"Pues ahora entiendo que aquello que yo comencé a sentir ya era la alegría, lo que yo aún no reconociera ni entendiera. En mi mudo pedido de socorro, yo estaba luchando contra una vaga primera alegría que yo no quería percibir en mí, porque aunque vaga, ya era horrible: era una alegría sin redención..."
Clarice Lispector
10 de enero de 2015.
Resolví escribir este texto, porque tal vez el sea de algún auxilio para aquellos que estén viviendo algo semejante en este período de intensa adaptación. Escribo con base en mi propia experiencia y en los síntomas que he sentido y espero poder transmitir por medio de estas palabras algo del bálsamo que recibo de las consciencias con quienes colaboro en este trabajo y que ofrecen orientaciones, suporte o muchas veces solo su Presencia amorosa y acogedora.
Ante todo, déjenme situar algunas cosas, que tal vez sean ya de conocimiento de quien acompaña los mensajes transmitidos aquí en el sitio de la Escuela de Luz Viva. En el último solsticio – de verano aquí en el hemisferio sur – un movimiento muy importante y de cierta forma inusitado aconteció. En cada solsticio la Tierra se alinea de forma especial con el Sol, y por medio de ese alineamiento recibe un influjo de energías cósmicas (una alquimia de diversas energías con la predominancia de una de las 12 Energías Primordiales o Rayos, que en la Escuela de LuzViva. llamamos Cromas de la Luz Viva), relacionado con la Idea Arquetípica en manifestación en el planeta, como una actualización en el proceso de expresión en el reino de las formas de aquello que Es en el eterno ahora. El solsticio de diciembre, en especial, tiene su importancia ligada al hecho de que es en este solsticio que desciende la energía básica que "regirá" el ciclo planetario siguiente, que se inicia en el equinoccio de marzo.
De forma metafórica, podemos visualizar este movimiento de la siguiente manera – considerando las limitaciones del ejemplo – vinculada a la perspectiva estacional, una de las claves de lectura del ciclo anual del planeta:
En el equinoccio de marzo el impulso simiente, acogido por el corazón cristalino de la Tierra en el solsticio de diciembre, se diseminó completamente por la malla energética del planeta y un nuevo ciclo planetario se inicia colorido por el tono del impulso simiente recibido. Este es un momento de equilibrio y armonización, verdadera sincronización del corazón cristalino del planeta con toda su trama, con cada partícula que la compone Aquí la semilla germinó y comienza su ciclo de crecimiento y fructificación.
En el solsticio de junio, la Tierra vive un alineamiento más intenso con el Sol. El impulso semilla es ya una planta y en este solsticio la Tierra recibe una corriente más de energías que impulsa las flores a abrirse. En este solsticio la energía del impulso semilla, que tenia orientación vertical y de impresión en el solsticio anterior, asume una orientación horizontal y de expresión.
En el equinoccio de septiembre, es un momento de gran sincronización y equilibrio del impulso recibido en el solsticio. Las flores se abren y los frutos comienzan a surgir. En este alineamiento la vibración armónica de la malla planetaria se expande y se profundiza, no es una adaptación más a una frecuencia “exterior”, pero sí una readaptación del cuerpo de la Tierra a una frecuencia totalmente nueva, resultado del casamiento perfecto del canto de la tierra y del canto del cielo, que produjo un canto único, que ahora se expande por toda la rejilla energética planetaria sincronizando la danza de sus partículas.
En el solsticio de diciembre, el fruto está maduro. En este alineamiento poderoso con el centro solar, la Tierra ofrece su fruto al Sol. El impulso recibido como que retorna, modificado, colorido, con una cualidad única. El fruto es recogido y compartido en la telaraña Cósmica y una semilla cae en el suelo de la Tierra, trayendo el nuevo impulso, pero un rayo que carga los códigos a ser desarrollados en un ciclo más de manifestación del Arquetipo del planeta, la Imagen Perfecta siempre existente en la Mente Divina.
Ups, me extendí un poco en este asunto. Volvamos a la propuesta del texto. A partir de lo expuesto arriba, podemos percibir entonces que estamos viviendo un período de intensa adaptación a un impulso que fecundó el planeta en el último solsticio.
Adicionemos a esto, el hecho de que en este último solsticio, por primera vez desde hace unos 312 mil años, el ciclo planetario será regido por unas de las cinco Energías Primordiales inmateriales – la 8ª, Sat,* o la potencia de la Multidimensionalidad. De hecho, hay un impacto considerable en nuestras estructuras caducas, en lo que se refiere al mundo humano.
