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martes, 14 de noviembre de 2017

CRISTO 12 noviembre 2017



Que la Paz esté en todos vosotros y dentro de vosotros. Os doy mi Paz y acojo vuestra Paz.

He venido hoy a invitaros a ir más allá de todas las nociones que os fueron inculcadas por la historia o por las religiones, referentes a mi camino entre vosotros hace más de dos mil años.

He venido hoy a invitaros a hacer las paces con vosotros mismos y conmigo. No me fijéis en la Historia ni en un papel. Cada uno de vosotros es, a partir de ahora, lo que soy, con el fin de que podáis proclamar en vuestro interior: «Mi Padre y yo somos Uno», como soy Uno con cada uno de vosotros. No me busquéis en ninguna representación, en ninguna historia, en ninguna religión, porque todas han fallado.

Cuando mi Iglesia ha sido ocupada por otra cosa que mi verdad primera, ha llegado el momento, como os dijo mi Madre, de giraros al interior de vosotros mismos, con el fin de reencontraros totalmente e integralmente. No creáis en ninguna palabra que se refiera a mí, no creáis en ninguna historia, sino que experimentad lo que soy en lo que sois, ahí donde no hay ninguna necesidad, ni de historia ni de imágenes, sino sólo de la verdad que está ahí.

No me busquéis en ninguna forma precisa o en ningún ser humano preciso, porque estoy en cada uno de vosotros. Que lo hayáis visto o no, no cambia nada esta verdad.

Hoy, vuestra comunión en el seno de la Nueva Eucaristía ya no necesita de ningún intermediario ni de ningún soporte, porque no dependéis de ninguna circunstancia exterior, ni de ninguna condición. Ha llegado el momento de llamar a vuestra puerta, a la puerta de la totalidad de la humanidad. Ya nada puede retener mi brazo, ya nada puede retener lo que emana del Corazón del Corazón, ya nada puede ralentizar la revelación final.

Invito a cada uno de vosotros, más allá de la historia y del personaje histórico que fue construido y concebido tras mi llegada, os invito a encontraros en mí mismo como me encuentro en cada uno de vosotros, más allá de cualquier travestismo y de cualquier mentira. No creáis en nadie, en estos tiempos, que pudiera declamar ser Cristo, porque sólo sería un mentiroso, porque no hago ningún particularismo; sois, cada uno de vosotros, el conjunto de mis apóstoles, no hago ninguna diferencia, no hay ninguna jerarquía entre cada uno de vosotros y yo. Estamos directamente conectados porque somos lo mismo. A partir del momento en que hayas dicho: «Padre, que se haga tu voluntad», entonces eres Uno con lo que eres. No hace falta ningún personaje, no hace falta ninguna memoria ni ninguna historia, y menos una religión, la que sea. La verdad está desnuda y aparece a plena luz del día, a plena luz incluso de la luz falsificada de este mundo.

Vengo a invitar a cada uno de vosotros a lavar sus vestidos efímeros en mi Presencia, con el fin de que tu cuerpo sin costura, tu cuerpo de Eternidad o de Êtreté, se manifieste en totalidad a la cara de este mundo, sin ningún esfuerzo y sin ninguna dificultad. Para esto, debéis eliminar las últimas imágenes restantes de un personaje moribundo en una cruz durante su crucifixión, debes eliminar la mentira que fue concebida tras mi venida. Estoy en ti, no para perpetuar una historia ilusoria y falaz de este mundo, sino para llevarte mi Paz, la de la Felicidad y del Amor, esta beatitud que se te debe.

En estos días del año 2017 y en este día 12 de noviembre, os anuncio mi presencia efectiva en cada uno de vosotros a partir del momento en que dirijáis vuestros pensamientos hacia vuestro corazón. No tengo ningún sitio en vuestra cabeza, en vuestra memoria, en la historia que sea, porque yo y mi Padre al ser Uno, estamos más allá de toda historia. La historia, lo sabéis, se refiere a la conciencia en este mundo falaz, como en cualquier mundo.

Ya he venido, para algunos de vosotros, a llamar a vuestra puerta gracias al impulso metatrónico. Hoy y mañana llamo a vuestra puerta con el fin de que tengáis toda la luz y toda la lucidez acerca de lo que sois más allá de este mundo, y que no tiene nada que ver con este mundo.

Vengo a devolveros el Verbo, para que no haya ninguna posibilidad ni ningún lugar para escapar de esta verdad del Verbo. El Amor es la única fuerza que permite la Vida, incluso en este mundo falaz donde sólo estáis puestos.

