Audio
Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel del Retorno. Bien amados del
Uno, antes de que mi canto resuene en vuestro corazón, instalémonos juntos en
el silencio eterno de las profundidades y de la Verdad. En esta reversión, nos acogemos.
…Silencio…
Bien amado del Uno, vengo hoy a proponer mi Presencia en tu Presencia, en
las profundidades y en el íntimo de lo que eres, y obro en ti para poner fin a
las palabras y a los males, para permitirte reencontrar lo que siempre fuiste más
allá de toda forma, como más allá de toda palabra. Vengo a despertar en ti el
verbo de la Verdad, el que te hace pasar de lo superficial a lo profundo, de la
Ilusión a la Verdad, llevándote, más allá de la forma como más allá del mundo,
hasta tu morada de Eternidad, ahí donde ninguna palabra ni ninguna expresión
puede faltar en el silencio y en la vacuidad. Vengo a suavizar y a facilitar la
emergencia en este mundo de lo que eres más allá de la forma, dándote a probar
la ligereza de la Verdad, así como la Felicidad nueva e inédita en el seno de
este mundo.
Entonces, en nuestra Presencia Una, en este espacio donde mis palabras, más
allá de su significado, sólo tienen una única función, la de tocar, más allá de
toda palabra, el núcleo de tu eternidad, llevándote a deponer las armas de la
lucha y el escudo que obstruye la Verdad. Este escudo de tu mental, de tus alegrías
y de tus penas en este mundo, no puede rivalizar con la felicidad de la
Libertad.
Entonces te invito, en este instante y a partir de ahora, en cada momento
como en cada lugar, dondequiera que estés, en el corazón de la historia, como fuera
de toda historia, con el fin de proclamarte y declamarte lo inefable de la Felicidad
y lo inefable de la Verdad, que ninguna verdad de este mundo podría aproximar
ni siquiera revelar.
Entonces, he venido a proponerte acogerte en verdad, más allá de la forma
como en toda forma, en este mundo como en todo mundo, y más allá incluso de los
mundos más etéreos. Entonces reviértete, ahí donde no hay ningún momento ni
ninguna distancia más eficaz que el instante presente, donde se revela, en el
silencio de tu persona y en la vivificación de tu alma, la verdad del Espíritu,
la que eres antes de cualquier forma.
He venido a invitarte, ahora que todo lo que tenía que ser cortado lo fue,
a cicatrizar tus heridas y a secar tus lágrimas, reemplazándolas entonces por
las cicatrices indelebles del Fuego del Amor y por las lágrimas de felicidad,
por finalmente haberte reencontrado.
He venido a invitarte a dejar de alimentar lo que es falso, con el fin de que
nunca más experimentes el hambre ni la sed, con el fin de que ninguno de tus
sentidos en este mundo pueda alterar los nuevos sentidos, los de tu eternidad. Ahí
está tu coronamiento, ahí donde por fin tú mismo puedes decir, en tu íntimo: «Soy
la Vía, soy la Verdad y soy la Vida», llevándote a constatar y a realizar que
más allá de tu persona no hay ninguna otra persona, que más allá de tu historia
están todas las historias, resolviéndose sin historia y sin miedo en el
principio último de la Unidad y de la Verdad, ahí donde todo es canto, ahí
donde todo es silencio, ritmando la conciencia libre de ver y de vivir lo que quiera,
sin olvidar nunca lo que eres antes de la forma.
Vengo a sembrar y a informar lo íntimo de tu corazón, adornando de mi
Presencia el regreso de Aquel que viene ahora como un ladrón por la noche,
encantándote en el Espíritu de la Verdad y en la felicidad indefectible e
incondicionada de esta ligereza y de esta belleza.
Entonces, estés donde estés, sea cual sea el momento en que me oigas o me
leas, no olvides que más allá de lo aparentemente formal existe lo invisible, que
en estos momentos se vuelve cada vez más visible para ti, permitiéndote
entonces extraerte de la pesadilla, o del mal sueño, de la ilusión de este
mundo, llevándote a liberarte de cualquier ley y de cualquier condicionamiento
querido por este mundo o por ti mismo, porque ahí donde estás, en verdad, no
hay nada que querer, no hay nada que desear, tampoco hay nada que demostrar,
porque en este íntimo de tu corazón, sólo hay la Evidencia, sólo hay lo que es
justo, ahí donde ninguna sombra puede ser detectada ni siquiera imaginada.
