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Mi
amigo, mi amado, honro y bendigo la verdad de tu Presencia. Hoy, el Juramento y
la Promesa se actualizan en ti, dándote a descubrirte y a reencontrarte.
Juntos, y tú y yo, en cada uno de ti, honro y bendigo tu verdad.
Juntos
vamos, dondequiera que estés, en este instante como en cada instante en el que
me escucharás o me leerás, no saciarte de palabras sino saciarte del Amor que
tú eres. Por la gracia del Paracleto, por la gracia de tu re-conexión,
descúbrete, atrévete, atrévete por fin, sin historia y sin pesares, a ser lo
que siempre fuiste a pesar de la ilusión de lo que viviste en el seno de este
confinamiento. Redescubre tu libertad de ser, aquella cuyo único camino es la
de tu Corazón. Más allá de toda forma como en toda forma, estoy contigo porque
yo soy tú.
Entonces,
sin vacilar, incluso antes de que la Llamada de la Gran Madre resuene en tu
Corazón y en tu oído, ábrete a esta Verdad infinita y eterna que nunca puede
desaparecer, que jamás podrá apagarse y que, así mismo, jamás se podrá
reproducir. Entonces abre de par en par tu Corazón, despliega tus alas y
escucha directamente en tu Corazón la danza de mi Presencia, el canto de tu
resurrección. En ese instante, te basta con ponerte allí donde se asienta tu
Eternidad, allí donde reina la Verdad única. No hay ningún camino que debas recorrer,
no hay ningún sufrimiento que debas aceptar. Todo ya es perfecto y todo ya está
en ti, y todo ya está aquí, incluso en el seno de esta tierra.
Entonces
sí, hoy, alégrate, no de lo que viene sino de lo que está aquí. Regocíjate
porque eres bendito, porque eres verdadero. Revistiendo de tu manto de
Eternidad, de la vibración de tu esencia y de tu origen, te invito a danzar la
Vida en la inmutabilidad de tu silencio, en tu descanso eterno.
Tú
que eres anterior a toda forma, a toda conciencia, fuente de ti mismo, eres el
Agua de Vida, el Agua del Bautismo y el Agua de la Resurrección. Seca las
lágrimas que todavía podrían aparecer, ellas sólo son el reflejo de tu alegría
eterna, de tu sensibilidad, de tu Espíritu. No te dejes más martirizar por
algún elemento presente en este mundo como en este cuerpo, reúnete contigo.
Hay, no urgencia, sino la inmediatez de tu Presencia eterna que sólo pide
llamar a tu puerta, la de tu conciencia.
Entonces
abre, abre y descubre, más allá de la concordia, más allá de toda palabra, más
allá de toda forma, la verdad inefable de toda Presencia, la verdad inefable de
la realidad del Amor fluyendo de su fuente, siendo la misma naturaleza en
cualquiera dimensión que sea, que pronto, más allá del tiempo, tú recorrerás en
toda libertad, sin ser sometido a una forma fija, sin estar sometido a
cualquier dualidad ilusoria. Todo es Uno, así tú eres Uno.
Todo
lo que ha sido separado será reunido en la misma danza y en el mismo fuego en
cuanto la Gran Madre llamada María, te llame por tu nombre, cada uno de ti
sobre este planeta, dándote a quemar los restos de ilusión todavía presentes
bajo forma de sufrimientos y de memorias, en cada parcela de tu divina Luz. Tú
que eres la Eternidad, tú que eres el Eterno y parte del Eterno, en cada parte
se reencuentra el Todo, ahora que los velos del sufrimiento y de la ilusión son
quitados de tus ojos como de tu Corazón.
Entonces
reúnete contigo, no hay ningún esfuerzo que hacer. Esto, no es una recompensa,
como te dije, esto es lo que se te debe,
esto es tu verdad. En cada uno de ti la
misma llama, en cada uno de ti la misma Fuente, el mismo Espíritu, la misma
danza, y sobre todo la misma intensidad no mensurable y no calculable de este
Amor incondicional que siempre fuiste y que has permanecido, a pesar de los
velos y a pesar del olvido.
Es
hora, hoy de restaurar la Verdad, a fin de que el olvido se borre de lo que ha
sido falsificado, de lo que te hizo sufrir. Aplícate a ti mismo el don de la
Gracia y el bálsamo de la Verdad. No hay esfuerzo, hay únicamente a
reconocerte, más allá de todo pensamiento, de toda manifestación como de todo
estado, porque lo que eres no depende de ninguna condición ni de algún estado,
porque lo que eres es la verdad, lo que eres es la conciencia pura que
encuentra su fuente más allá de la conciencia y más allá de la Luz, que sirve
de manifestación y de apoyo a toda experiencia libre de la conciencia en
cualquier multiverso, en cualquier universo, como en cualquier dimensión que
sea.
