Soy Teresa de Lisieux.
Hermanas y hermanos en humanidad, es para mí, una gran alegría, venir a hablar
con vosotros. Permitidme, en primer lugar, establecerme en vuestro corazón, por
la Gracia de la Teofanía, antes de empezar a expresarme como Estrella.
…Silencio…
Se me ha propuesto,
dentro del marco de la Ascensión de la Tierra que ha comenzado, que vuelva para
hablaros, especialmente, de la “Vía de la Infancia”. Hoy, estáis más propensos
para vivir ciertas experiencias y cada vez más hermanos y hermanas -por su
despertar-, se unen a vosotros que habéis vivido las vibraciones, los distintos
estados previos.
Como sabéis, tuve la
oportunidad muy joven, antes de la edad de siete años, de vivir mi encuentro
con María y saber al instante, en ese momento, que esa era mi única meta, mi
único objetivo y que todo lo que era en este mundo me parecía tan inútil, tan
ineficiente, que solo la oración en mi corazón, podía ayudar un poco, a que
Cristo estuviera presente.
Hoy, vosotros estáis un
poco en la misma situación. Algunos encontráis por momentos, con más
frecuencia, la Vía de la Infancia. Por supuesto todo eso no es tan fácil,
porque sois muchos los que os dais cuenta de lo diferente que puede ser el
vivir la Vía de la Infancia en el corazón y volver a vuestras preocupaciones y
ocupaciones diarias de este mundo. Y un número cada vez mayor de seres humanos
comenzáis a dilucidar entre lo que trasmite felicidad, la Alegría del corazón y
lo que trasmite este mundo.
Muchos de vosotros comenzáis a comprobar que solo el corazón puede
colmaros, que solo el corazón puede apagar vuestra sed, puede poner fin a
vuestra búsqueda de placer, a vuestras frustraciones y a vuestros deseos, e
incluso, a vuestros placeres. La Alegría del corazón acaba con todos los
placeres efímeros porque este placer, si es uno, es permanente.
El camino de la Infancia que he vivido, que he atravesado, debe ser
hoy, para vosotros, una especie de faro, porque todos vosotros percibís con
distinta intensidad, que hay momentos en que estáis verdaderamente en el
corazón, al vivir la Paz y la Alegría y otros momentos que son más
desagradables cuando os volvéis a este mundo y a sus preocupaciones; en ese
momento sois capaces de dilucidar entre lo verdadero y lo pasajero, lo falso.
Hoy más que nunca, con las Teofanías se os ha facilitado todo
enormemente y muchos sois los que veis que no siempre estáis en ese estado de
niño interior, de abandono en el corazón porque estáis atrapados por los
distintos problemas de este mundo.
Yo tuve la suerte, como sabéis, de entrar muy joven en el Carmelo y,
por tanto, estar de alguna manera protegida del mundo exterior, aunque me
mantenía informada, con los medios de mi época, para poder rezar por aquellos
que tenían necesidad de ello, por los que llamaba en mi época, los pecadores.
Pedía a Jesús que los salvara, que los pusiera en el camino correcto. Eso
formaba parte de mis convicciones de entonces. Hoy no es lo mismo,
especialmente desde hoy, que os es mucho más fácil sentir, en conciencia, lo
que tiene lugar en vuestra propia conciencia cuando estáis en el corazón y lo
que sucede cuando volvéis a las preocupaciones de lo efímero. Eso no debe
alarmaros, sino al contrario, ser un estímulo que os permita ver con claridad
lo que sois. Y no olvidéis que el que ve eso, no es ni vuestra persona ni el
alma, sino el Espíritu de la Verdad que está en vosotros.
Cristo, María y Mikaël, os han anunciado una serie de procesos que yo
no he conocido y que llamáis “vibraciones”. Esos procesos están diseñados para
fusionar, si puedo expresarme así, la cabeza con el corazón. La energía de la
cabeza desciende al corazón y la energía del corazón sube a la cabeza, bañando
vuestra cabeza de esa Luz verdadera del Amor, la de Cristo, la de María, la de
la Verdad, finalmente. Y empezáis a percibir muy claramente, a veces con
trastornos para vuestro cuerpo o vuestra conciencia, los momentos en que estáis
en el corazón y los momentos en los que salís de él.
Desde luego, siempre podéis encontrar pretextos cuando sabéis que
estáis fuera: “es culpa de las circunstancias de vuestra vida efímera”, “de un
marido”, “de una mujer”, “de unos hijos” o de cualquier situación que os aleja
de vuestro corazón. Sabéis que eso no es verdad. Sabéis que eso no son más que
pretextos, porque desde el momento en que estáis perturbados, cualquiera que
sea el agente externo, es que hay necesariamente en vosotros una carencia que
ha permitido a ese agente exterior, venir a perturbaros en vuestra persona. Y
es precisamente a través de esos trastornos que vivís -en el cuerpo o en el
mental, o en las emociones-, como reforzaréis vuestra eternidad, permitiéndole
manifestarse de forma cada vez más intensa y cada vez más obvia, en cada uno de
vosotros. Sois el testimonio fiel dentro del Espíritu.
Incluso vuestra persona es consciente de los momentos en que ella no
está de acuerdo, digamos, con la voluntad de Cristo, con la voluntad de la Eternidad,
donde vuestra voluntad se hace cargo, y eso, como sabéis, entraña
necesariamente alguna forma de sufrimiento. Ya sea en el cuerpo, ya sea en
vuestro estado de ánimo, ya sea en vuestras lágrimas, ya sea en las
frustraciones y demás.
Es precisamente a través de las experiencias que tenéis ahora, como os
será posible alinearos más rápido e ir allí donde todo es evidencia, allí donde
todo es fácil, allí donde todo es reposo y silencio que es la única verdad. Es
allí donde encontraréis a Cristo y en ningún otro lugar fuera de vosotros, sean
cuales sean los rituales que hagáis, sean cuales sean las reuniones que
dirijáis en el mundo.
Así pues, vengo como Estrella a invitaros, siempre con más profundidad,
a que volváis vuestra mirada, como os han dicho los Ancianos, de forma cada vez
más íntima y profunda, dentro de vosotros, allí donde no hay persona, allí
donde ningún ego, ninguna reivindicación pueden surgir; allí donde no se
precisa ninguna explicación o justificación. A vosotros os atañe, ponerlo en
práctica. Eso no depende de ningún ritual, sino realmente del sacrifico de
vuestra persona, es decir, el momento en el que os dais cuenta que no podéis
ser libres y estar en la alegría de manera indeleble y permanente, desde el
momento en que vuestro personaje ha desaparecido para dejar espacio a la
Gracia, para dejar lugar a la Teofanía. Además, se os ha dicho que muy pronto
no podréis serviros de vuestros hábitos, de vuestros comportamientos, de
vuestras habilidades, de vuestros conocimientos, de todo lo que es humano para
permanecer en vuestra eternidad.
