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Soy el
Arcángel Rafael, llamado el Arcángel de la “Curación”.
Bien amadas
Estrellas del Amor, permanezcamos ahora en un momento de Silencio, de Alegría y
de Endofanía.
…Silencio…
En estos
tiempos de liberación de la Tierra, vengo a vosotros y en vosotros, para traeros
el soplo de mi Presencia y de mi radiación, la que sana, la que alivia. Hoy, en
este período, vengo a deciros y anunciaros que la única curación posible es la
proporcionada por la Alegría. Ante cualquier tristeza, resistencia o
reticencia, en que os encontréis en este momento, os invito a que me llaméis y
me encontréis en vuestro corazón, para que el bálsamo de la Alegría ponga fin a
todo sufrimiento, así como a todo sentimiento de pérdida o de duelo de lo está
pasando, porque en estos días, solo la Alegría puede curar cualquier anomalía
de la persona, como vuestros hábitos, reticencias o posicionamientos. A partir
de ahora, únicamente la Alegría podrá borrar lo que se desvanece, de forma
natural, aunque a veces con ciertas reticencias, con ciertas resistencias.
En cada zona
de vuestro cuerpo, así como en cada parcela de vuestra vida efímera, el bálsamo
de la Alegría es accesible para haceros vivir y experimentar en vosotros y por
vosotros, la virtud activa y resolutiva de la Alegría, en cualquier situación,
en cualquier estado en el que os encontréis hoy. Acudir a mi radiación y a mi
Presencia desde vuestro corazón, os hará no solo experimentar la Alegría, sino
también verla en acción sobre cualquier sufrimiento que pueda quedar en vuestro
cuerpo, en vuestra carne o en vuestra conciencia.
La Alegría
se convierte, en estos días, en el único agente de curación de la Ilusión y de
sus últimas resistencias. No tenéis nada que hacer, solo constatar la acción de
esta felicidad en vuestro cuerpo y en vuestra vida, lo que os llevará a
descubrir la alegría incondicionada.
El poder de
vuestro Corazón de Eternidad está ahora presente en todas partes. Aunque no lo
veáis, aunque no lo sintáis, muchos de vosotros lo vivís así. No tengáis prisa
o deseo, solo llamadme en vuestro corazón. Entonces vendré a ayudaros en la
liberación de las contingencias de la materia de este mundo para que el Fuego
Ígneo, por el combustible de la Alegría, pueda consumir con evidencia lo que
está desapareciendo y deje finalmente que aparezca totalmente vuestra
eternidad, desde el momento en que María os llame, como ha sido el caso con algunos
de vosotros. Porque la Alegría os hará ver y percibir vuestro cuerpo de
Eternidad en sus movimientos, en su presencia y en sus manifestaciones, dentro
de vuestro efímero, tanto en vuestra carne como en vuestra conciencia.
Y así, la
Luz y la Verdad, no solo estarán presentes en vosotros, sino que se revelarán
como la única posibilidad y la única evidencia.
Allí donde
haya sufrimiento, dejad que la Alegría venga a llevárselo. Allí donde haya
resistencias, dejad que la Alegría las suavice. Allí donde haya dudas, dejad
que la Alegría las consuma con felicidad. Allí donde haya sufrimiento de la
carne, dejad que actúe la Alegría por ella misma. La Felicidad unida a la
sanación, a mi Presencia y a mi radiación, que solo es vuestro corazón que
encuentra su integridad y su plenitud.
La Alegría es no es solo la consecuencia de vuestra
eternidad encontrada, sino también el agente que actúa dentro de lo efímero, en
cualquier aspecto, para ayudar a la consumación, por el Fuego Ígneo, haciéndolo
a la vez más dulce y más intenso para que cada mirada hacia este mundo, en la
circunstancia o situación que sea, os haga ver y experimentar la verdadera
acción trascendente de esta Alegría incondicionada. En este nivel, no tenéis
nada que dirigir ni preguntar. Dejad simplemente que emerja la Alegría en
vuestro corazón en cualquier circunstancia.
