Soy Uriel, ángel de la
Presencia y Arcángel de la Reversión. Bien amados Hijos del Único estoy aquí de
nuevo con vosotros en el seno de la Teofanía y de mi Blanco, a fin de llevaros
ahí donde sois de toda eternidad. A través de mis palabras y a través de la
vibración, juntos vamos a acoger la Verdad y a cantar el canto del Silencio, en
vuestro templo y en vuestra morada, ahí donde permanezco y ahí donde permanece
la totalidad de los mundos. Sois el mundo siendo el Camino, la Verdad y la
Vida, y es a ello que me dirijo, en vuestro templo, en vuestra morada.
Así, la
Eternidad se eleva y despliega su blancura en vuestra Presencia, en vuestra
Humildad. Así, juntos, unidos por el corazón y liberados por el Corazón, todos juntos aquí sobre la tierra, cantamos el canto de la Salvación, el del último vuelco y
reversión, llevándoos a concienciar y a instalar vuestra Eternidad aquí mismo, ahí donde estáis
en este mundo. Entonces amado del
Uno, amado del Único, se despierta
en ti el Juramento y la Promesa, dándote a ver y a vivir lo que siempre fuiste,
y no lo que has creído ser en el seno de este mundo.
Bien
amados hijo del Único, te invito
a unirte a ti, ahí donde me
encuentro, a fin de descubrir la belleza de tu Eternidad. Ya no solamente algunas veces, ya no solamente cuando los
velos se levantan, sino en el estado donde nada puede llegar a alterar tu
blancura y tu belleza.
Escucha,
oye lo que te dice tu Corazón, escucha lo que te digo, oye lo que vibra en tu
ser interior, ahí donde la Eternidad está presente, ahí donde la Eternidad
jamás ha podido desaparecer, ni siquiera borrarse frente a tu
gloria y a lo que eres. Entonces, amado del Uno, escucha y oye el canto
de la salvación que se despliega
en tu ser, en este mismo momento.
Ven conmigo ahí donde juntos en la ronda
del Amor, sólo la Libertad es el canto de puede expresarse. Mira, ve y percibe
la intensidad de tu verdad, la intensidad sin igual del Amor eterno, el que no
admite ninguna restricción, ni ningún límite, ni ninguna desaparición.
Amado
del Uno, elévate en tu Corazón,
ahí donde reina el Silencio, ahí donde la Belleza es sin división, ahí donde el
Amor y la Luz se conjugan en toda forma, en toda manifestación,
como en toda esencia. Ahí donde cantan el Coro de
los Ángeles y el Verbo del Espíritu, que te dan a vivir el Fuego de la
consumación, de las ilusiones, de los sufrimientos, y de lo que sólo pasa.
Entonces amado del Uno, escucha y oye la Verdad, escucha la Vida cantar en el silencio de tu Corazón. Déjate acercar, déjate
revelar, sin temor y sin remordimiento, porque aquí se encuentra la única
verdad que pone fin a cualquier
sed, que pone fin a toda búsqueda. Te invito a ser lo que eras, lo que eres y lo que serás, más
allá de este mundo, más allá de sus encierros y más allá de toda sombra.
Amado del Uno, recibe la bendición del
Espíritu, la bendición del Espíritu santo, la radiación Ultravioleta y el
Juramento y la Promesa de la Fuente que se revela en este momento, como en todo
momento de tu efímero.
Acoge y
recoge el regalo de la vida, el regalo de la Eternidad, el regalo que te corresponde, y escucha lo que te digo. Oye lo que dice tu
Espíritu, no escuches los disparates de lo que sólo pasa y que no tiene ninguna
sustancia en el corazón de tu Eternidad, y que sólo representan,
sean cuales sean las alegrías de este mundo, la ilusión que se pierde y es
reemplazada por la realidad y la trascendencia de tu verdad.
Aquí, en este momento, aquí, en este
lugar, en tu Corazón como en cada Corazón de la misma manera, y con la misma
intensidad y la misma igualdad, se vive lo Único de la Unidad, se vive lo Único
de la Vida, que te permite decir: “Soy el Camino, la Verdad, y la Vida” . Mi
reino no es de este mundo, y sin embargo estoy presente de toda Eternidad en
este mundo.
