...Silencio...
Vengo
hoy a hablar a vuestro Corazón. Vengo hoy, a fin de que os reconozcáis; más
allá de toda identidad, en la belleza de vuestra Eternidad. Pienso que muchos
de entre vosotros, quizás han podido leer, y tuve la oportunidad de hablar
sobre mis vivencias, en el país llamado Francia, en Malestroit.
Intervengo hoy, como Estrella KI-RIS-TI, como he dicho, en mi
condición de esposa del Cristo, habiendo manifestado al exterior también en
este mundo, la totalidad del Cristo. No fui únicamente la esposa mística del
Cristo, sino la responsable de irradiarlo al exterior, a fin de dejar
testimonio del Amor.
Como tal vez sabéis, en mi vida encarnada he tenido muchas
enfermedades. Esas enfermedades mortales no me hicieron fallecer; es el mismo
Cristo que cada vez intervenía desde mi Corazón, para que mi vida fuese un
testimonio directo de su Presencia en cada uno. Los tiempos han llegado hoy, de
manifestar en vosotros las mismas cosas, adentro y afuera de vosotros.
Muchos ya habéis sido llamados de manera individual por María, o
bien por una de mis hermanas. El terreno, ha sido preparado para lo que se
celebra ahora. Sois ahora innumerables los que han vivido un acercamiento, y
los que han tenido algunos estigmas de la realidad y de la verdad del Principio
Crístico.
Llego la hora de renacer a la Verdad, de resucitar en el Espíritu
de Verdad, ahí donde pase lo que pase en este mundo y en vuestra materia, el
Corazón sigue y permanece en la Dicha del Cristo, en el Júbilo del Espíritu
reencontrado.
Es exactamente el mismo proceso que se instala, desde ahora en
adelante, por todas partes sobre la tierra, dándoles a resistir o bien acoger
al Cristo. Espero que tengáis claro que, el Cristo es un estado interior,
aunque fue una persona que como todos nosotros, recorrió con sus pasos esta
tierra.
El Corazón y el Cristo os confieren total invulnerabilidad, no
de lo que pasa, sino de lo que es Eterno. Además, creo que también se ha
explicado en los encuentros, que muchos de entre vosotros van a manifestar muy
pronto los carismas del Espíritu. Se explicó también el proceso llamado hace
algún tiempo, de bilocación. El hecho de vivir a la vez en el cuerpo físico y
en el cuerpo de Eternidad en superposición, actualmente os da la posibilidad,
eso será cada vez más aparente, de veros desde fuera del cuerpo, no en un
cuerpo astral, sino directamente en el cuerpo de Gloria, o cuerpo sin costura,
al que llamáis cuerpo de Êtreté o de Eternidad.
Ahí está la prueba irrefutable de lo que Sois. Ninguna prueba
puede haber a través de vuestra vida; la única verdadera prueba, que nunca se
desvanece, es precisamente la capacidad de ver que no sois este cuerpo. No para
huir, sino para verlo como vehículo de vuestra materialidad. Eso creará un
desapego, no de vuestra forma, sino de la creencia en la identidad de este
cuerpo, en la creencia de la ilusión de este mundo.
Lo habéis entendido, todas las creencias que puedan quedar serán
puestas abajo por la Verdad, y no por vuestra búsqueda. Lo que ha sido
enunciado y anunciado, no es un proceso desfasado en el tiempo, sino que es un
proceso muy actual y bien real.
La
certeza de no ser este cuerpo, de no ser esta vida ni esta historia, os
devolverá a la vida eterna, porque no podrá quedar el menor vínculo, el menor
apego a cualquiera ilusión que sea - la primera ilusión es de creerse este
cuerpo y que sois esta historia.