El Arcángel Mikaël, habiéndome pasado el testigo, me permite entonces
alumbrar la habitación íntima del silencio, la habitación de tu eternidad, ahí
donde vives, independientemente de la forma o de la experiencia que sea, la
alegría de lo que nunca puede pasar y nunca puede morir. Entonces me dirijo a
ti que renaces de tus días y que renaces de tus noches, en el seno de la luz de
la Verdad.
No olvides que más allá de lo que oigas y más allá de lo que entiendas de
mis palabras y de mi silencio, sobre todo está el fin de todas las palabras y
el fin de la Ilusión. Acuérdate, no necesitas nada más, ni para llevar, ni para
cargar, ni para eliminar, sólo reconocerte en la Verdad, ahí donde ninguna
reivindicación del efímero puede alterarte o moverte, ahí donde el Fuego Ígneo
te consume en el Amor inefable de Cristo, ahí donde sellas y te unes al
juramento de la Verdad reencontrada, ahí donde nada puede ser quitado, ahí
donde nada puede ser tomado porque todo ahí es don y todo ahí es Evidencia y
Transparencia.
Entonces el Fuego Ígneo obra, consumiendo lo que no tiene lugar de ser en
el seno de la Verdad y que no admite ninguna ausencia ni ninguna mentira, ahí
donde sólo la Felicidad y el Amor son tu testigo, ahí donde la Felicidad y el
Amor no son travestidos por ningún discurso, ahí donde las palabras no pueden
alcanzarte, ahí donde sólo el silencio pone fin a las palabras.
Déjate revertirte con evidencia y con gracia, ahí donde verdaderamente te
ves, más allá de los sentidos como más allá de la mirada, ahí donde tus ojos se
abren, donde ninguna palabra puede cantar en este mundo la belleza de esta
Verdad, y donde sólo el Coro de los Ángeles es el testigo, ahí donde la melodía
de la Vida no puede acomodarse con ningún obstáculo, ni con ningún marco.
Entonces llámame como yo te llamo. Entonces respóndeme como yo te respondo, con
la misma proximidad y la misma evidencia, ahí donde no hay ningún límite, ahí
donde todos los imposibles son la permanencia.
Escucha y oye el Fuego Ígneo que crepita centelleando en tus oídos, golpeteando
tu cuerpo con su efusión de Amor. Ahí, inmediatamente, sin esfuerzo y sin voluntad,
se vive la reversión que te lleva de manera ineluctable de regreso a la Verdad,
de regreso a la Evidencia, ahí donde ninguna interrogación puede nacer y donde
ningún freno puede ser activado. Alcanza la ligereza anterior a toda densidad, alcanza
la felicidad del Amor que eres, que no conoce ninguna contención ni ningún
ornamento.
Entonces vengo a alimentar este fuego ardiente que te consume de Amor,
despertándote de todo sueño como de todo deseo, porque en el íntimo de tu
corazón, en este Corazón del Corazón, cuando canta el Coro de los Ángeles en
tus oídos y cuando el Fuego Ígneo te consume, dándote a pasar en verdad del
efímero al Eterno, ahí donde no hay ni pérdida ni duelo, ahí donde todo se
resuelve por la Gracia y la Inteligencia de lo que eres...
En el ritmo de mis palabras, las palabras de tus pensamientos ya no pueden
encontrar ningún agarre, la conciencia contenida en este cuerpo ya no puede
adherirse al sentido de ser este cuerpo, al sentido de ser esta vida, y te
permite descubrir, más allá de todo concepto y de toda idea, que sólo puedes
ser la Vida en su entereza, ahí donde ninguna distancia puede existir y donde
el tiempo ya no presenta ningún ultraje ni ninguna resistencia, porque todos
los tiempos y todos los espacios están incluidos.
