Desde
el corazón cristalino de la Tierra, a través de las aguas del océano, el útero
de la vida, a través del viento que sopla, allí donde la Serpiente de Fuego
mora; desde la antigua isla, morada ancestral de mi saber, allí donde las
imágenes de los antiguos guardianes descansan, mi voz resuena, mi canto vibra,
el fuego de mi vientre arde y los invito a danzar al sonido del tambor, el
tambor del corazón de tierra.
Me
manifiesto en este día, en esta oportunidad, como Ilanikea, el espíritu
ancestral de Rapa Nui, la isla de Pascua. Este pedazo de tierra guarda saber y
guarda memorias que un día volverán como herencia de toda la humanidad. Yo
preparo este día, abro este camino. Todo este planeta es sólo una cara de mi
Espíritu, es una imagen proyectada en el espacio puro de mi conciencia como un
reflejo de mí. Yo soy la Gran Madre y les recuerdo que son mis hijas e hijos y
que como parte de mí, mi canto, mi tono, mi ritmo es la ley, es la vida.
Bien
amados hijos e hijas, ni toda la resistencia, ni toda negación podrán barrer
mis pasos, mi idea sagrada para este planeta se concretará en su tiempo. A mis
pequeños que juegan envueltos y entretenidos con el juego de las formas, de las
luces y de las sombras les digo; hay lugar para cada uno de ustedes en esta
idea sagrada, en este arquetipo, y habrá lugar para cada uno si esa es su
elección en el jardín de Ëa, en Amaranthéa, el reflejo en las aguas
primordiales del fuego de mi Espíritu, de mi profecía.
No
desprecien la sabiduría de la tierra, esta tierra que sus pies pisan. A pesar
de que su forma es distorsionada, de que esta forma está sujeta a la acción del
tiempo y a la acción de los hombres, el tiempo y la humanidad apenas tocan su
superficie, la capa de su piel más externa. Yo, Vida, Anima Mundi, la sagrada
reina de los océanos, yo conduzco las corrientes de fuego, yo conduzco los
vientos y el latido mismo de mi corazón, el corazón de la Tierra.
Es
hora de abandonar la arrogancia. Es hora de renunciar a sus conceptos, más o
menos, acerca de sí. Hijos e hijas, son semillas, una expresión divina aún por
venir, son la sombra proyectada en este jardín de su rostro eterno, de lo que
son en la eternidad. Como aprendices, como auxiliares, no importa, hay siempre
en la tierra, en este polvo, estos árboles, esta agua, en este viento, en este
fuego, una lección para ustedes, si con humildad pudieran renunciar a sus ideas preconcebidas, y
abandonar la visión del mundo tan restringida, tan pequeña.
Desde
Rapa Nui, la morada ancestral de la serpiente de fuego resueno, yo canto en el
corazón de cada ser vivo, en el centro de cada molécula, en el fuego del baile
de la luz, resueno la verdad de la eternidad, la verdad más allá de la
eternidad.
Luz!
Una luz insubstancial, una luz incorpórea, pero que asume todas las formas. Una
luz por nada iluminada. Una luz que todo penetra. Luz! La luz del fuego
primordial. La luz en la chispa en el centro del alma. Luz! Más allá de causas
y condiciones, mas allá de los efectos y resultados. Luz!
Eras
después de eras y el sueño en su continua transformación es luz.
Día
tras día, un parpadeo en la historia de este planeta, dolor que se sobrepone a la
alegría, éxito que se superpone al fracaso, el ir y venir de la vida que
ustedes llaman muerte. Luz! Es luz más allá de los límites, más allá de los
conceptos, es la refulgencia de lo que no pueden explicar, es la luminiscencia
de lo que su intelecto jamás aprenderá.
¡Es
luz! Mediten sobre la luz, la luz de mi presencia. Meditar sobre la luz, la luz
de vuestra presencia. Luz! Que disipará por fin la ignorancia, esta madre de
todos los vicios, esta fuente de todo dolor, esta causa de tanta sangre
derramada.
Mis
pequeños es sólo un sueño esto que ven. Es sólo el proyecto de un sueño que
jamás se concretizará estas escenas que pasan delante de sus sentidos. Es luz,
sí, es luz!
Por
misericordia yo pido, por misericordia clamo, por misericordia invito, por
misericordia yo ordeno. ¡Despierten en la luz de la presencia! ¡Despierten la
luz de la presencia! Es hora de dar un paso más allá, es hora de abrirse un
poco más, es hora de acercarse en mi regazo, en mí. En mí la conturbación de
los tiempos cesará, en mí la convulsión de las eras, paz se volverá. En mí
despertará un nuevo sol. En mí ustedes verán un nuevo mundo.
Las
tormentas se acercan, los vientos aumentan en su furia, las aguas avanzan y la
tierra tiembla. Señales, señales de que este mundo, este proyecto del sueño
está llegando a su fin. Como todo lo demás en mi cuerpo, debe transformarse.
Aquí
está una gran oportunidad: una grieta que se abre para que su visión vea a
través y reconozca la luz que todo impregna. La luz sin causa, sin efecto. La
luz más allá del mañana y del ayer. ¡La luz que rompe el presente! Atemporal.
A
partir de esa percepción por más fugitiva y fugaz que ella sea podrán reconocer
en el baile incesante, sufrido, por lo tanto desprovisto de cualquier
existencia propia, a mí, vuestra madre, jamás distante; la mano, mi mano,
siempre presente en la caricia, en el castigo, en el reposo, en la actividad;
mi soplo, mi vida.
Yo
los bendigo a todos en esta Tierra, porque cuando mi Espíritu se levanta nada,
nadie, está más allá de mi alcance. Cuando mi canto resuena todos los corazones
lloran, pues recuerdan de dónde vinieron y ríen pues recuerdan hacia donde por
fin retornaran.
¡Bendiciones
y paz! Hay amor en mi cuerpo. Es amor mi Espíritu. ¡Abre los ojos y ve! ¡Abre
los oídos, escucha! Abre el corazón, me encontrarás ahí. Un beso en tu cara, mi
pequeño dios.
A través de Shylton Días
Transcripción
hecha por colaboradores del Portal Aranduh - portalaranduh.blogspot.com
Traducción:
H. N.