Os podéis imaginar que la intensificación de este proceso a nivel
colectivo, con el despertar cada vez más importante de hermanos y hermanas, es
ciertamente el elemento esencial para permitiros hoy vivir, por vosotros
mismos, la única Verdad que depende de vuestro corazón y no de este mundo ni de
ningún mundo. Es un asunto entre vosotros y vuestro corazón, entre vosotros y
Cristo, entre vosotros y María, entre vosotros y la Luz. Nada más puede
interferir con eso y es aquí donde precisamente, cuando sentís una perturbación
espontáneamente o a causa de un acontecimiento, como decís, os salís de ahí. Y
entonces, comprobáis vosotros mismos que la alegría os ha dejado. Entráis en
los esquemas de funcionamiento que existían antes cuando no vivíais en vuestros
primeros estados de Gracia, vuestras primeras Gracias. Tanto si lo habéis
realizado por la Onda de vida, por el Fuego del Corazón o por el Fuego Ígneo,
por el Canal Marial o por vuestros contactos con la naturaleza. No existe
ninguna diferencia.
Así que yo sé perfectamente que algunos Ancianos tratan siempre todo
lo relativo al cuerpo de Êtreté y continuarán haciéndolo para daros puntos de
referencia. No se trata de rituales o técnicas, sino de lo que pondrá en conformidad
y en armonía definitivamente vuestro cuerpo, vuestro mental, vuestras emociones
y vuestra conciencia misma. A veces eso implica ciertos sufrimientos. Muchos de
vosotros los vivís desde hace unos meses o durante algún tiempo hasta el
momento en que aceptéis realmente, poner vuestro Espíritu en las manos del
Padre, de la Fuente, de Cristo, de María, para que nunca vuestra persona y sus
límites vengan a estorbar lo que sois.
Hoy es mucho más fácil como sabéis, porque lo vivís y porque la
intensificación de la Luz en la Tierra os muestra eso. Por supuesto, vuestros
ojos físicos pueden ver algo más en vuestra familia, en vuestros amigos, en la
sociedad, en el mundo incluso. Eso que observáis son solo resistencias a la
Luz, las vuestras como las del mundo. Como sabéis, la Tierra está liberada
desde hace ya unos años; le queda terminar su Ascensión -que acompañaréis con
vuestra Liberación y con la Llamada de María-; todo eso ha sido explicado
ampliamente.
Pero las explicaciones no sustituirán nunca la vivencia de lo que
sucede en vuestra intimidad, en el silencio de vuestro personaje, en el
silencio del corazón. Vaciar no es meditar o rezar, es descargarse de todo lo
que es personal, tener, como decía mi hermana Hildegard, un solo objetivo
presente en vuestro corazón, pero que es también una forma de búsqueda
interior. Esta búsqueda interior solo puede llevarse a cabo a través de los
conocimientos que derivan de la Verdad encontrada en el corazón. Mientras que
los conocimientos que no se han probado y forjado en la Verdad, son solo
conocimientos de este mundo que no os aportan nada para encontrar realmente lo
que sois.
Hoy más que nunca, vosotros observáis esos pasajes de un estado de
conciencia a otro estado de conciencia. Uno os lleva a una alegría que no
depende de ningún objeto, de ningún soporte, de ningún objetivo y el otro, a
momentos de frustración, de desesperación, de duda, de cuestionamiento. Si eso
se produce, estad seguros que en ese momento no estáis ya en vuestra
profundidad, estáis en la exteriorización de algo que no concierne a lo que
sois en vedad. Es eso lo que hay que ver, lo que hay que vivir. Porque es así
como os posicionaréis de acuerdo con la Luz, con lo que sois y, sobre todo, con
la Verdad.
Y además todos comprobaréis, en distintos niveles, que cuando estáis realmente
en el corazón, en la Teofanía, vuestra vida transcurre, cualesquiera que sean
vuestros sufrimientos, vuestras contrariedades dentro de este mundo con
claridad y facilidad. Porque ese estado de conciencia está de lleno en la
profundidad de vuestro corazón, en lo que se ha denominado, creo, el Corazón
del Corazón o la Infinita Presencia, dicho en otras palabras. Pero las palabras
no son las que os permitirán aclarar vuestros pensamientos, vuestras ideas,
vuestras creencias, poneros al descubierto, como decís hoy.
Yo tuve la suerte de ponerme al descubierto, muy, muy joven. Al no
estar constituida a esa edad, como sabéis, la estructura de las emociones, de
los pensamientos, del mental; me era más fácil a esa edad permanecer en ese
estado de pureza. Claro que tuve una vida familiar, tuve muchas hermanas, las
que me precedieron y siguieron conmigo en el Carmelo. Así que al menos tenía
una relación familiar, pero mis hermanas no eran mis hermanas, eran también
esposas de Cristo y eso cambia todo, porque en ese caso, no podía haber la
menor animosidad, ni la menor competición, ni la menor diferencia.
Especialmente mi hermana, que ha sido canonizada como Santa Genoveva de la
Santa Faz, que siguió, aunque no se haya sabido los mismos procesos que yo.
No voy a hablaros mucho tiempo de lo que he vivido cuando estaba entre
vosotros sino de lo que quiero llegar, y es que cuanto más espontáneos, cuanto
más inocentes, cuanto más confiados seáis, cuanta más fe inquebrantable
tengáis, no en cualquier escenario vinculado a las escrituras o a cualquier
otra cosa, sino en la confianza de lo que vive el corazón, más confiaréis en
vuestro corazón, en la Alegría que está allí y más se desvanecerá todo lo
demás.
Por otra parte fijaos que si tomáis cualquier problema que no podéis
resolver por vosotros mismos, solo vuestro corazón puede hacerlo, solo vuestro
sacrificio consciente como persona, puede permitirlo. De lo contrario,
permaneceréis en la duda, en la lucha y, diría incluso, que independientemente
de las vibraciones que hayáis vivido y de las experiencias que hayáis
realizado.