Entonces, en la escucha y en el entendimiento de lo que eres, por tu
Presencia y mi Presencia unificadas, acogemos a los Ángeles y a su Coro,
acompañando lo que desde el punto de vista de la persona nombras Resurrección y
que, desde nuestro punto de vista ‒ el de la Eternidad ‒, en definitiva sólo es
un reencuentro, una unión de libertad, una unión mística de todas las formas
que has recorrido y todas las formas que recorren la totalidad de los mundos, de
los universos como de los multiversos, ahí donde todo es Uno sin ninguna distinción
y sin ninguna hesitación. Porque en la Felicidad no puede existir la menor
incertidumbre ni el menor futuro, así puedes decir que todo está cumplido en cuanto
el Espíritu de la Verdad es tu verdad, más allá de todo travestismo, de todo
traje y sobre todo de toda palabra, ahí donde no tienes nada que concebir, ahí
donde no tienes nada que probar ni demostrar, ahí donde la evidencia de la Felicidad
nunca puede desaparecer, poniendo fin a las sucesiones de alegrías y penas de
este mundo que sólo conoce el duelo y la pérdida, de manera irremediable, donde
sólo el recuerdo y la memoria de algún pasado que tampoco existe, te da a atarte
y a encadenarte al marco de este mundo, al marco de la Ilusión.
Hoy, en este tiempo, sólo depende de ti el no atarte a nada más, el no
creer poseer nada más, porque todo lo que es efímero y que posees al final te
posee y te aliena todavía más. Estos tiempos se han cumplido porque todo se ha
cumplido. El tiempo de la Resurrección, de tu promesa, ahora está activo en ti,
en cada uno de ti con la misma intensidad; sólo es función de la velocidad, que
sólo es función de tu cantidad y de tu calidad de acogida de la Verdad que no
conoces.
Reencontrando la inocencia del niño y tu espontaneidad, no hace falta
ninguna otra muleta en estos tiempos tan precisos que se han abierto ante ti, hace
algunos meses de tu tiempo terrestre. Te queda por escuchar y por oír lo que te
dicen todas las formas en el seno de los mundos libres, que sea en el seno de
los pueblos de la naturaleza de tu mundo, como con cualquier Presencia
manifestando la Libertad y la Felicidad, ahí donde ningún esfuerzo es necesario,
ahí donde no hay nada que preservar, ahí donde ningún temor ni siquiera puede
ser pensado.
Así es la magnificencia de la Felicidad, dándote entonces a perpetuar la
gracia de este estado donde ninguna acción es necesaria. Dejando venir hasta ti
la Vida, dejarás también venir hasta ti tu niño interior y podrás decir, tú también:
«Dejad que vengan a mí los niños», sin ninguna distinción y sin ninguna preferencia,
con la misma capacidad de acogida y de don, sin ninguna reticencia, de la manera
más natural y más evidente.
He venido, por mi Presencia, a cicatrizar lo que el Arcángel Mikaël ha cortado
en ti y, más allá de toda pena o de todo duelo, aunque no lo entiendas, esto fue
necesario con el fin de que nunca más tengas que vivir y afrontar el duelo de
algo o de alguien, porque todo está ahí y nada puede ser quitado.
Entonces se realiza la felicidad del reencuentro. Más allá incluso del
proceso de disolución de tu conciencia efímera y más allá incluso de la emergencia
de tu supraconciencia y de tu cuerpo de Eternidad, hay, en lo íntimo de tu
corazón, la evidencia de lo que está ahí, y que sólo espera tu mirada y tu regreso
en ti mismo, con el fin de demostrarte la evidencia de lo que eres, más allá de
todo pensamiento, ahí donde todo está completo y ahí donde todo es perfecto.
Te invito pues a la perfección, no de tu vida sino a la perfección de la
Vida, que no conoce nada de tu vida y que sin embargo es lo que eres, porque
todo se ha cumplido y porque los tiempos han llegado, y porque incluso la idea
de contar o de descontar no puede aparecer en ninguna fecha o en ninguna percepción,
ahí donde estás tranquilo, ahí donde eres verdadero.
Entonces he venido a alumbrar este último paso para que éste se realice en
la más grande de las dulzuras, y en la más grande de las evidencias. Sin
embargo sigue con tu camino en este mundo tal y como la Vida lo organiza,
porque ya no estás al mando de nada, si no es de lo que eres y que no es un
control sino más bien un relajamiento, ahí donde la pregunta acerca de la
confianza no tiene lugar de ser, ahí donde la pregunta acerca del bien y del mal
no puede ser vivida ni siquiera pensada.
