viernes, 19 de julio de 2019

ÁGAPE - 14 julio 2019



Merci à Pier Aime alias Joe Mannix

En el corazón del instante, en el corazón de tu presencia, te invito a escuchar, más allá de mis palabras, el Silencio y el Verbo, que viene en ti, y que viene de ti, con el fin de que te encuentres en lo que eres más allá de la forma, más allá de lo pasajero, allí donde te reconoces, allí donde te reencuentras en el corazón del instante, en el instante de tu presencia.

Eso eres, siempre lo fuiste, cualquiera que sea el camino del sueño en el cual participaste.

Allí donde estás, estoy, más allá del ser, más allá de la forma, allí donde la misma Luz tomó su fuente y su lance, a fin de que nunca, cualesquiera que sean tus vestiduras, de carne como de Luz, puedan ser olvidados, ni puedan perderse.

Entonces estas invitado, en este momento, al reino de la Gracia que no es más únicamente una morada, ni incluso un cualquier vestido, sino lo indecible del Amor, allí donde no hay ni tiempo, allí donde los espacios se confunden.

Allí donde todo es uno, allí donde sólo puedes ser contentado, en cuanto lo aceptas y que todo lo que puedas creer, todo lo que puedas esperar, como todo lo que temes pueda aparecer ni mantenerse de ninguna manera.

Allí donde nada pasa, allí donde estás en verdad, más allá de toda vestidura, de todo pensamiento, como de toda percepción.

Allí donde estás entero, allí donde no necesitas nada, si no es acoger la evidencia que te atraviesa.

Allí donde las palabras no tienen más sentido, allí donde eres saciado, donde nada puede faltar ni incluso olvidado.

Te invito a la ligereza, a la alegría que pasa de todo, porque en verdad lo que eres, más allá de la forma, como más allá de todo mundo, es lo que siempre fuiste, más allá de lo que pasaste, más allá de lo que tus sentidos te dan a sentir o percibir, allí donde estás completo, donde eres cada uno, como eres cada mundo.

Allí donde eres toda conciencia, allí donde todo es uno, y donde sin embargo no hay nadie, allí está la alegría desnuda, sin objeto y sin asunto, sin visión ni vibración.

Allí donde toda noción de pertenencia sólo puede borrarse y ser trascendida por la verdad que no depende de ninguna conciencia, de ningún movimiento ni por algún cambio.

Allí donde el tiempo no pasa, allí donde eres el espacio, allí donde todo es verdadero, allí donde eres cada uno, en cualquier forma o mundo que sea.

Allí donde tú eres libre y entero, allí donde te reencuentras, en cuanto lo aceptas.

Entonces la evidencia de quien eres colmará tu forma y tu vida, a fin de que nunca más puedas ser seducido por lo pasajero, y lo que se mueve.

Allí donde no hay nadie, si no es la intensidad del Amor impersonal.

Allí donde nada puede ser distinguido, y donde sin embargo todo es comprendido, en el momento en que lo viste, en el momento en que aceptas, tú-mismo te has invitado a despertarte de toda idea, de todo pensamiento y toda historia que sólo pasan.

Allí donde nunca pasarás, allí donde no hay ni nacimiento, ni muerte, ni forma, sino simplemente la evidencia que ninguna palabra puede describir, que ninguna visión puede aproximar, y sin embargo, donde allí nada puede faltar, y sin embargo, allí donde nada puede faltar, nada puede ser pedido ni ser dudado.

Eres cada mundo, cada forma y cada sueño, porque todo eso es el sueño, el sueño de la creación, el sueño de la forma y el sueño de la percepción.

Allí donde el Fuego del Corazón Sagrado surge de tu corazón y alcanza tu corazón, sin movimiento y sin tiempo, allí donde nada puede ser juzgado ni incluso pesado.

Allí donde la alegría atraviesa la opacidad de este cuerpo denso, como el claro oscuro de lo que llamas conciencia.

Allí donde hay sólo uno, allí donde nada está dividido, allí donde nada es distante, allí donde el tiempo nunca estuvo presente.

Esta es tu verdad que sólo puedes vivir, pero al que no puedes cogerte, allí donde la duda no encuentra más el menor intersticio.

En eso, eres la evidencia del Amor que eres, manifestándose en el primer sueño, como en el último sueño de la creación y de la conciencia.

Allí donde eres todo, y donde nada te pertenece.

Allí está tu Yo eterno, él Yo Absoluto que ha vivido todos los sueños, que tocó todas las particiones del mito de la creación.

En este instante, tú mismo te has invitado a la indecible Verdad, donde no dependes de ninguna condición, allí donde el límite no puede existir, ni puede ni aparecer.

