Que la Paz esté en todos vosotros y dentro de vosotros. Os doy mi Paz y
acojo vuestra Paz.
He venido hoy a invitaros a ir más allá de todas las nociones que os fueron
inculcadas por la historia o por las religiones, referentes a mi camino entre vosotros
hace más de dos mil años.
He venido hoy a invitaros a hacer las paces con vosotros mismos y conmigo.
No me fijéis en la Historia ni en un papel. Cada uno de vosotros es, a partir
de ahora, lo que soy, con el fin de que podáis proclamar en vuestro interior: «Mi
Padre y yo somos Uno», como soy Uno con cada uno de vosotros. No me busquéis en
ninguna representación, en ninguna historia, en ninguna religión, porque todas han
fallado.
Cuando mi Iglesia ha sido ocupada por otra cosa que mi verdad primera, ha
llegado el momento, como os dijo mi Madre, de giraros al interior de vosotros
mismos, con el fin de reencontraros totalmente e integralmente. No creáis en ninguna
palabra que se refiera a mí, no creáis en ninguna historia, sino que experimentad
lo que soy en lo que sois, ahí donde no hay ninguna necesidad, ni de historia
ni de imágenes, sino sólo de la verdad que está ahí.
No me busquéis en ninguna forma precisa o en ningún ser humano preciso,
porque estoy en cada uno de vosotros. Que lo hayáis visto o no, no cambia nada
esta verdad.
Hoy, vuestra comunión en el seno de la Nueva Eucaristía ya no necesita de ningún
intermediario ni de ningún soporte, porque no dependéis de ninguna
circunstancia exterior, ni de ninguna condición. Ha llegado el momento de
llamar a vuestra puerta, a la puerta de la totalidad de la humanidad. Ya nada
puede retener mi brazo, ya nada puede retener lo que emana del Corazón del
Corazón, ya nada puede ralentizar la revelación final.
Invito a cada uno de vosotros, más allá de la historia y del personaje
histórico que fue construido y concebido tras mi llegada, os invito a
encontraros en mí mismo como me encuentro en cada uno de vosotros, más allá de cualquier
travestismo y de cualquier mentira. No creáis en nadie, en estos tiempos, que pudiera
declamar ser Cristo, porque sólo sería un mentiroso, porque no hago ningún particularismo;
sois, cada uno de vosotros, el conjunto de mis apóstoles, no hago ninguna
diferencia, no hay ninguna jerarquía entre cada uno de vosotros y yo. Estamos
directamente conectados porque somos lo mismo. A partir del momento en que hayas
dicho: «Padre, que se haga tu voluntad», entonces eres Uno con lo que eres. No
hace falta ningún personaje, no hace falta ninguna memoria ni ninguna historia,
y menos una religión, la que sea. La verdad está desnuda y aparece a plena luz
del día, a plena luz incluso de la luz falsificada de este mundo.
Vengo a invitar a cada uno de vosotros a lavar sus vestidos efímeros en mi
Presencia, con el fin de que tu cuerpo sin costura, tu cuerpo de Eternidad o de
Êtreté, se manifieste en totalidad a la cara de este mundo, sin ningún esfuerzo
y sin ninguna dificultad. Para esto, debéis eliminar las últimas imágenes
restantes de un personaje moribundo en una cruz durante su crucifixión, debes eliminar
la mentira que fue concebida tras mi venida. Estoy en ti, no para perpetuar una
historia ilusoria y falaz de este mundo, sino para llevarte mi Paz, la de la Felicidad
y del Amor, esta beatitud que se te debe.
En estos días del año 2017 y en este día 12 de noviembre, os anuncio mi
presencia efectiva en cada uno de vosotros a partir del momento en que dirijáis
vuestros pensamientos hacia vuestro corazón. No tengo ningún sitio en vuestra
cabeza, en vuestra memoria, en la historia que sea, porque yo y mi Padre al ser
Uno, estamos más allá de toda historia. La historia, lo sabéis, se refiere a la
conciencia en este mundo falaz, como en cualquier mundo.
Ya he venido, para algunos de vosotros, a llamar a vuestra puerta gracias
al impulso metatrónico. Hoy y mañana llamo a vuestra puerta con el fin de que tengáis
toda la luz y toda la lucidez acerca de lo que sois más allá de este mundo, y
que no tiene nada que ver con este mundo.
Vengo a devolveros el Verbo, para que no haya ninguna posibilidad ni ningún
lugar para escapar de esta verdad del Verbo. El Amor es la única fuerza que
permite la Vida, incluso en este mundo falaz donde sólo estáis puestos.
