martes, 19 de diciembre de 2017

TERESA DE LISIEUX Diciembre 2017



Queridas hermanas y queridos hermanos, posémonos juntos, si así lo queréis, unos instantes en el silencio, permitiéndonos entonces acogernos mutuamente.

...Silencio...


Estoy con vosotros como Estrella Profundidad e intervengo en nombre de mis hermanas Gemma y Ma. Ananda, para hablaros acerca de esta Profundidad que corresponde, os lo expliqué extensamente, a la Vía de la Infancia, «la pequeña Vía». Hoy, no voy a dar unos grandes discursos, sino que, y para mí es un ejercicio nuevo, voy a intentar contestar a vuestras preguntas acerca de esta Profundidad.

Como preámbulo, simplemente os digo que lo que os he descrito en mi vida, sobre lo cual de hecho he escrito a lo largo de mi infancia, hasta casi el final de mis días, respecto a mi experiencia más ordinaria, que aparentemente, desde un punto de vista exterior, significaba que aparentemente yo era una Santa. De hecho incluso, me han nombrado Doctora de la Iglesia. Y sin embargo, no tengo ninguna calificación como Doctora. Siempre antepuse la pequeñez. Lo que parecía increíble en mi época, diría yo, estaba efectivamente ligado a una cierta costumbre de este mundo, allí donde también estáis hoy, todavía. Entonces para mí, aparte de la adoración por la Luz, por Cristo, por la Verdad, como tal vez sabréis, no experimenté nada de lo que vivís hoy. Y es ahí donde quiero volver a situar la Profundidad.

Es que hoy, sea cual sea lo que habéis podido vivir -que es extraordinario para muchos de vosotros- voy a hablaros de nuevo de la Infancia a través de vuestras preguntas. ¿Por qué? Porque hoy, más que nunca, la Vía de la Infancia es la vía más directa, más intensa, para estar en este estado. Oh, no voy a hablaros, y os pido no preguntarme sobre lo que llamáis las energías, las vibraciones, porque no conozco nada de este tema y mi vocabulario es limitado. Sin embrago, estoy a vuestra disposición, por la única vez, para expresarme de esta manera. Pero ya sabéis, cada uno de vosotros, como el conjunto de mis hermanas Estrellas, podéis llamarnos y resonar con nuestra presencia con la vuestra, con el fin de realmente concientizar que estamos ahí.

Pero ahora, hoy, simplemente voy a hablar, sin hacer ningún discurso, contestando a vuestras preguntas acerca de esta vía de la Infancia. Porque hoy, esta vía de la pequeñez y de la infancia, es sin duda la más grande de las fuerzas que existe en vosotros. El más grande de los poderes, que no tiene nada que ver con un poder o una voluntad y que corresponde, creo, a lo que llamáis la Crucifixión, el abandono final a la Luz, porque es ahí donde yo estoy hoy con vosotros y que es de alguna manera, para muchos de vosotros, un posible preámbulo a la acción total del Fuego Ígneo en esta consumación de Amor. Y acordaos sobre todo que vosotros, en estos tiempos que vivís ahora, os fue posible vivir unas incontables experiencias, confortándoos en la Verdad de Luz y en la existencia más allá de este cuerpo, de esta forma, y que existía, tal y como decía, un cielo. Y que este Cielo, hoy, no tiene que ser una recompensa por una buena conducta, sino que es la consecuencia lógica de lo que fue nombrado, creo, «el fin de los tiempos», revelado por los profetas, los tiempos del Apocalipsis que llegan a su fin ahora.

Entonces yo, vengo simplemente a incitaros y a daros algunos consejos para situaros, para aquellos de vosotros que no han vivido ninguna de estas experiencias, que no viven ni la energía, ni la vibración y que tal vez, puedan estar en una forma de dolor por no vivir nada de lo que habéis vivido. Entonces me dirijo a todos estos hermanos y hermanas, y mis palabras serán muy simples, y vosotros seréis los enlaces, a través de vuestras preguntas. Así que no quiero que me contéis vuestras experiencias, sino simplemente que todos juntos hablemos sobre la Vía de la Infancia, sobre esta Profundidad que hoy es sin duda la más rápida, la más directa, y la más eficaz para vivir la Verdad, sin haber pasado por todas esas etapas, tal vez maravillosas, que habéis vivido y que fueron útiles dentro de un plan específico de liberación del infierno de esta Tierra.

Así que no volveré a hablar sobre lo que ya dije acerca de mi pequeña Vía, sino simplemente ver con vosotros, si así lo deseáis, cuáles son los elementos que van a permitiros posicionaros en esta Vía de la Infancia. Entonces, disculpadme si no uso grandes palabras, sino simplemente refiriéndome a mi experiencia, y resituándola en vuestra presencia de hoy, a pesar de las apariencias en las cuales parece que Satán esté dominando este mundo y lo esté llevando a su pérdida. Lo sabéis pertinentemente, para nada es así, la Luz ha totalmente e íntegramente ganado desde hace mucho tiempo ya. Sólo queda lo que se está cumpliendo ahora y que es una fase última, simplemente, y que es la resultante de lo que habéis vivido, para aquellos de vosotros que fueron unas Semillas de Estrellas, unos Ancladores de la Luz, habéis servido mucho más allá de lo que podéis imaginar hoy. Pero lo importante no está allí, porque no hay nada que glorificar en relación a eso.