He venido a invitaros a comulgar y a fusionar con lo que soy y con lo que sois, que es la misma verdad, con la misma intensidad y con la misma Luz.

Acogedme como os acojo en mi seno, con la misma intensidad y con la misma verdad, con el fin de que el bálsamo de Amor y de consuelo no deje persistir ninguna atadura, ni ningún apego con la Ilusión. Efectivamente ha llegado el momento de entrar integralmente en vosotros, no para aislaros de ninguna circunstancia que pudiera existir en vuestra vida o ahí donde estáis, sino más bien de beneficiaros de esta fuerza infinita que acabará para siempre con cualquier sed.

Os invito al Agua de Vida, al Agua de arriba, la que os fecunda y que se despliega por encima de vuestra cabeza, hasta lo más íntimo de vuestro corazón, ahí donde estoy y donde estaré.

Lo repito, no me busquéis en ninguna forma del presente o del pasado, ni en ninguna forma del futuro, porque cada uno de vosotros es, como Hijo ardiente del Sol, mi digno representante y mi digna Presencia. No hay ni superior ni inferior, ni adelantado ni retrasado, ni preeminencia ni sumisión, sólo está lo Verdadero.

Lo repito: soy la Vía, la Verdad y la Vida, y soy la Paz. Sea cual sea mi acción a través de vosotros en este mundo, obedece a la voluntad del Amor, a la fuerza del Amor y a la intensidad de la Verdad. Esta Verdad es absoluta, no puede ser relativa o relativizada a ningún acontecimiento, no depende de ninguna recompensa ni de ninguna justificación.

No creáis en nada, sino que experimentadme y vividme en vuestro interior. Entonces la Eternidad que sois, tomará el relevo con evidencia sobre el personaje, sobre el cuerpo y sobre todas las historias. Tal y como mi Madre os dijo, a partir de ahora, ya no hay ninguna circunstancia previa ni ninguna condición previa, como ella dijo, está la Verdad que está desnuda, que está ahí, disponible para cada uno con la misma fuerza.

Independientemente de lo que pueda afectaros en vuestro efímero, soy el bálsamo del consuelo. Soy, al igual que mi Madre, el que os abraza, y con su Amor, os hace trascender todo lo que debe desaparecer. Entonces si me acogéis, ningún sufrimiento ni ninguna cicatriz pueden permanecer. Sed libres en vosotros, pero sed libres también de todos los dogmas de este mundo, que en el transcurso de unas encarnaciones y de los años que han pasado desde mi venida, sólo os han sobrecargado y os han cada vez más aprisionado de diferentes maneras al apego a este mundo, al apego a vuestra historia.

Fuese cual fuese mi presencia en este mundo entre vosotros, hoy estoy ‒ en vuestro corazón ‒, mucho más presente que lo que fui hace más de dos mil años. Nunca os he dejado. Durante la última cena, cuando os invité a hacer esto para recordarme, beber el vino y partir el pan, hoy esto sucede en vosotros y no requiere ningún elemento exterior. Así es la Nueva Eucaristía. Los intermediarios, los que sean, sean cuales sean sus conocimientos o su valor, deben desaparecer ante vuestro propio valor.

Os he encontrado, como me habéis encontrado, más allá de todos los condicionamientos y contingencias de todas las historias que fueron concebidas tras mí venida.

Todos vosotros estáis llamados hoy a ser los hijos únicos del Padre, os llamo a esto y lo hago en silencio. No necesito ningún discurso en vuestro interior, no necesito ninguna demostración, no necesito ninguna energía, no necesito ninguna vibración, porque a partir de ahora hablo directamente con la intimidad de vuestra conciencia, la que nunca me ha olvidado, la que emerge ahora.

Cada uno de vosotros es Cristo. Lo había anunciado en el momento de mi paso, diciendo en aquella época que lo que hacía, cada uno de vosotros podía hacerlo, y mucho más grandes todavía. No sólo está el hacerlo, está sobre todo el serlo. Lo que soy, vosotros también lo sois, simplemente lo habéis olvidado o descuidado por las vicisitudes y las depredaciones de este mundo, a través justamente de las historias, de las líneas de depredación, de las religiones y de la avidez material.

Hoy, volvéis a descubrir que sois ante todo unos puros Espíritus. Cada uno de vosotros lo descubre a su manera, que haya sido, durante muchos años, a través de unos procesos de alquimia vibratoria, que sea incluso a través de vuestras creencias que habéis practicado, pero todo esto hoy es accesorio y superfluo. No estoy en ninguna otra parte que en vuestro corazón, porque soy de todas partes.