Entonces te invito a esas numerosas moradas, que son todas las moradas de
la Paz, las moradas de la Eternidad, esta morada que no es una casa ni un lugar
cerrado sino que es simplemente la certeza de la Verdad que no necesita ninguna
palabra, y que ya no necesita ninguna palabra en el seno de este cuerpo como en
el seno de tus pensamientos.
Entonces sigue, de camino hacia el íntimo de tu corazón, ahí donde ya no
necesitas ni referencias ni ninguna certeza exterior, ahí donde no hay más
distancia, ni siquiera ningún objetivo, porque todo es percibido en el mismo
lugar y en todos los tiempos.
Déjate transportar por estos transportes de Felicidad y de silencio, y de danza,
ahí donde todo reside, ahí donde todo es posible, en total libertad, ahí donde
ninguna ley puede reemplazar la ley del Amor, porque la ley del Amor, la ley del
Uno, es la única ley donde todas las demás se vuelven superfluas e inútiles.
Entonces te invito hoy, tú que no has vivido nada ni has percibido nada, como
tú que vibras desde hace poco tiempo o desde hace tantos años, a dejar que se
finalice por sí solo lo que has empezado hace algún tiempo o hace más tiempo.
Sigue estando presente de manera plena y entera a este mundo, si la
presencia de la Luz no ha previsto otra cosa para ti, y no olvides que lo que
vives no es nada más que la Vida reencontrada, poniendo fin a los males,
poniendo fin a la muerte como a todo nacimiento, ahí donde los tormentos del
tiempo no pueden imponerse, ahí donde ningún espacio puede ser encerrado, ahí
donde ninguna duda puede subsistir.
Entonces la Vía, la Verdad y la Vida cantan en tu corazón el canto de la
Libertad, como canta en tus oídos la felicidad de los Ángeles de la Fuente de
Cristal desplegada, ahí donde no tienes nada que poseer, ahí donde no tienes nada
que preservar.
Entonces, en este instante en que me oyes, déjate guiar hasta el Corazón de
tu Corazón, porque en este lugar que se desvela y se vive, no existe ninguna reticencia
ni ningún obstáculo a esta Felicidad, que es la primera manifestación anterior
a tu forma emergiendo de la Fuente.
Deja obrar los Talleres de la Creación, deja obrar la Luz que esculpe tu
eternidad reencontrada. Aquí mismo, en la Ilusión donde te despiertas, aquí mismo
en lo falso de tu forma encuentras la Verdad, sin ningún esfuerzo, porque no
tiene que ser buscada sino sólo ser realizada.
Dándote a ti mismo, recibes el don eterno de lo que siempre fuiste. A pesar
de las apariencias y a pesar de los males, a pesar de los sueños ilusorios de
este mundo, sueño dentro del sueño, que este sueño dentro del sueño sea el
sueño espiritual de libertad, que este sueño dentro de este sueño sea
simplemente la preocupación de mejorar y de bonificar lo que sea.
Recuerda que ahí donde nunca has nacido, no hay que hacer ningún esfuerzo, sólo
está la ligereza del don, la ligereza de la Vida, ahí donde todas las vías son
la Vía, ahí donde todas las verdades sólo pueden ser una única Verdad, la que
fue nombrada «Absoluto».
Estoy contigo porque yo soy tanto tú como tú mismo. No juzgues la forma
porque ya no hay distancia ni velos que puedan engañarte o ilusionarte todavía
más.
He venido también a mostrarte que ahí donde eres en verdad, no hay nada más
que ver que la magnificencia del Amor y de la Felicidad, ahí donde nada puede estar
sufriendo o faltando porque todo es evidente, porque todo es percibido más allá
de la percepción, porque directamente vivido en la conciencia que ha
reencontrado su fuente.