Pues bien, naturalmente toda nuestra estructura de expresión está sufriendo un gran impacto, del nivel psíquico – lo que comúnmente relacionamos con nuestros aspectos mentales, emocionales y energético vitales – al nivel físico. Nuestro propio núcleo cristalino se alinea a la nueva pulsación con mucha naturalidad y sin desgastes o resistencias, en cuanto almas, estamos a la altura de todos estos eventos y la mutación nos es muy familiar y bienvenida. Pero nuestra estructura material, objetiva, pasó por muchas alteraciones como causa y resultado de la experiencia de olvido, y especialmente a partir del nivel celular, nuestro multifacético vehículo se adapta con cierta lentitud a estos poderosos influjos, siendo el grado de intensidad y duración de la aclimatación diferente para cada alma encarnada, debido a sus particularidades de experiencia, en especial apertura y receptividad.
Debido a todo esto, puedo decir con base en mi experiencia, que no es el mejor momento para atarse demasiado en las impresiones mentales y emocionales que estamos recibiendo, en las respuestas físicas. En razón del orden inusitado de impulsos que la forma biológica está recibiendo, el propio instinto físico de sobrevivencia comienza a dar señales que no responden necesariamente a la realidad por detrás de las apariencias. Yo, por ejemplo, he sentido tonterías, más o menos intensas, dependiendo del día y de la hora, una sensación de inminencia que muchas veces viene acompañada de una sensación de fin o incluso de muerte física. Hay momentos en que todo parece sin sentido, como si el rumbo se hubiese perdido. Esto para no hablar de náuseas, diarrea, sentimientos repentinos de tristeza o frustración, que ya son síntomas corrientes a lo largo de estos últimos años en que el proceso de transición se intensificó. Estos síntomas, claro, no son constantes, y muchos de ellos obviamente pueden tener relación con otros procesos, psicológicos o patológicos - o incluso puede que tengan relación con la transformación que vivimos, de modo general. Naturalmente hay momentos de alegría, serenidad, certeza, etc., pero algunos de estos síntomas de la adaptación en curso, pueden mostrarse desafiantes a veces, especialmente porque también estamos siendo tocados en nuestras capas subconscientes.
En medio de todo esto, sin embargo, hay un punto de paz. Muy al interior, en el silencio de nuestro afán por el cambio, por el despertar, por la transcendencia del sufrimiento y de lo que nos parece el viejo y ya conocido mundo, hay un templo intocado por el aparente caos de la transformación. Un refugio de donde emana la sagrada fuente de la ecuanimidad.
La mejor forma de vivir este momento es recordando, tan frecuentemente como sea posible, este refugio. Es, como dicen los budistas, tomando refugio, en el Budha (la esencia luminosa, silenciosa y totalmente vacía que somos más allá de todas las apariencias, así sean sutiles o espiritualizadas), en el Dharma (la sabiduría eterna que es la radicación de aquella esencia, que se desvela en cada experiencia que tuvimos de alineamiento e inmersión en la Presencia, así como en la aspiración a la lucidez que abrigamos y alimentados en nuestro interior) y en la Sangha (la comunión amorosa, la trama de interdependencia y conectividad que pasamos a reconocer y vivir y vemos expresada en nuestras relaciones con hermanos y hermanas, relaciones de resonancia y reconocimiento mutuo).
De otra forma, más simple y más profunda tal vez, la mejor forma de vivir este período – no solamente de adaptación hasta el equinoccio de marzo, si no toda esta transición planetaria, yo diría – está expresada en las palabras de una consciencia amorosa transmitidas a mí hoy: "báñate continuamente en las aguas luminosas de la Gracia y del Amor". La própia visión que tales palabras evocan ya posee un efecto pacificador y relajante.
Finalmente, respecto al yo-sujeto que interpretamos diariamente y que a fin de cuentas también somos, basta dejarnos ser conducidos en este nivel por aquello que sea simple y alegre, lo que supone simplicidad y alegría. Esto no quiere decir huir de los problemas, sino encararlos, no como una posición, pero al menos con una disposición simple y alegre y no que nuestra elección tenga algún peso, optar por aquello que nos aproxima a la serenidad.
Om Agnaye Namaha! Salve o Fuego Divino, y que todos los seres estén en paz...
Selén.
*Sat - término sánscrito: Deidad Absoluta.
www.escoladaluzviva.com
Traducción: H. N.