Al llamarme, al resonar mi nombre, surgirá mi
radiación. No tenéis que pedir nada, ni hacer nada, únicamente ver cómo trabaja
y actúa la Alegría, independientemente de todo deseo y de toda condición.
Sea cual sea el sufrimiento de este cuerpo o de
vuestra vida, dejad que la Alegría os libere actuando de acuerdo con el Fuego
Ígneo aportando la ligereza a la consumación por el Fuego del Amor. Así pues,
se os ofrece la oportunidad de ver por vosotros mismos, la acción resolutoria
de la Alegría sobre cualquier elemento perturbador, presente en vuestra vida,
así como en la Vida.
La Alegría que mencionamos y manifestamos, no es solo
un sentimiento o una satisfacción de cualquier tipo, sino la Gracia del Amor en
acción, que viene para realizar la alquimia final de las últimas ilusiones, de
los últimos apegos, de las últimas costumbres y de los últimos
condicionamientos vinculados a vuestra forma y a su funcionamiento dentro de lo
efímero.
La Alegría de vuestro corazón, se trasmite también a
cada una de vuestras células y a vuestra cabeza, llevando vuestra reflexión a
un punto de no retorno; allí donde solo está presente la evidencia de la Vida,
allí donde solo está presente la evidencia del Amor, y todo lo que se opone a
ese Amor, se vea consumido y quemado en el fuego de la alegría, sin ningún
parangón. De este modo, algunos de vosotros alcanzaréis la última unión mística
con la desaparición total de lo efímero, en relación a vuestro vehículo de
carne y a vuestra conciencia ordinaria.
La Alegría, testigo del Amor, conduce el Amor, allí
donde se necesita. Es el momento en que el Amor encontrado en la profundidad de
vuestro corazón, dentro de este mundo, es solo pura Dicha, pura felicidad y
puro gozo. De este modo, se produce la curación final y definitiva de toda la
ilusión, así como de cualquier sufrimiento y de todo lo pasajero en el curso de
vuestra vida, para que nunca el duelo o la pérdida, puedan borrar la felicidad.
En la Alegría, nunca hay pérdida. En la Alegría, nada pasa realmente, porque
todo permanece en el instante.
He venido a pediros que me hagáis resonar en vosotros
para que dejéis el Amor encontrar el camino de la manifestación desde vuestra
intimidad hasta la periferia y el límite de vuestro cuerpo, así como de vuestra
conciencia efímera.
Esta Alegría es ahora, sobreabundante. La viváis o no,
solo depende de vosotros que esa felicidad trascienda y borre todo sufrimiento.
Y recordad que la Alegría no puede estar condicionada a cualquier circunstancia
o condición; es libre como lo sois vosotros.
La Alegría es curación total. La Alegría es el
antídoto, no solo de la tristeza, sino también de la ilusión, haciéndoos reír
burlonamente de los apegos, de vosotros mismos y de lo que os seduce y encadena
a la ilusión de la carencia, a la ilusión de un final de la vida, de las relaciones,
del trabajo o de otra cosa.
Soy el Arcángel Rafael, el que trae la Alegría, por su
aliento, a vuestro corazón y a vuestro entendimiento.
Porque la Luz y la Verdad, son a partir de ahora,
vuestra manifestación prioritaria, en este tiempo que termina en la Tierra.
Recordad que la Alegría que emana espontáneamente de vosotros, no necesita
palabras ni discursos, porque esa Alegría actúa en vosotros como un bálsamo,
pero también en vuestro entorno, en todas las circunstancias en las que ya no
podréis luchar y que os parecen frenar o limitar la manifestación de la verdad.
No es así, porque allí está la Alegría. E incluso, en lo más profundo de
vuestra tristeza, en lo más profundo de vuestro duelo o de vuestro dolor, dejad
actuar a la Alegría que acompaña a la Luz y al Corazón en su aparición dentro
de la Ilusión.