Todo se ha cumplido. No tengo nada que
cumplir salvo estar aquí, presente y silencioso.” Sin depender de nada, sin
depender de ningún conocido, sin depender siquiera de lo que te es desconocido,
porque es lo que eres en Verdad.
Y en
verdad te lo digo, por el encuentro con la Fuente se despliega en ti la
majestad del Amor manifestado, tomando su fuente ascendente, ahí donde estas, en la Morada de Paz Suprema, en la
Morada de la Eternidad, ahí donde tu Presencia se une a la Ausencia, ahí donde
se disuelve lo que no puede persistir, lo que no puede permanecer, pues no
es verdadero.
Y tú, tú
en todo esto, tú en medio de todo esto, eres lo Verdadero y lo Único, que no
depende de ninguna circunstancia, que no depende de ninguna forma ni de ninguna
idea. Simplemente ahí, presente e inmóvil, en medio del Coro de los Ángeles que
suena en tus oídos, elevando tu alma y consumiéndola de un Amor sin fin, el del Espíritu
revelado, el del Espíritu de Verdad; el Espíritu y el Parácleto están ahí, en
ti.
El Cristo quizá, ha tocado ya a tu puerta, se ha
instalado y emerge. Se revela, y
te trae la Fe y ya no la esperanza. La Fe de la Verdad, el final de la Ilusión, el fin de cualquier
sufrimiento. Entonces déjate encantar por la Verdad y por la Belleza. Déjate
magnificar por la Presencia de lo que eres. Tú, Hijo Ardiente del Sol, Hijo de
la Luz e Hijo de la Verdad, te convido.
Entonces
contesta a lo que te es propuesto, a lo que te es ofrecido, dándote a ti mismo
en cualquier ilusión pudiendo persistir, encuentras entonces la libertad del ser como la libertad
del no ser, que no hace ninguna diferencia, con la misma intensidad y la misma
potencia del Amor revelado en el Blanco de mi Presencia. Te invito, porque
estás convidado al banquete, ya
no del cielo y de la tierra, sino al banquete de la
Ascensión, ahí donde todo sucede en la ligereza, ahí donde todo lo que es
pesado desaparece y se apaga.
A ti de ver, a ti de responder, a ti de
decir “Sí”. A ti, hablo desde tu Corazón, hablo desde lo que eres, llamándote
con el Cristo y suplicándote de ser tú mismo. No hay ningún riesgo ¿porque cómo
es que lo que es eterno, podría peligrar lo que sea, si no es de ser la Belleza
y la Verdad?
Entonces amado del
Uno, te invito a unirte a mí en el templo de la serenidad, en el templo de la
Verdad. Estamos ahí, juntos, estamos ahí, tú y yo, en el espacio que no lo es,
en el tiempo todavía que no ha nacido.
Ahí se encuentra
nuestra verdad, a saber y a vivir que eres lo que soy, y que soy lo que tú
eres, para hacer el milagro de una sola cosa, para hacer el milagro de la
comunión perpetua y eterna, cantando al Amor, cantando la Vida, cantando la
Presencia y cantando la Ausencia en la misma estrofa, el que anuncia el ardor
de la Luz, el ardor del Fuego de Amor que se despliega en este momento sobre la
Tierra, como en tu cuerpo hecho de tierra, que no es tu cuerpo de verdad, sino
tu cuerpo de tránsito.
Tu materia, mírala. Se eleva y se
transforma en lo que es mucho más ligero, mucho más transparente y mucho más
evidente.
Entonces, reunámonos en la Evidencia, ahí donde no se hace ninguna pregunta, ahí donde no puede emerger
ninguna duda, y donde la fe se
instala por si sola. Esta fe no está centrada hacia ningún
futuro, porque ahí donde te
encuentras, están todos los tiempos posibles y todos los espacios posibles. En
la Teofanía que vives en lo
sucesivo cada día, te invito a
unirte a ti, te invito a ver, a oír y a escuchar el Juramento y la Promesa de
la Fuente, preparándote y haciéndote permeable en totalidad a la acogida de la Madre de todos,
a la acogida de aquella que mora en tu Corazón.
