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Mi amigo, mi amado, en tu presencia, estés
donde estés, estoy contigo y yo soy tú.
Ha llegado el momento, acuérdate, de
volver a encontrar lo que eres en verdad y en eternidad. El tiempo del
Juramento y de la Promesa se revelan en ti. En el Corazón del Corazón, habiendo
encontrado la Fuente de tu Fuente, convirtiéndote en lo que soy, te acojo en mi
seno, al igual que estoy en tu seno. Entonces, mi amigo, mi amado, en el
silencio y en la paz de este instante, que dura cada instante y cada tiempo, en
el silencio de la verdad, dejemos la Paz, la Verdad y la Eternidad, aparecer en
este lugar como en el lugar de tu corazón, con la misma igualdad y con la misma
intensidad. Ahí donde la ligereza prevalece, ahí donde la Felicidad es la
indecible bendición de tu Presencia, sin tapujos y sin rodeos, ahí donde todas
las formas son tuyas, ahí donde tu conciencia, ahí donde estás, ya no puede ser
separada ni alejada.
Entonces, a partir de ahora me revelo en
ti con toda la intensidad de la Verdad. En lo que se vive, en cada uno de ti se
realiza este Juramento y esta Promesa, llevándote a vivir en la ligereza del
Espíritu y en la Luz de la Verdad, ahí donde la cabeza y el corazón son uno, ahí
donde eres uno conmigo, como con todos. Así, te oyes a ti mismo, más allá de cualquier
entendimiento y de cualquier razón, oye el canto de la Resurrección y el canto
de la liberación. Esto es ahora. Digas lo que digas, pienses lo que pienses o rechaces
lo que rechaces, esto no cambiará nada, porque ha llegado el momento de
verdaderamente volver a encontrarte, más allá de toda apariencia y de toda
experiencia. Esto es ahora y esto es verdadero, ninguna otra verdad puede sostenerse
de pie y sostenerse ante este Último, cuya majestad es tal que su paz se
magnifica, llevándote a descubrir los mecanismos de tu eternidad aquí mismo en
este mundo, e incluso antes de ser llamado totalmente en esta Eternidad,
trayéndote el soplo y el Verbo necesarios a vivir tu presencia en este mundo en
las circunstancias que sean, haciendo caso omiso de cualquier historia, haciendo
caso omiso de cualquier sufrimiento, como de cualquier peso.
Sólo te queda oírte y dejar que la
fuente manando fluya a través de ti, esta Fuente de Cristal que termina de
forjarte en tu eternidad reencontrada, revelándote tu vehículo, el que es
eterno, que nunca muere y nunca nace.
Así concibes y vives que ningún decorado
es verdadero, que lo único verdadero es lo que te sustenta en este instante, la
verdad del Amor, la verdad del Silencio, traduciendo la verdad de tu eternidad
en manifestación, en la pantalla de tu conciencia. E incluso a través de este
cuerpo denso, la ligereza prevalece y prevalecerá cada día un poco más,
llevándote al indecible para que el indecible, en cualquier morada donde te
halles hoy o mañana, no hace ninguna diferencia en la belleza que eres.
Donde quiera que estés, en este mundo
como en ti, ya no hace ninguna diferencia, porque todo lo que estés sufriendo
sólo puede desvanecerse ante el bálsamo del Amor de tu Presencia, y de la Felicidad de la Eternidad. Hoy por fin
puedes decir: “Yo soy Uno, aquí mismo y en la Eternidad, con la misma gracia y
la misma evidencia. Diga lo que diga mi personaje y diga lo que diga este
mundo, su voz está cubierta por la verdad del Silencio, por la verdad de la
Evidencia.”
Así te has encontrado a ti mismo al
igual que la Luz te ha encontrado, abriéndose camino hasta lo indecible de lo
que eres. Hoy, puedes decirlo, lo Desconocido te es conocido. No hay nada que entender,
sólo hay que dejar ser lo que eres. Tu persona ya no te es de ninguna ayuda,
excepto en lo que haya que actuar en este mundo, pero lo que eres no necesita ninguna
acción porque esto transparenta, se declara, canta en ti y aparece incluso a
través de la densidad de tu cuerpo, poniendo fin a los tormentos del cotidiano,
a los tormentos del efímero.
