22 DE JUNIO DE 2018
Esta es una nota de agradecimiento, pero ante todo,
es una invitación al gran encuentro. Yo soy Isilda,
sacerdotisa de la curación del retiro intraterreno de
Tumaní, y en nombre de todos los instructores del
pasado, del presente y del futuro, que ya se
manifestaron o vendrán aún a manifestarse aquí, en
nombre del Círculo, les transmito bendiciones y un
profundo reconocimiento por su valor, por su valor.
es una invitación al gran encuentro. Yo soy Isilda,
sacerdotisa de la curación del retiro intraterreno de
Tumaní, y en nombre de todos los instructores del
pasado, del presente y del futuro, que ya se
manifestaron o vendrán aún a manifestarse aquí, en
nombre del Círculo, les transmito bendiciones y un
profundo reconocimiento por su valor, por su valor.
Cada uno de ustedes es una joya inigualable e
insustituible en la vestidura sagrada que cubre el cuerpo de la Diosa virginal
que es este planeta. Cada uno de ustedes, como una joya de color y brillo
únicos, de precio incalculable, está exactamente en el lugar en que está para
reflejar la gloria y la majestad de la Gran Madre.
La invitación que vengo a hacerles es una
invitación al gran encuentro. Un encuentro que se da en el interior de la joya,
donde sólo la luz camina sin dejar huellas. En el corazón de la joya, donde el
calor que calienta el cuerpo de la Madre se distribuye de forma ecuánime. En el
interior de la joya donde la unidad de la rejilla es reconocida.
Esta es una invitación al gran encuentro, encuentro
del cielo y de la tierra, Dios y humano, materia y espíritu, un encuentro entre
tú - pequeño solitario - y Tú- el gran Solitario.
Este encuentro es vivido y experimentado entre un
latido y otro del corazón, en el espacio entre una respiración y otra, en el
brillo de la mirada, en la nota cristalina de la risa, en el movimiento gentil
y afectuoso de la mano que se extiende para ayudar. Esta es una invitación al
encuentro de la divinidad, un encuentro de la divinidad en lo simple, lo
sencillo, en el cotidiano, incluso en lo despreciable, yo diría, porque no hay
nada, no hay nadie, no hay un solo lugar que no sea permeado, interpenetrado,
que no sea la exhibición de la Divinidad.
Yo les invito a la serena apreciación del encuentro
que ocurre aquí y ahora, en cada momento de su vida. Los invito al gran
encuentro que es el reconocimiento del encuentro de siempre. Pero más que la
pasiva apreciación de la belleza que es la vida, los invito al impulso y al
esfuerzo consciente, volitivo, dirigido a privilegiar el reconocimiento del
encuentro. La belleza, el misterio no está en otro lugar que en el lugar en que
te encuentras. El dosel de la cama donde este amor se procesa no es otro lugar
que el cuerpo. Y la bóveda celeste y estrellada que adorna e ilumina este
encuentro no es otro que el cielo de tu alma.
Esta es una invitación al encuentro de tu
aspiración con tu propósito. Que tu aspiración encuentre tu propósito. En el
reconocimiento de la unidad de la vida, tu aspiración encuentra su propósito.
En el reconocimiento de la fraternidad, de la hermandad, de la interdependencia
de todos los fenómenos, tu aspiración encuentra tu propósito. De esta boda
magnífica, ustedes donan como regalo para este mundo, para sus semejantes, la
joya de la compasión, la expresión del ser sin precio, el perfume, el perfume
de la presencia.
Esta invitación al encuentro es una invitación a la
vigilancia, a la serena vigilancia. Esta invitación al encuentro es una
invitación indirecta a la preparación. Al estar el encuentro ahí, la
preparación es necesaria para la vivencia y esta preparación es que coloquen
sobre su cuerpo las vestiduras de la fe, que en su mano empuñen la espada de
una voluntad firme, que su visera esté en el lugar disipando la nube de los
conceptos distorsionados y que sus pies estén firmes y calzados en la victoria
del altruismo sobre el egoísmo. La preparación al encuentro -el encuentro que
ya es- es no vacilar en la presencia. La preparación al encuentro -el encuentro
que ya está- es la serena vigilancia de los sabios guerreros.
La Fraternidad eleva sus templos, sus escuelas, un
nivel arriba en los reinos de ese planeta. Esta elevación no es un
distanciamiento de ustedes, esta elevación es una invitación al encuentro. En
nombre de la Fraternidad los invito a encontrarnos en la bóveda celeste de su
alma, a encontrarnos en los picos de sus más elevadas aspiraciones, a
encontrarnos y aprender con nosotros en el calor del toque gentil de su
servicio al mundo. En la presencia de su presencia nuestra presencia está
presente - a este encuentro también los invito.
Yo les invito, a la vigilancia serena, a prepararse
al encuentro del Fuego con la Tierra. He aquí que viene y sin demora, he aquí
que viene y sin demora. Los más sabios de entre ustedes ya escuchan el ruido de
las trompetas. Los más sensibles de entre ustedes ya lloran de alegría por el
boda. Los más valerosos de entre ustedes ya abren camino para el cortejo. Y los
locos de entre ustedes ya giran y celebran, porque para ellos el casamiento ya
sucedió, el hijo ya está naciendo. Para los más dormidos de entre ustedes el
calor de esa hoguera comienza a sentirse y los ojos eventualmente se levantarán
de la tierra hacia el cielo; para ellos también la gloria, éstos también serán
testigos del esplendor.