La intensidad de la Luz presente en este mundo, posibilita la emergencia de mi Presencia en el seno de la pantalla de vuestra conciencia ordinaria.

Estoy disponible, para cada una y para cada uno de vosotros, con la misma intensidad, con la misma regularidad, en cada instante. Tal y como mi Madre os ha dicho, sólo depende de vosotros giráos hacia esta verdad, y todo lo demás os será dado por añadidura. Tal y como mi Madre os ha dicho, ¿a qué os aferráis más? ¿A vuestra vida en este mundo o a la verdad de vuestro ser?

Ninguna historia de este mundo, ninguna adhesión a este mundo podrían liberaros, porque este mundo sólo puede perpetuar las historias, infinitamente, haciéndoos girar, en cierto modo, en círculo en la ilusión del samsara, de las reencarnaciones. Y acordaos: «Nadie puede conocerme si no vuelve a nacer», y este renacimiento está ocurriendo ahora, totalmente si acogéis sin ninguna condición previa. ¿Lo queréis? O bien, ¿queréis apartar vuestra mirada de lo que soy para seguir con lo efímero?

A la perfección de la Eternidad le da igual la perfección de este mundo, a la perfección de la Eternidad le da igual las proyecciones de los egregores humanos y de las historias de este mundo.

Soy el garante de vuestra eternidad a partir del momento en que me dejéis hablar en el silencio de vuestro corazón, no para decir o para comunicar unas palabras, sino para estar presente al mismo tiempo que vosotros en el Aquí y Ahora. No os apoyéis en nada más que en vuestro corazón y en lo que está ahí, en este corazón.

La Endofanía que mi Madre os ha propuesto, a continuación de las Teofanías, os permite ahora reconoceros cada vez más fácilmente.

Dignos Hijos ardientes del Sol, pronto el Fuego Ígneo va a pediros ser lo que sois, en total libertad. Es una petición que no juzga, que no condena. Restituyéndoos a vosotros mismos, tenéis entonces la total libertad, en el seno de vuestra autonomía, para ser, para experimentar, en la Verdad y ya no en la Ilusión, el juego de la conciencia libre.

Mi presencia os permite, y os permitirá también, ver que aunque haya muchas Moradas en la Casa del Padre, de la misma manera estáis presentes en esas innumerables Moradas. La más grande de las satisfacciones del Espíritu está en esto, haciéndoos vivir la Paz. Esta Paz no es una paz cualquiera, es la paz de la Eternidad, la que pone fin a la adhesión a lo que es efímero, que pasa y no es verdad, allí también de manera irremediable y con más o menos evidencia y rapidez según cómo abrís vuestro corazón. Y acordaos que a partir de ahora, lo abrís de manera muy simple, simplemente con el pensamiento y la conciencia.

Cuando Juan escribió que yo vendría a juzgar a los vivos y a los muertos, por supuesto que significaba otra cosa que el juicio tal y como podéis concebirlo hoy, en el seno de la persona o en el seno de lo que nombráis la Justicia, que es la más grande de las injusticias, porque cada caso es diferente. En este mundo, la justicia de Salomón aplicada por un ser iluminado es la única válida, porque ningún texto de ley puede igualar la potencia del Amor, de la verdad del Amor, y mi juicio es divino, no condena a nadie sino que procura que cada uno esté en el sitio exacto en este instante de este mundo, al igual que cuando este mundo termine del todo.

En estos días que vienen, muchas evidencias aparecerán en vosotros, como en la pantalla del mundo. Todo lo que fue oculto se hará público, incluso en el seno de la historia de este mundo, poniendo fin a las raras ilusiones que pueden quedar en vosotros, de creeros de este mundo o de creer ser unos seres materiales, aportando la prueba, exterior como interior, que nadie podrá rebatir, incluso alejándose de esta verdad… que sois unos seres de amor, creados por el Amor y en el Amor. La creación, la que sea, siempre es un acto de amor, la des-creación también. No os preocupéis de nada más, porque durante estos tiempos reducidos de caos, vuestro corazón y vuestra eternidad os proveerán absolutamente de todo.