La experiencia de la
Teofanía es profundamente diferente. Sea la clase de Teofanía que sea, todas
son para haceros profundizar y no dejaros presionar por las circunstancias
efímeras de vuestra vida de este mundo, de esta sociedad. Es así como
encontraréis la Paz eterna, la Paz de Cristo, la que no puede compararse a
ninguna otra. Porque él era a la vez mi Esposo, mi hermano mayor, mi hijo; era
todo eso a la vez, Y además quizá sepáis, los que hayáis leído mi vida, yo
hablaba a menudo del Niño Jesús, porque me gustaba considerar a Jesús en su
infancia, no investido todavía con su misión de Cristo, sino ese niño que
llevaba tantas cosas en él y que, sin embargo, era un niño que jugaba como
vosotros y yo cuando éramos niños y que ha mantenido sin esfuerzo lo que era
antes de encontrar a Cristo. Por otra parte como sabéis, Jesús es hoy uno de
los Ancianos. Algunos de vosotros lo habéis reconocido, pero dejaré a él mismo
que os lo diga si tiene intención de hacerlo; lo que sea.
Es decir, que existe en
vosotros un terreno más o menos fértil para la eclosión de la Verdad. Eso
depende, por supuesto, como se os ha explicado especialmente por los Ancianos
que tienen un origen oriental, todo lo que está vinculado al deseo, a los apegos,
a la necesidad de poseer, a la necesidad de protegerse y al miedo. No podéis resolver
hoy vuestros miedos por vosotros mismos, debéis ir a las profundidades de
vuestro corazón y al Amor; en ese momento expulsaréis, cazaréis, magnificaréis
y trascenderéis todo el miedo que quede en vosotros.
Hoy es el único obstáculo a Cristo, es el único obstáculo a la Verdad.
Es vuestro personaje, son vuestras creencias, vuestras adhesiones, vuestros
miedos los que están vinculados, no a una falta, estad seguros, sino simplemente
a la matriz de este mundo que constantemente os sugiere que prevengáis, que os
aseguréis, que os protejáis, que estéis en la razón, que sigáis las leyes, que
sigáis la moral y, sobre todo, que no veáis lo que se desarrolla en vosotros.
Y eso como sabéis, es la gran trampa del adversario, como se llama, al
que os lleva a razonar, a la necesidad de explicaciones, de comprensión, el que
os hace aprender los conceptos, las ideas, las palabras y el que os trae de
vuelta a todos vosotros, os trae de vuelta a vuestro personaje, en la claridad
de vuestro personaje. Él no puede tener ningún corazón dentro, a no ser el
corazón del intelecto, el corazón de las emociones, pero eso no tienen ninguna
profundidad -además, no conlleva ninguna alegría, solo el resultado de una
especie de alivio efímero. Y eso lo vivís también tanto a través de la
conciencia como a través de vuestro cuerpo.
A diferentes niveles, existe para todos y cada uno, incluso para
Cristo cuando estuvo presente en la tierra, malestares en el cuerpo, porque el
malestar de este cuerpo está inscrito por el hecho mismo de la desviación de la
Luz en este mundo. Además creo que algunos Ancianos os lo han expresado mejor
que yo. Pero hoy no merece la pena filosofar o explicar eso, os basta simplemente
con hacer una vez la experiencia de la Teofanía y comprobar la diferencia. Pero
también a veces al estar enfadado volvéis a la naturaleza de vuestro mundo
efímero muy rápidamente, y no sois responsables; las mismas condiciones de
vuestras vidas, son las que hacen eso.
No olvidéis que estáis encadenados, por la electricidad, por la
electrónica, a todo lo que se hace en este mundo de hoy, mucho más que en mi
época, para manteneros amordazados en la apariencia, amordazados en la
incapacidad de penetrar vuestra propia profundidad. Ya sea por vuestras
imágenes, ya sea por vuestras pantallas, ya sea por las ondas que se propagan
por todas partes de la Tierra, todo eso es una malla mucho más sutil que las
depredaciones que podían existir antes, porque son invisibles, no se ven, no se
sienten. Y, así, ellas modifican y alteran la Verdad, ellas la deforman, ellas
os impiden incluso verla. Mientras estéis vueltos hacia el exterior, debéis
tomar conciencia de la ilusión de este mundo. Y una de mis hermanas estrellas,
además, lo hizo perfectamente. Eso os permite ver simplemente la ilusión de
este mundo y aflojar las ataduras que tenéis en este mundo, no para huir de
vuestra familia, para huir de vuestra profesión o huir de lo que sea, sino para
profundizar más y ver esta Alegría que está allí, instalada y que os espera.
Cristo os ha dicho a muchos de vosotros que está ya instalado en
vuestro corazón. Os incumbe a vosotros encontrarlo, no buscando en el exterior,
en el mundo, en los templos, en las iglesias, en los rituales, en vuestras
oraciones, sino en vosotros. Porque si queréis amar y servir, no podéis amar y
servir verdaderamente si no os habéis encontrado a vosotros mismos, no en el
ego, no en el análisis de la persona, sino en lo que sois en vuestro
corazón.
¿Cómo queréis actuar de acuerdo con vuestro corazón, si la Teofanía,
si el sentimiento de Alegría, de felicidad, desaparece? Es imposible. Porque en
ese momento será necesariamente alterado por la energía vital. No estaréis
realmente en el corazón, aunque lo penséis, aunque lo creáis. Recordad que la
evidencia de la felicidad es el testimonio directo de haber dejado que Cristo
aparezca y se exprese por el Verbo, por vuestra Presencia, por vuestra
radiación del corazón sin ninguna voluntad, sin ninguna interferencia dentro de
la persona. Es así como estaréis en la Verdad. Hemos tratado de deciros por
todos los medios, con todas las técnicas, especialmente en lo que concierne a
los Ancianos.
Pero vosotros sabéis muy bien que para una mujer es mucho más fácil
profundizar, porque la mujer tiene el hábito de acoger en ella, la Vida. Sabéis
que, en el Femenino, aunque sea profano, y en el Femenino Sagrado, sobre todo,
se sitúa allí la recreación permanente de la Vida y de la Eternidad. El
Femenino Sagrado es el que os permite despejar los caminos que os obstaculizaban
ir al interior de vosotros.
Hoy María, que sentís y vivís en vosotros, está mucho más presente a
vuestro lado. No solamente por las palabras que ella pueda deciros, sino
realmente presente en vuestro Canal Marial. Yo misma he abierto ciertos canales
entre vosotros, a mi Presencia, a mi radiación, no para otorgaros vuestros
deseos materiales, sean los que sean, sino mucho más, como decía cuando vivía:
“pasaré mi cielo, haciendo el bien en la Tierra”. Pero el bien de hoy, no tiene
nada que ver con «ser bueno en la Tierra», sino es sobre todo estar bien en
vuestro corazón, estar bien en la Verdad, estar en armonía total con Cristo. No
tener ninguna mirada, ningún pensamiento que pueda herir u ofender ni a
vosotros mismos ni al otro, diga lo que os diga, haga lo que haga, tratando de
reaccionar o replicar. Entrad primero en vosotros y dejad hacer a lo que sois,
olvidad las palabras.