Entonces
hoy, te invito a la danza de tu resurrección, te invito a reconocerte en el
seno del Impersonal, del Espíritu del Sol, como del Paracleto, a fin de que el
Coro de los Ángeles entone en tu presencia el canto de amor de la Eternidad,
canto de bendición, canto que abre en ti las últimas puertas construidas en el
seno de la Ilusión que, como lo descubres o lo descubrirás, no tienen otra
realidad que el peso de tus creencias, el peso de tus adhesiones, el peso de
tus infiernos, que no tienen ninguna duración y que se desvanecen ante la
verdad de tu Corazón, que reencuentra y obra sobre este mundo.
Eres
Luz y la Luz esta por todas partes. Al principio era el Verbo, y tu verbo es el
primer verbo. Entonces hay numerosas moradas, y cada morada es tu morada. No
tienes que escoger, no tienes que privarte, tienes que descubrir. Ábrete, sin
miedo ni deficiencia, no tienes ningún esfuerzo que proporcionar, sólo tienes a
estar allí donde permanezco en tu Corazón, sólo tienes que guardar silencio, a
estar inmóvil, a fin de que la Vida te recorra y te resucite en la verdad de tu
Eternidad. No mires hacia atrás, no mires tampoco hacia delante de ti, mira
donde todos los tiempos son contenidos, poniendo final a la Ilusión en tu
Corazón del Corazón.
He
venido a ti, como te dije, no para hablar, no para hacerte conocer otra cosa
que, lo que tú conoces de toda eternidad. Reconócete en mí, como me reconozco
en ti, porque entre yo y tú, y entre tú y yo, no hay ninguna distancia, ninguna
pantalla y ninguna división. Como en cada uno de ti, a pesar de las apariencias
y a pesar de las formas, a pesar de los pensamientos y a pesar de los afectos,
hay la única verdad, la del Amor sin condición y sin concesión, que está
abierto a la danza de la Vida, y a la verdad de la conciencia.
Tú
que eres pura conciencia y redescubres el sentido de mis palabras por lo vivido
de tu carne en el seno mismo de esta Ilusión, te invito a no alimentar más lo
que te hizo sufrir, te invito a no alimentar más todos los conceptos erróneos
que conciernen a lo que eres,
prometiéndote montes y maravillas, cuando estos montes y maravillas están
inscritos en la eternidad de tu Corazón, en la eternidad de tu Presencia, más
allá de este mundo como más allá de todo mundo.
Reconócete.
He aquí mi solo deseo que es también fundamentalmente tu única verdad y único
deseo, este deseo que no concierne a este mundo, donde nada de este deseo puede
ser cumplido y verificado. Te invito a cumplirlo y a verificarlo en el único
lugar donde siempre se cogió, a tu Corazón del Corazón. Por la gracia del Fuego
Ígneo que ahora depone a cada minuto, a cada soplo, en tu pecho, no resiste y
acoge de manera infinita y sin condición alguna todo lo que la vida te da a
vivir, porque la vida, hasta en este mundo, es ahora alumbrada por la Espada de
la Verdad que corta los lazos ilusorios del afecto en una condición de este
mundo.
Todo
está en ti, eso siempre fue dicho. Te invito hoy más que nunca, a verificar
esta verdad esencial instalándote y descansando en el centro de tu pecho, este
lugar que no lo es, porque escapo al encierro y a la forma de este mundo. Y a
pesar de las vicisitudes, a pesar de las experiencias felices o desgraciadas de
tus rondas de encarnaciones en el seno de esta Ilusión, te invito a la belleza,
y te invito a la celebración, ya no solamente de la Gracia, ya no solamente de
tu Resurrección, que finaliza en un número cada vez restringido de tus días a
vivir todavía en el seno de la Ilusión, te invito a salir de cualquier tiempo, te
invito a considerar toda historia de este mundo como una historia que sólo
pasa, y que jamás podrá poner trabas a tu libertad reencontrada.
No
te pido de creerme, ni te pido de escucharme, ni siquiera de oirme, te pido
simplemente de reconocerte, aquí en este instante como en cada instante que
pase a partir de ahora, dándote a ver que el tiempo nunca pasa, que él también
es una ilusión, que no hay ninguna condición, incluso del encierro, que pueda
hoy aún frenarte en la verdad que tú eres.
Entonces
deja la Felicidad, que no depende de ninguna causa ni de ninguna justificación,
emerja de la Verdad que eres. Déjala suavizar y vendar las heridas que te
puedan todavía parecer existir, ligadas únicamente, como sabes, al miedo. El
Amor no conoce el miedo, entonces el Amor que eres no puede dejar subsistir el
menor miedo a lo desconocido, preparándote entonces al indecible salto en el
seno de la Verdad última, subiendo así hasta la fuente de tu Eternidad, como
hasta la fuente de la conciencia. Esto sucede en este mismo momento. No te
dejes alterar por lo que puede sufrir en ti, no te dejes alterar por los gritos
que suben desde la tierra, de aquellos que todavía no se han reconocido, de
aquellos que todavía no se han reencontrado, pero que gracias a tu presencia y
a tu benevolencia, permitirán suavizar el modo en el que vivirán su propia
resurrección.