He venido a invitaros a comulgar y a fusionar con lo que soy y con lo que sois,
que es la misma verdad, con la misma intensidad y con la misma Luz.
Acogedme como os acojo en mi seno, con la misma intensidad y con la misma
verdad, con el fin de que el bálsamo de Amor y de consuelo no deje persistir
ninguna atadura, ni ningún apego con la Ilusión. Efectivamente ha llegado el
momento de entrar integralmente en vosotros, no para aislaros de ninguna
circunstancia que pudiera existir en vuestra vida o ahí donde estáis, sino más
bien de beneficiaros de esta fuerza infinita que acabará para siempre con cualquier
sed.
Os invito al Agua de Vida, al Agua de arriba, la que os fecunda y que se
despliega por encima de vuestra cabeza, hasta lo más íntimo de vuestro corazón,
ahí donde estoy y donde estaré.
Lo repito, no me busquéis en ninguna forma del presente o del pasado, ni en
ninguna forma del futuro, porque cada uno de vosotros es, como Hijo ardiente
del Sol, mi digno representante y mi digna Presencia. No hay ni superior ni
inferior, ni adelantado ni retrasado, ni preeminencia ni sumisión, sólo está lo
Verdadero.
Lo repito: soy la Vía, la Verdad y la Vida, y soy la Paz. Sea cual sea mi
acción a través de vosotros en este mundo, obedece a la voluntad del Amor, a la
fuerza del Amor y a la intensidad de la Verdad. Esta Verdad es absoluta, no
puede ser relativa o relativizada a ningún acontecimiento, no depende de
ninguna recompensa ni de ninguna justificación.
No creáis en nada, sino que experimentadme y vividme en vuestro interior.
Entonces la Eternidad que sois, tomará el relevo con evidencia sobre el
personaje, sobre el cuerpo y sobre todas las historias. Tal y como mi Madre os
dijo, a partir de ahora, ya no hay ninguna circunstancia previa ni ninguna
condición previa, como ella dijo, está la Verdad que está desnuda, que está ahí,
disponible para cada uno con la misma fuerza.
Independientemente de lo que pueda afectaros en vuestro efímero, soy el
bálsamo del consuelo. Soy, al igual que mi Madre, el que os abraza, y con su
Amor, os hace trascender todo lo que debe desaparecer. Entonces si me acogéis,
ningún sufrimiento ni ninguna cicatriz pueden permanecer. Sed libres en vosotros,
pero sed libres también de todos los dogmas de este mundo, que en el transcurso
de unas encarnaciones y de los años que han pasado desde mi venida, sólo os han
sobrecargado y os han cada vez más aprisionado de diferentes maneras al apego a
este mundo, al apego a vuestra historia.
Fuese cual fuese mi presencia en este mundo entre vosotros, hoy estoy ‒ en
vuestro corazón ‒, mucho más presente que lo que fui hace más de dos mil años.
Nunca os he dejado. Durante la última cena, cuando os invité a hacer esto para recordarme,
beber el vino y partir el pan, hoy esto sucede en vosotros y no requiere ningún
elemento exterior. Así es la Nueva Eucaristía. Los intermediarios, los que
sean, sean cuales sean sus conocimientos o su valor, deben desaparecer ante
vuestro propio valor.
Os he encontrado, como me habéis encontrado, más allá de todos los
condicionamientos y contingencias de todas las historias que fueron concebidas
tras mí venida.
Todos vosotros estáis llamados hoy a ser los hijos únicos del Padre, os
llamo a esto y lo hago en silencio. No necesito ningún discurso en vuestro
interior, no necesito ninguna demostración, no necesito ninguna energía, no
necesito ninguna vibración, porque a partir de ahora hablo directamente con la
intimidad de vuestra conciencia, la que nunca me ha olvidado, la que emerge
ahora.
Cada uno de vosotros es Cristo. Lo había anunciado en el momento de mi paso,
diciendo en aquella época que lo que hacía, cada uno de vosotros podía hacerlo,
y mucho más grandes todavía. No sólo está el hacerlo, está sobre todo el serlo.
Lo que soy, vosotros también lo sois, simplemente lo habéis olvidado o
descuidado por las vicisitudes y las depredaciones de este mundo, a través
justamente de las historias, de las líneas de depredación, de las religiones y de
la avidez material.
Hoy, volvéis a descubrir que sois ante todo unos puros Espíritus. Cada uno
de vosotros lo descubre a su manera, que haya sido, durante muchos años, a
través de unos procesos de alquimia vibratoria, que sea incluso a través de vuestras
creencias que habéis practicado, pero todo esto hoy es accesorio y superfluo.