Así que no tenéis que premuniros de nada, ni anticipar nada, simplemente estar ahí, en la Paz, en la Eternidad. Seguid con vuestra vida normalmente mientras podáis. Caminad tranquilamente, girando siempre vuestro pensamiento y vuestra conciencia hacia el corazón, ahora no para poner Amor en algo, sino simplemente para ver que sois este Amor, y siendo este Amor, no tenéis nada que proyectar, que emitir, que pensar, que dirigir, ya que nunca tendréis sed, si no se ha hecho ya.

Acordaos que sean cuales sean los acontecimientos que han ocurrido y ocurrirán en la pantalla del mundo como en vuestro personaje, todos ellos concurren, sin ninguna excepción, a volver a encontrar lo que sois, a pesar de las apariencias a veces contrarias.

Os invito pues, si todavía no vivís nada, a ser la fe, la esperanza y la caridad. Acordaos, como algunos de mis apóstoles han dicho: «Aunque hablaseis la lengua de los ángeles, aunque fueseis capaces de todos los milagros, si os falta el Amor, no sois nada», y esto será todavía más verdadero en los próximos días y semanas.

La primacía del Amor, la preeminencia del Amor, es la única cosa que cuenta, es la única cosa real ante la cual vuestro personaje sólo puede ser magnificado,  sobrepasado, y transmutado. Vuestra conciencia está llamada a vivir cada vez más la conciencia de vuestro propio cuerpo de Êtreté, vuestro nuevo vehículo, dándoos a vivirlo y a verlo, con el fin de que nunca más podáis identificaros a la historia que sea, o a este cuerpo denso y amputado. Cuando el Amor está ahí en manifestación, no hay ningún sitio para otra cosa, para ninguna otra cosa, y vais a vivirlo y verlo, vais a experimentarlo. Tal y como mi Madre dijo, es ineluctable, es inexorable y a partir de ahora es a muy corto plazo.

Nadie conoce la fecha, pero es ahora. Mi Madre lo había estipulado, la ascensión de la Tierra comenzó al principio del mes de Marzo. Muchos de vosotros habéis tenido mucho tiempo para prepararos. Otros, también muchos, no sospechan nada y está muy bien así. «Felices los simples de espíritu porque el Reino de los cielos les pertenece», y esta simplicidad es la de la Infancia, la que muchos de mis hermanos Ancianos o hermanas, Estrellas y Esposas, os han explicado durante todos esos años.

A partir de ahora, ya no necesitáis más este soporte, realmente y concretamente, porque directamente hablamos en vosotros, incluso en silencio, porque esto va más allá de las palabras. Se trata de la Presencia y no de la palabra, y la Presencia es el reflejo del Verbo, y el Verbo no necesita ninguna palabra inteligible o comprensible. Es el soplo del Espíritu que sopla cuando quiere y donde quiere, y es ahora.

No temáis nada, porque es el ego el que teme algo. No temáis nada porque es la historia la que teme algo. Lo que sois no tiene que temer nada, al contrario.

Así, mi Madre, Mikaël y yo mismo, venimos hoy a realizar la Nueva Eucaristía, ya no simplemente en algunos puntos de vibración de vuestro cuerpo, sino haciéndoos resonar el corazón eterno, el centro de este Triángulo de la Nueva Eucaristía, ahí donde está vuestro corazón de Eternidad. Todo lo demás es superfluo, todo lo demás ya no tiene ninguna utilidad y sólo pasa.

Todo lo que todavía pueda chocaros en este cuerpo, en este mundo o en algún aspecto de vuestro efímero, no tenéis nada que resolver, ya no tenéis que comprender, sólo tenéis que perdonar, aunque no sepáis lo qué perdonáis, porque el perdón está acompañado de Gracia. El perdón en sí no sirve de nada, pero el perdón y la Gracia al mismo tiempo lo cambian todo. No hay ninguna falta ni ningún error, de cara a la Eternidad, que no pueda ser perdonado por la evidencia de mi Presencia, con el fin de favorecer vuestro renacimiento, vuestra resurrección.

La crucifixión no es nada para aquel que está en el corazón, inmediatamente seguida después por la resurrección. Se trata de una especie de parto donde después de la liberación llega la recompensa, si puedo expresarme así, lo que sería lo más parecido a este mundo falaz. Sed la Vida sin límite y sin restricción, y la Vida de la que hablo, por supuesto, es la vida en el Amor y no la vida en la persona. Sean cuales sean las contingencias de vuestra vida todavía presentes, ésta no tardará en desaparecer, poniéndoos al desnudo, para el bien de cada uno en su liberación.

Pues he venido a invitaros a celebrar nuestro reencuentro. Nunca os he dejado y esto está apareciendo ahora.