Digas
lo que digas hoy, diga lo que diga cada hermano de la tierra, piense lo que
piense y viva lo que viva, eso no es nada con respecto a la Promesa, sino a la
instalación de ésta, llevándote a resucitar y a vivir el Juramento de la
Eternidad, el Juramento de la Felicidad que sella toda manifestación como toda
experiencia, más allá del encierro de este mundo, devolviéndote tu libertad
primera que nunca ha podido ser quitada. En cualquier forma que sea, en
cualquier descanso de la forma que sea, permaneces sin cambios, permaneces
verdadero, tú, Luz de la Vida, Luz del Amor que es anterior a toda
manifestación como a toda expresión.
Dondequiera
que te encuentres, sea cual sea tu edad, sea cual sea la condición en la cual
te encuentres en la superficie de este mundo, no existe a partir de ahora
ningún obstáculo a este descubrimiento. Entonces te pido y te ruego abrirte,
para que nunca más vuelvas a estar cerrado ni encerrado por ningún límite.
Bendigo tu Presencia, tú que eres la Fuente al igual que yo, Fuente que como tú
ha conocido la forma, ciertamente no por las vías clásicas de la encarnación.
Puedo hoy revelarte que estuve presente sobre esta tierra poco tiempo, porque
el peso de la densidad y de la Ilusión apagó mi Corazón, y eso lo sabía en el
seno de mi forma efímera.
Te
invito a volver a leer las únicas palabras que pude escribir durante mi tránsito,
la víspera de mi transición. Conocí tu condición, experimenté el sufrimiento y
la carencia, todo esto hoy se acabó. Te invito a ser el sin-forma, te invito a
ser el primer nacido, el primer hijo de la Fuente que cada uno de ti es, en
cualquier experiencia que desee vivir a partir de ahora.
Así
el Amor pone realmente punto final a todo sufrimiento y a cualquier herida. Así
el Amor que eres pone punto final a cualquier anticipación y a todo
condicionamiento. Escucha, no lo que te digo, sino escucha la verdad de tu
Corazón que sólo pide ser escuchado y ser
aceptado. Ahí está el don de la Gracia, ahí está la celebración, ahí está la
única Verdad, que no deja ningún lugar para la duda o para la interrogación, de
cualquier naturaleza que sea.
Mi
amigo, mi amado, escucha el canto de la Resurrección que canta en ti, como
cantará muy pronto en la totalidad de tus cielos de la tierra, en cualquier
lugar donde residas, anunciando el majestuoso regreso de la Verdad. En este
texto que escribí hace más de treinta y tres años, te dejé unas indicaciones
que no tienen en cuenta ninguna cultura, ni ninguna condición, ninguna religión como de ninguna creencia.
El
salvador ya está en ti, revélalo y ama, y si no puedes amar a otro tú, entonces
sigue tu camino y respeta la libertad de aquel que no puedes amar. Eres tú en
otro estado, en otro tiempo, en otro espacio, y sin embargo muy presente, que
sea entre tus allegados como en la totalidad de esta tierra. Acepta y acoge,
permitiéndote entonces decir “sí” a la eternidad de tu Corazón, a la eternidad
de tu Presencia. No hay ninguna condición, no hay ningún karma, no hay ningún
sufrimiento, no hay ningún hándicap que pueda frenar o contener el flujo del
Amor, el flujo de la Verdad.
Entiéndete
a fin de ser libre y abre, permitiéndote entonces descubrir lo que nunca pudo
desaparecer y lo que sin embargo no ha sido visto ni sentido. Hoy no hay más
preguntas, no hacen falta ni rituales ni vibraciones, sólo se requiere la
Verdad, más allá de cualquier condición como de cualquier juicio. La Verdad
está ahí en cuanto no pongas ni pantalla ni oposición a tu Eternidad, liberando
así los últimos lazos o los últimos apegos de ser este personaje, esta
historia, esta vida, o el karma que sea.
Aléjate
de todos aquellos que resisten, animando aún conceptos caducados y creencias
obsoletas. Aléjate de lo que ha sido prescrito para acercarte a mí. Eso sólo
tuvo un tiempo y eso también, lo sabes, ha sido falsificado. Tú no dependes de
ningún maestro, no dependes de ninguna lógica, no dependes de ninguna
condición, sólo dependes de ti. ¿Entonces a qué esperas para atreverte a
descubrirte en totalidad, en la verdad de la Luz, en la verdad del Amor,
nutriéndote cada día más, mostrándote y demostrándote que todo ya está ahí, en
ti, que no hay nada a tomar en este mundo, que hay que darlo todo a fin de
restituirlo a la verdad del Único?
