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martes, 12 de diciembre de 2017

MARÍA



Soy María, reina de los Cielos y de la Tierra. En este día de vuestro nuevo nacimiento en la pureza original de vuestra concepción, me dirijo a vosotros para deciros cuan cerca estáis de la Liberación, llevándoos a revelaros en vuestra Plenitud, en un movimiento de Éxtasis que os vincula al plano vertical y pone fin a los esquemas repetitivos que os han encerrado y esclavizado hasta ahora.

Vuestro niño interior se revela en su Verdad, para entregar el mensaje que emana desde lo Más Poderoso de lo que él es, a saber: AMOR.

Porque se trata efectivamente de un renacimiento al AMOR que os libera definitivamente de vuestras cadenas efímeras, y que os devuelve vuestra Libertad para así explorar el Infinito de vuestras Presencias y que os vinculan al Absoluto de lo que Sois, en definitiva.

El camino recorrido se revela magnífico, porque detrás de las apariencias de los muchos caminos, este camino iniciático os llevó a las puertas de vuestra propia Crucifixión, que lejos de la violencia que vuestras religiones pusieron en esta palabra, revela el sacrificio de vuestro ego en el plano horizontal, para permitiros revelar el Espíritu en el plano vertical.

A la intersección de esta Cruz, se encuentra el Silencio del Amor, allí donde la verticalidad y la horizontalidad se borran para dejar lugar a lo innombrable que, sólo puede revelarse en vuestro Corazón.

En este día en que la fiesta está en su pleno apogeo para celebrar vuestra Resurrección, vuestro regreso de entre los muertos del mundo facticio e ilusorio donde fuisteis sumergidos, os permite difundir a través de los mundos la onda de Vida, la onda de AMOR que emana de vuestro Corazón Eterno y sin embargo nuevamente nacido.

Este Corazón no será más que vuestra única verdad y única respuesta frente al desencadenamiento de los acontecimientos que se celebran y que se celebrarán en vuestro entorno personal, como en el paisaje exterior de vuestro mundo.

Así el AMOR tomará todo el espacio y sólo el Silencio de vuestras Presencias testificará la efectiva transmutación de vuestro mundo, que no es más que la transustanciación de la materia, que os devuelve hacia vuestra Eternidad, allí donde la materia en su conjunto se espiritualiza para de nuevo casarse en boda justificada con el resto de los mundos libres.

Mi Amor os acompaña en cada instante, como vuestro Amor acompaña este mundo en su parto a la Verdad, poniendo punto final a tanto desprecio.

Entonces allí donde habéis puesto la palabra vida, allí  donde habéis puesto la palabra muerte, se encuentra en lo sucesivo la única verdad de vuestra Eternidad, porque la vida y la muerte se consumen ahora en el absoluto de lo que Sois, en vuestro Fuego de Amor.

Así poco a poco van a borrarse todos los rastros de separación para que sólo quede la Dicha del Corazón reencontrado.

El Amor no será más que vuestra única verdad y no dejareis de atestiguarlo por la gracia que os es hecha, de caminar todavía por algún tiempo sobre este mundo, para verificar por vosotros mismos lo que os decía mi hijo: Buscad el Reino de los Cielos y el resto os será dado por añadidura.

Que os es ofrecido? es la gracia del Amor en profusión, la Dicha eterna y la plenitud de vuestra libertad.

He aquí lo que anuncia vuestra resurrección, vuestra vuelta a la Libertad incondicional, sin que no haya jamás alguna posibilidad de engaño, ni de marcha atrás posible.

Sois el Reino de los Cielos tan esperado. Así, sois el Amor que habéis buscado, y vuestra ascensión demuestra el redescubrimiento de esta verdad, a partir de la cual cada uno vais a encaminar vuestro nuevo destino

Así se acaban mis palabras, en la Dicha del compartir de Corazón a Corazón y en la revelación que vosotros y yo, una vez más, sólo hacen Uno.

Despliego mi Manto azul y os cubro de mi Silencio.

Soy María, y deposito una Rosa blanca en cada uno de vuestros Corazones inmaculados.