La Alegría de la que hablamos, la que experimentamos,
no puede estar condicionada a ningún resultado, a ninguna recompensa, sino
simplemente a representar la evidencia del Amor en acción, incondicionado,
incluso dentro de la Ilusión condicionada.
La Paz previa a la Alegría, puede encontrarse hoy, de
forma clara, ya sea durante el sueño, ya sea en momentos breves, cuando
decidáis sentaros y hacer resonar la llamada de mi soplo. Entonces yo estaré en
vosotros actuando y trabajando de forma natural. Ni vosotros ni yo, necesitamos
palabras. Ni vosotros ni yo necesitamos peticiones o explicaciones, sino solo
permitir que este bálsamo actúe siempre ante una postura de acogida
incondicional de la Luz y de la Verdad. La acogida, sin restricciones, de lo
que tal vez es desconocido para vosotros, y que desde el momento en que se
revele, os aparecerá como el único conocimiento verdadero como parte de lo que
sois y que siempre ha estado ahí, aunque lo hayáis ignorado, aunque no lo
hayáis encontrado.
Instalaos en la Paz, en cuanto tengáis ocasión.
Situaos allí, no pidáis nada. Dejad simplemente que primero la Paz y
seguidamente la Alegría, sean el bálsamo activo y sanador en vuestro cuerpo y en
vuestra conciencia efímera, no para resolver y estar mejor dentro de este
mundo, sino para deshacer definitivamente los restos de la ilusión, que os
permitirá estableceros en la Alegría y en el Amor incondicionados los dos, que
no dependen de ninguna circunstancia de vuestra vida, de vuestra persona, de
vuestro cuerpo o de cualquier calendario.
Entonces, aparecerá en vosotros la Alegría, si no es
ya el caso. Una Alegría que no necesita soporte, ni motivo, que no necesita objetivos
ni definición. La mejor prueba para vosotros, aunque no percibáis nada al nivel
vibral, energético o de visión, es que notéis el alivio y la sanación de
cualquier duelo, de cualquier pérdida, de resistencia o de hábito. Recordad que
no hay una técnica especial, simplemente situaos en la paz unos instantes, sea
cual sea el dolor y en ese momento haced resonar mi soplo.
La Alegría, lo mismo que la Luz por sus partículas
adamantinas, soplará un aire nuevo, que pondrá fin a lo que se termina, en el
sufrimiento de este cuerpo, en su carne, así como en vuestros pensamientos o en
todo lo que afecta a vuestra persona. Ahí está la Gracia de los últimos tiempos
que os lleva simplemente a estar más preparados cada día, a estar más cerca de
esta evidencia del Amor.
…Silencio…
Mi radiación y mi Presencia, se extiende en cada uno
de vosotros, desde lo más profundo de vuestro corazón y desde el centro de
vuestra cabeza. En el momento en que estéis presentes, la Alegría se volverá
Evidencia. No olvidéis que esta Alegría, más allá de ser incondicionada, no
responde a ningún criterio de este mundo; es ante todo un bálsamo calmante que
pone fin a las últimas resistencias, a los últimos temores y a los últimos
apegos.
Hoy, no es necesario pronunciar más palabras ni dar
más detalles, sino simplemente os incumbe a vosotros, vivirlo, sin pedir nada,
ubicándoos en la paz del instante, sean cuales sean los sufrimientos o el
miedo, y hacer resonar mi radiación por mi nombre, en vuestro corazón y en
vuestra cabeza y dejar que entonces actúe, ese bálsamo de la Alegría, sin
importar la duración o la intensidad. Os será posible comprobar, a veces de
manera milagrosa y siempre de manera rápida, el aspecto resolutorio de esta
Alegría que es realmente el bálsamo que actúa dentro de lo efímero, que procede
de vuestra eternidad, que hace parar los motores de todo sufrimiento y
afirmaros en esa Alegría. Porque entonces, la sanación será total, al curaros
de toda atracción a la materia, liberándoos de todo sueño y de toda proyección
dentro de este mundo, haciéndoos ver las ilusiones de vuestros últimos temores
reflejados en los apegos a lo que sea o a quien sea para devolveros a la
libertad, a su redescubrimiento y a su aplicación dentro de los tiempos finales
de este mundo.