Sabéis muy bien, incluso sin hablar de bilocación, ya que las
llamadas experiencias de muerte inminente suceden entre cada vez más hermanos y
hermanas, que les hacen vivir la verdad de lo llamado, el más-allá. No entraré
en descripciones y los diferentes aspectos entre el cuerpo astral y el cuerpo
de Êtreté. Por supuesto eso es importante, pero lo más importante, es de
comprender - realmente y concretamente y no por la refutación, tal como fue
expuesto por Bidi -, de entender que este cuerpo vehículo de la vida, no es la
Vida, puesto que ha sido alterado en su conformación.
Este
evento, tanto si ya ha ocurrido, o que se produzca en las horas, los días o en
las semanas venideras, os aportará la prueba irrefutable de que no sois nada,
que no sois este cuerpo y sobre todo esta vida. Esto implicará con mayor
evidencia, a nivel colectivo, la capacidad a no resistirse, y a acoger la
Llamada de María con total gratitud, en total abandono, en total confianza, lo
esperamos para la gran mayoría de entre vosotros.
Las
Teofanías lo han preparado, las Emanaciones Arcangélicas también, que han sido
transmitidas hasta vosotros por el Arcángel Metatrón durante este período,
permitiendo a Mikaël dar el relevo a Uriel. Haciéndoos descubrir y vivir lo que
está más allá, efectivamente, de toda palabra, de todo discurso, porque ninguna
palabra puede traducir la verdad inefable del Amor, porque la más mínima
palabra que expresaría cualquier elemento que fuese, no seriá más, ahí también,
que una parodia. Solo el silencio, y la vivencia de eso, os hará cambiar de
mirada ahora y os permitirá recorrer este mundo, de permanecer presentes sin
estar afectados por lo que pueda producirse en vuestra vida, en vuestro cuerpo,
y en vuestra conciencia.
Cuando
Cristo decía: “Soy el Camino, la Verdad y la Vida” y cuando os dice hoy, como
en estos días, que sois el Camino, la Verdad y la Vida, atrae vuestra atención
y vuestra conciencia sobre la trampa de la identificación a la persona, a este
mundo, al sufrimiento o alegría de este mundo. Es pues la Verdad que se
despliega y se revela sin maquillajes ni falsas apariencias. Esta verdad se
vive en el silencio de vuestro Corazón, en el silencio de las palabras, en
vuestra intimidad y no puede ser compartida, excepto durante los momentos de
comunión, de Teofanía.
El
silencio y el instante presente, la humildad, la simplicidad, la Vía de la
infancia y la espontaneidad son las palabras clave que permiten ajustar vuestra
persona por vosotros mismos. Lo demás no depende de vosotros, solo depende,
como sabéis, de vuestra capacidad a borraros total y totalmente, para dejar
lugar a lo Desconocido y lo nuevo.
El
hecho de poder vivir, para muchos este proceso, antes incluso de la Llamada de
María, creará una libertad sin igual, una alegría a nada parecido de lo que ya
conocéis. Descubriendo así la Verdad, más allá de la experiencia de las
bilocaciones, entonces estaréis fortalecidos en vuestro Corazón y
estabilizados. Ningún elemento de vuestra persona, persistente o residual,
podrá desviar, incluso queriendo, la Verdad, poniendo punto final a la
atracción de este mundo y reemplazándola en la atracción del Espíritu. Es en
esta ocasión que muchas almas viven su reversión y su disolución en el Fuego
del Espíritu.
Se
ha hecho mucho hincapié en la noción de tranquilidad, paz, felicidad, beatitud,
éxtasis. Es la verdad. Estar en el Corazón, es una alegría indecible que no
admite comparación con los gozos de este mundo. Estáis invitados a eso de
manera cada vez más acuciante. Debéis, si queréis, acoger todo lo que se os
presente y, sobre todo, lo que no comprendéis, y lo que no podéis explicar.
Haced silencio, no solo de palabras, no solo de los movimientos, sino el
silencio de todo lo que pertenece a este mundo.