Aquí, aquí y ahora, estamos en lo
Verdadero, en el Éter de Verdad. Escucha, oye y ve lo que se celebra. Oye y
siente lo que se vive en ti. Percibe la Vida Una. Percibe este torrente y flujo
de Amor que nunca puede secarse, que nunca puede restringirse, que nunca puede
limitar lo que eres.
Amado del Uno, te invito al recogimiento,
te invito a la oración y a la acción de Gracia, te invito al perdón de todo lo
que sólo pasa. Te invito a no ser parado por lo que pasa y muere, te invito a
permanecer ahí donde justamente nada se detiene nunca, porque nada ha empezado
nunca y nada acabará nunca. Ahí está tu base, ahí está tu devenir, ahí está tu
Presencia.
Entonces juntos, comulgo con cada uno de
ti, en el Blanco de tu Presencia. Tú, que estás ahí, únete a ti ahí donde me
encuentro para extender tus brazos y tu corazón, reconociéndote como digno Hijo
de la Fuente, como digno Hijo Ardiente del Sol, que Sois.
Cristo lo dijo a cada uno de vosotros:
“Dejad que los niños vengan a mí.” Hoy, te llamo en la Vía de la Infancia, que
no necesita ni justificarse, ni protegerse de nada, sino simplemente de ser
verdadero, de ser inmediato, y de ser espontáneo.
No hay necesidad de
condiciones, ni regla previa, sólo hay esto. En eso, te es mostrada la llama
del Espíritu. En eso, te vuelves el Impersonal, sin no estar sujeto ni a un
mundo, ni a una forma, ni a alguna historia, porque eres al mismo tiempo la
ausencia de historia y de todas las historias, trascendiendo así lo que es
dominio de lo temporal, de la forma, de las dimensiones.
Encogiéndote por la humildad, descubres
entonces que eres todo lo que es, todo lo que fue, todo lo que será. En
cualquier forma o dimensión que sea, estás acogido con la misma sonrisa, con el
mismo brillo, con la misma intensidad. No necesitas para eso moverte, sólo
necesitas estar Ahí, en silencio conmigo, asentado en tu corazón, al fin de
acoger y recoger el néctar de inmortalidad, a fin de acoger y de recoger lo que
Eres.
Vive, porque eres la Vida, sé verdadero porque
eres la Verdad. Y escúchate, como me escuchas. Mira más allá de toda forma, y
percibe más allá de toda referencia y de cualquier adquisición. Percibe la
libertad del Amor que te es ofrecido en abundancia, sin límite y sin contar.
Hijo del Único, estés donde estés aquí y
ahora, mira. Mira adentro de ti. No te dejes más abusar, ni por tu forma ni por
cualquier escenario. La Liberación se juega en este momento de la tierra,
entonces que seas liberado de lo que te estorba, sé liberado de lo que crees,
sé liberado de la atracción hacia la forma, sé liberado de todas las ataduras y
de todos los apegos, a fin de permanecer firme en la estabilidad de lo que
Eres.
Escuchas y ves, la magnificencia que está aquí, y que crece, y que no puede ser
limitada, ni ser restringida. Ves la Evidencia.
Entonces te digo, como te dijo la Fuente:
“Mi amigo, mi amado, únete a mí para encontrarte.” Canta conmigo y el Coro de
los Ángeles el canto del Silencio. Permanece así, tranquilo, y siente crecer la
Felicidad, y percibe lo que Eres. No te limites más a una forma, cualquiera que
sea. Sal de cualquier historia, a fin de vivir todas las historias, sin hacer
ninguna diferencia y sin ser afectado. Estás vivo, tú, el Alfa y la Omega, el
primero y el último.”
Entre cada una de mis palabras y a través
de cada palabra mía, la misma danza, el mismo Silencio, la misma Verdad,
idéntica en cada uno, porque sólo hay una Verdad y es ésta. Todo lo demás, en
tu mundo, sólo es sufrimiento. Incluso la dicha más exaltada y más poderosa de
tu mundo, en definitiva sólo es sufrimiento, porque te aleja de lo que Eres en
verdad. Permanece ahí donde no hay nada que buscar ni a encontrar, que ya no
conozcas de toda Eternidad.
Mi amigo, mi amado,
abre las llaves, abre las puertas. No retengas nada, no pares nada, no pienses
en nada.