Así, reencontrando tu cielo en este mundo, este mundo sólo puede unirse a su
cielo. Así que no te dejes abusar por ninguna historia, apariencia o palabra
que sea, descansa en la Felicidad, porque hay aquí, en este íntimo de tu
corazón, una densidad tal que no puede haber otra cosa que la vivencia de la
ligereza, porque la densidad del Amor y de la Felicidad, sin mancha y sin
sombra, es de una presencia tal y de una
evidencia tal, que ya no existe ninguna posibilidad de luchar, de oponerse o de
restringir la Verdad, pienses lo que pienses, digas lo que digas, quieras lo
que quieras, porque sabes que en este lugar, en este íntimo, en esta
profundidad, en este Corazón del Corazón, no hay ningún sitio para lo que pasa,
y están todos los sitios para lo que permanece para siempre y que permite todas
tus formas y todas las dimensiones con la misma comodidad, con la misma
facilidad, poniendo fin y permitiéndote olvidar todo lo que pertenecía al sueño
en el seno de la Ilusión.
Tal y como lo vives en este mundo, todo allí es esfuerzo, incluso en la
ligereza de tu corazón, porque todo allí es desgaste y todo allí es consumo,
mientras que la consumación de Amor no puede consumir nada, porque, como Él dijo:
«Encontrándote, nunca más tendrás sed». Así es el Agua de Vida, el Agua de arriba
que viene a fecundar y más que sembrar, viene directamente a poner al desnudo,
sin ninguna gestación, a la Verdad.
Entonces deja que el Fuego Ígneo transforme tus Coronas en unas coronas de
Gloria, deja que tus células de este cuerpo en el cual estás, crepiten y canten
también el canto de la Libertad.
La Gracia de la Vida en su acción, viene a colmarte de gracias a partir del
momento en que dejes de apegarte a la ilusión que sea, a partir del momento en
que aceptes verte y oírte más allá de cualquier ruido de este mundo, como de cualquier
concepto de este mundo, ahí donde estás solo y sin embargo no experimentas
ninguna soledad porque todo ahí está incluido y todo ahí está presente, ahí
donde el Impersonal toma todo el espacio y toda la facilidad porque es lo que
eres. En verdad te digo, en verdad lo vives, sin ningún esfuerzo, sólo abriendo
y acogiendo sin ninguna restricción ni ninguna condición la verdad de tu
eternidad, en tu corazón donde no hay ningún sitio para lo que viene de la
cabeza, porque hoy, por la gracia de la ascensión de la Tierra, tu corazón se
une a tu cabeza con el fin de que la cabeza sólo sea un ejecutante de lo que te
dicte tu corazón con evidencia y facilidad, ahí donde no hay necesidad ni de
preguntas, ni de ninguna elección, ni de ninguna discusión posible.
Entonces el Fuego Ígneo, impulsado por Lord Metatron y amplificado por mi
Presencia, revela su majestad que, te lo recuerdo, es Evidencia, porque nunca
esta palabra, entre las palabras que te quedan, es tan próxima a lo que puede
ser dicho y vivido, cambiándote por supuesto de los modos de funcionamiento en
el seno de este mundo donde nada es adquirido, donde nada es evidente, y donde
el don mismo es limitado por las contingencias de este mundo porque todo allí es
depredación, porque todo allí es posesión, porque todo allí es seducción,
porque todo allí sólo pasa antes de morir. Tú, no eres nada de todo esto. Haya
sido lo que haya sido lo que nombras tu «pasado» en el seno de este mundo, sean
cuales sean tus conocimientos de este mundo, no te son de ninguna utilidad ante
la evidencia de lo que eres, porque, en este íntimo, no hay nada que travestir
porque ahí todo es aparente y nada puede ser ocultado, exactamente a lo opuesto
de este mundo donde todavía tus pies están puestos.
Recuerda que no hay ningún punto de comparación posible, ni ningún punto de
apoyo en el seno de este mundo, que te permita explicarlo, que te permita
disertar, y que simplemente te da a acoger lo que eres, esta Gracia y esta Felicidad.
Entonces el Fuego Ígneo progresa, abrasando las Estrellas de tu cabeza,
abrasando las Puertas de tu cuerpo, desvelándote el cuerpo de Eternidad que
percibes y en el cual empiezas a vivir. Pienses lo que pienses, sientas lo que
sientas, o no sientas, esto está ahí.
Así la sanación última, la del apego a la Ilusión, es consumida por el Fuego
Ígneo y también por el Coro de los Ángeles.