Vuelve
a leer el texto, el único que he escrito antes de mi partida, de mi transición,
a fin de regresar al estado inicial. Mi presencia en aquellos tiempos, previa
al regreso de la Unidad, preliminar a la Ascensión de la Tierra, fecundó, como
el Cristo lo hizo hace más de dos mil años, la sangre de la Tierra en la sangre
de la Eternidad.
Entonces
no esperes más, pues el tiempo ya no es más descontado ni es más medido, pronto
se disipara estrepitosamente ¿porque cuando el tiempo se disipa y se desploma,
qué vencimiento o proyección en cualquier tiempo que sea, puede todavía
afectarte? Esto ha sido llamado los tres días de tinieblas y de oscuridad y la
estasis, firmando así, por la visibilidad y lo audible de las señales celestes
y terrestres en el seno de tus sentidos ordinarios, sacudiéndolos y dándote a
descubrir la totalidad del sentido de tu Corazón que es, el único sentido que
nunca muere y nunca ha nacido.
Estás
más allá de todo nacimiento como de toda muerte. En verdad te lo digo, en
verdad tú te lo dices, y en verdad lo vives. De a poco o estrepitosamente, eso
no hace ninguna diferencia porque cada uno, en este final de los tiempos,
evoluciona a su tiempo que es su ritmo interno, aunque éste sea calcado sobre
el final de los tiempos y no el final de la vida ni el final del mundo, sino el
final de cierto mundo, acompañándose, como sabes, de una octava nueva de dimensión
y de manifestación donde únicamente la dicha del Amor y únicamente el amor de
la Dicha te sirve de guía y te sirve de experiencia, cuando tu conciencia está
ahí presente.
Recuerda,
no es más tiempo para los recuerdos, ni al Juramento y la Promesa, pero ha
llegado el momento de su realización. No hay más vencimiento ni más
sufrimiento, no hay ningún final, porque lo que viene no es el final, sino tu
Resurrección. Sólo lo que muere ‒ que no eres ‒ lo llama “el final” pero tú no
estás en absoluto concernido por las angustias de tu cuerpo. Sólo algunas
costumbres y creencias, todavía mantienen esta creencia que es falsa e
ilusoria.
Entonces
no dejes, pase lo que pase en tu vida, que tu vida Eterna sea ralentizada por
algún elemento de no resiliencia de este mundo. Que eso atañe a tus
pensamientos, a tus relaciones, a tu cuerpo, a tu mundo en el país donde estás,
no te preocupes. El Cristo dijo: «Buscad el Reino de los cielos que está dentro
de ti y todo lo demás os será dado en abundancia». Para eso, debes aceptar de
no buscar en otra parte que en ti, situándote en el seno de tu Presencia,
poniendo final a la ilusión de los conocimientos, a la ilusión de la
espiritualidad, a la ilusión de ser una historia, a la ilusión de ser un cuerpo
que sufre.
Deja
la Verdad llenar todo el sitio y todo el espacio de tu cuerpo como de tu
conciencia, en este mundo como en todas partes. Así, verás que nunca nada pudo
estar separado, realmente y concretamente, sino simplemente dividido y engañado
por tu propio mental, por la adhesión a este mundo en lugar de la adhesión a tu
Eternidad. Y recuerda también lo que dijo el Salvador, cuando estuvo encarnado:
«Nadie puede conocer el Reino de los cielos, si no vuelve a ser como un niño y
no renazca de nuevo.»
Entonces
deja la Puerta estrecha franquearse, ella ya está abierta; nunca estuvo cerrada
si no es por tus creencias y por tus apegos. No hay otra llave que lo que eres
en verdad, entonces no esperes nada porque no hay nada que esperar. Los tiempos
se han cumplido, la Tierra está liberada desde hace mucho tiempo en términos
humanos, esto fue anunciado y tal vez se tradujo en ti, por la subida de la
Onda de Vida.
Hoy,
no te preocupes por ninguna historia, no te preocupes por lo que pueda pasar en
el seno de este mundo como en el seno de tu cuerpo, sitúate en tu Corazón y
mira simplemente cómo este Corazón se vuelve el bálsamo que pone punto final,
como te dije, a cualquier herida, a cualquier sufrimiento.
Entonces
elige la simplicidad porque la Verdad es simple. Elige la Infancia, porque en
la Infancia, no hay mental, porque en la Infancia no hay memoria, sólo hay el
instante. Penetra el instante, presente de toda eternidad, con el fin de que
todos tus instantes y que cada aliento que te queda por respirar en este mundo,
se llene de la gracia y de la beatitud de tu Eternidad desvelada.
