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sábado, 14 de julio de 2018

Isilda Una invitación al Gran Encuentro

        
           

                             
22 DE JUNIO DE 2018

 Esta es una nota de agradecimiento, pero ante todo,

es una invitación al gran encuentro. Yo soy Isilda, 

sacerdotisa de la curación del retiro intraterreno de

Tumaní, y en nombre de todos los instructores del

pasado, del presente y del futuro, que ya se 

manifestaron o vendrán aún a manifestarse aquí, en

nombre del Círculo, les transmito bendiciones y un

profundo reconocimiento por su valor, por su valor.

Cada uno de ustedes es una joya inigualable e insustituible en la vestidura sagrada que cubre el cuerpo de la Diosa virginal que es este planeta. Cada uno de ustedes, como una joya de color y brillo únicos, de precio incalculable, está exactamente en el lugar en que está para reflejar la gloria y la majestad de la Gran Madre.

La invitación que vengo a hacerles es una invitación al gran encuentro. Un encuentro que se da en el interior de la joya, donde sólo la luz camina sin dejar huellas. En el corazón de la joya, donde el calor que calienta el cuerpo de la Madre se distribuye de forma ecuánime. En el interior de la joya donde la unidad de la rejilla es reconocida.

Esta es una invitación al gran encuentro, encuentro del cielo y de la tierra, Dios y humano, materia y espíritu, un encuentro entre tú - pequeño solitario - y Tú- el gran Solitario.

Este encuentro es vivido y experimentado entre un latido y otro del corazón, en el espacio entre una respiración y otra, en el brillo de la mirada, en la nota cristalina de la risa, en el movimiento gentil y afectuoso de la mano que se extiende para ayudar. Esta es una invitación al encuentro de la divinidad, un encuentro de la divinidad en lo simple, lo sencillo, en el cotidiano, incluso en lo despreciable, yo diría, porque no hay nada, no hay nadie, no hay un solo lugar que no sea permeado, interpenetrado, que no sea la exhibición de la Divinidad.

Yo les invito a la serena apreciación del encuentro que ocurre aquí y ahora, en cada momento de su vida. Los invito al gran encuentro que es el reconocimiento del encuentro de siempre. Pero más que la pasiva apreciación de la belleza que es la vida, los invito al impulso y al esfuerzo consciente, volitivo, dirigido a privilegiar el reconocimiento del encuentro. La belleza, el misterio no está en otro lugar que en el lugar en que te encuentras. El dosel de la cama donde este amor se procesa no es otro lugar que el cuerpo. Y la bóveda celeste y estrellada que adorna e ilumina este encuentro no es otro que el cielo de tu alma.

Esta es una invitación al encuentro de tu aspiración con tu propósito. Que tu aspiración encuentre tu propósito. En el reconocimiento de la unidad de la vida, tu aspiración encuentra su propósito. En el reconocimiento de la fraternidad, de la hermandad, de la interdependencia de todos los fenómenos, tu aspiración encuentra tu propósito. De esta boda magnífica, ustedes donan como regalo para este mundo, para sus semejantes, la joya de la compasión, la expresión del ser sin precio, el perfume, el perfume de la presencia.

Esta invitación al encuentro es una invitación a la vigilancia, a la serena vigilancia. Esta invitación al encuentro es una invitación indirecta a la preparación. Al estar el encuentro ahí, la preparación es necesaria para la vivencia y esta preparación es que coloquen sobre su cuerpo las vestiduras de la fe, que en su mano empuñen la espada de una voluntad firme, que su visera esté en el lugar disipando la nube de los conceptos distorsionados y que sus pies estén firmes y calzados en la victoria del altruismo sobre el egoísmo. La preparación al encuentro -el encuentro que ya es- es no vacilar en la presencia. La preparación al encuentro -el encuentro que ya está- es la serena vigilancia de los sabios guerreros.

La Fraternidad eleva sus templos, sus escuelas, un nivel arriba en los reinos de ese planeta. Esta elevación no es un distanciamiento de ustedes, esta elevación es una invitación al encuentro. En nombre de la Fraternidad los invito a encontrarnos en la bóveda celeste de su alma, a encontrarnos en los picos de sus más elevadas aspiraciones, a encontrarnos y aprender con nosotros en el calor del toque gentil de su servicio al mundo. En la presencia de su presencia nuestra presencia está presente - a este encuentro también los invito.

Yo les invito, a la vigilancia serena, a prepararse al encuentro del Fuego con la Tierra. He aquí que viene y sin demora, he aquí que viene y sin demora. Los más sabios de entre ustedes ya escuchan el ruido de las trompetas. Los más sensibles de entre ustedes ya lloran de alegría por el boda. Los más valerosos de entre ustedes ya abren camino para el cortejo. Y los locos de entre ustedes ya giran y celebran, porque para ellos el casamiento ya sucedió, el hijo ya está naciendo. Para los más dormidos de entre ustedes el calor de esa hoguera comienza a sentirse y los ojos eventualmente se levantarán de la tierra hacia el cielo; para ellos también la gloria, éstos también serán testigos del esplendor.