Recordad que la conciencia sigue a la intención, y diría que después
del mes de marzo, la Luz sigue también vuestros pensamientos y si estos son
contrarios a la Luz, se manifestarán tanto en vuestro cuerpo como en vuestra
conciencia bloqueos, fracturas, cosas que no pueden estar en conformidad con la
Luz. ¡Oh! No creáis que es la Luz la que os castiga, es simplemente vuestra persona,
la que por su control trata de recobraros. Pero una vez que el accidente, la
herida o la contrariedad ha tenido lugar, os atañe buscar en profundidad.
Eso no os lleva, por supuesto, a que actuéis con este cuerpo de manera
mecánica, de ninguna manera, sino que debéis cambiar en estos casos vuestro
posicionamiento de la conciencia. Aunque sea necesario trabajar materialmente
sobre este cuerpo, sobre vuestros pensamientos, sobre vuestras emociones, no es
eso lo más importante. Lo importante es que os deis cuenta que la felicidad
puede manteneros en la beatitud, en el estado de Gracia, en la Teofanía y,
sobre todo en la Verdad.
Por otra parte cada vez más encontraréis que son muy aburridos, y eso
se ha dicho creo, los placeres, los deseos, las reivindicaciones personales, la
satisfacción de las funciones, consideradas como normales dentro de este mundo.
Los que eran propensos a la comida, pierden su gula, los que codiciaban dinero,
pierden su codicia, los que necesitaban protegerse, asumen no estar protegidos.
Os dirigís hacia la espontaneidad del corazón. Es una evidencia, no puede ser
de otra forma. Os atañe a
vosotros ver eso. Es lo que se ha llamado, creo, el testigo o el observador por la gran
voz, es decir, Bidi, que os ha mostrado y os ha descrito, hace muchos años, los
comportamientos que os permitían acercaros a eso. Desde luego, existen procesos
vibratorios, que os han ayudado y que han liberado a algunos de vosotros,
porque la persona estaba ya casi desvanecida.
Hoy, de alguna manera, se trata de una nueva ola. En otra ola estaban
los llamados “Liberados Vivientes”, hace algunos años; luego, los que lograron
fusionar con el Canal Marial, después, los que han vivido el Fuego Ígneo y, por
último, los que hoy viven las Teofanías. Puede tratarse de los mismos, por
supuesto, pero con frecuencia tenéis hermanas y hermanos que viven estas
Teofanías sin saber lo que es…, sin haber pedido nada e incluso hermanos y
hermanas que se llamaban ateos o no creyentes. Sí, pero han conservado en ellos,
esa dimensión del niño interior; independientemente de su posición social o de
su riqueza; ellos han conservado esta alma de niño.
Si esto os interesa, cuando yo vivía, era así mi padre. No obstante él
tenía dinero, carrera, pero era muy simple. Era mi modelo, efectivamente, como
todo niño lo tiene, sobre todo una hija que toma como modelo a su padre. Y
después comprendí que mi padre no era más que la imagen de Cristo, en otra
forma, en otro aspecto, en otra función, pero yo veía a Cristo en él. Y entonces
preferí dirigirme a María, porque María era para mí más accesible que Cristo.
Ella era mi madre, y eso lo viví muy joven.
Hoy muchos de vosotros tenéis la suerte, incluso antes de su Llamada,
de haber experimentado en diferentes ocasiones, el hecho de que María sea la
Madre de todos. Que eso haya sido una brisa, un contacto con ella, que hayan
sido sus palabras, que sea solo una convicción interior, eso no representa
ninguna diferencia. Ella os ha invitado a albergaros bajo su Manto Azul y estar
revestidos vosotros mismos por dicho Manto Azul para que realmente vuestro
corazón se una a vuestra cabeza, para que la pequeña Corona de gloria de
vuestra cabeza, se ilumine. Pero esta iluminación no viene de la cabeza, viene
del corazón y no está acompañada de visiones, incluso de la visión interior,
sino que se refleja en esa Paz que no puede ser comparada con nada ni con
ninguna satisfacción de este mundo.
Podéis imaginaros lo que es vivir eso antes de mis siete años; yo no
podía tener otra meta que unirme a mi Esposo y a mi Madre. Es por eso por lo
que me fui tan joven, es por eso por lo que era tan importante para mí, mi
camino al Cielo, y lo sabía siendo muy joven. Sabía que tendría la ocasión de
realizar innumerables gracias después de mi muerte y que hoy sea más fácil
tocaros, estar con vosotros en vuestro corazón y haceros aceptar este Camino de
la Infancia, esta vía donde os dais vosotros mismos, donde se os da todo; donde
consideráis no ser nada dentro de este mundo y sois Todo.
Independientemente de vuestra edad, seáis lo seáis en este mundo, no
podéis reivindicar algo y estar en el corazón. Hoy es especialmente cierto. No
podéis ser, y creo que el Comendador os habló de ello de forma humorística en
muchas ocasiones, no podéis ser a la vez la oruga y la mariposa. Ya no hay más silla. No podéis oscilar más de lo
uno a lo otro. Como os he dicho, hagáis lo que hagáis, comprobaréis rápidamente los
efectos.
Es una invitación para ir a mayor profundidad todavía. Eliminad todo
lo que es reacción, todo lo que es adaptación a este mundo. Y por otra parte,
sé que sois cada más los que estáis inadaptados a este mundo. No porque
rechacéis este mundo, sino porque habéis encontrado la Paz del corazón y habiendo
encontrado la Paz de corazón, ¿cómo queréis continuar nutriendo lo ilusorio de
este mundo? Eso os da Libertad, eso no os impide llevar vuestras
responsabilidades, pero ya no sois los mismos porque conserváis la Alegría. Y,
además, puedo incluso decir que desde el instante en no estáis en la Alegría,
es que estáis en la persona. Si estáis en el corazón, no puede haber más que
Alegría y nada más.
No hay espacio para otra cosa que ese sentimiento, ese tesoro de saber
que estás en casa, mientras que la persona nunca está en casa, cualesquiera que
sean, el lugar, los medios, el dinero, el marido, los hijos. Todo eso, como
sabéis, aunque haya satisfacciones, os alejan de lo que sois. Así que hoy mi
discurso sobre el Camino de la Infancia cambia un poco porque ahora no hay
medias tintas, no es posible transigir, no es posible negociar y vais a
vivirlo, lo vivís ya. Es lo uno o lo otro y no podrá ser lo uno y lo otro a la
vez. Os atañe verlo.