Estas invitado a la danza del silencio, al regocijo permanente, donde todo ya ha sido soñado, donde nada de tu vida puede limitar la Vida, en la verdad absoluta del ser y del no-ser, estás sin mantener nada, sin pedir nada, sin esperar nada.

Allí está la perfección de lo que no pudo ser soñado, allí donde el Alfa es la Omega, y la Omega es el Alfa. Ese es tu estado natural y espontáneo.

Entonces te invito al fuego de la alegría, a la radiantes de tu corazón sagrado, que pone final a todo sufrimiento, a toda falta como a todo cuestionamiento.

Eso eres y siempre fuiste, cualquiera que sea el camino del sueño en el cual participaste.

El tiempo ha llegado de otorgar la libertad, allí donde naciste en el momento del primer sueño, donde te prometiste a ti-mismo, de acordarte que eres anterior a todo sueño y toda forma, y que fuiste todos los sueños, como toda forma en todo mundo.

Allí está la paz y la única verdad que nunca desapareció, cualesquiera que sean las apariencias, digas lo que digas o pienses de eso, allí donde el silencio se revela por si-mismo, y el Fuego del Corazón Sagrado en el centro de este cuerpo de carne, palpita y baila, más allá de todo sueño y de toda identidad.

Te invito a acoger, sin límite ni condición, te invito a reconocerte, te invito a la Libertad, a esta alegría donde sólo puedes reencontrarte.

Te basta simplemente con estar realmente presente, atravesando toda pregunta como toda percepción.

Entonces sólo puedo decirte, con mis palabras y en mis silencios, de ser lo que eres, allí donde ninguna historia, donde ninguna densidad te puede restringir ni ocultar.

Escucha, más allá de mis palabras, el verbo de la Verdad, que no se dirige a tu historia, ni incluso a tu persona, sino a lo que reconoces, en el Fuego del Corazón Sagrado, de la comunión Agapè.

Juntos, trascendamos la identidad, trascendamos todos los sentidos.

Estoy en ti, como tú estás en mí. Yo soy tú en la misma intensidad donde eres Yo, allí donde el tiempo no puede ser descontado, allí donde la distancia desaparece en la evidencia de la Gracia de tu presencia y de tu ausencia.

Escucha y oye, en el intervalo de mis palabras, lo que te dice tu Corazón. Él no habla con palabras, no habla de sentimientos, te habla simplemente de tu verdad.

Escucha y oye, la evidencia que está presente, allí donde todo es dado, allí donde todo es devuelto, porque todo es don, don de la Gracia y don del Amor.

Allí donde la Luz está en todas partes y sin embargo en ninguna parte, eres la Fuente, eres su manifestación, en este cuerpo de sueño, en este mundo de sufrimiento.

Allí donde nunca has sido afectado, allí donde la sencillez y el fundamento, el origen y el final del sueño que recorriste, en el seno de toda forma como en toda densidad, y esto es ahora, en el momento en que tú-mismo aceptas estar presente, y de dejarte atravesar, sin retener nada ni guardar nada, sino entregándote a la verdad que eres.

Entonces el fuego de tu Corazón consume tus últimas reticencias, y allí, en el eterno presente, se vive lo indecible, y allí te reconoces, y allí estás entero y eres verdadero.

Tal es la humildad y la sencillez de la Verdad absoluta.

Eres colmado de tu presencia y de tu ausencia, en este fuego que sólo consume el sueño, en este fuego que consume toda distancia, todo espacio y todo tiempo.

Entonces la sonrisa de tus labios es el pálido reflejo de lo que está allí, en el corazón de tu Corazón, como en cada célula de este cuerpo del sueño.

Allí donde nada puede ser dudado, ni permanecer incomprendido, te invito a lo que siempre fuiste.

Allí donde no necesitas ningún cuerpo, ni alguna conciencia, en Abba que eres, el Hijo de Hombre ha nacido, en verdad.

Allí está la única Verdad.

Entonces el fuego ígneo te consume sin quemarte, allí donde no hay más ni tú ni yo, ni algún otro, porque eres cada otro, el mismo sueño que pasa, en una forma y en una historia diferente.

Escribiste todas las historias, recorriste cada cuerpo, cada mundo y cada densidad, porque todos ellos son tu creación y tu sueño.

El momento es a la libertad, a la autonomía y a la precisión.

Escucha y oye lo que te dice este Fuego, él te habla del silencio, te habla de la alegría que nunca puede ser quitada y que, al contrario, sólo puede darte la sensación de crecer cada día y también cada noche.

No eres nada de lo que pasa, no eres nada de lo que se celebra y sin embargo, eres el conjunto de lo que pasa como todo lo que se celebra.

