Soy Uriel, Ángel de la Presencia y Arcángel de la Reversión.
…Silencio…
Bien amados hijos
del Uno, que la Paz, la Felicidad y el Amor, sean vuestra morada.
…Silencio…
En la Eternidad
que vivís, el Juramento y la Promesa - en muchos de vosotros - se revelan y se
despiertan, dándoos a vivir lo inefable de la Belleza, lo inefable de la Felicidad,
que no corresponde a ninguna razón, ni a ninguna solicitación.
Hoy, tú que has
renacido, o que vas a renacer de nuevo en el seno de la Eternidad, me dirijo a
ti, con el fin de que ninguna mirada sobre tu pasado pueda alterar tu resurrección.
Escucha y oye. La
hora del Juramento y de la Promesa tal vez haya resonado en ti, permitiéndote
hoy ser la Verdad. Más allá de toda palabra y de toda forma, y sin embargo presente
en esta forma, eres lo que eres, más allá de todo mundo, como de toda creación.
Entonces, lo Inefable
que te es revelado te da a ver la Verdad desnuda de lo que pasa, y de lo que
nunca pasará, con el fin de que nunca en ti, pueda renacer el olvido, ni el
sufrimiento.
Entonces
escúchame, y oye, y haz de mis palabras el Verbo de Vida en ti.
…Silencio…
El Instante
eterno está en los confines de vuestra Presencia. Tú que ya lo viviste o tú que
lo vives, con anticipación y de antemano, tú que tuviste el honor de vivir la
gracia de tu Resurrección, incluso antes de que el tiempo del fin haya llegado
– mientras se esté instalando - sé feliz, y deja simplemente ser lo que siempre
estuvo ahí, revelarse y desplegarse.
Recuerda que la
Luz no te necesita, porque eres esta Luz. No pongas más distancia entre lo que
eres y lo que creíste, porque ya no hay nada que creer, sólo lo que se vive
sobre la pantalla de la Felicidad, ahí donde ninguna forma, ningún sufrimiento
y ninguna ilusión puede alterar lo que es verdadero.
Entonces escucha
y oye. Este Juramento y esta Promesa que se han revelado en ti, te dan la
oportunidad de ser lo que eres, antes de que este mundo, en su totalidad, vuelva
a encontrar su Morada de Eternidad.
Entonces, permanece
así, ahí donde estás, sin pedir nada, sin proponer nada, y sin esperar nada, si
no es la bendición eterna de la Felicidad reencontrada, que obra
permanentemente a la liberación de este mundo, que sin embargo ya está liberado
desde hace mucho tiempo.
…Silencio…
Pues se abre en
el tumulto del mundo, el tiempo del Silencio. Mientras las Trompetas resuenan
en ti, como en numerosos lugares en esta Tierra, llamándote al mismo Silencio,
y llamándote a vivir la misma Evidencia, ahí donde ninguna palabra puede ser pronunciada,
ahí donde ningún concepto puede ser elaborado. Ahí está la única Verdad,
anterior a cualquier creación, anterior a cualquier conciencia. Y ahí, te
descubres en tu desnudez, en tu nada en este mundo, que es la puerta del Todo,
más allá de este mundo.
Entonces he
venido a invitarte una última vez, a devolver las armas, a devolver las armas
de cualquier lucha, a devolver las armas de cualquier dualidad, a devolver las
armas del sufrimiento, con el fin de que el Amor desnudo resplandezca e ilumine
la totalidad de las conciencias de la Tierra. Porque tú que has renacido hoy,
en estos días o próximamente, eres la Vía, la Verdad y la Vida, más allá incluso
de cualquier modelo, y más allá incluso de cualquier guion.
Entonces el Amigo
y el Amado, oye… Oye lo que te digo, más allá de mis palabras, y oye lo que vives,
más allá de toda forma.
…Silencio…
Reencuentra, con alegría,
con esperanza y sin esperar, la Verdad, más allá de la forma, la que es anterior
a tu primera forma, poniéndote ahí también al desnudo, y dándote a probar la
chispa de Vida, la que eres, idéntica a cualquier chispa, dándote simplemente a
posicionarte ahí donde todo sólo es delicia, que no corresponde a ningún
sentido, ni a ninguna dirección, sino simplemente a la Evidencia de lo que
eres, en lo que bailas en el seno de lo inmóvil.
