu sueño, en medio del Silencio, donde ya no hay distancia, donde reina el silencio de la Evidencia, donde eres la Verdad, donde trasciendes todos los caminos, donde todos los caminos se desvanecen ante tu Majestad, donde la exuberancia de la Vida te revela tu Belleza, aquella que no puede ser pintada, ni descrita, ni siquiera observada.
Te invito a dejar todas las armas de tus batallas, todas las armas de tus luchas, donde no pasa nada, donde nada aparece, ni desaparece.
Escucha la danza de tu Corazón que da ritmo al Silencio, que da ritmo a lo que es Verdadero, más allá de toda forma, más allá de todo pensamiento, como más allá de toda reflexión, pues tú eres Eso.
En el tiempo de este día de la Tierra, todo es sólo coincidencia, todo es sólo verdad, donde nada puede ser discutido. La Evidencia es lo que eres a través de tu Presencia como de tu Ausencia, donde jamás te has perdido, donde no hay necesidad de encontrar nada.
Te invito a escucharte a ti mismo, el caos del mundo te lo permite.
Estás invitado más allá del Juramento y la Promesa, al Silencio de tu Ser, al Silencio de las apariencias, para que lo Real Inmutable aparezca dentro, sin ver nada y sin percibir nada. Tal es la evidencia que eres. Donde ya no es necesario aparecer, ni aparecer como desaparecidos. Esta es la danza del Silencio, la danza de la Obviedad, la danza de lo Inmutable.
Escúchalo. Escucha este Silencio que te saca de todos los sueños, de todos los miedos así como de todos los sufrimientos, que te invita a rendirte, a no luchar más contra lo que es, a no tener ni esperanza ni desesperación, donde te das cuenta de que todo es perfecto y que el sueño, en sí mismo, el de la ilusión de la creación, jamás ha aparecido y jamás ha desaparecido.
En este lugar sin espacio, en este tiempo sin tiempo, Tú Eres. Tú eres lo que está ahí, sin tu persona y sin ninguna pregunta, simplemente presente al Silencio, ausente del mundo, ausente de tu forma, donde la historia no puede hacer nada, donde el tiempo no fluye, donde tú eres todos los espacios así como todos los éteres de la creación.
Así que has decidido. Así te reconoces, más allá de toda forma, más allá de todo reflejo, simplemente por estar ahí, en el tiempo de este Instante donde te oyes y te escuchas, donde reina el Silencio, donde está la Eternidad, sin principio ni fin, y sin ningún sueño de creación. Así, estás completo. Así, todo está completo.
Nada se puede contar, nada se puede contar en el tiempo del Instante.
En el tiempo en que cada uno, presente en el tiempo del Instante, descubre la Ausencia, una Ausencia en la que no falta nada, una Ausencia que es la Perfección, en la que estás en este Instante, aquí o en otro lugar, ahora como en todos los tiempos.
Me dirijo a ti, Abba que eres, donde jamás te has movido, en el testigo silencioso donde reina el Silencio, donde reina la Gracia, tocando el sueño en cada una de sus partes, en cada uno de sus tiempos, en cada uno de sus mundos, pues eres de todas partes como de ninguna.
Desde la primera manifestación del Amor que eres, en el Instante de la desaparición, de la aparición del Amor que eres, solo en lo Verdadero, del que no puedes dudar, que no puedes cuestionar, se establece la Evidencia de tu Presencia y de tu Ausencia, de la que nada se puede decir, de la que nada se puede expresar, más que la danza de tu Corazón, en la danza del Silencio.
Encuéntrate a ti mismo, tú que nunca te has perdido, tú que nunca podrás olvidar lo que has sido, lo que eres y lo que serás, más allá de cualquier mundo o forma.
Te invito a Ser. Te invito al No-Ser, donde no hay ni nacimiento ni muerte. No eres nada de lo que pasa. No eres nada de lo que está pasando. Nada de ti puede pasar. Nada de ti puede sufrir. Nada de ti puede sentir nada. Nada de ti puede experimentar la más mínima distancia. Nada de ti puede viajar en el tiempo.