No pongáis más distancia entre vosotros y yo, y en esto, es necesario dejar de adheriros a cualquier noción histórica o religiosa. Lo que evoco hoy, no tiene nada que ver con la religión, sino que tiene que ver con la conciencia eterna, y entonces no tiene nada que ver con nada conocido o conocible en este mundo. Ahí está el Misterio, y que ya no es un misterio a medida que pasen los días. Sea cual sea vuestro estado inicial, el mismo don es accesible a cada uno, pero de ninguna manera en el pasado, ni de ninguna manera en ningún futuro salvador, sino únicamente en el instante presente.

Así, la Paz está sobre vosotros, está en vosotros.

Es así como nunca más tendréis sed, es así como no dais más crédito o intención a este mundo que pasa, acompañando el movimiento espontáneo de la emergencia del corazón, a partir del momento en que la mirada de vuestra conciencia es dirigida hacia esto y no hacia las preocupaciones del efímero. Buscad el Reino de los cielos que está dentro de vosotros, que ya os ha encontrado ahora, y todo lo demás seguirá. Es vuestra conciencia la que debe iluminar lo que ocurre en vuestro corazón. Esta iluminación os proporcionará la lucidez y la profundidad necesarias para vivir estos tiempos finales, los de vuestra resurrección

El conjunto de las señales previas descritas en innumerables profecías, vengan de donde vengan, os lo confirman con facilidad y evidencia. Los tiempos han llegado porque los tiempos se han cumplido. Nadie conoce la fecha a nivel del calendario porque ya no hay más fechas, está en marcha, ha empezado y os aparecerá claramente en los próximos días y en las próximas semanas, hasta el final del año 2017.

Propagad la buena noticia, no con palabras, serían como unas dañosas armas, sino que con vuestra emanación, con vuestra Presencia, con vuestra humildad, de esta manera tan simple. No necesitáis ninguna palabra, no necesitáis ningún gesto, no necesitáis ninguna demostración, sino ser verdaderos, esto bastará.

…Silencio…



Es en esta Paz, la que estamos viviendo ahora en presencia, por vuestra escucha, por vuestra lectura, que me acerco cada vez más a vosotros. Ya estoy en vosotros. Ved, en lo que llamo aproximación, la emergencia de vuestra conciencia eterna, que viene a suplantar la conciencia ordinaria.

Ama por encima de todo, y sobre todo en las circunstancias que os afectan, con los seres que os afectan, y hacia vosotros mismos. Dejad que la radiación de vuestro corazón realice su obra, porque es lo que sois. En el seno de vuestro personaje, de vuestra historia, no tenéis ningún punto de apoyo, ni ninguna posibilidad de acción ahora.

Lo que anuncio y digo hoy, también requiere ser averiguado por vosotros mismos. Tampoco os pido creer en mis palabras, sino creer en vosotros mismos en lo que os dice vuestro corazón, y os lo dirá, si no lo ha dicho ya.

El Amor, el Corazón, van a suplantar todos los miedos que sean y todas las apariencias de caos de este mundo que sean, y lo sabéis pertinentemente por haberlo vivido, incluso en el seno del efímero, que es durante las circunstancias a veces más dolorosas y más difíciles ‒ y no es a veces, sino que es, diría yo, sistemático ‒ que las capacidades de resiliencia, de amor, son las más importantes.

…Silencio…



En el silencio de cada corazón, estoy presente.

No tenéis nada que esperar ahora, sólo tenéis que observar la emergencia de vuestra eternidad en el seno de este mundo, como la emergencia de la Verdad en la pantalla del juego de este mundo. Todo lo demás acontece de manera natural y espontánea. Algunos de vosotros ya perciben, en su sensibilidad, el canto de la Resurrección que no es nada más que la modificación de vuestro nada, o si preferís, del canto del alma y del Espíritu, anunciando las Trompetas y la Llamada de mi Madre.

…Silencio…



Ha llegado ahora el momento de silenciar mis palabras y dejar expresarse nuestra emanación desde el Corazón de cada uno, en presencia de cada uno de vosotros.

Que la Paz esté con todos vosotros y en cada uno de vosotros.

…Silencio…



Soy Cristo y os saludo en la Paz, os saludo en la Eternidad, os saludo en el Amor auténtico. Estamos juntos hasta la consumación final de la ilusión de este mundo.

…Silencio…



Os digo hasta siempre, en el Amor y en la Verdad.

***
 A través de JL

Traducción: equipo de traductores

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