Oye
el sonido de tu alma, el sonido de tu Espíritu que te llaman mucho más fuerte
que antes, en la linealidad de este tiempo, a asentir, a decir “Sí”, a
reconocerte más allá de toda apariencia y sobre todo, de toda historia.
Sé
tú mismo, sé verdadero, ama cada cosa, ama cada persona. Si lo no puedes,
entonces sigue tu camino, pero inténtalo. No hay nada por hacer, sólo tienes a
dejarte ser la Eternidad desvelada, eso no te concierne ni como historia, ni
como persona, ni a ninguna forma. Eso está más allá de toda forma, y esto está
ahí.
Entonces,
mi amigo, mi amado, escucha lo que el Coro de los Ángeles canta, ya no en tus
oídos, sino directamente en tu Corazón. Ahí está el canto de la Vida, ahí está
el canto de la Resurrección, ahí está el canto de la conciencia, ahí está el
canto más allá de toda conciencia.
Acoge
con la misma intensidad todo lo que te propone la Vida, porque aunque no lo
veas y no entiendas ni los porqués ni las razones, la Luz está ahí y se ocupa
de ti, porque ella es tú. Ningún elemento de tu historia o de tu persona puede
a partir de ahora, influir en el despliegue de esta Luz y al despliegue de la
Verdad, y cuanto más te quedes quieto, más serás liviano, y más los problemas
inherentes a este mundo dejarán de pesar ante la densidad y la verdad del Amor,
que es tu Presencia.
Entonces
revestido de tu cuerpo de Eternidad, revestido de la Gracia de la Gran Madre ¿a
qué esperas para sonreír a la Vida, a qué esperas para reírte de las ilusiones
que tú y otros han mantenido? ¿A qué esperas para reírte de ti mismo en lo que
mantienes? Que eso sean tus creencias, que sea otro hermano u otra hermana, que
sea tu hijo. Como sabrás o quizá hayas oído: «Vuestros hijos no son vuestros
hijos, ellos son los hijos de la Luz». Más allá del encierro, no hay ningún
lazo de sangre, sólo existen los lazos de la Libertad y los lazos del Amor que
no son unos lazos, que sin embargo son enlaces y guías, que permite a la Verdad
circular sin problema en cualquier conciencia que sea, y en la dimensión que
sea.
No
es tiempo de comprender, ni para explicar, es hora de vivir. Es tiempo de la
simplicidad, el tiempo de la Infancia, ahí está la Verdad y en ninguna otra
parte. Todo lo que debe desvelarse en este instante se desvelará a ti, en
función de lo que te es útil, no para alimentar algún pasado o algún futuro,
sino útil para tu verdad en el instante presente de tu Presencia. Entonces
escucha y oye, no lo que te dice tu cabeza, no lo que te dice un interviniente
que sea, sino escucha tu Corazón; él no puede engañarte, ni llevarte a otra
parte que no sea la verdad eterna del Amor.
Recuerda;
no hay ningún límite, de edad, de sufrimiento, de enfermedad o de bienestar,
que a partir de ahora pueda frenar o limitar la plena expresión de tu
Eternidad, la plena manifestación de tu Presencia.
Entonces
mi amigo, mi amado, comulguemos juntos en la Teofanía, y mucho más que la señal
de la Luz, procediendo hasta ahora por pequeños toques, durante algunos
encuentros, durante algunos instantes que tú mismo has elegido, te invito a no
depender de ningún encuentro, a no depender de ninguna circunstancia ni de
ningún tiempo. Deja resonar la verdad de tu Corazón, ahí, en medio de la carne
de tu cuerpo.
Escucha,
en el silencio de mis palabras, en el silencio de la historia, oye la
inmutabilidad del Amor permitiendo todos los movimientos y todas las
experiencias. Escúchate, desde lo más hondo de ti surge el canto del Espíritu,
el canto de la comunión y de la Teofanía perpetua, y percátate, en función de
tu tiempo y de tu horario, que ahora nada puede retenerte en el seno de la
Ilusión.
Lleva
tu vida, sea lo que sea lo que te pida llevar, enriquecida de la Verdad.
Entonces tu camino, en el seno de este mundo ‒ porque tu Corazón no tiene
ningún camino ‒, pero tú camino en este mundo será límpido y ligero. Todo se
hará con total claridad, con total precisión, trascendiendo el bien y el mal e
instalándote en el Aquí y Ahora, ahí donde se encuentra el Único, en tus
profundidades, ahí donde se encuentra el Cristo.
Haz
de esta tierra que asciende el terreno de tu Resurrección, viviendo los
Elementos, viviendo la naturaleza, viviendo los Jinetes, viviendo todo lo que
sucede y sucederá en el calendario de tu último tiempo, con la misma gracia,
con la misma densidad del Amor reencontrado y que no responde a ninguna
condición ni a ninguna restricción.