Las
condiciones actuales de la Luz, permiten eso con facilidad en cuanto aceptéis
dejar y alejaros de todo lo conocido, de toda experiencia, de toda
reivindicación, de todo cuestionamiento. Estar disponibles para eso y cada vez
menos para lo demás. Recordad lo que decían algunas de mis hermanas, como Gema,
como Teresa, yo misma y otras, como Hildegard que os ha hablado de la tensión
hacia el abandono. No se trata de creer, se trata de algo más que la fe, se
trata de una especie de tensión total y permanente hacia lo Desconocido.
Es
en este estado de espíritu es que debéis abordar lo que viene a vosotros.
Muchos elementos confusos, muchos acontecimientos que salen del marco habitual
de la vida que conocéis en este mundo, se alteran, se trasforman. Tanto en los
animales, en los pueblos de la naturaleza, en vuestra misma conciencia, como en
lo que veis alrededor de vosotros, en este mundo y también en vosotros, os hace
colocaros según vuestras posibilidades, lo más cerca posible de la Verdad y en
la Verdad.
Vivir
eso en los días venideros, fortalecerá la presencia del Espíritu, la presencia
de la Verdad y alejará, sin esfuerzo, lo que ya está muerto y está destinado a
morir, a desaparecer. Eso concierne tanto a los sufrimientos como a las
creencias, como a las últimas adhesiones a la ilusión de este mundo que, como se
os ha dicho en muchas ocasiones, no son más que hábitos.
La
Libertad no puede estar acompañada de ninguna carga a nivel del Espíritu,
cualquiera que sea la carga de vuestro cuerpo o de vuestra vida en este mundo.
Poner vuestro Espíritu en las manos del Padre, de la Fuente, es consentir el
sacrificio de lo efímero. Es probaros a vosotros mismos y a la Luz que sois
Luz, reconoceros más allá de todas las vicisitudes de este mundo, de todos sus
encerramientos y de todas sus limitaciones.
Os
he hablado de mis enfermedades; en efecto, tuve lo que llamáis cáncer (varios
cánceres). Sí, mi estructura biológica era algo deficiente, pero la Luz
restauraba lo que era necesario. En muchas ocasiones pude comprobar cuando mi
estómago estaba afectado y vomitaba sangre, que esa sangre no seguía siendo
sangre y se trasformaba en flores. Era material, concreto y físico. No volveré
sobre mi vida porque todo eso ha sido perfectamente descrito.
En
Cristo tenéis la seguridad. En Cristo, no podéis estar alineados a nada. Por lo
tanto, esa no es la posición de un salvador, sino de un amigo que se instala en
vosotros, en cuanto le dejáis el lugar completamente sin ningún miedo y sin
ninguna restricción. En ese momento, estáis colmados, independientemente de lo
que os llegue y las tareas propuestas por la Luz que tengáis que cumplir y que
la vida os da. Permaneced en el Corazón, en la paz, en la felicidad, sea el que
sea el sufrimiento. El sufrimiento y el dolor, tanto en el cuerpo como en la
cabeza, no son más que ataduras a las carencias. Carencia de iluminación,
carencia de Cristo. Digo bien en toda enfermedad y en todo dolor.
Aceptar
al Cristo que viene como un ladrón en la noche, es dejar todo el lugar, más
allá de cualquier noción histórica. No necesitáis saber la historia de Cristo.
Es cuando os sentís incompletos, cuando sufrís, cuando dejáis que algo
desconocido venga a vosotros y actúe para revelaros a vosotros mismos. El
Espíritu, como sabéis, estaba rarificado en la Tierra. Ese no es el caso
después de la Liberación de la Tierra y, sobre todo, desde su Ascensión que ha
comenzado.
En
mi condición de Estrella KI-RIS-TI, os ofrezco también mi presencia desde hoy.