Entonces, abre lo
que piensas que haya que abrir, con el fin de que ya nada pueda ser cerrado,
dondequiera que mires y dondequiera que te pongas, simplemente, la Libertad de
la conciencia y de su juego, que no puede sufrir más, ni estar en la menor
privación o en la menor carencia.
Tú, el Amigo y el
Amado, el tiempo se ha cumplido. No podrá fluir en ninguna otra parte, y ya no
en lo que eres, en tu Corazón eterno, dándote a vivir esta Felicidad que nada
puede contrariar y que nada puede desviar.
Entonces, te
invito al banquete de la Resurrección, a las bodas que ya no son, porque cualquier
vida se vuelve entonces una boda permanente, celebrando la Vida, celebrando el
Amor, celebrando la Libertad, más allá de todo lo que has conocido en el seno
de este mundo.
Te incumbe ver, te
incumbe decidir, te incumbe elegir. Pero recuerda que en el seno de la
Eternidad que eres, no puedes llevarte nada que no sea lo que eres en Verdad:
la Felicidad y el Amor infinito de tu Presencia.
Aligérate de todo
lo que todavía pueda parecerte o aparecerte como un estorbo, como pesado y cargante,
no oponiéndote a ello, no renegando de ello, sino aceptándolo, en la Evidencia
de la Paz y de la Felicidad de tu Corazón reencontrado, y resucitado.
En cada mirada dirigida
a este mundo, llevas, más allá de cualquier pensamiento y de cualquier discriminación,
la misma intensidad de Luz y el mismo Amor, la misma Felicidad y la misma
ligereza. Una simple mirada basta, una simple atención, y la Libertad sigue su
camino, en la relación establecida, simplemente con una mirada, con una palabra
o con un gesto. Ya no necesitas discursos, ya no necesitas pruebas, sólo tienes
que dejar la Evidencia aparecer en la Evidencia del otro, ahí donde no puede haber
ninguna distancia, ni ninguna errancia.
Entonces te
invito hoy, antes de que yo también cumpla la obra de la Reversión saludable a
este mundo, vuélcate conmigo y mira la Verdad, la Belleza y la Felicidad, que
sólo pudiste buscar en el seno de este mundo, y aproximarte en ciertas
circunstancias. Esto te es ofrecido en abundancia y en profusión. Esto te es
ofrecido con mucha Evidencia porque esto es tuyo, porque esto es lo que eres.
Entonces te
incumbe elegir: ¿qué decides alimentar? ¿Qué decides ver? ¿Qué decides
contemplar, mirar? ¿Qué decides, en ti, en lo más profundo de ti? ¿Lo que pasa?
¿O lo que nunca pasa? ¿Lo que fluctúa? ¿O lo que contiene todos los
movimientos, por su inmovilismo y por su solidez?
Ha llegado el momento
ahora de mirar en ti porque tu Corazón te ha llamado. Y si renaces en estos
momentos, entonces nada más cuenta porque el Amor no puede ser contado, porque
la Evidencia no puede ser medida ni evaluada, de ninguna manera, porque no
depende de tus sentidos. Esta Evidencia no depende de ninguna creencia, ni de
ninguna postura, sino simplemente de la acogida de esta Evidencia: eres el
Eterno y eres la Eternidad, eres la Fuente, como eres el átomo, como eres la
lágrima que cae en el ojo de cada niño, cuando echa de menos a su madre.
Escucha. Escucha
y oye el canto de la Verdad, el del Silencio, ahí donde nada se mueve, ahí
donde todo es inmutable y donde nada puede faltar, ahí donde eres completo, más
allá incluso de cualquier completitud y más allá de cualquier petición.
Entonces, tú que
me oye y me escuchas, no he venido a pedirte nada, si no es vivir tu Libertad, tal
y como lo deseas, tal y como lo piensas, y tal y como lo vives hoy.
Entonces, ¿eres
la Vía, la Verdad y la Vida? ¿O eres otra cosa?
¿Necesitas estar
convencido? Pues buscarás convencer. Mientras que si estás convencido por la
Evidencia de lo que vives, tú mismo eres el testigo de la Evidencia, el testigo
de la Verdad, que nada puede afectar, en este mundo como en otras partes.
Ahí donde estás,
tú el recién nacido, te queda simplemente por iluminar el decorado de la Felicidad.