Entonces
el Manto azul de la Gracia de la Gran Madre recubrirá tus hombros, poniendo al
desnudo tu Corazón, realizando a tu alrededor en cada instante, la gracia de tu
simple Presencia. Sin intención alguna y sin necesidad de tocar, tocarás cada
Corazón sin desear ni pedir nada, siendo simplemente lo que Eres, sin poner
límites, sin cubrir lo que se descubre.
Mi
amigo, mi amado, los tiempos se han cumplido. Mi amigo, mi amado, es la hora de
la Libertad. No busques ninguna fecha porque nadie puede conocer el momento de
la intervención de las señales celestes y terrestres, así como de la Llamada de
la Gran Madre que llamas María. Esto es ahora. Mira, mira, no la escena de tu
vida, sino mira la escena del mundo y mira las señales y las primicias, mira
incluso, hoy y en los próximos días, la plena e integra manifestación que pone
punto final a las últimas ilusiones y a las últimas dudas.
Déjate
consumir en el Fuego Ígneo del Amor porque en ese lugar y en lo que eres, no
tendrás nunca más hambre ni nunca más sed. Deja que la Fuente de Cristal llene
cada intersticio, y cada célula de este cuerpo se abra a la Luz, a la belleza,
a la Verdad. Busca el silencio tanto como te sea posible, estate tranquilo.
Pasa todo el tiempo libre que las condiciones de tu vida te dan para escuchar
tu Corazón, lo que vibra y baila en su inmutabilidad, con el fin de que la
Gracia se deposite en cada una de tus miradas, en cada uno de tus gestos, en
cada una de tus acciones.
Hoy
el Amor no te lleva a otra parte que no sea el instante presente. Reencuentra,
no la densidad de este mundo, sino la densidad de tu Corazón, dejándolo
irradiar la Luz auténtica, la que no conoce ni condición ni restricción.
Entonces el Salvador se revelará en ti, entonces núnca más tendrás que hacerte
la menor pregunta sobre lo que eres, sobre lo que fuiste y sobre lo que serás,
porque hayas sido lo que hayas sido, seas lo que seas y lo que serás, participa
del mismo amor y de la única verdad, la de tu Eternidad, la del Amor
incondicionado.
Deja
la Gracia llevarte, deja la Evidencia aparecer más allá de tu carne. Para eso,
no hay que seguir ninguna conducta, ni ningún dogma, ni ningún ascetismo.
Únicamente la espontaneidad deja la Verdad estallar en la superficie de tu
conciencia. No necesitas ninguna herramienta y sobre todo ningún conocimiento
de este mundo. La Verdad está ahí, el Juramento y la Promesa se realizan en ti,
incluso antes de que la Gran Madre te lo diga.
¿Entonces,
a qué esperas para declamar el canto del Amor? no a través de tus palabras ni a
través de discursos, sino simplemente por la calidad de tu mirada, por la
calidad de tu Presencia, por la intensidad de tu silencio, cualesquiera que
sean las palabras que pronuncies, porque eres el Paracleto y en el silencio de
tus palabras, nace el Verbo creador que te restaura en tu Eternidad y que
restaura a cada uno, porque todo es Uno, sin hacer ninguna diferencia entre el
santo y el pecador, porque no existe ningún pecador que no pudiera volver a ser
santo. No hay ninguna diferencia, a pesar de las apariencias, en el Corazón del
Corazón. Sólo la historia puede ver alguna diferencia, pero la visión del
Corazón nunca verá la menor diferencia, simplemente una historia ilusoria
diferente.
Mi
amigo, mi amado, acompañado del Coro de los Ángeles y del Espíritu del Sol, te
cubro de mi Gracia que es tuya. Mi Corazón se une al tuyo porque sólo hay un
Corazón, a pesar de las apariencias, tanto en el seno de este mundo como las
apariencias en el seno de los mundos libres que sólo son unos juegos de la
conciencia misma. Recuerda, a partir de ahora esto es posible, tú eres anterior
a cualquier conciencia, eres anterior a toda forma, eres anterior a todo mundo,
a cualquier Sol; ahí está la única Verdad, todo lo demás sólo son juegos y
experiencias donde lo único serio es lo serio del Amor, que es ligereza y dicha
del niño.
Te
invito a liberarte de las cadenas invisibles que aún puedan quedar, por
costumbre o por creencia, presentes en ti. No busques explicaciones, ni
siquiera comprender, conténtate con vivir lo que eres. Conténtate con estar
presente y todo lo demás aparecerá y te transfigurará, incluso antes de tu
Resurrección. Algunos de entre ti ya han resucitado, llevando bien su Eternidad
y su efímero, sin ver ningún obstáculo ni ninguna reticencia oponerse a la
Verdad. Entonces si uno de entre ti puede hacerlo, tú también puedes hacerlo, y
no tienes nada que hacer, sólo dejar que se deshagan las redes de la Ilusión.