Esta presencia os pone en presencia de Cristo, no obstante con una pequeña
diferencia, es que fui una mujer y entonces era portadora del Femenino sagrado
fecundado por Cristo. El Femenino sagrado fecundado por Cristo y exteriorizado
en el seno de este mundo, tal y como lo viví y como lo vivió, por ejemplo, mi
hermana Hildegard, es de un alcance importante para los tiempos que tenéis a
vivir. Ahí está vuestro escudo, no de vuestra persona, sino el escudo que os
hace transmutar el sufrimiento cualquiera que sea, el vuestro como el del
mundo, en Amor y en Verdad. Sabéis, numerosos místicos han dicho que había muy
poca diferencia entre el sufrimiento extremo y el Amor. El Amor es un fuego
devorador que crea, como decían algunas de mis hermanas, un sufrimiento divino
que nunca queremos que pare.
Así,
en este período de tribulación humana, acordaos de esto, los eventuales sufrimientos
que pueden llegar a vosotros son unos medios, unas herramientas, no para sufrir
sino para soltar, para acoger al Cristo. Bienaventurados los simples de espíritu,
el Reino de los Cielos os pertenece y este Reino de los Cielos que está dentro
de vosotros, está emergiendo. Al emerger, puede efectivamente encontrar algunas
resistencias, algunas reticencias, algunos miedos. Si permanecéis tranquilos y observáis esto con
calma, entonces constataréis efectivamente que el sufrimiento, incluso el más
terrible, os lleva no sólo a soltar sino que os lleva también a los pies del
Señor, a los pies del Cristo.
Este
sufrimiento no viene de vosotros, sean cuales sean vuestras faltas – que no
existen en el Espíritu–, sino que estos sufrimientos os permiten ir a lo
esencial, de llamar algo que no conocéis, como un niño que sufre y que llama a
su madre o que grita “mamá” cuando algo le afecta. En las condiciones de este
mundo, estas tribulaciones actuales, encomendarse a este Desconocido os lleva a
vivir la Felicidad. Simplemente hay que atreverse, atreverse a ser vosotros
mismos. Hablo bien de “atreverse” y no de voluntad. Atreveros a vaciaros para
ser el receptáculo de la perfección. En ese momento, no habrá ninguna atadura a
vuestro cuerpo, no habrá ninguna identificación posible, y para algunos de
vosotros, incluso antes de la Llamada de María, desde mañana, de poder ser
libres de toda esclavitud, sea cual sea la permanencia de este cuerpo hasta el
proceso final.
Así,
lo que os es ofrecido es la Libertad a pesar de la carne, y la Libertad a pesar
del mundo. Esto forma parte también de lo que llamado por Lord Metatrón, para
aquellos de vosotros que se vuelvan los Pilares de Luz. En ese momento seréis
el Camino, la Verdad y la Vida y seréis, hagáis lo que hagáis y digáis lo que
digáis, y sobre todo en el silencio, un faro en la noche.
El
faro alumbra y barre a su alrededor. No necesita emitir ningún pensamiento o
dirigir nada, es puramente mecánico, eléctrico, motorizado, se hace solo.
Ocurre lo mismo cuando acogéis al Desconocido, ocurre lo mismo cuando dejéis de
dar crédito a la creencia de la identidad en el cuerpo o en la historia, cuando
dejéis obrar la Luz. Dejar obrar la Luz, ya es desaparecer al ego y al Sí. Es,
no ser nada más que esta tensión hacia el Abandono, esta letanía, esta sed del
Espíritu hasta estar saciados, sin buscar nada afuera, en vuestra historia, en
vuestros conocimientos, sino sumergiéndoos en vuestro pecho, sumergiéndoos
totalmente, por vuestra desaparición a este mundo, en el corazón.
Vivir
esto, es aceptar que todo lo que ocurre sobre la pantalla de vuestro cuerpo
como de vuestra conciencia participa, sea cual sea el elemento, a la
Liberación, sobre todo si no lo entendéis o no vivís los elementos.