Tú eres lo que no tiene camino. Tú eres lo que no tiene mundo ni forma. Tú eres lo que es en este instante, y lo sabes.
No necesita descripción. No es necesario sopesar ni pesar, pues eso es incomparable en el tiempo de este Instante. Sólo la danza de tu Corazón da ritmo a lo que eres y acompaña a lo que eres.
En este espacio sin lugar, en este tiempo sin tiempo, más allá de tu forma, más allá de mis palabras, más allá de tu silencio, te encuentras en ti mismo. Ahí no hay duda, no hay incertidumbre, sino sólo la Evidencia que no puedes formular, que no puedes aprehender, que no puedes captar de ninguna manera, porque eres la Vida, porque eres la Belleza que está inscrita en cada sueño de la creación, en sus sufrimientos como en sus alegrías, que jamás han podido alterar lo que eres en la Verdad.
En este momento y en este tiempo, te pido que te escuches a ti mismo, te invito a dejar a tus pies todas las cargas ilusorias de tu vida, tus pies que han pisado tantos mundos, tantos sueños y tantas alegrías, en apariencia de errar, en apariencia de camino, en apariencia de mundos.
Sólo has jugado contigo mismo. No has hecho más que desafiarte a ti mismo. No has hecho más que jugar. Sólo has creído, no para perderte, pues eso es imposible, sino para darte la ilusión de estar separado o incompleto. Pero el tiempo del instante, dentro del propio sueño de la Tierra, sean cuales sean las apariencias, te hace vivir lo que eres, donde sólo puedes sonreír, con una sonrisa que no se ve en tus labios ni en tus ojos, sino que simplemente se ve en el Silencio de tu Corazón, en la danza de lo Evidente.
Y eso es ahora. Y eso es aquí. Desde el instante en que me oyes, sólo puedes escucharte a ti mismo. Las palabras ya no tienen sentido. Ya no hay más sentido que el de ser lo que eres, que el de ser tú mismo.
Escucha lo que dice tu corazón. Escucha mis palabras, ellas ponen fin a todo ego ilusorio. Ponen fin a todas tus búsquedas, a todas tus preguntas, porque tú eres tu propia respuesta en el Silencio de lo Evidente. Tu corazón te lo dice. Tus células cantan tu Resurrección, más allá de toda morada, más allá de toda forma.
Ya no necesitas una coartada. Ya no necesitas un destino. No tienes nada más que pasar. No hay ningún objetivo que perseguir. No hay más demanda, simplemente lo que hay en este momento del Instante.
No importa cuánto tiempo me escuches, no importa dónde estés, te devuelvo a ti mismo. Te traigo de vuelta a tu Silencio. Te devuelvo a tu Belleza, donde jamás naciste, donde ya no hay preguntas, donde no necesitas ninguna forma, donde no necesitas ninguna ropa ni siquiera ninguna conciencia, porque eres la Perfección de lo Increado, Presente en la totalidad de lo Creado.
Escúchate y óyete a ti mismo. Estás más allá de toda falsedad. Estás más allá de todos los juegos. Estás más allá de todos los mundos. Todas las formas han sido tuyas. Todos los sueños e ilusiones de la creación han sido tuyos. Nada te es desconocido, salvo lo Desconocido que eres, pero que hoy se te devuelve.
Así es el tiempo de la Gracia. Así es el tiempo en el que nada fluye. Así es el lugar de la Tierra. Así es el lugar de tu Corazón donde parece suceder, donde parece revelarse.
Donde la Gracia lo llena todo. Donde todos los sueños se consumen porque no tienen más sustancia que la sustancia del Amor, la sustancia del Amor que eres también en la apariencia de tu sueño, en la apariencia de tu forma actual, a tu edad y en el estado en el que apareces, reside el Misterio que se te revela.
No hay ningún sitio al que ir. No hay otro lugar a donde ir que a escuchar el Silencio, excepto lo Real que acaba con tu mentira, que acaba con la mentira de los mundos, la mentira de las luchas, la mentira del bien y del mal. Donde no hay nada que juzgar. Donde todo es Evidente. Donde estás, en el tiempo de este Instante, en el lugar de este cuerpo, en el lugar de este mundo.