Deja la alegría florecer en tu Corazón, te devuelve a ti-mismo, te devuelve a la Verdad.

Nada puede ser comparado con eso, nada puede ser discriminado, todo es Uno, allí donde el verbo del primer sueño canta su canto.

Anoha Mis Kaya

Anahata Amatchi

Bremis Ka

Atounce Ka

Anahata Abba

Enoha Amatchi

Así es el verbo del despertar, tú que nunca te dormiste.

Atounce Ka Ma Kaya

Anoé Ma Kaya

Déjate amar. Eres el fuego del Amor que es el agua de la Gracia.

El manto azul de la Gracia es puesto sobre tus hombros, las alas de la Libertad entonces se despliegan.

Fuiste todas los caminos, fuiste todas las vidas, y eres la única Verdad.

Y tu corazón de carne, el también, te reconoce.

Y la conciencia se apaga, alumbrando en este acto la a-consciencia que eres. No puedes dudar de la Verdad, aunque te sea desconocida.

Acepta el don de la Gracia, el don de la vida, acepta la inefable belleza.

Acepta el aliento que nunca puede secarse, donde toda tierra sólo ha sido el lugar de tus sueños.

En esto, fuiste, eres y serás, en el mismo tiempo y mismo espacio, cada vida, cada senda de la única Verdad.

Anahata Abba

Enoha Mis Kaya

Baré Mis Ka

Déjate atravesar, déjate ser liberado, no hay nadie y hay cada uno, cada átomo como cada mundo, cada partícula, cada átomo.

Escucha, oye y mira, más allá de todo lo que puede ser visto, la inefable belleza del instante, porque todo allí ha sido vivido, a pesar de las apariencias, a pesar de tus dudas.

Esto es ahora, y esto es aquí, sin freno ni rodeos, acepta-te.

Entonces te conoces, como independiente a toda historia.

Entonces te conoces, eres la libertad y eres lo indecible, tu corazón te lo canta, en su danza y en su palpitación, aquí ahora e inmediatamente.

…Silencio…

Acoge lo que está presente, no tienes nada a sentir, sólo a estar presente, allí está el mejor lugar, allí está el único lugar de tu realeza, allí donde todo es tu reino.

En eso, eres verídico. En eso, eres auténtico,

Y cada uno de ti que escucha, cada uno de ti que lee, puede ignorarse ni lo puede dudar, y el corazón del Corazón irradia su fuego.

Esa es la buena Nueva.

Allí te reencuentras, nunca te perdiste, jugaste simplemente a pensar en ello, jugaste simplemente al juego de la forma, al juego de la identidad, al juego de la individualidad.

Entonces sonreirás en la pantalla de tu vida, de la vida a profusión.

Escúchame, y así te escuchas.

Acógeme, y así te acoges.

Siempre estuve allí, yo que soy tú, allí donde yo y tú, no pueden estar separados, allí donde tú y yo nos reconocemos.

Escucha y oye, el Silencio.

Eres la perfección, presente en cada apariencia.

Eres la perfección, del Amor sin nadie, y sin diferencia.

Así, te bendigo. Así, te doy mi paz. Así, nada puede ser quitado ni puede ser añadido.

Es tiempo al silencio de la radiantes, de la evidencia, y esto es ahora, aquí, en el corazón de tu Corazón.

Escucha y oye, este silencio, que habla el idioma del Ccorazón, y que es el verbo de la Verdad.

…Silencio…

Ágape, Ágape, Ágape.

…Silencio…

Y tu corazón late la medida en cada Corazón.

Sólo puedo decirte estas palabras, sólo puedo escucharte y te escucho, lo que te dice tu Corazón en este instante.

Tú y yo, estamos aquí. Tú y yo, Somos.

…Silencio…

Y en este silencio, el verbo en si-mismo acrecentá el silencio.

…Silencio…

Tal es el canto del Amor, que nunca ha nacido, y que siempre ha estado allí, en el Aquí de tu corazón, es el Ahora de tu presencia.

…Silencio…

Rindo gracia a la acogida que te diste dándote a tu Verdad.

Eres el Amor que se quiere a si-mismo.

Eres el Amor en cada uno, en cada mundo, en cada sueño, en cada conciencia.

Esto te pertenece, en cuanto que te das.

Entonces te rindo gracia por haberte acogido, por haberte escuchado.

Que la Paz, la Alegría, el Amor y la Verdad estén presentes, porque eres la Paz, porque eres el Amor, porque eres la Alegría y esa es la Verdad.

…Silencio…

Estoy contigo y soy tú, de toda Eternidad, y en toda forma.

a través de Jean Luc Ayoun
Traducción Pierre Diaz