Os
propongo mi ayuda. Llamadme como algunas de mis hermanas os han dicho, no para
sanar, no para entender, no para solucionar nada en el seno de este mundo, sino
para ayudaros, al igual que el Arcángel Uriël, a abandonar todo lo que os
estorba y os frena.
Después
de haberme llamado, quedaos tranquilos y en silencio. Sean cuales sean los
procesos que se manifiesten en vuestro cuerpo o en vuestra conciencia, ni
siquiera busquéis observarlos, pensad simplemente en vuestro Corazón, en mi
nombre en la forma, cuando estuve encarnada. No pidáis nada. Tened simplemente
esta tensión hacia mí, y tendré entonces esta tensión hacia vosotros y el
Cristo os fecundará.
Que
sea por las palabras que María os ha dado, que sea llamando a una de mis
hermanas Estrellas o a mí, constataréis con un extrema rapidez, y vosotros
mismos constataréis todo lo que mis hermanas Estrellas, así como los Ancianos y
los Arcángeles, os han desvelado. Esto se volverá una vivencia real que no
necesita palabras.
Entonces
por supuesto, no está destinado a todos sino que será eficiente en un número
importante de vosotros, porque los tiempos simplemente han llegado, y que no
hay más tiempo ahora para llevar de frente a la vez una vida efímera y una vida
eterna, ya que, como lo sabéis, la vida efímera se desvanece y se aleja de
vosotros. Entonces por supuesto, para cada uno es diferente, porque algunos de
vosotros tienen efectivamente unas responsabilidades importantes, que sea con
relación a unos niños, a una familia, a una profesión. Pero no os molestará
para nada, porque a partir del momento en que no habréis decidido nada y que
Cristo os haya hablado, en el silencio de vuestro Corazón, no sentiréis ni
remordimiento ni contradicción a soltarlo todo para ser verdaderos.
Pero
no sois vosotros quienes decidís, así que no toméis la delantera. Estaos Ahí
donde la vida os ponga, y si Cristo viene a vosotros, entonces, en ese momento,
doblegaros a la voluntad del Espíritu y olvidad toda voluntad personal.
Entonces viviréis una Felicidad inaudita, que será vuestra certeza
inquebrantable acerca de lo que está pasando. Así, y como se ha dicho, nadie
podrá decir, para aquellos que lo vivan, que no lo sabía.
Eso
ha sido posible, lo sabéis, antes de la Llamada de María, por la Gracia de las
Teofanías que han tenido lugar y que pronto acaban, pero sobre todo porque la
pantalla de este mundo se ilumina cada vez más y os permite ver efectivamente
la Verdad. Es que la Ilusión misma fue aún más desviada de la Luz durante este
último siglo que acaba de pasar, pero lo sabéis, cuando hay un final de ciclo,
el final de una vida, las cosas se vuelven más exuberantes, anárquicas,
febriles, y es justamente eso que, para muchos de vosotros, os permite vivir la
Verdad.
La
Luz es también Evidencia, y en esta Evidencia no hay sitio para vuestra
opinión, para vuestra decisión, para vuestras elecciones. En verdad en esta
Evidencia no tenéis ninguna elección, estáis totalmente libres y nada de esta
matriz ilusoria os podrá afectar, nada viniendo de vuestro cuerpo os podrá
perturbar, porque la Felicidad tomará todo el espacio de vuestra conciencia,
como todos los intersticios de vuestro cuerpo.
Esto
pasa y ya ha pasado para algunos de vosotros, y se volverá extremadamente
contagioso. Esto añadirá también y, Hermano K os lo ha comentado, una especie
de contradicción aparente entre los desórdenes del mundo y la Felicidad de
vuestra Eternidad. Y cuanto más la Felicidad crezca, más los desórdenes
crecerán, y cuanto más los desórdenes se intensifiquen, más estaréis serenos y
más estaréis en la felicidad. No depende de vosotros, depende simplemente de la
Inteligencia de la Luz.