Y esta iluminación de la Teofanía es algo increíble, porque vivís poco
a poco, abruptamente o progresivamente, lo que han vivido los grandes místicos
de la Tierra. Y sabéis, incluso en tiempos pasados, bien a través de ciertos
escritos o ciertos testimonios que os dieron mis hermanas Estrellas, o algunos
Ancianos, es fácil comprender que no podéis alimentar a la vez a la persona y
al corazón. Es a vosotros a los que os atañe ver en vuestra alma y en vuestra
conciencia, dónde está la Verdad y donde el sentimiento de Paz, de alegría y de
felicidad, de éxtasis, de beatitud, todas esas palabras que se han empleado
para tratar de acercaros a esa verdad que vivís y que vuestro personaje si está
demasiado presente, os impide ver y vivir con serenidad. Es eso lo que se juega
sobre la pantalla de vuestra conciencia en este momento. Es eso lo que se juega
también sobre la pantalla de este mundo.
Como veis, cuanta más Luz hay, más se expresan Cristo y María y más
aumenta el caos. ¿Podéis decir entonces que es la Luz la que provoca eso? No.
Es el rechazo de la Luz la que provoca eso, el rechazo de la evidencia, el
rechazo del Amor, el rechazo de la Eternidad. Y como Cristo os ha dicho:
«Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen, porque ellos han olvidado». El
más grande de los pecadores si está provisto de un alma, no tiene nada que
temer en el momento de la Liberación, porque, ¿cómo podría la Gracia, el Amor y
la Luz castigar vuestra eternidad? Lo que es castigado, si queréis utilizar ese
término, es lo que no está conforme, es vuestro personaje, vuestra persona, los
vínculos de la sociedad, de la vida en este mundo.
En el corazón no hay nada que cortar, todo es perfecto. Y eso no
depende más que de vosotros; no hay ninguna circunstancia externa que pueda
obstaculizar. Esos no son más que pretextos, sobre todo hoy, eso solo son
coartadas para no estar en la Verdad, para no estar en la Paz, para no estar en
el éxtasis de la Infancia. Eso se instala. Si no lo vivís todavía, puedo
garantizaros que lo viviréis durante este mes. Así que, por un lado, tendréis
la Paz, la felicidad, el corazón; por otro, sean cuales sean las experiencias
vividas, incluso en la naturaleza, comprobaréis que hay dificultades,
sufrimientos, caídas, dolores, impaciencias, enfados.
El corazón no conoce nada de todo eso y veréis rápidamente la
proporción de las cosas, cuando os enfadéis, cuando acuséis una situación, un
hermano o una hermana, de vuestro propio estado. El retorno a vosotros mismos
será fulgurante e instantáneo; es por lo que os hemos dicho siempre que no
juzguéis. Eso no quiere decir no ver claro, eso no quiere decir cerrar los
ojos, sino ocuparse del corazón y estar en el corazón, no en los pensamientos,
sino realmente en la verdad, es decir, como Cristo “el Camino, la Verdad y la
Vida” donde ninguna falsedad puede ser aceptada y donde no hay lugar para
vuestro personaje, vuestra historia, vuestras habilidades, vuestros
conocimientos, vuestras experiencias. Hay Amor puro.
Creo que mis hermanas orientales, llaman eso «Sat Chit Ananda», la
Morada de la Paz Suprema, la morada de la felicidad. Cuando estáis allí no queréis
salir, llegue lo que llegue, y es allí donde se encuentran todos los alimentos.
Os hablé de la gula. Algunos de vosotros sois todavía ambiciosos, pero otros,
ya no tenéis gula. Las necesidades vitales desaparecen porque estáis nutridos
por otra cosa que no pertenece a lo efímero. Es eso lo que se ve también en
este momento.
El alimento del corazón es muy abundante. No puede existir la menor
carencia, el menor miedo, el menor déficit. En la persona, cualquiera que sea
el nivel de vuestra opulencia, tendréis siempre miedo, tendréis siempre cuestionamientos,
estaréis siempre en la duda. No sobre vuestra vida, porque es segura, sino sobre
la espiritualidad, para saber si habéis llegado o no. Pero el simple hecho de
plantearos la pregunta, prueba que no estáis allí, porque si estuvierais, solo encontraríais
la Paz. Todo lo demás desaparece, desaparecerá o ya ha desaparecido. Las dudas,
saber si estáis liberados, saber lo que sea del exterior, de lo conocido de
este mundo, no os aporta nada. Solo la beatitud os nutre y lo comprobáis y lo
comprobaréis cada vez más en la necesidad de sueño, en la necesidad de
distracción, en las necesidades que sean, que pertenecen a lo efímero. Todo eso
desaparece y es reemplazado ventajosamente por el alimento del corazón.
A vosotros os incumbe
reconocer eso. Reconocerlo no creo que represente ninguna dificultad o ningún
estado del alma, para colocaros de manera definitiva en esa beatitud que
termina con todo deseo, toda historia y todo personaje, aunque vuestro cuerpo
esté todavía aquí hasta la Llamada de María. Como veis, es muy simple.
No vengo a daros conceptos que ya os han proporcionado los Ancianos,
no vengo a daros ejercicios que ya os han facilitado algunos Ancianos. Eso era
útil y lo es todavía para aquellos hermanos y hermanas que duermen, pero en un
momento dado, es necesario aceptar la crucifixión de todo estado de
conocimiento, con plena conciencia. Ahí está vuestra Alegría, ahí está el
bálsamo definitivo, pero como os hemos dicho, nada más que vosotros podéis
hacerlo. Apoyaos sobre María, apoyaos en mí, sobre el Arcángel Uriel, porque el
podrá asistiros. No para realizar el pasaje, sino simplemente para que esté
presente, por su Amor y su radiación, para permitiros que no estéis ya apegados
a lo que pertenece al pasado o lo que pertenece al futuro, a una herida o a un
hábito.
Como veis, tenéis realmente todas las cartas en la mano. El corazón
está abierto, Cristo se instala. Aunque no hayáis sentido nunca la vibración
del corazón, ya sea del chakra del corazón como de las diferentes Coronas, hoy
es posible también para vosotros. Por otra parte creo que María os ha hablado
de ello. Entonces, ¿qué esperáis?, ¿qué prueba del exterior necesitáis?,
¿esperáis una señal del cielo para vosotros? Pero si está ya en el interior de
vosotros. Así que no dudéis; creo que los Ancianos vendrán después de mí. ¡Oh!
No para las técnicas, sino para refrescar vuestra memoria de ciertos ejercicios
que ya se habían dado y que hoy, por la presencia de la Luz, van a ser diez
veces más eficaces. Tanto por la respiración, como por los mecanismos de introspección
relativos al pensamiento y la vivencia de cada día. Pero dejaré a los Ancianos hacer su trabajo.