Escúchate. Escúchate y óyete a ti mismo.
El silencio borra las palabras. El silencio te revela el Verbo. El silencio te revela el Aliento, el que ha animado tu cuerpo como el cuerpo de tu sueño. No hay nada que perdonar. No hay nada que rechazar, porque lo que está aquí en este momento, te hace olvidar todo lo demás, el mundo como forma, la dimensión como depredación. Todo eso sólo ha pasado. Todo eso sólo te ha interesado a ti. Has tocado todos los componentes. Has desempeñado todas las funciones y todos los roles. Pero en el tiempo de este Instante, todo eso ha sido sólo un juego, un juego de reencuentro, un juego de distancia, un juego de sufrimiento, así como un juego de esperanza y alegría.
Pero en el tiempo del Instante, en el Silencio de tu Corazón, todo esto no es cierto. Todo era un juego. Todo fue un sueño. Todo esto no era más que una pesadilla, porque jamás te podías faltar a tí mismo, porque jamás te podías engañar, a pesar de todas las apariencias y a pesar de todo lo que se pudiera pensar en ello, en este mundo como en cualquier mundo.
Hoy, lo sabes. Hoy, lo vives. Está en tu Corazón, en el Corazón de tu Corazón, aquí, aquí y ahora, porque no hay otro lugar, porque la mentira sólo ha pasado. Ha sido parte de tus sueños. Ha sido parte de tus miedos. Ha sido parte de sus alegrías.
Y al final, nada de eso ocurrió. Siempre has estado ahí, en el Silencio de tu Corazón, en el Corazón del Instante, en el Corazón de tu forma, en el Corazón de tu envoltura.
Nada de lo que eres puede desaparecer. Nada de lo que eres puede aparecer, y eso es Aquí y Ahora en el tiempo de este Instante donde te escuchas y te oyes.
Escúchate. Escucha lo que dice tu corazón. Este corazón de carne, reflejo de la Eternidad y Promesa de la Eternidad.
En este instante, en este lugar y en este tiempo, la Verdad te atraviesa de un lado a otro, sin sufrimiento, sin dolor, porque es la Caricia de la Evidencia, porque es la Caricia de la Vida, que ninguna mano puede igualar, que ninguna luz puede alcanzar, que ningún amor puede igualar tampoco. Es el Aliento de la Verdad, el Verbo antes de hacerse carne, el Verbo del Silencio y el Silencio del Verbo.
No te detengas en las palabras, sino escucha el Silencio entre cada una de mis palabras porque llevan la Vida, porque llevan la Verdad que nada puede contradecir y que nada, dentro del sueño, puede enfrentar.
Así se disuelve el sueño. Así se disuelve la apariencia del sufrimiento, exponiéndote, más allá de toda conciencia, más allá de tu forma, más allá de toda historia, donde no hay nada que decirte, donde no hay nada que creer, sino simplemente disfrutar del Instante, disfrutar de la Eternidad, de un disfrute sin fin al que ningún sueño puede acercarse, que ningún amor puede revelar, y que ninguna luz puede alcanzar. Ahí están sus pruebas. Está tu Presencia y está tu Ausencia.
Y esto está ahora presente en cada escena de tu vida, en cada escena de este mundo, por muy caótico que sea, te reconocerás y te reconoces.
En lo que eres, no hay miedo, ni ansiedad, ni expectativa. Existe esta Presencia. Está este Silencio. Existe esta Conciencia.
Escucha la danza. Escucha a tu corazón. Eso es lo que eres, sin ser ni parecer, sin nacimiento ni muerte, donde ningún sueño puede alcanzarte, donde ningún sufrimiento puede limitarte.
Lo eres desde toda la eternidad. Tú eres eso incluso antes de aparecer en el sueño, eres eso incluso antes de que tu conciencia te acompañe. En esto se (...), en esto se vive. Sólo hay que ser, sólo hay que aceptar, sólo hay que consentir. No necesitas decir Sí, porque tú eres el Sí incluso antes de que se diga, porque tú eres el Sí a la Eternidad.