He
venido pues a invitaros a empezar a ser verdaderos, y la única verdad está en
vuestro Corazón, no está en ningún discurso, no está en ninguna mirada. Está en
la emanación espontánea de vuestra radiantez, en vuestra capacidad a estar en
comunión y en comunicación con la Luz y con sus habitantes. De la misma manera
que los pueblos de la naturaleza os aparecen y os hacen vivir algunas cosas, la
instalación de la Luz, el final de lo efímero, os hace vivir otras cosas mucho
más fuertes aún, mucho más evidentes que todo lo que habéis podido vivir hasta
ahora.
...Silencio…
Es
esto lo que os anuncio hoy.
...Silencio…
Acojámosnos
juntos antes de que continúe. Acojamos en nosotros, este Silencio y esta
Presencia.
...Silencio…
Paz
en vosotros, Paz a vosotros. Sed colmados.
¿Qué
puede existir, en el seno del efímero, más importante que eso? ¿Qué tenéis que
llevar en este mundo para alejaros de eso? ¿Qué tenéis a temer cuando sois
verdaderos y que eso está ahí? Sean cuales sean vuestras dudas, sean cuales
sean vuestras inquietudes, sean cuales sean vuestras interrogaciones, no
olvidéis que todas las respuestas ya están en vosotros, pero que ahora sólo
piden aparecer a vuestra conciencia.
Entonces
mientras continúo esta comunión con vosotros, voy a dejar emerger algunas
palabras. En estas palabras, no hay nada a entender ni nada a esperar, sólo hay
que estar simplemente ahí conmigo, como estoy con vosotros.
Ahí
donde estamos está la Verdad, Ahí donde estamos, vosotros y yo, está la
Ligereza. Hay esta sed de Amor, que es colmada en cada minuto y no deja ninguna
carencia. En esto, ningún sufrimiento puede alcanzaros, sea cual sea el
sufrimiento que llevéis. En esto, no pueden quedar ni duda ni ilusión, en esto
no se necesita ninguna palabra, en eso sólo hay a ser, y eso es espontáneo. Y
eso pone final a lo que sólo puede finalizar y desvanecerse ante la majestad
del Cristo y la majestad de lo que Sois, que es la misma. La misma majestad, la
misma vibración, la misma conexión, la misma Eternidad. Sólo hay un único
Corazón, sólo hay una única Ley.
...Silencio…
Juntos
dejémonos llevar hacia el Corazón de la Fuente, en el Corazón de la Eternidad,
y ahí el Cristo nos bendice. Y ahí, estáis disponibles, sois verdaderos, sois
únicos. Ahí está vuestra satisfacción que nunca puede apagarse, ni siquiera desaparecer,
y ahí lo veis, lo sentís, no hay ningún sitio para el ego, no hay ningún lugar
para lo mental, hay espacio para la Vida y la Verdad.
...Silencio…
Ahí,
todo es Evidencia, todo es apacible. Estáis por fin en vuestro hogar. Estáis en
vosotros.
...Silencio…
En
este Silencio, lo que debe suceder, sucederá.
...Silencio…
Estoy
con vosotros. Y ahí, ya no necesitamos palabras, sólo necesitamos del
Silencio.
...Silencio…
Entonces,
en este Silencio, en esta Presencia, en lo que está aquí, os rindo gracia y me
instalo en vosotros.
...Silencio…
En este Silencio, os saludo y honro. Os quiero.
...Silencio…
Soy Hermana Yvonne-Aimée de Malestroit, soy vosotros, soy cada uno. Me reconozco en cada uno de vuestros Corazones, en el Corazón del Uno, en la Presencia del Cristo. Bien amados hermanas y hermanos en Cristo, y en Eternidad, alegraos, he venido a anunciaros la buena Nueva.
...Silencio…
Que la Paz del Cristo esté en cada uno de vosotros. Rindo gracia a vuestra escucha, a vuestra lectura. Rindo gracia a la Vida, y rindo gracia al Amor.
Os
saludo.
...Silencio…
***