No estoy en ninguna otra parte que en vuestro corazón, porque soy de todas
partes.
La intensidad de la Luz presente en este mundo, posibilita la emergencia de
mi Presencia en el seno de la pantalla de vuestra conciencia ordinaria.
Estoy disponible, para cada una y para cada uno de vosotros, con la misma
intensidad, con la misma regularidad, en cada instante. Tal y como mi Madre os
ha dicho, sólo depende de vosotros giráos hacia esta verdad, y todo lo demás
os será dado por añadidura. Tal y como mi Madre os ha dicho, ¿a qué os aferráis
más? ¿A vuestra vida en este mundo o a la verdad de vuestro ser?
Ninguna historia de este mundo, ninguna adhesión a este mundo podrían liberaros,
porque este mundo sólo puede perpetuar las historias, infinitamente, haciéndoos
girar, en cierto modo, en círculo en la ilusión del samsara, de las reencarnaciones.
Y acordaos: «Nadie puede conocerme si no vuelve a nacer», y este renacimiento está
ocurriendo ahora, totalmente si acogéis sin ninguna condición previa. ¿Lo
queréis? O bien, ¿queréis apartar vuestra mirada de lo que soy para seguir con
lo efímero?
A la perfección de la Eternidad le da igual la perfección de este mundo, a la
perfección de la Eternidad le da igual las proyecciones de los egregores humanos
y de las historias de este mundo.
Soy el garante de vuestra eternidad a partir del momento en que me dejéis
hablar en el silencio de vuestro corazón, no para decir o para comunicar unas
palabras, sino para estar presente al mismo tiempo que vosotros en el Aquí y Ahora.
No os apoyéis en nada más que en vuestro corazón y en lo que está ahí, en este
corazón.
La Endofanía que mi Madre os ha propuesto, a continuación de las Teofanías,
os permite ahora reconoceros cada vez más fácilmente.
Dignos Hijos ardientes del Sol, pronto el Fuego Ígneo va a pediros ser lo
que sois, en total libertad. Es una petición que no juzga, que no condena.
Restituyéndoos a vosotros mismos, tenéis entonces la total libertad, en el seno
de vuestra autonomía, para ser, para experimentar, en la Verdad y ya no en la
Ilusión, el juego de la conciencia libre.
Mi presencia os permite, y os permitirá también, ver que aunque haya muchas
Moradas en la Casa del Padre, de la misma manera estáis presentes en esas innumerables
Moradas. La más grande de las satisfacciones del Espíritu está en esto,
haciéndoos vivir la Paz. Esta Paz no es una paz cualquiera, es la paz de la
Eternidad, la que pone fin a la adhesión a lo que es efímero, que pasa y no es
verdad, allí también de manera irremediable y con más o menos evidencia y rapidez
según cómo abrís vuestro corazón. Y acordaos que a partir de ahora, lo abrís de
manera muy simple, simplemente con el pensamiento y la conciencia.
Cuando Juan escribió que yo vendría a juzgar a los vivos y a los muertos,
por supuesto que significaba otra cosa que el juicio tal y como podéis
concebirlo hoy, en el seno de la persona o en el seno de lo que nombráis la
Justicia, que es la más grande de las injusticias, porque cada caso es
diferente. En este mundo, la justicia de Salomón aplicada por un ser iluminado
es la única válida, porque ningún texto de ley puede igualar la potencia del
Amor, de la verdad del Amor, y mi juicio es divino, no condena a nadie sino que
procura que cada uno esté en el sitio exacto en este instante de este mundo, al
igual que cuando este mundo termine del todo.
En estos días que vienen, muchas evidencias aparecerán en vosotros, como en
la pantalla del mundo. Todo lo que fue oculto se hará público, incluso en el
seno de la historia de este mundo, poniendo fin a las raras ilusiones que
pueden quedar en vosotros, de creeros de este mundo o de creer ser unos seres
materiales, aportando la prueba, exterior como interior, que nadie podrá rebatir,
incluso alejándose de esta verdad… que sois unos seres de amor, creados por el
Amor y en el Amor. La creación, la que sea, siempre es un acto de amor, la des-creación
también. No os preocupéis de nada más, porque durante estos tiempos reducidos
de caos, vuestro corazón y vuestra eternidad os proveerán absolutamente de
todo.