Sé
simplemente presente, guarda simplemente el silencio, y todo lo demás aparecerá
por sí solo. Es así como se prepara, en esta última fase, en estos últimos
días, la Llamada de la Gran Madre y el regreso a la Unidad, visible en tu cielo
al lado del Sol. Esto es ahora, no busques el día porque para nosotros, más
allá de cualquier tiempo, ya se ha cumplido, así lo tienes que manifestar, sin
esfuerzo y sin dificultad. Cuídate simplemente a permanecer en este estado, más
allá de todo estado.
Vela
simplemente a que la Dicha permanezca en cualquier reticencia o sufrimiento que
sea, y no olvides que la Inteligencia de la Luz y su Gracia, incluso en lo que
pueda aparecer en tu historia como opuesto a la Luz, es exactamente lo
contrario. Sólo la distorsión de la historia te impide verlo, y puede todavía
impedirte vivirlo en su totalidad.
Entonces
escucha. Escucha el Coro de los Ángeles que canta en tu Corazón, escucha la
Gran Madre, la que llamamos María, estar en ti, acogiéndote en el seno de la
Eternidad, en tu Corazón del Corazón. Entonces, mi amigo, mi amado, escucha,
escucha el silencio, escúchate. Mis palabras no serían nada si no fuesen el
Verbo, mis palabras no serían nada si el Verbo que las lleva no hiciese resonar
tu Corazón o brotar una lagrima de tus ojos.
Estás
en tu casa. A pesar de las apariencias residuales de este mundo, la Verdad está
ahí y nada puede retrasar, ni frenar lo que está en los albores de tu
conciencia y en los albores de tu Corazón. Escúchale, escucha lo que te dice en
el silencio, y ve lo que está por ver, mira más allá de toda apariencia. Mira
en ti y verás claro, mira en ti y todo será preciso, mira en ti y la Unidad se
manifestará, mira en ti, para que tu materia, en cualquier aspecto que sea, se
transforme y se vuelva Éter.
Ves
más allá de mis palabras. Aunque no percibas el Verbo de momento, sólo pide
resonar en ti, sólo pide ofrecerte la Felicidad en superabundancia, sea cual
sea tu condición sobre este mundo. La Luz y el Amor, la Verdad que eres toma
ahora todo el espacio y todo el tiempo que te quede por pasar en el seno de lo
efímero. Alégrate y alegra a cada uno de tus hermanos, dondequiera que estén,
no con palabras sino simplemente con lo que eres, lo que también él es,
aboliendo así las fronteras y las distancias, la aparente diferencia de cultura,
de raza o de forma, que sólo son violencias hechas hacia la Unidad y hacia la
Verdad. El Amor es fuerte, pero nunca es violento.
Mi
amigo, mi amado, desciendo hasta tu Corazón, el Corazón Ígneo de la Fuente, el
Corazón Ígneo de la Gran Madre, el Corazón Ígneo de Mikaël, realizando en ti la
unión de la Nueva Eucaristía o de la Nueva tri-Unidad. Ve más allá de mis
palabras, ve más allá incluso de lo que entiendes, para vivir la quintaesencia
y el Verbo vivificante.
Dondequiera
que estés, que mis palabras estén sobre papel o que sean transmitidas de manera
audible no hace ninguna diferencia, porque mi Presencia en estas palabras hará
que caigan los últimos filtros, las últimas resistencias, porque el tiempo del
cumplimiento de la Promesa y del Juramento se despliega en este mismo momento
en la superficie de este mundo, a la vista de cada uno, para que nadie pueda
decir, incluso antes de la Llamada de la Gran Madre, que ignoraba lo que
pasaba.
No
te hace falta explicar, no te hace falta convencer, no te hace falta proteger o
avisar, sé simplemente lo que eres de toda eternidad, sé simplemente este
inesperado, que tal vez has esperado tanto, y que hoy recobra todo su valor y
toda su intensidad.
Mi
amigo, mi amado, estoy aquí, y yo soy tú. Cuántas veces te ha sido proclamado y
declamado, experiméntalo como un acto verídico en tu Corazón. No me creas, no
lo pospongas, no dependes de ningún tiempo, permitiéndote entonces encontrar de
nuevo tu libertad de espíritu, cualesquiera que sean las contingencias de tu
vida, y en mi silencio, entre cada una de mis palabras y de mi Verbo, el Fuego
Ígneo ha nacido, el Fuego Ígneo arde y consume todo lo que no es verdadero.
Sólo es verdadera la verdad de tu Presencia, la verdad de tu Corazón.