En cuanto a mí, vuelvo a la profundidad, a lo esencial.
Quiero decir con esto que hoy sin inocencia y sin infancia, no podéis
soltar lo que tenéis. Sobre todo, si tenéis cierta edad, sois viejos mochileros
de la encarnación en esta Tierra, os será mucho más difícil que aquel que nunca
ha venido y descubre la Alegría del corazón porque no hay ninguna adquisición
anterior, ninguna búsqueda de conocimientos exteriores. Esos son seres,
hermanos y hermanas que han vivido su vida simplemente lo mejor que podían, sin
plantearse la menor cuestión -sobre el Espíritu, sobre el Amor-, y que son todo
Amor en su comportamiento. Entonces sí, ellos son los primeros porque son los
últimos que han conservado la inocencia. Y sabéis, independientemente de
vuestra edad, que ese no es vuestro caso, porque habéis seguido muchos caminos.
Ahora bien, los fenómenos vibratorios sirvieron a la Tierra, os han
servido también para expandir vuestra conciencia hasta el llamado supramental,
creo. Pero no os detengáis en el supramental. Está lo que llamáis el Absoluto y
que yo llamo la “nada”, el “Todo”, allí donde no se requiere ninguna idea,
ningún pensamiento, ninguna emoción, ninguna respiración. Este es el por qué yo
deseaba salir de este mundo, no para huir -porque yo estaba bien, incluso en el
sufrimiento-, sino, sobre todo, para estar con mi Esposo y con María. Era mi única meta. ¿Es esa vuestra
única meta?, ¿o es amasar, disfrutar, vivir experiencias, vivir estados que
refuercen finalmente y en definitiva a vuestra persona, haciéndola pasar como
importante, creyendo desempeñar un rol?
No hay ningún rol que desempeñar, hoy tenéis que ser verdaderos.
Olvidad todos los roles, todas las funciones, sed verdaderos. Si existen roles
que desempeñar porque son vuestras responsabilidades, entonces, los
desempeñaréis a la perfección, porque vosotros sabréis insuflar, por el
Espíritu de la Verdad, por el Soplo divino, por la Luz. Es lo que vivís hoy,
unos y otros, cualquiera que sea vuestra ubicación y lo que estáis
experimentando. Si los enojos salen, aunque viváis el éxtasis en el momento de la alineación, significa que no sois
verdaderos. Es tan simple como eso.
No os pido que os sintáis culpables, no os pido que os flageléis, os
pido simplemente que lo reconozcáis con vuestro corazón y, en ese momento, la
Gracia actuará. Pero no podéis pretender vivir experiencias y continuar jugando
el juego de la persona con sus reacciones, con sus enojos, con sus tristezas,
con sus llantos. Es que estáis todavía sometidos a eso. Eso es lo que vais a
ver, Efectivamente a veces con cierta dureza al nivel del cuerpo, de las
enfermedades, pero eso afecta a lo efímero. Por supuesto, ocupaos de vuestro
cuerpo, pero ved por qué se produce eso y ved el interior de vosotros, no con
un pretexto exterior de algo que os perjudica o un enojo que se escapa de
vosotros.
Si estáis en el corazón no necesitáis controlar; si necesitáis
controlar vuestras emociones, vuestros pensamientos, es que estáis todavía en
la persona y estáis inscritos en lo efímero y vuestro corazón no se ha unido a
su eternidad. Estáis ligeramente abiertos, lo habéis vivido, lo sabéis como
persona, pero, ¿habéis desaparecido realmente?, ¿habéis comprendido y vivido
que el otro, incluso el peor enemigo, sois vosotros?, ¿habéis aceptado eso? No
para huir sino para ver todo lo que es falso.
Entonces, sed justos, pero sobre todo, sed sinceros con vosotros
mismos, sed intransigentes con vuestra persona. No para coaccionarla, no
podéis, sino simplemente colocándoos en vuestro corazón os volveréis
intransigentes. No dejéis pasar nada, no porque controléis cualquier situación,
cualquier relación sino porque os demostráis a vosotros mismos que la Luz actúa
más allá de toda reivindicación y de toda voluntad personal. Entonces, por
supuesto, es exactamente lo contrario a lo que se propone en este mundo hoy, donde
se os podrá tratar de ingenuos. Así que los que no lo viven, no pueden
comprenderlo y todavía menos aceptarlo. Pero, ¿es que dependéis todavía de la
mirada del otro, ya sea vuestro esposo, vuestra mujer, vuestro hijo o estáis con Cristo? Os corresponde
a vosotros vivirlo y comprobarlo. Es así cómo se forja esta Eternidad, esta
Teofanía.
Las Teofanía han sido experiencias, hoy es el estado del que está
libre de toda persona, de todo personaje y de toda historia. Y tenéis la Gracia
increíble de poder vivir directamente, sin plantearos cuestiones, viendo lo que
vivís, porque cuando estáis en el corazón, estáis en la Paz. No tenéis
necesidad de decir: “estoy en el corazón”, no tenéis necesidad de controlar
nada porque la evidencia de la Luz, la Gracia, su fluidez, es sincronía. Todo
es armonioso, todo es apacible, incluso en las provocaciones. No perdáis más
vuestra calma, permaneced en vuestro corazón, allí donde está la solución. Una
solución definitiva, que será real en el momento de la Llamada de María.
Así que cada día que pasa, hay que aprovechar para ir aún a mayor
profundidad, para ver lo que es importante, lo que es verdadero y lo que no es
verdad. Vuestra persona no puede ser verdadera porque siempre está condicionada
por las creencias, por las experiencias, por las vivencias, por las emociones,
por vuestros roles y funciones en este mundo, en vuestra vida profesional si
tenéis una. La atracción de la soledad, la atracción de la naturaleza como la
atracción de vuestras comuniones, de vuestros encuentros entre hermanos y
hermanas abiertos, es fundamental porque ellos os dan la imagen de la Paz,
ellos os dan y os refuerzan, de alguna manera, en el acceso a esa profundidad.
Sé que muchos de vosotros han sentido el trabajo sobre las Puertas que
corresponden a mi función de Estrella, a la altura de las ingles y también a la
altura del sacro, ahora. Os ha sido explicado ampliamente por el Comendador lo
que corresponde a las manifestaciones laterales del cuerpo. Mi objetivo no es
entrar ahí, sino atraer vuestra atención sobre lo que se ve, sobre lo que se
manifiesta, simplemente en vuestra vida: el enojo, la tristeza, el dolor, la
enfermedad y, a la inversa, la felicidad. Como sabéis, ha habido muchas
hermanas Estrellas que han pasado su vida, viviendo enfermedades terribles. Creo,
además, que la hermana Yvonne-Aimee, Estrella KI-RIS-TI os ha hablado
ampliamente. Su experiencia es totalmente cierta, pero incluso en la agonía de
sus diferentes comas, ¿ha dejado a Cristo un solo minuto? Nunca. Ved que el
problema no es la enfermedad, el problema es la persona que impide que la Luz
haga su trabajo.