Silencio…
Porque en el espacio de la Alegría, se vuelve
superflua toda explicación y cesa toda justificación. Ningún sufrimiento puede
permanecer y eso se volverá cada vez más claro y obvio, si se os concede
tiempo, cada día que transcurra. Así pues, el fuego Ígneo que os consume está
acompañado de la Alegría, esa Alegría que os llena de certeza y evidencia y os
hace más livianos. Recordad que no hay discursos que pronunciar ni
explicaciones que pedir, simplemente hacer resonar el soplo de mi Presencia en
vuestra Presencia.
También en estos momentos, debido a las circunstancias
medioambientales de la vida social, os atañe también aplicar el bálsamo de la
Alegría para permanecer en la paz, sea cual sea el caos de este mundo,
permitiéndoos comprobar, además, que cuanto más estruendo haya en el mundo, más
estaréis en el gozo, no por ninguna desgracia, porque solo el ego ve
desgracias, sino porque la Liberación está en progreso, resituándoos entonces
en el Corazón del Corazón también.
Pero no olvidéis que aquí no se trata de pedir la
curación de este cuerpo, sino dejar que la Alegría cure todo sufrimiento. No
hay nada que pedir, porque la Alegría acompañada del Amor incondicionado y del
Fuego Ígneo no necesita vuestras peticiones, porque esta Alegría sabe dónde
colocarse, tanto en vuestra carne como en vuestro Espíritu, para actuar y
suavizar lo que parece necesitarlo, lo que debe calmarse, lo que debe ser
trascendido. En cualquier pérdida o duelo, vivido por la persona, yo represento
hoy en cada uno de vosotros, la sanación final, la que no permitirá el menor
desequilibrio o el menor retroceso.
Permitidme entonces, en este instante en que estáis
presentes, escuchándome o leyéndome, iniciar mi radiación cardíaca en todos
vosotros. No hay límite de número o de intensidad, porque todos somos Uno en
verdad y en totalidad, de ahora en adelante. Así que os digo, que la Paz, la
Alegría y el Amor, sean vuestra única verdad en cada aspecto de la Vida, en
cada minuto de vuestra vida.
…Silencio…
Por consiguiente, comprobaréis también que esta
Alegría elimina y erradica las últimas fluctuaciones de vuestro corazón, de
vuestro estado de ánimo, de vuestra vida, instalándoos entonces, en la
permanencia, en el equilibrio perfecto de vuestra manifestación, sea cual sea
el estado de vuestra vida, el estado de vuestro cuerpo, viniendo a magnificar
realmente y a sublimar todo lo que pueda quedar de carga, de peso o de
sufrimiento. Así que he venido a invitaros, desde este día, a que experimentéis
en vosotros mismos y por vosotros mismos.
Entonces, estáis invitados también, desde el instante
en que la Paz y la Alegría hayan aparecido, aunque no dure en un primer
momento, a que constatéis el efecto de dicha Alegría también alrededor de
vosotros. Eso no necesita palabras, no necesita explicaciones, no necesita
ninguna justificación. En la Alegría no hay ninguna violación de la libertad de
cada uno, no hay ninguna alteración que se pueda hacer. Por tanto, permitidme
de nuevo, en el silencio de mis palabras ahora, diciéndoos ahora y para siempre
en la Eternidad, resonar mi Presencia en vosotros y revelar mi radiación.
Silencio…
Soy el Arcángel Rafael. Desde el momento en que me
hayáis oído, desde el momento en que me hayáis leído, os pido simplemente que
os situéis en la paz unos minutos, sentados o tendidos, sin pedir nada sino
simplemente, dejando aparecer la Alegría, bálsamo perfecto de curación de lo
efímero, es decir, su desaparición.
Silencio…
Soy el Arcángel Rafael. Os saludo en la Paz, en la
Alegría y en el Amor.
Silencio…
Siempre, en cada uno de vosotros, en la Eternidad.
Silencio…