Pues bien, naturalmente toda nuestra estructura de expresión está sufriendo un gran impacto, del nivel psíquico – lo que comúnmente relacionamos con nuestros aspectos mentales, emocionales y energético vitales – al nivel físico. Nuestro propio núcleo cristalino se alinea a la nueva pulsación con mucha naturalidad y sin desgastes o resistencias, en cuanto almas, estamos a la altura de todos estos eventos y la mutación nos es muy familiar y bienvenida. Pero nuestra estructura material, objetiva, pasó por muchas alteraciones como causa y resultado de la experiencia de olvido, y especialmente a partir del nivel celular, nuestro multifacético vehículo se adapta con cierta lentitud a estos poderosos influjos, siendo el grado de intensidad y duración de la aclimatación diferente para cada alma encarnada, debido a sus particularidades de experiencia, en especial apertura y receptividad.
Debido a todo esto, puedo decir con base en mi experiencia, que no es el mejor momento para atarse demasiado en las impresiones mentales y emocionales que estamos recibiendo, en las respuestas físicas. En razón del orden inusitado de impulsos que la forma biológica está recibiendo, el propio instinto físico de sobrevivencia comienza a dar señales que no responden necesariamente a la realidad por detrás de las apariencias. Yo, por ejemplo, he sentido tonterías, más o menos intensas, dependiendo del día y de la hora, una sensación de inminencia que muchas veces viene acompañada de una sensación de fin o incluso de muerte física. Hay momentos en que todo parece sin sentido, como si el rumbo se hubiese perdido. Esto para no hablar de náuseas, diarrea, sentimientos repentinos de tristeza o frustración, que ya son síntomas corrientes a lo largo de estos últimos años en que el proceso de transición se intensificó. Estos síntomas, claro, no son constantes, y muchos de ellos obviamente pueden tener relación con otros procesos, psicológicos o patológicos - o incluso puede que tengan relación con la transformación que vivimos, de modo general. Naturalmente hay momentos de alegría, serenidad, certeza, etc., pero algunos de estos síntomas de la adaptación en curso, pueden mostrarse desafiantes a veces, especialmente porque también estamos siendo tocados en nuestras capas subconscientes.
En medio de todo esto, sin embargo, hay un punto de paz. Muy al interior, en el silencio de nuestro afán por el cambio, por el despertar, por la transcendencia del sufrimiento y de lo que nos parece el viejo y ya conocido mundo, hay un templo intocado por el aparente caos de la transformación. Un refugio de donde emana la sagrada fuente de la ecuanimidad.
La mejor forma de vivir este momento es recordando, tan frecuentemente como sea posible, este refugio. Es, como dicen los budistas, tomando refugio, en el Budha (la esencia luminosa, silenciosa y totalmente vacía que somos más allá de todas las apariencias, así sean sutiles o espiritualizadas), en el Dharma (la sabiduría eterna que es la radicación de aquella esencia, que se desvela en cada experiencia que tuvimos de alineamiento e inmersión en la Presencia, así como en la aspiración a la lucidez que abrigamos y alimentados en nuestro interior) y en la Sangha (la comunión amorosa, la trama de interdependencia y conectividad que pasamos a reconocer y vivir y vemos expresada en nuestras relaciones con hermanos y hermanas, relaciones de resonancia y reconocimiento mutuo).
De otra forma, más simple y más profunda tal vez, la mejor forma de vivir este período – no solamente de adaptación hasta el equinoccio de marzo, si no toda esta transición planetaria, yo diría – está expresada en las palabras de una consciencia amorosa transmitidas a mí hoy: "báñate continuamente en las aguas luminosas de la Gracia y del Amor". La própia visión que tales palabras evocan ya posee un efecto pacificador y relajante.
Finalmente, respecto al yo-sujeto que interpretamos diariamente y que a fin de cuentas también somos, basta dejarnos ser conducidos en este nivel por aquello que sea simple y alegre, lo que supone simplicidad y alegría. Esto no quiere decir huir de los problemas, sino encararlos, no como una posición, pero al menos con una disposición simple y alegre y no que nuestra elección tenga algún peso, optar por aquello que nos aproxima a la serenidad.
Om Agnaye Namaha! Salve o Fuego Divino, y que todos los seres estén en paz...
Selén.
*Sat - término sánscrito: Deidad Absoluta.
www.escoladaluzviva.com
Traducción: H. N.
No hay comentarios:
Publicar un comentario