Es
así como mejor ayudas con más precisión, cada uno de ti en la superficie de
este mundo, sin que sea un asunto personal, porque el pecador necesita aún más
Luz que al que llamas santo; no hay ninguna distancia entre el pecador y el
santo, sólo hay un intervalo. Este intervalo no está en la conciencia, sino en
el tiempo, porque el tiempo no existe. Entonces te lo pido, deja que el Amor se
despliegue. Te lo dije, no hay ningún esfuerzo, ni técnica, ni movimiento, ni
condición, ni nada que pagar, porque esto es don. Así es el Amor, así es la
Verdad.
Mi
amigo, mi amado, escucha lo que te dice tu Corazón, no con palabras sino lo que
te dice en la intimidad de tu conciencia.
Mi
amigo, mi amado, por tercera vez, acojamos juntos la Verdad que siempre ha
estado ahí, acojamos juntos la eternidad de la Vida que nunca puede morir.
Mi
amigo, mi amado, me callo ahora pero permanezco ahí, entonces quédate conmigo
en el Silencio. Así, rindo gracia a tu belleza y rindo gracia a nuestra
Presencia.
…Silencio…
Permanece
ahí, silencioso.
Que
me leas o que me escuches, que estés aquí o en otra parte, en este día como en
cualquier otro día, no hace ninguna diferencia, no hay más distancia porque
todas las heridas están vendadas. Así es el bálsamo del Amor, así es tu verdad.
En eso, ya no puedes estar engañado por la mascarada del final de los tiempos,
por los gritos y las recriminaciones de aquellos que resisten a la Verdad, y es
así como tú mismo les ayudas, siendo lo que eres. Ahí está tu quintaesencia,
ahí está tu naturaleza, ahí está tu manifestación.
Recuerda,
en este espacio más allá de todo tiempo y de todo lugar, no hace falta ni
visión ni percepción. Sólo la visión de tu Corazón te muestra la perfección,
que no depende de la menor forma, ni siquiera de la conciencia misma.
Mi
amigo, mi amado, en el Fuego Ígneo de la Resurrección, te acojo. En el Fuego
Ígneo de la Resurrección cada soplo es bendecido, el canto de la vida es gracia
y bendición. Esto es un juego, como cuando el niño juega sin preguntarse nada,
porque no hay ninguna lógica si no es la lógica del Amor que no corresponde a
ninguna razón ni a ninguna justificación. Ahí está la Libertad y no en
cualquier futuro, ni resolución de algún pasado ilusorio que sea.
Déjate
abrazar por el Verbo. Descúbrete.
Mi
amigo, mi amado, estoy contigo porque estás en mí como yo estoy en ti.
Entonces, en el silencio de mis palabras, el Fuego Ígneo que trabaja te
devuelve la certeza de lo que eres. Este Fuego Ígneo te devuelve a ti mismo,
más allá de cualquier forma, de todo pensamiento y hasta diría, más allá de
cualquier creación.
…Silencio…
Mi
amigo, mi amado, voy a permanecer ahí para siempre en cada uno de ti. Entonces,
ya no hacen falta más palabras, hay sólo necesidad de vida, en abundancia. Que
estés aquí o en otra parte, que me oigas o que me leas, toma un poco de tu
tiempo ahora y quédate así, sin pedir nada y sin buscar nada, refutando todo lo
que puede presentarse como energía, como imagen, como visión, a fin de permanecer
en la visión del Corazón donde todo es visto en el mismo tiempo sin distinción
alguna.
Esto
te es ofrecido en este día, te lo ofreces a ti mismo. Que eso te concierna
dentro de poco, dentro de unos minutos o en unas horas, eso no tiene ninguna
importancia. Entonces acabo mis palabras así: tú eres el Único en cualquier
forma, eres la Verdad en cualquier dimensión, y el Fuego Ígneo sigue su obra
hasta su finalización, a partir de ahora.
Mi
amigo, mi amado, eres Amor. Todo lo demás sólo pasa, todo lo demás
desaparecerá.
Estoy
contigo.
…Silencio…
MENSAJE DE BABAJI
13 DE FEBRERO DE 1984
Ama y sirve a toda la humanidad.
Asiste a cada uno.
Vive en la alegría. Sé cortés.
Sé un motor de imparable alegría.
Ve a Dios y al bien en cada rostro.
No hay ningún santo sin pasado.
No hay ningún pecador sin futuro.
Reza por cada alma.
Si no puedes rezar por una de ellas.
Déjala pasar su camino.
Sé original. Sé inventivo.
Atrévete, atrévete más y más.
No imites. Permanece sobre un terreno que te es propio.
No te apoyes sobre los préstamos a otros.
Piensa por ti mismo.
Sé tú mismo.
Toda la perfección y todas las virtudes de la Deidad
están ocultas en tu interior.
Revélalas.
El Salvador, él también, está ya en tu interior.
Revélalo.
Deja su Gracia emanciparte.
Deja tu vida ser la de una rosa,
Que, en el silencio,
Habla el lenguaje
del perfume…
Traducción A.I.
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