La ley oculta no permite que el verbo sea completamente comprendido. La ley oculta no permite que la verdad se muestre desnuda y sin adornos. La ley oculta no permite que al aspirante todo el libro le sea abierto y traducido. Pero la ley permite y la ley nos obliga a invitarlos al encuentro: quienquiera que nos oiga, dondequiera que esté, cualquiera que sea su condición, también está invitado al encuentro. La ley nos obliga a recordarles que es necesario prepararse para el encuentro del Fuego con la Tierra. Este Fuego disipará la escoria, este Fuego despertará el poder regenerador de la Tierra, este Fuego limpiará y abrirá el camino para que las semillas aún ocultas en el seno de la tierra broten, germinen, crezcan y fructifiquen.

Ustedes son el Fuego y ustedes son la Tierra, pero es importante no olvidar que el escenario del mundo es la pantalla donde se proyecta el misterio de su existencia. Así en la Tierra como en el cielo. El pan fue entregado, el pan fue dado, cabe ahora a ustedes perdonar las deudas.

La tentación ya no existirá cuando ya no seas el tentador. Tuyo es el reino, tuyo es el poder, tuya es la gloria. Por los siglos de los siglos, Om, así es.

Mi amor por ustedes es incalculable. Más antigua que la Tierra, marcada está en el peso de mi espalda, más antigua que la Tierra es la historia de amor que nos une y mucho antes de que el sol haya comenzado a brillar, yo ya era su Madre. Ustedes son hijos de mi vientre, células de mi cuerpo y, como flores depositadas en el jardín de los muertos, yo los he traído hasta aquí. Cumplan la promesa que me han hecho, ábranse, flores mías y dejan que su perfume impregne este templo de muertos y devuelva la vida.

En ningún otro lugar ustedes me encontrarán a no ser en el calor de su aspiración y el ardor de su compasión. Es en el brillo de sus ojos que verán la nota cristalina de mi risa. Es en la carne macilenta del desesperado y del afligido que ustedes sentirán la gloria de mi cuerpo. Es en el cielo de tu alma que verás mi corazón como un sol encendiendo el tuyo.

Por un tiempo y mitad de un tiempo mi voz se silenciará en el mundo de las formas. Por un tiempo y la mitad de un tiempo los invito a oír mi voz allá donde los ángeles cantan. Por un tiempo y mitad de un tiempo, el mundo será lanzado en probación, Por un tiempo y la mitad de un tiempo les recuerdo: yo los engendré como guerreros valeros que jamás voltearan la espalda ante el llamado al servicio.

El Fuego desciende a la Tierra y ustedes son los vasos elegidos para que ese Fuego los llene y toque la Tierra con más amor y menos ardor. Si en ese proceso ustedes deben quemarse, sepan: este dolor tiene un precio inestimable. Si en este servicio ustedes deben quemarse, sepan: yo recogeré sus cenizas, soplaré sobre ellas mi aliento vivo y los devolveré a la gloria de las mansiones celestiales. No importa cuál sea el precio a ser pagado, es el deber para con vuestra familia, para con sus hermanas y hermanos, soportar el ardor del Fuego y hacer que toque la Tierra con más amor y menos ardor. Después de la ola, les prometo que me comprenderán y entenderán mejor mi designio y mi propósito hacia ustedes.

La voz que les habla no es la voz de un ser. Las palabras que escuchan no son emitidas por ninguna persona. Esa es la voz de nuestro amor, esa es la voz de nuestro encuentro.

Yo los amo, de verdad, en todos los niveles de mi ser, allá donde yo no soy otra cosa sino ustedes y aquí donde yo soy sólo una vieja ignorante que le gusta jugar con hierbas, hacer humo y contar algunas historias para  mis hijos y mis hijas. En cada una de mis células, sólo hay amor por ustedes y una certeza incondicional e inquebrantable de que no van a vacilar, de que ustedes soportarán el ardor del Fuego.

Yo les dejo un regalo, un regalo que deben abrir en la oscuridad de la noche, pues sólo la luna de sus ojos puede testimoniar lo que este presente guarda para ustedes. Cada noche precede al día, toda prueba precede a la victoria y toda tempestad precede a una rica cosecha. Ustedes son el fruto, son el segador y son el Fuego, ustedes son la Tierra,  son el vaso, ustedes son el encuentro.

¡Hasta cualquier momento! Hasta todos los momentos si en la serena vigilancia ustedes reconocen que el encuentro ocurre aquí. ¡Aní Maritumi!


Mensaje canalizado por Shylton Dias. Transcripción hecha por colaboradores del Portal Aranduh - portalaranduh.blogspot.com

Traducción: H.N.