Yo no puedo reprocharle nada, tú no puedes reprochar ninguna forma o circunstancia.
Este es el tiempo del Aquí y el Ahora, porque sólo puedes estar aquí y ahora, no puedes estar en otra parte en lo que oyes y escuchas. Esto va más allá de mis palabras, pues el Silencio se dirige a tu Eternidad, el Silencio entre mis palabras, el Silencio en la danza de tu Corazón.
Escucha, y oye lo que te dice el Silencio, lo que te dice el Alfa en el Omega y el Omega en el Alfa.
No hay camino, no hay forma, no hay mundo en lo Real que eres. No hay lugar para ningún sueño, no hay lugar para ninguna distancia, no hay lugar para ninguna forma, no hay lugar para el errar.
No hay más lugar que el que es, no hay más tiempo que el que hay, y que jamás se agota.
Te invito a que te reconozcas, sea cual sea la apariencia, más allá de toda creencia. Te invito a que te reconozcas, sea cual sea la historia que sueñas, sea cual sea el tiempo que crees que estás viviendo. Estás más allá de todas las imágenes, más allá de todas las representaciones, no conoces límites, no conoces el fin.
Siempre has sido el infinito, siempre has sido indefinido. Nada ha podido circunscribirte. Nada ha podido definirte realmente. Ninguna forma, ningún mundo, ninguna idea de ti mismo, ha sido capaz de tocar lo que eres.
Pero hoy, en el tiempo de este Instante, en cuanto me escuchas, te escuchas a ti mismo. En cuanto me escuchas, te encuentras a ti mismo, y sabes entonces que jamás podrías haberte perdido, que jamás podrías haber sufrido.
No hay nada más que hacer que Ser. Al igual que no hay nada que hacer desaparecer. Sólo estás viendo una película, la película de tu propia revolución, y tu propia resolución. Has escrito cada rincón, has escrito cada acontecimiento. Acéptalo, y la Gracia te llenará.
Porque tú también eres esta Gracia que no viene de ninguna otra parte que de tu Silencio, que no viene de tu corazón, ni de ningún mundo, ni de ninguna fuente, porque tú eres todas las gracias, sean cuales sean las apariencias de distancia, sean cuales sean tus creencias, sean cuales sean tus ilusiones todavía presentes.
No tienes nada que perfeccionar, como tampoco tienes nada que hacer. Sólo hay que reconocerse, sin esfuerzo. Sólo tienes que soltar, dejar desaparecer cualquier tensión de esta forma, o cualquier tensión que existiera en una parte de tu conciencia.
Estás antes y estás después, porque estás fuera del tiempo, como estás fuera del espacio. Tú eres eso, y nada puede tocarte. Sólo tú puedes tocarte, sólo tú puedes entregarte a la Gracia que eres.
No tienes que moverte, ni desplazarte, simplemente tienes que asentir con un sí que no conoce limitación, y que está desde este instante, en el Corazón de tu Corazón, en el Corazón del Instante, en el corazón de este sueño.
No hay esfuerzo, no hay trabajo, no hay distancia, no hay retraso. Ningún mundo puede interferir. Ningún mundo puede congelarse, ningún mundo puede limitarte. Incluso el límite de tu forma actual, de tu historia actual, te revela que eres ilimitado y sin historia.
Es ahora, está aquí, está en todas partes. Está en el sueño, el sueño de la Tierra. No tienes nada más que soñar, no tienes nada más que imaginar. Simplemente tienes que constatar la belleza del Silencio, aquí y ahora, en lo que se llama el Corazón de tu Corazón, inscrito en tu corazón de carne, inscrito en los aspectos últimos de tu conciencia, pero también en tu personaje de carne en el que estás hoy.
Porque este cuerpo es el cuerpo de la resolución, que te muestra que no tienes cuerpo. Porque la historia que vives en el aquí y ahora, te recuerda que no tienes historia, que el mundo onírico de la Tierra en el que estás encarnado, te muestra que no hay mundo.