Incluso antes de que la Llamada de María
llegue a tu corazón, muchos de vosotros llegan y encuentran lo que les ha
encontrado, poniendo fin a la búsqueda, porque ya nada puede estar incompleto.
A pesar de la incompletitud de tu cuerpo presente, esta Eternidad que eres toma
todo el sitio, doblando tu cuerpo, revistiendo tu conciencia ordinaria con los
atributos de la Eternidad, ahí donde la Claridad y la Precisión, el Aquí y
Ahora, la Unidad, la Profundidad, por fin se manifiestan, entran en
encarnación, mientras que tú finalizas tu encarnación en la ligereza y en la
gracia, ahí donde no hay nada que temer, con ningún olvido ni ninguna pérdida
de forma que sea.
Ahí donde la Felicidad prevalece sobre cualquier
circunstancia de tu vida, con cualquier edad que tengas o en cualquier situación
que te encuentres, el Amor te lleva hasta el único sitio que es tuyo y que
contiene todos los demás sitios, aquí como en cualquier otra parte. La Felicidad
se vuelve Evidencia, la Paz también. Y lo constatas, no necesita ningún
soporte, ninguna causa ni ninguna justificación. Es la Evidencia misma que por
fin vuelves a encontrar con estabilidad e inmutabilidad, hayas vivido lo que
hayas vivido antes.
Así, el Juramento y la Promesa
precipitan tu liberación, acompañan tu resurrección, con el fin, tal y como
vives, de constatar que renaces de nuevo. Hoy mismo, y a partir de ahora cada
día, seréis más numerosos a integrar las filas de la Libertad y del Amor incondicionado.
La Paz y la Felicidad se traducirán en tu cuerpo y se imprimirán en tu carne,
como en tu conciencia ordinaria, levantando así los últimos frenos y las
últimas reticencias, mostrándote los últimos miedos, los del Desconocido,
aquellos que llevas en el seno de esta máscara de carne, pero que ya no pueden inducir
más molestias, a partir del momento en que la Fuente de la Fuente te abreve por
la Fuente de Cristal, permitiendo entonces a Mikaël, presente en ti, poder cortar
sin dolor, depurar sin dolor lo que permitirá poner al desnudo el diamante de
tu corazón, en la pantalla de tus ojos como en la pantalla de cada uno.
Tal y como vives, el gozo borrará todo
lo que pueda parecerte como no evidente, todo lo que pueda parecerte como duda,
todo lo que pueda parecerte todavía como una creencia en el seno de este mundo,
como en el seno del Amor. Porque lo que se vive, y te llama en cada instante, sólo
es tu eternidad. Así pues, el Juramento y la Promesa por fin emergen. Ya no hay
nada que temer, sólo hay que asentir a esta evidencia porque lo sabes, aunque
no puedas explicártelo o entenderlo. Así es la Libertad, marcada por la Felicidad
y la Ligereza.
Entonces puedes cantar, en el silencio
de tu corazón, el canto de la liberación que nace espontáneamente y que oyes,
no solamente con tus sentidos, sino con tu conciencia oyendo directamente, sin tapujos
ni rodeos, sin historias y sin creencias, sin proyecciones, con evidencia,
porque es la mejor palabra correspondiendo a lo que acontece. Que hayas tomado
conciencia de ello o que estés en las primicias, muy pronto, en tus términos de
tiempo humano, esto será la evidencia, en un número cada vez más importante de
miradas cruzadas y de formas cruzadas. Que sean de este mundo o que sean de
otra parte, ya no hace ninguna diferencia, porque a partir de ahora hay la
misma ligereza.
Todo lo que era pesado, sea cual sea el área, de tu íntimo o de tus
relaciones, se desvanece por sí solo porque ya no puedes dudar de lo que eres,
porque ya no puedes creer ser otra cosa que la Verdad pura y desnuda, la de tu
corazón, corazón que no sólo vive y palpita en tu pecho, sino que en la
totalidad de tu corazón de Eternidad, en cada una de sus partes, iluminando
entonces lo que puede quedar por iluminar, ahí también con evidencia, ahí
también con facilidad. No retengas nada de lo que resiste en ti, no te
pertenece y ya está muerto.