Así que no tenéis que premuniros de nada, ni anticipar nada, simplemente
estar ahí, en la Paz, en la Eternidad. Seguid con vuestra vida normalmente
mientras podáis. Caminad tranquilamente, girando siempre vuestro pensamiento y
vuestra conciencia hacia el corazón, ahora no para poner Amor en algo, sino
simplemente para ver que sois este Amor, y siendo este Amor, no tenéis nada que
proyectar, que emitir, que pensar, que dirigir, ya que nunca tendréis sed, si
no se ha hecho ya.
Acordaos que sean cuales sean
los acontecimientos que han ocurrido y ocurrirán en la pantalla del mundo como
en vuestro personaje, todos ellos concurren, sin ninguna excepción, a volver a
encontrar lo que sois, a pesar de las apariencias a veces contrarias.
Os invito pues, si todavía no vivís nada, a ser la fe, la esperanza y la
caridad. Acordaos, como algunos de mis apóstoles han dicho: «Aunque hablaseis
la lengua de los ángeles, aunque fueseis capaces de todos los milagros, si os
falta el Amor, no sois nada», y esto será todavía más verdadero en los próximos
días y semanas.
La primacía del Amor, la preeminencia del Amor, es la única cosa que
cuenta, es la única cosa real ante la cual vuestro personaje sólo puede ser
magnificado, sobrepasado, y transmutado. Vuestra conciencia está llamada a vivir
cada vez más la conciencia de vuestro propio cuerpo de Êtreté, vuestro nuevo
vehículo, dándoos a vivirlo y a verlo, con el fin de que nunca más podáis
identificaros a la historia que sea, o a este cuerpo denso y amputado. Cuando
el Amor está ahí en manifestación, no hay ningún sitio para otra cosa, para
ninguna otra cosa, y vais a vivirlo y verlo, vais a experimentarlo. Tal y como
mi Madre dijo, es ineluctable, es inexorable y a partir de ahora es a muy corto
plazo.
Nadie conoce la fecha, pero es ahora. Mi Madre lo había estipulado, la ascensión
de la Tierra comenzó al principio del mes de Marzo. Muchos de vosotros habéis
tenido mucho tiempo para prepararos. Otros, también muchos, no sospechan nada y está muy bien así. «Felices los simples de espíritu porque el Reino de
los cielos les pertenece», y esta simplicidad es la de la Infancia, la que muchos
de mis hermanos Ancianos o hermanas, Estrellas y Esposas, os han explicado
durante todos esos años.
A partir de ahora, ya no necesitáis más este soporte, realmente y
concretamente, porque directamente hablamos en vosotros, incluso en silencio,
porque esto va más allá de las palabras. Se trata de la Presencia y no de la
palabra, y la Presencia es el reflejo del Verbo, y el Verbo no necesita ninguna
palabra inteligible o comprensible. Es el soplo del Espíritu que sopla cuando
quiere y donde quiere, y es ahora.
No temáis nada, porque es el ego el que teme algo. No temáis nada porque es
la historia la que teme algo. Lo que sois no tiene que temer nada, al
contrario.
Así, mi Madre, Mikaël y yo mismo, venimos hoy a realizar la Nueva
Eucaristía, ya no simplemente en algunos puntos de vibración de vuestro cuerpo,
sino haciéndoos resonar el corazón eterno, el centro de este Triángulo de la
Nueva Eucaristía, ahí donde está vuestro corazón de Eternidad. Todo lo demás es
superfluo, todo lo demás ya no tiene ninguna utilidad y sólo pasa.
Todo lo que todavía pueda chocaros en este cuerpo, en este mundo o en algún
aspecto de vuestro efímero, no tenéis nada que resolver, ya no tenéis que comprender,
sólo tenéis que perdonar, aunque no sepáis lo qué perdonáis, porque el perdón
está acompañado de Gracia. El perdón en sí no sirve de nada, pero el perdón y
la Gracia al mismo tiempo lo cambian todo. No hay ninguna falta ni ningún
error, de cara a la Eternidad, que no pueda ser perdonado por la evidencia de
mi Presencia, con el fin de favorecer vuestro renacimiento, vuestra resurrección.
La crucifixión no es nada para aquel que está en el corazón, inmediatamente
seguida después por la resurrección. Se trata de una especie de parto donde
después de la liberación llega la recompensa, si puedo expresarme así, lo que
sería lo más parecido a este mundo falaz. Sed la Vida sin límite y sin
restricción, y la Vida de la que hablo, por supuesto, es la vida en el Amor y
no la vida en la persona. Sean cuales sean las contingencias de vuestra vida
todavía presentes, ésta no tardará en desaparecer, poniéndoos al desnudo, para
el bien de cada uno en su liberación.
Pues he venido a invitaros a celebrar nuestro reencuentro. Nunca os he dejado
y esto está apareciendo ahora.