Por supuesto cuando el cuerpo está enfermo, debéis ocuparos de él,
pero debéis ocuparos de vuestro corazón, porque el verdadero bálsamo, el que
pone fin al sufrimiento, el que pone fin al dolor, está ahí. Todo lo demás no
son más que paliativos, solo los medios de reordenar una mecánica, ya sea
física, emocional o mental. Eso nunca hará desaparecer a la persona, el
emocional o el mental. Debéis sumergiros en el corazón, ahora más que nunca,
por la Gracia de la Teofanía, por la Gracia de nuestros contactos también. Eso
se volverá cada vez más obvio y sois vosotros, repito, quienes decidís.
Así que, estáis muy influenciados por lo que queda de la persona, por
lo que queda de la esfera relacional, social, amistosa, afectiva y sabéis muy
bien que no podéis cambiar a los otros por las palabras, que no podéis convencerlos,
que tenéis que respetar la libertad de todos. Pero tenéis la posibilidad de
orar por ellos, no para salvarlos de nada, sino orar para la verdad de su
corazón; así sí. Y rezad también para vosotros, para la verdad de vuestro
corazón. Apoyaos sobre vuestro corazón, no en un sentido moral sino en el
sentido de la felicidad que confiere el corazón. En otra parte, solo hay miedo.
Fuera del corazón solo hay vacilaciones, alternancias de sufrimientos y
alegrías. No está la verdadera Alegría, no hay más que sustitutos de la Verdad.
Así que no olvidéis nunca la pequeña Vía de la Infancia de Teresa
porque hoy, ella toma todo el relieve y toda su verdad para cada uno de
vosotros, estéis donde estéis. Ya estéis en el Sí, como si estáis en la
negación, en la ira, en la negociación, eso no representa ninguna diferencia. Dejad
todo eso e id a lo esencial. Entrad en vosotros, y ved tal y como sois en la
eternidad, allí donde no hay nada que ver sino la beatitud, allí donde no
dependéis de ninguna forma, de ninguna historia, de ninguna coartada. Es eso lo
que pone fin a lo que quede del personaje y de la persona. A partir de ahora,
solo podéis poner fin a vuestro personaje por vosotros mismos. El corazón
sustituye a todo lo demás.
Vosotros no necesitáis
saber hoy lo que todavía puede quedar de residual. Ocupaos de vuestro corazón.
Sed ese corazón cariñoso, sed esa felicidad, y todo lo demás os parecerá tan
anodino, tan fútil, incluso tan inútil. Es así como dejáis de jugar el juego de
la dualidad, porque no podéis encontrar la Unidad, a Cristo, a María, en el
seno de la dualidad, ni siquiera en el seno de las historias llamadas bíblicas.
Son sólo biombos, la Verdad es interior. «Buscad el Reino de los cielos que
está dentro de vosotros y el resto os será dado por añadidura.» En cambio, si
giráis vuestra conciencia hacia el exterior, comprobaréis que esto os será cada
vez más difícil, en cualquier actividad, en cualquier mantenimiento, en alguna
parte, de una ilusión cualquiera.
Y en cambio la Luz puede
enviaros cosas que hay que resolver. Estas cosas que hay que resolver no son
obstáculos hablando con propiedad, sino cosas que tienen que ser vistas en
vosotros y que atraen vuestra atención a las últimas fallas de vuestra persona
que no dejan penetrar la Luz. Así es como las veis. No reflexionando sobre eso,
no remontando la madeja de las causas kármicas o psicológicas. Claro que
existen, pero concernirán siempre a la persona y nunca os darán acceso a la
Verdad. La Verdad no es de este mundo, la Verdad está en vuestro corazón, y en
ninguna otra parte. Ella no está en ningún rito, en ninguna religión, en
ninguna adhesión a nada que concierna a este mundo. Ella está únicamente en
vuestra vivencia en el corazón, y esta vivencia en el corazón, es ante todo la
felicidad, ahora.
Claro que podéis sentir
esas vibraciones, por supuesto que vais a sentir también cada vez más el
trabajo de la Luz, ya sea esto al nivel de lo que llamáis las Coronas, en esta
fusión del corazón y de la cabeza, que está vinculada, os lo recuerdo, al
encendido de lo que ha sido llamado la Lemniscata sagrada, el encendido de
vuestro Merkabah. Todo esto son palabras, porque necesitáis palabras, pero
ninguna palabra os hará vivir la Verdad. Tenéis que experimentarlo dentro de
vosotros mismos, sin esto estáis al lado, no estáis dentro. Es simple, no hay
que juzgar, sólo hay que comprobarlo.
El corazón es felicidad.
Antes, os decíamos que el corazón era vibración, como que la conciencia es
vibración. Es verdad, pero estáis más allá de la conciencia, y para esto no hay
vibraciones, incluso si ellas están presentes. Hay sólo esta felicidad que
ninguna palabra puede describir, que ningún adjetivo puede traducir, pero que
cuando la vivís, lo sabéis instantáneamente. Cuando lo habéis vivido una vez,
pasáis vuestro tiempo y pasaréis vuestro tiempo tratando de revivirlo. Es
simplemente el emplazamiento en el seno de la persona que desea, lo que impide
vivirlo. Debéis sacrificar a vuestra persona, aceptar que no sois nada en
absoluto, que todos vuestros apegos, todos vuestros vínculos a este mundo, se
olvidarán en el momento de la muerte – de hecho la Resurrección.
¿Entonces, qué
importancia tiene? ¿Qué tenéis que perder? ¿Qué teméis? Haceos realmente la
pregunta, ved sin evasivas. ¿Qué preferís, la felicidad del corazón o todo el
resto? Ya no pueden ser el uno y el otro por más tiempo. Si estáis en la
felicidad del corazón, en Teofanía, entonces todo el resto está incluido allí,
está en vosotros, pero no antes. Antes de ello, esto va a hacerse cada vez más
duro. Os lo he dicho, la Luz hace su obra. La confusión, María os lo ha dicho, la
luz se instala durante este junio, da
igual si el signo celeste está presente o no, por otra parte. Porque lo sabéis,
los signos celestes avanzan hacia vosotros según lo que ellos encuentran, según
vuestras artimañas, según vuestro comportamiento, según la adhesión a la
ilusión de los humanos-almas a la ilusión de este mundo. No podéis ayudar más
con palabras, ni ayudaros con palabras, no podéis huir más, sólo podéis ser
verdaderos. Y es esto lo que la Vida, en este período, os muestra.