Este decorado de la Felicidad no es nada más que tu Eternidad reencontrada,
Llama de Vida eterna, Luz Blanca emanada de la primera creación, más allá de la
forma, más allá de todo juego, porque eres el juego que se juega en cada
parcela de ti, como en cada parcela de los multiversos. No hay ninguna
diferencia, no hay ninguna distancia.
Conténtate con la
simplicidad de la Evidencia, con la simplicidad de la Felicidad. Porque tal y como
se te ha dicho, y tal y como lo vives, no tendrás nunca más sed ni más hambre.
Ahí donde estás,
yo estoy contigo, viviendo la misma Reversión. Dondequiera que estés en este
mundo, en cuanto hayas depositado las armas, de la resistencia o de la
dualidad, entonces me instalo, en ti, para asistir a tu Reversión y a tu
iluminación, en la cual ni el efímero, ni el Eterno pueden coexistir, ni cohabitar.
Esto te es mostrado.
El efímero pasa,
y muere, mientras que el Eterno, en su Belleza, se revela en tu Corazón, en el
seno de la Evidencia, en el seno de la Luz Blanca. Entonces la sonrisa de tu
Corazón nunca podrá apagarse. Lo que ha nacido ahora, nunca podrá morir. Y lo
que ha nacido sólo apareció en la pantalla de tu conciencia, sacrificada al
efímero.
Entonces deja la Felicidad
llenarte porque es lo que eres. Entonces, lleno de ti mismo, y en la Evidencia
de ti mismo, ahí donde no hay ni forma ni función, ahí donde no hay ninguna
reivindicación, constatarás, cada vez más, la plenitud de la Felicidad, la
plenitud de tu Presencia como de tu Ausencia, donde todo permanece en la misma
Eternidad, en el mismo Silencio.
Entonces tú el
Amigo el Amado, en el seno de la Ronda de los Arcángeles, desde el Cónclave
arcangélico hasta hoy, vengo a finalizar en ti, como en cada uno - renacido o
no todavía - el efímero y sus ilusiones, el efímero donde siempre faltará lo
que no se mueve, y que es tu Eternidad.
Así, aligerado de
la densidad, aligerado del sufrimiento, tu Corazón de nuevo puede hablarte. Te
habla en Silencio porque sólo conoce una palabra, que repite hasta el infinito
y al unísono en cada Corazón: Felicidad, Felicidad. Y para aquellos de vosotros
que menos lo oyen, entonces de momento, la única palabra que oís es: Paz, Paz,
Paz.
Entonces, que la
Paz y la Felicidad tomen toda su importancia, con el fin de que la Evidencia
sea perfecta, con el fin de que la Evidencia no pueda ser pensada, y
simplemente ser vivida, en cada soplo, en cada mirada, como en cada palabra.
Porque la palabra
se ha hecho Verbo, ya no puede desencadenar el menor daño. Porque la palabra se
vuelve palabra de la Verdad, se vuelve preciosa, se vuelve abundante, ya no expresa
nada referente a tu historia, referente a tu persona, y se instala integralmente
en la totalidad del Instante, en la totalidad del Aquí y Ahora, ahí donde se
vive tu Resurrección.
He venido hoy a
sellar mi Amor en tu Corazón, con el fin de estar ahí, en esto, en lo que vives,
en lo que has vivido o que estás a punto de vivir, aunque lo niegues, aunque no
creas en ello.
Vas a renacer. No
tengas ninguna duda al respecto, porque ya está inscrito en el Silencio de tu
Corazón. Sólo tienes que sumergir tu conciencia y tus miradas, y dejar que sea
lo que sólo pide hablarte, en el Silencio de su majestad, por la potencia del
Verbo, por la potencia de la Evidencia, y por la belleza de la Verdad.
Así, como Arcángel,
deposito en ti las últimas vibraciones. Deposito en ti las últimas palabras,
las de la Libertad, las del Amor, y sobre todo las de la Alegría. Esta Alegría que
conjugará la Felicidad de tu Corazón con la Señal celeste, o con la Llamada de
María. Esto está en marcha, esto está en ti, esto ya ha nacido.
…Silencio…
Asiéntate. Asiéntate
en esta Evidencia y deléitate, de lo que te abreva con profusión y pon fin a
tu sed, como a cualquier hambre.