Ve y oye más allá de estas palabras que salen en este instante, de estas
palabras que lees, con el fin de poner al desnudo más allá de cualquier
sentido, la esencia que te lleva hasta ti mismo.
Entonces tu corazón, no el que palpita en tu pecho sino el de cristal, este
diamante perfecto, toma el relevo de la alternación de tu corazón de carne, ahí
donde no hace falta ninguna contracción porque todo ahí es don permanente, ahí
donde no hay ningún vaivén porque todo ahí es persistente, con la misma intensidad
y la misma igualdad.
Déjate consumir porque la consumación es Felicidad, diga lo que diga tu
persona que teme el fuego, porque pone fin a la forma, este fuego es bendición
y no es sufrimiento, sólo quema las ilusiones, sólo quema lo que pasa, y tú ya
no pasarás nunca más porque permanecerás en la eternidad de la Felicidad. Sea
cual sea la forma en el mundo, te has reencontrado, ya no necesitas ninguna
historia, ni escribir ni cumplir ningún guion en el guion del fin de la
Ilusión, sólo tienes que estar ahí. Y estar ahí, presente a ti mismo, tiene
otro nombre para tu persona, esto se llama humildad, que sólo puede ser
cumplida en la Infancia y en la espontaneidad, ahí donde como te dije, ninguna
reticencia es necesaria, donde ningún obstáculo puede oponerse o contradecir
esta verdad total y absoluta.
Entonces el Fuego Ígneo te bautiza en el Espíritu de la Verdad, entonces el
Fuego Ígneo pone fin y pondrá fin a cualquier sentimiento de pérdida, porque al
quitarte de la Ilusión, no te quitamos nada y no te quitas nada, te restituyes a
ti mismo sin que nada pueda faltar. ¿A qué esperas para ser esta perfección
desconocida en este mundo, y que sin embargo se revela de una manera cada vez
más impactante y más evidente? Es cierto que a través de unas disoluciones de
las estructuras de este mundo pero sobre todo, antes de cualquier cosa, por la
emergencia concreta de la Luz, ya no solamente en el seno de unas partículas o
de unas formas como con los pueblos de la naturaleza, sino que en ti mismo,
como en todo lo que miras y ves más allá de las apariencias y más allá de las
mismísimas condiciones de este mundo.
Permanece simplemente aquí y ahora. Entonces la claridad se hace en esta
profundidad y en esta precisión, todo es visto, todo es asimilado y entendido
más allá de toda comprensión, de todo análisis y de toda pregunta.
Entonces déjate consumar en la alegría del Amor redescubierto. No frenes
nada con el fin de que cualquier temor, cualquier hesitación y cualquier duda, ya
ni siquiera puedan ser evocados, desapareciendo definitivamente.
Y recuerda que en esta consumación del Fuego Ígneo, realizas la unión más
perfecta y más sublime de lo que eres con lo que creías ser, sin ningún esfuerzo
y sin pedir nada, porque es lo que se te debe y esto es tu don.
Y ahí, la Paz previa a la Felicidad te llena con su silencio, y ahí el Fuego
Ígneo se vuelve una caricia en la Verdad de lo que eres, dejándote entonces
consumarte con más ardor y más ligereza, porque en este fuego nada es quemado
si no es la Ilusión misma, porque en este Fuego Ígneo, sólo hay belleza y
evidencia, de la Felicidad, del Amor, de la Luz y de la Vida.
Entonces a partir de hoy puedes apelar a mí, a partir del momento en que me
hayas oído o me hayas leído. No puedo recorrer el camino, lo que queda de el,
en tu lugar, pero puedo alumbrar los contornos para simplemente reforzar lo que
podrías nombrar tu fe, antes de que ésta sea reemplazada por la Evidencia que no
necesita ninguna fe, ni ninguna creencia, ni ninguna esperanza, para que tú
también puedas decir: «Padre, encomiendo mi Espíritu entre tus manos». Llevándote
a entender que el único Padre que haya es la Fuente, no la ilustrada en tus
cielos en lo que fue nombrado Alción, sino que en tu corazón, porque todo esto
también está en tu corazón, pero no podía alcanzar la conciencia de tu persona.