Si sois verdaderos,
entonces es la felicidad. Si en alguna parte sois falsos o estáis en
disonancia, entonces estáis enfadados, estáis oprimidos, vuestro cuerpo hace
daño, vuestro cuerpo se rompe, para ayudaros a encontrar los que sois. No
olvidéis que el silencio es fundamental. No hablo ni de meditación ni de
oración, sino de silencio. Ver lo que se desarrolla cuando no hay ni
pensamiento, ni emoción, ni percepción del cuerpo, y sin embargo estáis
presentes. Es lo que precede, creo, a lo que es llamado la desaparición.
Eso es lo que hay que
ver, porque vosotros sois muy numerosos, efectivamente, a haber ya desaparecido
sólo escuchándonos, sólo leyéndonos, sólo meditando, y de regreso comprobáis
que cualquiera que sea la intensidad de esta desaparición, la beatitud se aleja
poco a poco, se reproduce cuando decidís hacer una Teofanía, pero estáis
obligados a decidirlo o a pensarlo. ¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir
simplemente que encontrasteis vuestro corazón pero que éste todavía no apareció
en el seno de la persona. Es esto lo que ahora se vive, y es una gran alegría.
Ninguna alegría de este mundo puede aportaros esto, ningún ser humano de este
planeta puede aportaros esto. Ninguna satisfacción profesional ni afectiva,
ninguna buena salud, puede aportaros esto. Sólo el corazón puede hacerlo,
porque es los que sois, porque es lo que es verdad.
Entonces, ¿qué esperáis,
todos vosotros que habéis vivido las Coronas, que habéis vivido lo que sería
sólo una pequeña Teofanía, una sola vez? Ved que es justamente vuestra persona
quien impide vivirlo, quien impide instalaros ahí. Y cuanto más lo buscáis, y
más lo deseáis, más se aleja esto porque no podéis retenerlo. Hay que ser libres
para vivir la felicidad del corazón. Tranquilizaos, no os culpabilicéis, esto
os es prometido en el momento de la Llamada de María. Pero os recuerdo a pesar
de todo que las tribulaciones humanas ya han comenzado. Ellas pueden sólo
intensificarse, cualquiera que sea la fecha de visibilidad del signo celeste,
cualquiera que sea pues la fecha de la Llamada de María.
Y es justamente en este
período, que puede pareceros a muchos de vosotros, incluso despiertos,
delicado, si puedo decirlo, donde se encuentran las oportunidades más grandes
de reuniros, de ser verdaderos, todo el tiempo, no solamente en ciertos
momentos y después volver al seno de la persona que lleva su máscara, que juega
un juego, que representa un papel, y que no es verdadera. Os corresponde a
vosotros decidir. Y una vez más os lo repito, sólo sois vosotros quienes podéis
decidirlo. Ninguna Luz exterior puede hacerlo. Ella puede haceros vibrar, puede
activar las Puertas y las Estrellas, puede hacer vivir la Onda de Vida, puede
haceros percibir el Canal Marial, incluso puede haceros percibir la Corona
radiante del corazón, que firma, como sabéis, vuestra libertad.
Pero ¿qué es lo que os
impide ser libres ahora? ¿Qué es lo que os bloquea? ¿Qué es lo que existe, en
el seno de la persona y de la historia, que todavía hace pantalla, porque lo
habéis sin embargo vivido? Sois vosotros mismos. No hay ninguna situación
exterior, ningún ser que pudiera impediros ser vosotros mismos hoy. Entonces
aprovechad estas gracias, extraed de ellas la experiencia y sobre todo vividlas
permanentemente. Borraos, olvidad todo lo que aprendisteis, olvidad todo lo que
experimentasteis, olvidad incluso, yo diría, todo lo que se produce sobre la
escena de teatro este mundo, porque se volverá cada vez más chiflado, si puedo
decirlo, cada vez más alterado.
La única certeza y la
única protección es vuestro corazón. Todo el resto son sólo pamplinas,
ocupaciones, pasatiempos. No hay más tiempo a pasar ahora, es el tiempo de ser
verdaderos. Entonces, ninguna falsa apariencia, ninguna evasiva. Cuando haya
una tristeza, una cólera, un miedo, aceptadlos. No podéis decir que no vienen
de vosotros, ellos vienen de vuestra persona, y esto significa simplemente que
todavía sois esta persona, incluso si habéis vivido el corazón. Entre vivir el
corazón y ser el corazón, hay un pequeño matiz. Si sois el corazón, no hay más
fluctuaciones, hay una permanencia de felicidad, os pase lo que os pase. Si la
persona todavía está aquí, salís del corazón muy rápido, os apoderáis de los
problemas y tenéis todavía la impresión de poder controlarlo todo, dirigirlo
todo. Es un error funesto.
Os exhorto a ir
verdaderamente hacia la profundidad y ver lo que permanece allí. Y a quedaros
allí, porque es fácil hoy, cualesquiera que sean las circunstancias del mundo.
La Luz ganó, lo sabéis, está más presente que la sombra sobre la luz. Y sin
embargo, cuando abrís vuestros ojos, veis sólo la sombra a la obra. La única
solución es vuestro corazón.
He aquí lo que tenía que
traeros. No olvidéis que cuando os parezca que os salís del corazón, por la
manifestación de vuestra persona, por las emociones, por el mental, por las
preguntas, llamadme, con el fin de reencontrar la espontaneidad de la infancia.
Estaré allí, aportándoos mi radiación y esto quizá os facilitará este retorno,
que no es una tarea sino que bien es este abandono total, esta fe total en la
Eternidad, y no, ciertamente, en las circunstancias de vuestra persona.
Permitidme, antes de
dejaros, instalarme en vuestro corazón y vivir allí, dondequiera que estéis, en
el momento en que leáis esto o lo escuchéis, poneos ahora, cerrad los ojos, y
acojámonos unos a otros, por la gracia de la Teofanía.
…
Silencio....
Soy vuestra pequeña
Teresa y os amo, más allá de aquello en lo que podáis pensar e imaginar o
creer. Os digo hasta siempre, en la Eternidad. Os digo también hasta pronto
para algunos de vosotros; en el seno de los Círculos de Fuego, estaré con
vosotros. Todo mi Amor y toda mi Presencia está inscrita en vosotros. Hasta muy
pronto.
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***