..Silencio...
Hijo del Único, estoy contigo a partir de
ahora para la Eternidad del final de los tiempos, actualizando lo que nunca
tendrá fin y que nunca lo tuvo.
Déjame llevarte ahí
donde te encuentras. Déjame llevarte ahí donde te ves y te escuchas, más allá
de los males de este mundo, más allá de las formas de este mundo.
Mi amigo, mi amado, tú, el tres en Uno...
no te muevas, no pienses. Túmbate en esta Fuente de Cristal, en esta fuente de
juventud. Déjame amarte, en la medida con la cual te amas, no en algún aspecto,
ni en tu forma, sino ahí donde te encuentras, más allá de toda forma.
Escucha. Oye lo que te dice tu Corazón en silencio. Te dice lo que es verdadero,
te dice lo que no puede pasar, te dice lo que Eres.
..Silencio...
Ponte ahí donde
Cristo, María y Mikael se encuentran a la misma distancia, cada uno emanando la
Presencia y la Vida a las cuales respondes con tu Presencia y tu Vida.
Entrégate a la Verdad, entrégate a la belleza del Amor. Esto se celebra ahora.
No olvides que los tiempos se han cumplido, y que no queda nada a descontar,
sólo hay a quitar lo que te impide ver la Verdad, sólo hay que atravesar. No te
detengas en el camino, no te vuelvas hacia atrás, sino vuélvete adentro de ti.
Mira ahí donde no queda ningún peso, ni
alguna ilusión, ninguna atadura, y vive tu libertad. Vive, simplemente. Ahí
donde te has puesto, no hay ninguna carencia, ninguna sombra, ni desafío que
afrontar.
Mira. ¿Qué más necesitas? ¿Qué piensas poder adquirir,
encontrar o volver a encontrar que no esté ya ahí? Así que no te muevas.
Acoge y recoge el don de la Gracia, acoge
y recoge el Amor que te es dado a la medida en la cual das. Así se vive la
Verdad, que no depende ni de ti, ni de mí, porque está siempre presente,
incondicional, inmediata y sin retraso.
Mi
amigo, mi amado, desde hoy te acompaño en cada llamada que formules hacia mí, a fin
de comulgar en tu Corazón, a fin
de que comulgues en mi Corazón
hasta la saciedad.
..Silencio...
Atrévete, atrévete por
fin, no te limites en nada. No hay ningún freno ahora que pueda frenar la
Verdad y su establecimiento.
Recuerda, que sólo hay tú en lo efímero que hace
pantalla a lo que Eres. Entonces no te dejes seducir más por esta
pantalla, por las imágenes de estos mundos, como por tu imagen, que nunca serán
la Verdad, que sólo son unos medios que limitan a lo
que Eres.
Así que celebremos
juntos, por la Teofanía y por la Nueva Eucaristía, el milagro de la vida Una,
el milagro del Amor.
No te dejes confundir por la pantalla de tu mundo, no te
dejes desviar por lo que todavía te pueda atraer
en el seno de la Ilusión. Permanece en la Eternidad,
cada día y cada noche, vela y reza al
fin de quedar y permanecer en la
Verdad. Ahí está tu comunión perpetua, ahí está la radiación de lo que Eres, ahí está tu Presencia inefable.
..Silencio...
No dudes, no busques. Sólo te basta
reconocer la Evidencia que eres, y la Evidencia que está ahí. Y veas que, no
hay ninguna diferencia, ni distancia, hay desde ahora la facilidad, está la
magnificencia de esta Verdad Una, de este instante único y que sin embargo
ocurre de instante en instante. Tú, el Único.
Así, estás invitado a vivir que todo es Uno. Así, estás
invitado a ponerte en Aquel que entra en tu morada y que
viene a estrecharte en su Corazón,
como el hijo pródigo que regresa a casa, rico en experiencias en el seno de la
Ilusión, que no le aportan nada
más que la certeza de ser, en verdad, en el único lugar posible, es decir en el Amor.
Entonces acoge a cada hermano y a cada
hermana de la Tierra, pero no únicamente. Acoge a la totalidad del cosmos, al
conjunto de las fuerzas de la Luz autentica. Están en ti, sin excepción. Y esto
es ahora, y eso es ahora mismo.