Entonces, deja la Felicidad enterrar lo
que está muerto, no te preocupes de lo que pasa, sino que mira lo que ha nacido
y que nunca puede desaparecer, porque lo sabes, este nacimiento sólo es el
renacimiento de la única Verdad que nunca dejó; aunque te haya sido quitada por
las circunstancias de este mundo, sólo fue apariencia e ilusión.
Cuando te estás convirtiendo en el
testigo de tu verdad, el testigo de tu eternidad, el mejor testimonio que puedas
dar es dejando la Felicidad llenarlo todo, y dejando la espontaneidad borrar cualquier
previsión y cualquier anticipación. Volviendo a ser entonces este niño inocente
y puro, que nunca dejaste de ser, sean cuales sean los harapos de tu edad; sean
cuales sean los vestidos de tus sucesivas historias, éstos vestidos se están
quitando para que puedas recobrar la conciencia de tu vestido de Eternidad, ahí
donde la Gracia es perpetua, ahí donde la Felicidad nunca puede fallar, ahí
donde el miedo ni siquiera puede ser pensado o evocado.
Mis palabras no serán muchas, porque
efectivamente esto no requiere palabras.
Sitúate en la Acogida.
Te lo dije, tu Corazón eterno vibra ahora
en cada parcela de tu cuerpo, en cada célula, en cada fragmento de tu
conciencia como en cada historia todavía presente en tu conciencia que se evacúa
así, y que se evacúa con ligereza. Así como lo constatas hoy, ya no es
concebible el resistir a lo que sea, porque la Evidencia se vuelve cada día más
fuerte y más intensa.
Te basta con asentarte, y lo sabes, sin
buscar nada. La Luz que te ha encontrado, te encuentra ahora en cada
circunstancia interior, como en cada acto en el seno de este mundo, porque esto
es más que la Gracia, es la Inteligencia de la Vida que toma el relevo a todo
lo que hayas podido creer, a todo lo que hayas podido hacer, dejando ningún
sitio para ningún karma, dejando ningún sitio para ninguna creencia, ni ningún
sufrimiento. No hay nada más que hacer, que de ser en verdad esta Verdad, ahí
donde eres la Vía, la Verdad y la Vida, mucho más que todo al que te hayas
adherido tal vez.
Ahí está tu mejor sitio, y de hecho no
hay otro, independientemente de lo que puedas pensar todavía, pronto, ni el
pensamiento podrá llevarte a otra parte que no sea este Corazón del Corazón. En
cualquier circunstancia, en cualquier acontecimiento de este mundo y de tu
vida, sea cual sea la naturaleza o la intensidad, no son nada ante la ligereza
de la eternidad reencontrada.
No, no estás soñando, incluso diría que
el sueño se acaba; haya sido lo que haya sido su forma, su pesadilla o su plenitud,
esto no hizo nada más que pasar y lo sabes. Sin embargo, lo que vives ahora, ya
no puede pasar ni siquiera volver a dormirse, sólo puede crecer en intensidad y
en fuerza, en verdad y en belleza, sin que tengas que emprender nada,
simplemente dejándote esculpir y cincelar por la perfección de la Verdad.
El Amor no necesita ningún control, y no
puedes controlar el desenlace, ni siquiera el devenir, porque en el Amor, no
hay que devenir nada, sólo ser lo que ya eres, y afirmarlo. Y esto, no eres tú
quien lo hace, es la Luz que está presente la que lo realiza, porque no puede
ser de otra manera; digas lo que digas y vivas lo que vivas, no hay ninguna diferencia.
Incluso el recuerdo de tu eternidad se
despliega en este mundo. Tu vehículo de Eternidad se manifiesta a ti de muchas
maneras, pero sean cuales sean esas maneras, de ahí deriva el testigo de la Felicidad
que eres, sean cuales sean las interrogaciones iniciales ligadas a este
Desconocido que aparece en la esfera de lo conocido, una cosa impensable e
imposible hasta hace todavía algún tiempo. Y esto no depende de ninguna
circunstancia previa, ni siquiera de la activación de alguna vibración.
Entonces sí, ha llegado el momento de alegrarte; aunque hoy, en este instante,
no estés viviendo nada, mañana estará ahí. Sólo tienes que acoger, estar
presente, vivir. Todo lo demás se hace por sí solo, es espontáneo, como esta
misma Felicidad que empieza a emanar, o que ya se haya totalmente desplegado.