Esto es Ahora, en el tiempo de este Instante, esto es Ahora, en el Corazón de tu pecho. Está en este instante, desde el instante en que lo escuchas. Entonces escuchas el Silencio, desde el instante en que me escuchas, entonces escuchas el Silencio.
No hay retraso, no hay más distancia que la que tú crees haber puesto, por la sensación de una ausencia, que sin embargo siempre ha estado presente.
Esto es lo que se te revela. Así te revelas a ti mismo, no hay necesidad de artificios, no hay nada que sufrir, no hay nada que decir. Así es el aquí y ahora, así es la Belleza de lo que Eres.
Lo que eres está más allá de lo que eres, lo que eres está más allá de la definición. Lo que eres no se puede definir, porque eres a la vez finito e infinito, a la vez efímero y eterno, a la vez todo espacio, porque no hay espacio, porque no hay distancia.
Todo esto ha sido el sueño, el sueño de la creación, el sueño de la forma, el sueño de la distancia, el sueño de la conciencia.
Tú eres la inocencia, y eres la pureza que no se puede ver, de la que nada se puede decir, y sin embargo la vives, y sin embargo la eres, tanto en el Ser como en el No-Ser. Es aquí, es ahora, no hay más distancia, no hay más retraso, no hay más sufrimiento.
Si lo aceptas, acogiéndote en la totalidad, en este lugar y en este instante, deja que tu corazón sea, deja que tu Corazón te diga, en su ritmo y en tu ritmo, en esta danza del Silencio, que es la danza de lo Evidente.
No tienes nada que demostrarte a ti mismo, no tienes nada que experimentar, porque eres la prueba de lo que eres, porque eres la prueba del sueño, que has soñado creyendo en él, porque tenía que ser así, sin ninguna razón aparente, ni siquiera sin ninguna razón profunda. Pero simplemente esto era la espontaneidad del sueño y de la vida, del sueño de la apariencia, del sueño de la forma y del sueño de la conciencia.
Hoy termina, porque en realidad jamás comenzó. No hay tiempo, no hay espacio, jamás ha habido nadie, sólo ha habido Vida expresándose en el sueño. Pero hoy en el Silencio, no hay nada más que expresar, no hay nada más que temer. Sólo existe la gracia de lo Evidente, la gracia de tu aceptación, la gracia de lo Desconocido, que tan bien conoces.
Sólo ahí puedes reconocerte, en lo que te parecía desconocido y, sin embargo, te es perfectamente conocido.
Porque allí estás entero, sea cual sea la fragmentación de la apariencia, eres todos los mundos y todas las formas, eres todos los sueños, en todas las ilusiones del tiempo y en todas las ilusiones del espacio.
Tú eres esa Belleza, en la que no podías creer, y a la que hoy tienes acceso, dejándote sin palabras con el asombro de la felicidad. Nada de este mundo, ni de ningún mundo, puede reclamar (...). Ni el más grande de los sueños puede expresarlo.
Ninguna conciencia puede acercarse a ello, por muy vasta o pequeña que sea. Tú eres esto, estás aquí y eres ahora. Este instante es indeleble, está impreso dentro del último sueño, el que estás viviendo aquí, en este cuerpo y en este mundo. Lo has vivido todo, lo sabes todo.
No tienes nada que temer. Tampoco hay que dudarlo. Tú eres eso, la danza del Silencio, el Gran Silencio, del que un día surgió Ágape, así como los mundos y las formas, en todos los tiempos y espacios del sueño, y que sin embargo se inscribió fuera del tiempo y del espacio.
Hoy lo estás viviendo, ningún discurso puede explicarlo, ninguna conciencia puede captarlo.
Escucha, óyete a ti mismo, esto es el Ahora, esto es el Aquí.
Abba te lo dice, Abba lo vive, y tú eres Abba. Tú eres eso más allá de toda imagen, más allá de todo aliento vital, así como de toda luz, así como de toda vibración.