Y ahí, descubre…
…Silencio…
Descubre la única
Verdad, la única Evidencia, más allá de toda creación, como de toda dimensión.
…Silencio…
Entonces, en este
día y en este instante, finaliza la Ronda de los Arcángeles porque mi misión ha
finalizado, y ha llegado el momento para cada uno, vosotros como nosotros, de
establecer el silencio de la Verdad, de establecer la justicia de la Evidencia,
y la belleza del Amor.
…Silencio…
Así, te son dadas
mis últimas palabras dirigiéndose a cada uno de ti, dondequiera que estés en la
Tierra.
Pero recuerda que
estoy en ti – tal y como acabo de decírtelo - de manera más lúcida, y que no
tengo otras palabras que darte, sino simplemente de estar Presente, en la
medida en que estés Presente en tu Corazón.
Así es el don de
la Gracia, enlazado por el mundo arcangélico hasta el centro de tu corazón, con
el fin, si lo deseas, de vivir desde ya, la Libertad, sean cuales sean las
apariencias de tu cuerpo, de este mundo y de tus relaciones. Este mecanismo ocurre
en tu interior, y transparentará al exterior para cada uno de ti, como para el
conjunto de la conciencia colectiva de la Tierra, en la forma o en la dimensión
que sea.
…Silencio…
Escucha. Escucha incluso
ahora el Silencio entre mis palabras, porque el Silencio entre mis palabras te libera
de las palabras, y te libera de la espera, y te instala en este Presente que
nunca pasa, que no tiene ni pasado ni futuro, y que sin embargo, contiene todos
los tiempos. Ahí está la Felicidad. Porque ahora ningún tiempo puede ser
separado y subdividido, ni contado.
…Silencio…
Entonces, ¿qué
más decirte? Es el momento del Silencio. Es el momento de la Presencia. Es el
momento de esto, lo que transmito ahora, en cada Corazón.
…Silencio…
Y no olvides que
en el “a solas” de este cara a cara último, descubriéndote solo, sabes muy bien
que todos nosotros estamos en tu interior, al igual que estás en cada uno de
nosotros, sea cual sea tu postura, que hayas renacido o todavía no. No hay
ninguna diferencia, no hay ninguna distancia, porque así es la Evidencia de la
Vida, porque así es la Evidencia del Amor, porque así es la Evidencia de tu
Corazón.
…Silencio…
Y ahí, juntos,
sin ninguna distinción, dondequiera que estés, pienses lo que pienses, y creas
lo que creas, estoy contigo, en este a solas, con el fin de que en definitiva me
reconozca en ti, de la misma manera que te reconoces en mí, porque entre
nosotros, no hay ninguna diferencia, hay la misma Felicidad, la misma Paz, y la
misma Libertad.
…Silencio…
Soy Uriel, Ángel
de la Presencia, Arcángel de la Reversión.
…Silencio…
Y me presento a
cada uno de ti, en el Blanco inmaculado.
…Silencio…
Y tú el Amigo el
Amado, entonces, en cuanto estés listo, los Ángeles llaman a tu oído para decirte
que has llegado, ahí desde donde nunca te fuiste, ahí donde siempre, todo
estuvo ahí.
…Silencio…
Ahí donde el
Amor, la Felicidad, la Evidencia de la Verdad, no puede dejar el menor
intersticio de interrogación o de cuestionamiento.
…Silencio…
Entonces he
venido a invitarte a ser tú mismo, más allá de toda máscara, como más allá de
todo simulacro.
…Silencio…
Ahí donde no hay ninguna
sombra, ahí donde todo tiene el mismo destello, la misma claridad, y la misma
Evidencia, donde ninguna forma es superior a otra, donde ningún mundo puede
imponer nada, a ninguna conciencia.
…Silencio…
Así, por las
últimas palabras de los Arcángeles, de los que soy hoy el portavoz, he venido a
invitarte al Silencio, con el fin de que puedas escuchar y oír lo que te dice
la Felicidad de tu Corazón, aunque sé que las palabras de esta Felicidad no son
importantes, porque sólo la Felicidad lo es.