Así puedes dar las
gracias, así puedes asentir al Amor, así se celebra el tiempo de la alianza a
la Libertad, el tiempo de la alianza al Amor, la alianza que no terminará para
ti.
..Silencio...
Entonces, tal y como
la Fuente te dice, te lo repito por ella y para ti, “Déjame amarte, déjame
comulgar y celebremos juntos la gloria de la Resurrección, poniendo final a la
ignominia del encierro, donde sin embargo la Vida ha sido vivida, aunque limitada
y amputada.”
Este hilo de vida
nunca pudo apagarse, porque la Vida está más allá de cualquier bien y de todo
mal, porque la Vida debe permanecer libre de toda atadura y cualquier
condición. Observa.
Cuando el canto de salvación, oído en tus
oídos, instala el decorado de la llamada de María, mientras el fuego de tu
Corazón anuncia la llegada del Cristo a tu templo interior, cuando vibras
durante la Teofanía, estás invitado a la Ligereza, la de la despreocupación del
niño, como del anciano que sabe lo que es la vida más allá de su cuerpo y de su
apariencia, porque ya ha entreabierto los velos del cielo que le ocultaban la
Verdad. Hoy, no tienes nada más a ocultar, hoy, no tienes nada más a sopesar,
hoy, no tienes nada más a elegir, hoy, no tienes ningún apoyo para dudar.
Hoy en día, es la hora
del Amor, hoy es el tiempo de lo Verdadero.
Así que déjame
depositar, por la Teofanía misma, el sentido de lo sagrado en tu resurrección
en tu Sacro. Déjame depositar sobre tu cabeza, la corona de rosas de tu libertad
actualizada.
Entonces hoy, para ti,
si lo ves y lo aceptas, todo se ha cumplido, todo se ha revelado en la dicha
del Amor reencontrado. Hoy, y lo sabes, la Luz te llama al último paso. Sólo tú
puedes hacerlo, sólo tú puedes vivirlo. No tengas miedo, no te aferres a nada,
déjate atravesar. Déjate vivir en lo que Eres, ahí donde no hay nada a decidir,
ahí donde no hay nada a controlar, ahí donde no hay nada a evitar, ahí donde no
hay nada que resolver, porque todo está resuelto, porque todo está preparado.
..Silencio...
Mi amigo, mi amado, escucha el canto de cristal de tu
resurrección, escucha lo que te dice tu Corazón,
lo que canta ahora mismo, su presencia llena de majestad. No estás soñando, es
lo que eres, así que no dudes en poner final al
sueño de este mundo. Revélate, te espero. El Amor te apremia por su fuego
devorador, a establecerte en lo Blanco inmaculado.
Mi amigo, mi amado, eres digno y eres bello.
Y observa a cada hermano y hermana, porque él también es bello, él también es
el Camino, la Verdad y la Vida, aunque aún no lo sepa. Así que perdónale porque
no sabe lo que hace. Sé tú mismo, porque siendo verdadero, eres el faro en la
noche, cruzándote con cada hermano que duda, sin necesidad de palabras, ni
necesidad de mirada. Entonces la Verdad se establece también en él. No has
pedido nada, no has tenido ninguna acción, sino que simplemente os habéis
reconocido más allá de la forma y más allá de la persona.
..Silencio...
Deja que florezca en
tus labios la sonrisa de la niñez y de la inocencia, y siente en ti la nueva ligereza, la de
la Eternidad, poniendo fin a cualquier pesadez y a todo peso. Deja morir lo que
se aleja de ti, no busques retener nada.
Así estás libre, volviendo hacia el Amor
sin ambages y sin adornos inútiles aquí. En esta desnudez, tú mismo te ofreces.
Entonces se vive la Resurrección, entonces se revela lo que Eres, sin esfuerzo
y sin pregunta.
..Silencio...
En tu nombre, reúno tu
tres en tu Uno, porque tú también puedes decir y cantarlo: “Mi Padre y Yo somos
Uno, para hacer el milagro de una sola cosa.” Deja que la quemadura del Amor
que se vive en ti, a través de este cuerpo de carne, consumir tus últimas
reticencias y últimas interrogaciones, con alegría y con felicidad. Y acuérdate
que esto es evidencia, aunque esto no nazca. No hay más distancia y no hay más
diferencia entre tú y yo, entre cada uno de ti, y entre Él y tú.