La ley oculta no permite que el verbo sea
completamente comprendido. La ley oculta no permite que la verdad se muestre
desnuda y sin adornos. La ley oculta no permite que al aspirante todo el libro
le sea abierto y traducido. Pero la ley permite y la ley nos obliga a
invitarlos al encuentro: quienquiera que nos oiga, dondequiera que esté,
cualquiera que sea su condición, también está invitado al encuentro. La ley nos
obliga a recordarles que es necesario prepararse para el encuentro del Fuego
con la Tierra. Este Fuego disipará la escoria, este Fuego despertará el poder
regenerador de la Tierra, este Fuego limpiará y abrirá el camino para que las
semillas aún ocultas en el seno de la tierra broten, germinen, crezcan y
fructifiquen.
Ustedes son el Fuego y ustedes son la Tierra, pero
es importante no olvidar que el escenario del mundo es la pantalla donde se
proyecta el misterio de su existencia. Así en la Tierra como en el cielo. El
pan fue entregado, el pan fue dado, cabe ahora a ustedes perdonar las deudas.
La tentación ya no existirá cuando ya no seas el tentador.
Tuyo es el reino, tuyo es el poder, tuya es la gloria. Por los siglos de los
siglos, Om, así es.
Mi amor por ustedes es incalculable. Más antigua
que la Tierra, marcada está en el peso de mi espalda, más antigua que la Tierra
es la historia de amor que nos une y mucho antes de que el sol haya comenzado a
brillar, yo ya era su Madre. Ustedes son hijos de mi vientre, células de mi
cuerpo y, como flores depositadas en el jardín de los muertos, yo los he traído
hasta aquí. Cumplan la promesa que me han hecho, ábranse, flores mías y dejan
que su perfume impregne este templo de muertos y devuelva la vida.
En ningún otro lugar ustedes me encontrarán a no
ser en el calor de su aspiración y el ardor de su compasión. Es en el brillo de
sus ojos que verán la nota cristalina de mi risa. Es en la carne macilenta del
desesperado y del afligido que ustedes sentirán la gloria de mi cuerpo. Es en
el cielo de tu alma que verás mi corazón como un sol encendiendo el tuyo.
Por un tiempo y mitad de un tiempo mi voz se
silenciará en el mundo de las formas. Por un tiempo y la mitad de un tiempo los
invito a oír mi voz allá donde los ángeles cantan. Por un tiempo y mitad de un
tiempo, el mundo será lanzado en probación, Por un tiempo y la mitad de un
tiempo les recuerdo: yo los engendré como guerreros valeros que jamás voltearan
la espalda ante el llamado al servicio.
El Fuego desciende a la Tierra y ustedes son los
vasos elegidos para que ese Fuego los llene y toque la Tierra con más amor y
menos ardor. Si en ese proceso ustedes deben quemarse, sepan: este dolor tiene
un precio inestimable. Si en este servicio ustedes deben quemarse, sepan: yo
recogeré sus cenizas, soplaré sobre ellas mi aliento vivo y los devolveré a la
gloria de las mansiones celestiales. No importa cuál sea el precio a ser
pagado, es el deber para con vuestra familia, para con sus hermanas y hermanos,
soportar el ardor del Fuego y hacer que toque la Tierra con más amor y menos
ardor. Después de la ola, les prometo que me comprenderán y entenderán mejor mi
designio y mi propósito hacia ustedes.
La voz que les habla no es la voz de un ser. Las
palabras que escuchan no son emitidas por ninguna persona. Esa es la voz de
nuestro amor, esa es la voz de nuestro encuentro.
Yo los amo, de verdad, en todos los niveles de mi
ser, allá donde yo no soy otra cosa sino ustedes y aquí donde yo soy sólo una
vieja ignorante que le gusta jugar con hierbas, hacer humo y contar algunas
historias para mis hijos y mis hijas. En cada una de mis células,
sólo hay amor por ustedes y una certeza incondicional e inquebrantable de que
no van a vacilar, de que ustedes soportarán el ardor del Fuego.
Yo les dejo un regalo, un regalo que deben abrir en
la oscuridad de la noche, pues sólo la luna de sus ojos puede testimoniar lo
que este presente guarda para ustedes. Cada noche precede al día, toda prueba
precede a la victoria y toda tempestad precede a una rica cosecha. Ustedes son
el fruto, son el segador y son el Fuego, ustedes son la Tierra, son
el vaso, ustedes son el encuentro.
¡Hasta cualquier momento! Hasta todos los momentos
si en la serena vigilancia ustedes reconocen que el encuentro ocurre aquí. ¡Aní
Maritumi!
Mensaje canalizado por Shylton Dias. Transcripción hecha por colaboradores del Portal Aranduh - portalaranduh.blogspot.com
Traducción: H.N.