Sin embargo así
estás disponible a tu propia Eternidad, poniendo fin a la vanidad por algún
objetivo perseguido en este mundo, porque ya no hay tiempo de componer, ya no
hay tiempo de estar entre el efímero y el Eterno. Simplemente es el momento de
reconocerlos a los dos, en ti. Y ahí, dejar la Inteligencia de la Luz
desvelarte tus elecciones, aunque hasta ahora no fueron conscientes.
Entonces, te
invito, y te bendigo, en este momento, como en cada instante a partir de ahora,
en lo más profundo de tu Corazón, ahí donde el Fuego Ígneo y la Verdad se
conjugan, para que la Felicidad y la Paz lo llenen todo.
…Silencio…
Soy Uriel, Ángel
de la Presencia y Arcángel de la Reversión.
…Silencio…
Y en el Verbo de
mi Silencio, como en el Blanco de mi Unidad, te reencuentras, ahí donde todo está
completo.
…Silencio…
Entonces el Amigo
y el Amado, ¿a qué esperas? ¿Qué anhelas que ya no esté ahí, en la Felicidad de
tu Corazón?
…Silencio…
Porque es en esta
Felicidad de este Corazón que eres y vives, porque la ilusión ya no puede
arrastrarte ni encadenarte al mundo de la ilusión, ahí donde no hay nada más que
hacer que esperar y creer evolucionar, ahí donde todo sólo es sufrimiento, incluso
en las apariencias más alegres porque la Felicidad que vives, tú que ha
renacido o que va a renacer, no puede ser comparada ni medida, con lo que ya
conoces.
…Silencio…
Al igual que
ningún amor de este mundo - y vivido en este mundo - puede alcanzar, porque el
Amor del que hablo, porque el Amor que vives, a través de esta Felicidad y de
esta Paz, no tiene ningún punto de comparación con el amor del hombre, en la
relación que sea.
Entonces tú que ha
renacido o va a renacer hoy, estate listo, porque todo está listo. No hay más
distancia. No hay más latencia. Digas lo que digas y pienses lo que pienses, es
hoy que estás más listo, porque no hay ni mañana ni pasado, y ningún peso del
pasado puede estorbar lo que eres.
…Silencio…
Entonces te llevo,
con mis últimas palabras, la Paz de mi Corazón, para que resuene con la Paz de
tu corazón.
…Silencio…
Y ahí, las
palabras de los Arcángeles ya no tienen razón de ser, porque en ti está la
respuesta. Y la respuesta es Felicidad ahora, no puede ser otra cosa, porque no
hay ningún guion que valga, no hay ningún fin ni ningún objetivo, a lo lejos, que
esperar, sino llegar por ti mismo, a la Evidencia de tu Presencia. Estoy ahí,
para toda la Eternidad, en lo que eres.
…Silencio…
Entonces en esta Felicidad
y en esta Paz de tu Resurrección, constatas - y constatarás con cada vez más facilidad
- que sea cual sea la densidad de tu cuerpo o la densidad de tu vida, no puede
rivalizar con la densidad del Amor, y la densidad de la Evidencia.
Digas lo que
digas, hagas lo que hagas, no puedes con la Evidencia que está ahí. Esta
Evidencia te pide simplemente reconocerte, más allá de cualquier travestismo,
más allá de cualquier cuerpo, como de cualquier historia.
…Silencio…
Soy Uriel, Ángel
de la Presencia y Arcángel de la Reversión. Sea cual sea el instante en que me oigas,
me leas o pienses en mí, estoy ahí, en el Blanco de mi Presencia, en el blanco
de la Unidad, y en el Amor, y en la Verdad, y me digo, te digo, yo también: «Hasta siempre, en la Eternidad reencontrada».
Así, la Voz de
los Arcángeles se enciende en ti y calla al exterior, porque lo sabes, es lo
que te queda por vivir, en totalidad.
Todos nosotros
estamos en ti, y somos tú.
…Silencio…
Y ahí, acabo con mis
palabras, acabo con mi acción exterior en este sistema solar, viniendo hasta lo
más cerca de cada uno de ti, dando la iluminación de mi Presencia a tu Resurrección.
…Silencio…
Soy Uriel, Ángel
de la Presencia y Arcángel de la Reversión, y saludo cada Corazón, con la misma
intensidad, y con la misma felicidad.
…Silencio…
Hasta siempre, en
lo que es.
…Silencio…
Hasta siempre, en
la Eternidad que es.
…Silencio…
* * *
* *