Así descubres cada día, que no tienes
que depender de nada, si no es de lo que es verdad, porque lo que es verdad se encarga
de todo lo que no es verdad. Ya lo constatas, y será cada vez más visible y
perceptible. En esto, ninguna historia es útil o importante, ninguna
explicación o ningún pensamiento puede aportarte nada más que lo que está
vivido, y para vivirlo, no necesitas ninguna herramienta ni ninguna condición
previa, no necesitas a ninguna entidad, ni la tuya ni la de los seres de Luz
que te acompañan de una manera íntima, o de manera colectiva desde hace tanto
tiempo.
Entonces hoy, la autonomía de tu
Espíritu, y pronto la de tu cuerpo, es tan flagrante que nada más puede ser
importante, y que todo lo que todavía hoy, podía parecerte fundamental e
importante en el seno de la pantalla de este mundo, como en el seno de tus
experiencias vividas, se aleja de ti ante esta certeza donde no se necesita ninguna
imagen, ni ninguna historia, ni ninguna forma, ni siquiera ninguna conciencia.
Por fin estamos reunidos, por fin
estamos en ti, pero también en tus cielos, en tu mirada como en cada mirada,
como en cada sonrisa, como en cada Teofanía, como en cada relación. Que proceda
de la carne o del Espíritu, ya no hay ninguna diferencia, porque hay la misma calidad
y la misma intensidad de Amor y de Verdad. Todo se despliega y todo se revela,
y sobre todo lo que tiene que pasar y que fue oculto. No hay ningún sitio donde
esconderse, para nadie en la superficie de este mundo, y el testigo directo es
la ligereza que vives. No pierdas tiempo con lo denso y lo pesado, porque la
ligereza misma podrá con ello. No necesitas participar en ello, ni emprender
nada porque esto es natural. Cualquier verdad sólo puede ser simple y natural,
como el Amor incondicionado que te ha encontrado, y que toma el relevo sobre absolutamente
todo lo demás, poniendo fin a la historia de este mundo, reencontrando la libertad
de todas las historias.
Ahí donde renaces, como ahí donde mueres
para resucitar, la felicidad de la liberación pone fin a cualquier sentimiento
de pérdida, pone fin a las últimas costumbres pero también a los últimos apegos.
Así te descubres libre y cada vez más renovado, ante cualquier circunstancia o cualquier
hermano o hermana que puedas encontrar, en el plano que sea, porque todos los
planos se unen en tu plano para hacer el milagro de una sola cosa, y de una
sola Verdad.
En lo que vive y vibra en la cima de tu
cabeza, reencuentras tu corazón, realmente ascendido a pesar de la presencia de
tu forma que ya no es un obstáculo, porque nada puede representar un obstáculo,
ante la intensidad de la progresión de la revelación de la Luz. Ya no hay nada que
retener, ya no hay nada donde apoyarse que no sea lo que eres.
Así se vive la resurrección de la
humanidad que entonces será ultimada y finalizada, aunque tú la finalices ahora,
porque para ello tienes todas las posibilidades y todas las oportunidades. Ya
no refugiándote simplemente en tu espacio interior, sino abriendo los ojos
sobre lo que vives y lo que vive el mundo, sin juicio, sin interpretación,
simplemente viéndolo. Ahí dondequiera que gires tu mirada, en tu interior como
en cualquier parte de este mundo, o en cualquier hermana o hermano, ves o verás
la misma cosa, el juego del Amor y solamente esto. Todo lo demás, sólo es apariencia
y todo lo demás sólo pasa. Entonces instálate, con evidencia ahora, en lo que
eres.
Esto se ha dicho, no tienes que prever,
ni que temer, nada, sólo tienes que vivir con intensidad lo que la vida te propone
vivir, porque cada circunstancia, la más agradable como la más desagradable
para la persona, sólo son las mejores circunstancias para la revelación del
Amor y de la Eternidad, en el campo de tu conciencia, en el campo de tu cuerpo.
Escucha lo que la Luz dice en tu
corazón, estés donde estés, y ve que no hay que ver nada, y ve la perfección
que está inscrita, y al mismo tiempo, más allá de cualquier forma de este
mundo, como de cualquier mundo que te sea accesible.