No pongáis más distancia entre vosotros y yo, y en esto, es necesario dejar
de adheriros a cualquier noción histórica o religiosa. Lo que evoco hoy, no
tiene nada que ver con la religión, sino que tiene que ver con la conciencia
eterna, y entonces no tiene nada que ver con nada conocido o conocible en este
mundo. Ahí está el Misterio, y que ya no es un misterio a medida que pasen los
días. Sea cual sea vuestro estado inicial, el mismo don es accesible a cada uno,
pero de ninguna manera en el pasado, ni de ninguna manera en ningún futuro
salvador, sino únicamente en el instante presente.
Así, la Paz está sobre vosotros, está en vosotros.
Es así como nunca más tendréis sed, es así como no dais más crédito o
intención a este mundo que pasa, acompañando el movimiento espontáneo de la
emergencia del corazón, a partir del momento en que la mirada de vuestra
conciencia es dirigida hacia esto y no hacia las preocupaciones del efímero.
Buscad el Reino de los cielos que está dentro de vosotros, que ya os ha
encontrado ahora, y todo lo demás seguirá. Es vuestra conciencia la que debe iluminar
lo que ocurre en vuestro corazón. Esta iluminación os proporcionará la lucidez
y la profundidad necesarias para vivir estos tiempos finales, los de vuestra resurrección
El conjunto de las señales previas descritas en innumerables profecías,
vengan de donde vengan, os lo confirman con facilidad y evidencia. Los tiempos han
llegado porque los tiempos se han cumplido. Nadie conoce la fecha a nivel del
calendario porque ya no hay más fechas, está en marcha, ha empezado y os
aparecerá claramente en los próximos días y en las próximas semanas, hasta el
final del año 2017.
Propagad la buena noticia, no con palabras, serían como unas dañosas armas,
sino que con vuestra emanación, con vuestra Presencia, con vuestra humildad, de
esta manera tan simple. No necesitáis ninguna palabra, no necesitáis ningún
gesto, no necesitáis ninguna demostración, sino ser verdaderos, esto bastará.
…Silencio…
Es en esta Paz, la que estamos viviendo ahora en presencia, por vuestra
escucha, por vuestra lectura, que me acerco cada vez más a vosotros. Ya estoy
en vosotros. Ved, en lo que llamo aproximación, la emergencia de vuestra conciencia
eterna, que viene a suplantar la conciencia ordinaria.
Ama por encima de todo, y sobre todo en las circunstancias que os afectan,
con los seres que os afectan, y hacia vosotros mismos. Dejad que la radiación de
vuestro corazón realice su obra, porque es lo que sois. En el seno de vuestro
personaje, de vuestra historia, no tenéis ningún punto de apoyo, ni ninguna
posibilidad de acción ahora.
Lo que anuncio y digo hoy, también requiere ser averiguado por vosotros
mismos. Tampoco os pido creer en mis palabras, sino creer en vosotros mismos en
lo que os dice vuestro corazón, y os lo dirá, si no lo ha dicho ya.
El Amor, el Corazón, van a suplantar todos los miedos que sean y todas las
apariencias de caos de este mundo que sean, y lo sabéis pertinentemente por
haberlo vivido, incluso en el seno del efímero, que es durante las
circunstancias a veces más dolorosas y más difíciles ‒ y no es a veces, sino
que es, diría yo, sistemático ‒ que las capacidades de resiliencia, de amor,
son las más importantes.
…Silencio…
En el silencio de cada corazón, estoy presente.
No tenéis nada que esperar ahora, sólo tenéis que observar la emergencia de
vuestra eternidad en el seno de este mundo, como la emergencia de la Verdad en
la pantalla del juego de este mundo. Todo lo demás acontece de manera natural y
espontánea. Algunos de vosotros ya perciben, en su sensibilidad, el canto de la
Resurrección que no es nada más que la modificación de vuestro nada, o si
preferís, del canto del alma y del Espíritu, anunciando las Trompetas y la
Llamada de mi Madre.
…Silencio…
Ha llegado ahora el momento de silenciar mis palabras y dejar expresarse
nuestra emanación desde el Corazón de cada uno, en presencia de cada uno de vosotros.
Que la Paz esté con todos vosotros y en cada uno de vosotros.
…Silencio…
Soy Cristo y os saludo en la Paz, os
saludo en la Eternidad, os saludo en el Amor auténtico. Estamos juntos hasta la
consumación final de la ilusión de este mundo.
…Silencio…
Os digo hasta siempre, en el Amor y
en la Verdad.
***
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Traducción: equipo de traductores
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