Reconócete a ti mismo, tú que jamás naciste. Reconócete a ti mismo, tú que eres el Silencio, tú que estás aquí, tú que estás ahora. Así que, bendícete, hazte sombra con tu presencia, hazte sombra con tu ausencia, sólo tienes que reconocerte en lo Desconocido que eres. Sólo tienes que aceptarte a ti mismo en el Aquí y Ahora.
Entonces traspasarás cualquier idea de ser persona, traspasarás el señuelo de la conciencia, traspasarás todos los sueños, y sólo quedará eso, lo que eres y lo que no eres, reunidos juntos en el Corazón de tu Corazón, en el corazón de tu cuerpo, en este cuerpo de ensueño que habitas, que has elegido ponerte, para vivir lo Real, para no soñar más, para no creer que estás soñando, y para ser sólo este Silencio.
El Gran Silencio de la Verdad, del encuentro de tu efímero con la Eternidad.
Así es el tiempo del instante, en este tiempo cero. Te encuentras completamente, aquí y ahora, en el Corazón de tu Corazón, en el silencio de tus palabras, donde ya no hay polaridad, ni bien ni mal, ni hombre ni mujer, en la forma primera del andrógino, y en el último Verbo como el primer Verbo. Donde nace el aliento, donde se extingue el aliento.
Tú eres esa Belleza, tú eres eso. Te dices a ti mismo, y yo te digo, que te reconozcas en la danza del Silencio. Escucha el Silencio, es la mejor manera de escucharte a ti mismo. Ya no necesitas la historia, ya no necesitas la forma, ya no necesitas el mundo, ya no necesitas la conciencia, sólo te necesitas a ti mismo.
Donde no hay nadie, y eso es Aquí, y eso es Ahora.
Ahora será el momento de silenciar mis palabras, también es el momento de hacer el Silencio, y simplemente estar ahí, juntos, en un solo Corazón, en una sola Presencia, donde ya no hay nadie que lo vea y lo diga, donde ninguna historia se sostiene.
Así que hagámoslo. No tenemos que hacer nada. Así que seamos nosotros.
Aquí y ahora, hagamos un tiempo de Silencio, para que no haya más sueño, para que no falte nada, para que todo sea evidente, en este Aquí y Ahora.
Entonces Abba se calla, entonces te escuchas a ti mismo.
...silencio...
Así que te escucho cada vez más claramente, con más claridad.
...silencio...
El cuerpo desaparece de tu conciencia, el mundo desaparece, el sueño se derrumba, y así queda lo que siempre ha sido, Aquí y Ahora, en el Presente Eterno.
Permanezcamos en silencio.
...silencio...
Escúchate. No hay nada más que escuchar, aquí y ahora. No hay ningún otro lugar. No hay mañana. No hay un ayer. Existe lo que es. Y esto, te lo demuestras a ti mismo.
...silencio...
Permanece así unos instantes, mientras mis palabras se van, mientras tu Presencia se va, donde ya no hay conciencia. Permanezcamos así, en el aquí y ahora.
...silencio...
No te muevas.
...silencio...
No te voy a dejar más, porque ya no podrás dejarte a ti mismo. Y te invito a escucharte de nuevo en lo que acabo de expresar, en lo que acabo de imprimir en ti. Si un día te parece que te alejas, escúchate a ti mismo, en las palabras de Abba de este día, eso será suficiente para que veas que no puedes alejarte.
...silencio...
Abba permanece en ti, como tú permaneces en mí. Y recuerda, jamás ha habido nadie, sólo existe el Aquí y el Ahora del Presente Eterno.
...silencio...
Así que guardo silencio mientras te rindes a ti mismo, aquí y ahora.
Y te digo en cada instante, en cada respiración, en cada paso y en cada mirada del sueño que caminas. Ya no puedes engañarte, ya no puedes divagar, porque estás inscrito en el Presente Eterno del Aquí y el Ahora.
Abba te bendice como tú me bendices a mí.
A través de Jean-Luc Ayoun
Con Elisa Bernal
Transcripción del francés: equipo de transcriptores
Publicado en:
https://apotheose.live/blog/2022/08/10/abba-10-aout-2022/
Traducción: LMF.
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