Descansa, porque la Fuente de las
Fuentes revelada en ti, efectivamente pone fin a cualquier hambre y a cualquier
sed, como a cualquier sueño, porque nunca más necesitarás dormir, porque nunca
más tendrás que olvidar. Forma parte de lo que eres, y lo que ahora está
verdaderamente en manifestación, cada vez más completa e integral. Ya nada
podrá engañarte, ni viniendo de ti ni viniendo de ninguna otra parte. Entonces,
te conviertes en la Fuente de cada uno, más allá de cualquier papel y de cualquier
voluntad, como de cualquier guion.
Esto sucede en este instante y sucede en
cada instante. Te invito, te halles donde te halles todavía hoy, a dejar ser lo
que se hace, con lo que no puedes hacer nada, porque no puede haber una mejor
perfección que la del regreso de la Luz en manifestación, en tu conciencia,
como en cualquier pantalla de este mundo. No te preocupes de lo que pueda
resistir en tu exterior, como en ti. Ahora que has visto el Amor en acción y obrando,
todo está visto, incluso lo que no se haya visto todavía, se ve con la mirada
del Amor y entonces pone fin a cualquier resistencia, como a cualquier lucha.
La Luz te llama a ver cada vez más Luz, sea
cual sea la apariencia. Lleva tu conciencia a dejar de dividir y a dejar de
estar separada, a dejar de ser ordinaria y a ser cada vez más, en cada vez más
circunstancias en el mismísimo seno del efímero, la expresión de la Felicidad
más pura, del Amor más sincero y de la sonrisa más justa. Digas lo que digas, y aunque no lo vivas, es ahora.
Hoy o mañana no hay ninguna diferencia, a partir del momento en que tú mismo
aceptas no ver ninguna diferencia, al nivel que sea, porque el Amor,
efectivamente, toma todo el sitio y todo el espacio, sin dejar nada al azar, ni
nada en sufrimiento. Entonces el corazón que late en el centro de tu cabeza,
Fuente de las Fuentes, la Fuente de Cristal, ha alcanzado el punto ER. Tu
corazón alcanza tu cabeza y tu cabeza alcanza tu corazón, haciendo el milagro
de una sola cosa, inscrita en la misma verdad, en la misma intensidad, en la
misma belleza.
Ha llegado el momento de ser liberado.
Por ti mismo en el seno de tu cotidiano, no tienes que buscar ninguna liberación,
te la lleva la Inteligencia de la Luz y sus gracias excepcionales, y sin
embargo tan naturales y que se viven en este instante. Porque aunque sea
mañana, verás que esto ya estaba ahí y que siempre ha estado ahí, bastaba
simplemente con desplazarte y con asentir a este Desconocido que se vuelve
conocido.
No necesitas ninguna palabra; aunque haga
crecer tu sonrisa, ya no es una necesidad. Esto también es una evidencia
natural, que sea en el seno de la naturaleza, que sea en tu cama, en tus
sueños, cuando duermes, como a través de cada encuentro que vives con cada
hermano y hermana de la humanidad, o de otra parte. Ahí donde no hay nada que
explicar, simplemente asentir con lo que se vive porque es evidencia, porque no
puede ser de otra manera cuando la Verdad está ahí, realizando por fin que no
hay nada que tener, que no hay nada que conservar, que no hay nada que
preservar, porque a partir del momento en que el Amor que eres te tiene, no
tienes que tener nada más, ni contemplar nada más por ti mismo. La Vía de la
Infancia se desvela. En cualquier camino que crees haber recorrido, en cualquier
experiencia que hayas vivido, ya no puedes comparar porque esto es incomparable,
y no puede ser medido por ninguna herramienta de este mundo. Porque no puedes entenderlo,
porque es lo que eres.
… Silencio…
Entonces, en ese momento que trasciende todos
los momentos, tú también podrás decir: «Todo está cumplido. Padre, encomiendo
mi Espíritu entre tus manos», con un pensamiento y una voz ligera, por fin
liberado del juicio y de las suposiciones que sean. En la Eternidad no hay nada
que esperar, ni nada que temer con lo que acontece en la pantalla del mundo,
con el fin de realizar el mismo Amor para aquellos que, de momento, estén
todavía apartados de el. El Amor no juzga, pero el Amor puede efectivamente cortar
lo que no es amor.