Te invito a nombrarme, sin ningún ritual ni ningún dogma, en la
espontaneidad de la Infancia y en la inocencia, con el fin de observar y de estar
presente en tu última reversión. Ha llegado el momento de salir de la tumba porque
este mundo no es nada más ‒en sus apariencias como en sus fundamentos‒ que una
tumba porque allí todo muere. Es cierto que todo vuelve a nacer, pero cada vez perdiendo
el recuerdo de la continuidad de la no-interrupción de la Felicidad y del Amor
como en toda conciencia, como en todo cuerpo y en toda dimensión. Es esto lo que
fue el Juramento y la Promesa que hoy puedes realizar totalmente, sin ningún
requisito previo y con la única condición de acoger sin ninguna restricción y
sin ninguna duda, lo que únicamente pide ser reconocido y que sólo pide tu
reconocimiento.
Entonces el Fuego del Amor puede consumar las ilusiones y hacer revivir, en
la Verdad, la llama de Eternidad que eres. En cada uno de ti estoy presente, en
cada uno de ti estoy listo para alumbrar lo que podrías nombrar «camino» pero
que no es nada más que la vía del Amor que mora en tu Corazón del Corazón.
Déjame reunirme contigo con el fin de que tú también puedas reunirte
contigo mismo, porque tú y yo somos Uno, no como una idea o un pensamiento sino
como la Verdad vivida y asentida, porque en ello el Amor incondicionado es
omnipresente, poniendo fin a los tormentos de las condiciones del amor en tu
mundo, donde la pérdida siempre es el final de cualquier amor. Te invito al
Amor donde nada puede ser perdido, te invito al Amor que no conoce ninguna
condición; el Fuego Ígneo que arde en ti es el testigo.
En esta consumación de Amor, todo ahí está perfecto a partir del momento en
que tus últimas reticencias y resistencias ya no puedan obrar más ante la
majestad y la belleza de esto. Sólo depende de ti el mirar y el posicionarte en
el único lugar que sea verdadero y que ahora está presente para cada uno,
hermanos y hermanas humanos de la tierra. Aunque no vivas nada y aunque lo
niegues, la Evidencia se hará tan pronto veas la señal en el cielo y tan pronto
María te haya llamado.
Pero no esperes ese momento, ya está ahí para cada uno de ti antes de que se
vuelva, en un momento dado del final de este tiempo, la realidad colectiva a la
cual nadie podrá sustraerse, porque este juicio final no es el fin del mundo,
sino el fin de un mundo, el fin de una experiencia que sólo ha aportado
sufrimiento y esperanza. Te propongo la Libertad, ahí donde está la Verdad.
Ha llegado el momento ahora de reducir mis palabras, de espaciarlas, con el
fin de que nos lleven al silencio de la consumación de tu corazón efímero, con
el fin de que cada una de las células de este cuerpo efímero se disuelva y deje
el sitio a los circuitos de la Eternidad que son tuyos, en tu cuerpo de
Eternidad.
Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión, en el Aquí y Ahora
de tu Presencia se realiza la alquimia del Fuego de la Verdad, ahí donde no
tienes nada que perder, ahí donde no tienes nada que pedir ni nada que esperar,
porque todo está ahí.
Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel
de la Reversión, y te invito a estar presente en tu eternidad incluso antes de
que la consumación colectiva de este mundo sobrevenga. Soy la prueba en ti de
tu eternidad reencontrada, de lo que eres más allá de cualquier travestismo.
Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel
de la Reversión, a partir de ahora los cuatro Jinetes obran conjuntamente y tocan
la misma partición, la de la liberación.
Soy Uriel, soy tú y acojo tu
Presencia, que es para mí una bendición, y acojo tu Presencia que es para mí la
majestad de la Felicidad, y te digo: «Hasta siempre». Despiértate, el tiempo de
los tormentos y de los sufrimientos por fin termina, nunca más habrá un fin tan
pronto hayas renacido. Te bendigo en tu eternidad, te bendigo en tu Presencia
como en tu Ausencia.
Hasta siempre en la Eternidad
reencontrada. Permanece en silencio conmigo con el fin de comulgar.
…Silencio…
Regreso ahora al silencio y a la
evidencia de tu corazón.
…Silencio…