Escucha, escucha lo
que se vive en este instante, oye…
Ahí donde estamos, tú y yo, en este instante, no puede
haber ninguna definición, no puede haber ningún superlativo lo suficientemente
poderoso, no hay otra posibilidad que de vivirlo en el Silencio, ahí donde
desapareces de cualquier efímero, habiendo entendido y habiendo vivido que todo
se ha cumplido en el seno de lo que pasa, en el seno de tu persona. Te lo
repito, eres la Verdad, te lo repito, eres la Vida.
Y mira y ve: ¿acaso esta paz no es
primordial y esencial ante el placer de tu vida en este mundo? No tienes nada
más a esperar, ni de este mundo ni de tu efímero. Sólo tienes que asentarte en
este lugar que nunca has dejado, sólo tienes que celebrar el tiempo del Amor.
No tienes nada a emprender, no tienes ningún trabajo que proveer, sólo tienes a
sonreír, sólo tienes a amar, sin esfuerzo y sin distinción, porque es tu
naturaleza, más allá de cualquier apariencia.
Entonces bendigo, aquí y ahora, cada uno
de los Corazones ardientes. Entonces bendigo en este instante, todo lo que
Eres. Así se vive la celebración de tu resurrección, así puedes recibir el
Manto Azul de la Gracia, y éste permanece para siempre sobre tus hombros y en
tu Corazón.
..Silencio...
Ámame con la misma intensidad con la que eres
amado. Caliente en mi Corazón como me caliento en tu Corazón, a fin
de olvidar las frialdades de este mundo, a fin de trascender las falsas ataduras
de este mundo que te ata a una historia, que te ata a la sociedad, que te ata a
tus padres, a tus hijos, a tu lugar de vida. Sé libre. No dependas más de
ninguna de tus posesiones, ni de ninguna de tus privaciones, esto no tiene
razón de ser en lo que Eres, no
puede aparecer en lo que Eres.
Todo lo que no es verdadero desaparece en lo que Eres.
Quédate conmigo como estás contigo, y escucha el silencio, lo que te dice tu Corazón en este instante.
..Silencio...
Ahora, en este instante,
incluso las palabras, las mías como las tuyas, no tienen más utilidad, porque
el Amor lo llena Todo.
..Silencio...
Que seas colmado
porque no mereces ninguna carencia, ni ningún sufrimiento. Hayas hecho lo que
hayas hecho, perdónate, hayas padecido lo que hayas padecido, perdónale.
Entonces la Gracia toma todo su
lugar y todo el espacio, entonces
la Paz es tu eternidad, entonces el Amor es tu Morada de Paz Suprema. Y déjame,
por favor, bendecirte una vez más. Y dejémonos unos y otros, dejémonos vivir en la
Gracia de la Teofanía, dejémonos vivir en la Paz del Cristo, dejémonos vivir bajo el Manto
Azul de María.
..Silencio...
Entonces te doy mi
Corazón.
..Silencio...
Ha llegado ahora el momento de dejarte morar en tu Presencia, a solas, ya que eres
Todo. Ha llegado ahora el momento de retirar todas mis palabras, porque están selladas en la eternidad
de tu Presencia.
Más allá de nuestra comunión, te bendigo
y te agradezco.
Soy Uriel, ángel
de la Presencia y Arcángel de la Reversión, y te saludo en lo que Eres. Toma tu tiempo para emerger de
nuevo en este mundo, rico de tu plenitud. Te digo hasta pronto, tú
que eres el Camino, la Verdad y
la Vida, sea cual sea el nombre o la historia que llevas aquí, en este mundo donde pisan tus pies.
Uriel te saluda. Uriel te estrecha sobre
su Corazón, al igual que te invito en espíritu a estrechar a cada hermano y a
cada hermana sobre tu Corazón, aunque esté al otro extremo del planeta, aunque
sea opuesto a la verdad del Amor, porque tú también debes de decirlo: “Padre,
perdónalos, no saben quiénes son.”
Te digo hasta pronto,
hasta siempre.
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