Escucha lo que te digo en el silencio de
mis palabras. Escucha. Ahí está el verdadero milagro, no hay ningún otro. Este
milagro, que se vuelve ordinario, ¿con qué del pasado quieres compararlo? ¿Cómo
puedes sopesarlo o contarlo?
Mi amigo, mi amado, ¿qué tienes que
vivir que sea más intenso que esto, y más verdadero que esto? No sirve de nada soñar,
así te recreas en la Eternidad, con cada soplo, con cada mirada, con cada palabra
como con cada silencio. Ya no hay más diferencia, todo es Uno en verdad, aquí mismo.
Entonces, aquí, ahora mismo, estés donde
estés, sea cual sea el día, juntos pongámonos en el Corazón del Corazón, para
que la Fuente de la Fuente y tú y yo, y tú y cada uno, seamos sólo Uno, a pesar
de todas las apariencias. Ahí está la majestad de lo que es completo y la
completitud, lo que es verdadero y no puede pasar ni siquiera disminuir, tal y
como lo constatas y lo constatarás, cada día de tu vida.
… Silencio…
Escucha, escucha tu corazón, el de
Eternidad que se revela. No tiene nada que decirte que no conozcas ya, no tiene
ninguna historia que contarte, sólo está presente y es lo que eres, y esto ya no
pasará, afirmándote un poco más cada día en este Desconocido que por fin es
conocido, aquí mismo, incluso antes del estasis. Porque el Amor, cada día es un
regalo cada vez más grande, y un don y un presente natural, donde cada
circunstancia es Evidencia, allí también.
…Silencio…
Mi amigo, mi amado, a partir de ahora no
necesitas ni palabras ni ninguna demostración exterior; aunque éstas vayan a
amplificarse, ya no son unas pruebas, son unos testimonios de la Evidencia.
Y ahora que oyes con claridad la
declamación del Amor, en el silencio de tu corazón. No, no estás soñando, sino
que te estás despertando y nunca más volverás a dormirte, porque el Amor no admite
ninguna ausencia ni ninguna distancia.
…Silencio…
Entonces mis palabras se alejan,
mientras que tu Presencia se despliega en majestad, revistiéndote del Manto de
la Gracia permanentemente.
Mi amigo, mi amado, estando contigo
desde siempre, hoy esto es totalmente verdadero y no puede ser evitado.
…Silencio…
En lo que es, ya no tienes nada que
querer, ya no tienes nada que desear porque todo está colmado.
…Silencio…
Mi amigo, mi amado, todo esto lo sabes
porque eres entero, aunque todavía tengas la falsa impresión de no saberlo,
porque a partir de ahora eres la Gracia y eres la Vida, a pesar de la
apariencia de este cuerpo todavía presente.
No tengo más palabras que decirte, pero
escucha simplemente tu corazón y mi corazón, que son la misma Fuente y la misma
Evidencia.
Mi amigo, mi amado, el cielo se ha
abierto. Ahí, en la fuente de la conciencia, todo es dado, todo es verdadero y
todo permanece para siempre.
Mi amigo, mi amado, ha llegado el
momento ahora que vuelva al silencio y a la belleza de tu corazón, porque tu
casa está limpia ahora, para lo que está ahí, para lo que viene.
Mi amigo, mi amado, te bendigo más allá
de cualquier medida, sin contar.
Mi amigo, mi amado, me establezco en lo
que eres, porque soy tú, más que nunca, más allá incluso de cualquier esperanza
o de cualquier fantasía.
…Silencio…
Saludo a cada uno de ti, con un saludo
eterno que no puede pasar, y que permanece inmutable en lo que eres, porque
estás en cualquier sitio, en cualquier lugar, en cualquier mundo. El testimonio
de esta Verdad, es la Paz y el Amor que nada puede igualar, entonces ahora me
callo. Mi amigo, mi amado, estoy ahí para siempre. Recibe el Fuego Ígneo del Espíritu,
así acojo a cada uno de ti con el mismo impulso, sin hacer ninguna distinción,
porque el Amor es perdón permanente.
Mi amigo, mi amado, el silencio se hace.
Todo está cumplido, en perfección y en
majestad, de más.
Y te digo hasta siempre, y de mi corazón
en tu corazón y en cada corazón, el Amor no puede ser frenado ni retrasado. Hasta
siempre, mi amigo, mi amado.
***
A través de JL
Traducción: equipo de traductores