Hoy me dirijo a los más pequeños de vosotros, aquellos que no viven nada, aquellos que no sienten nada, porque es para ellos que mi Presencia es importante. Porque para estos hermanos y hermanas que no han tenido la suerte, o la oportunidad, o la recompensa, si queréis, de haber vivido este acceso a la Luz y a esas maravillosas experiencias, hoy ellos pueden unirse a vosotros y ser los primeros. Entended bien que hoy, no necesitáis vivir todas esas etapas de expansión de vuestra conciencia hasta unas áreas inalcanzables en mi época. Y sin embargo, lo veis hoy, la más pequeña de vosotros está con las damas más grandes, por así decirlo, tal y como podéis pensarlo. Pero os aseguro que no hay ninguna diferencia entre Gemma y yo, entre María y cada una de nosotras. Llevamos la misma esencia, la misma Felicidad, el mismo Amor, es cierto que con algunas especificidades procedentes de nuestra vivencia, tal vez, porque como sabéis, hemos mantenido una forma etérica con el fin de poder subsistir hasta el final de los tiempos cerca de vosotros, en vosotros, y pronto, lo espero, encontrarnos  y encontrarnos en la Luz.

Entonces intentaré ser lo más simple posible, siempre refiriéndome a esta noción de Profundidad, lo que podríais llamar la extinción de la conciencia, el momento de vuestra desaparición. Porque efectivamente, ser pequeño es desaparecer del todo a este mundo. No se trata de ninguna forma de masoquismo, sino de constatar por vosotros mismos que desapareciendo a este mundo, siendo humilde, la más grande de las humildades, sin reivindicar nada, de ninguna de las maneras, vivís de manera consciente el sacrificio de vosotros mismos, y la recompensa que os espera no tiene que ser esperada en el Cielo. Ya está aquí ahora. Y esa es la gran diferencia con mi época: puede suceder instantáneamente, sobre todo para vosotros que no habéis vivido nada. Os basta simplemente con olvidaros de vosotros mismos, de no reivindicar nada en relación a este mundo, para descubrir la Vida Eterna, la Vida que está presente en vosotros de toda eternidad. Porque paradójicamente, el trabajo de la Luz, en comparación con nuestros hermanos y hermanas humanos que han llevado esta Luz, hoy es mucho más fácil para vosotros, penetrar directamente en la Verdad.

Y es para vosotros que he aceptado hoy contestar a esas preguntas atañendo a la Profundidad. Y es por eso que os doy la palabra y espero poder estar, humildemente, a la altura, respecto a vuestras peticiones. Entonces, aunque viváis aquí algunas cosas, o todas las cosas, id más allá de vuestras vivencias y de vuestras experiencias, y preguntadme sobre esta pequeña Vía. Porque yo, no tengo ninguna técnica que daros, no tengo ningún gesto que proponeros, no busco expandir vuestra conciencia. Sino que intervengo ahora, en estos tiempos tan particulares, porque justamente, llegado el momento de desaparecer, de entrar totalmente e integralmente en el medio de vuestro pecho, de encontrar a Cristo, a María, a las Estrellas, de encontraros a vosotros mismos, de encontraros y de averiguar por vosotros mismos, que encontrándoos, nada de este mundo puede engancharos, ni vuestro cuerpo, ni vuestros amores, ni vuestros enemigos, ni nada de nada. Y ahí, estáis en la Verdad, porque a medida que borréis, realmente, esto no quiere decir rechazar la Vida, sino hacer que la vida que habéis llevado, y de hecho, lo que mis Hermanas han llamado las llamadas al orden de la Luz, os llaman a la orden de manera cada vez más frecuente ahora, para ser la Luz y dejar de ser una persona en el seno de este mundo, que tiene una función, una obligación y que necesita alimentarse, alojarse, sino de convertiros realmente, como Cristo dijo, en un niño. Esto es posible, os lo imagináis, porque la llamada de María es extremadamente cercana, y esto forma parte también de las Gracias de la Luz en estos momentos, que es daros a vivir vuestra Verdad y vuestra Eternidad incluso antes de la actualización del Juramento y la Promesa a nivel colectivo, incluso antes de la llamada de María.

Que sea en una hora, que sea en una semana, o que sea dentro de un poco más, no hace ninguna diferencia; es decir que a partir de ahora todos tenéis la posibilidad, porque la Vía ha sido abierta, de encontraros instantáneamente en el Corazón del Corazón, de vivir la Verdad y la Felicidad. Para ello, tenéis que desaparecer a vosotros mismos en todas vuestras reivindicaciones en este mundo. Sean cuales sean vuestras funciones, vuestros roles, vuestras obligaciones, ya no hay tiempo para tergiversar o para componer, por así decirlo, con los dos aspectos.

Vosotros que no habéis vivido nada, sobre todo vosotros, id dentro de vosotros, dejad los esfuerzos, dejad cualquier veleidad de comprensión o de explicación, o de vivir lo que sea como experiencia, o de ver lo que sea, id directo al grano ¿Cómo? Muy simple: olvidándoos de vosotros mismos, poniendo vuestra conciencia en el Corazón y no en el concepto de corazón. Estando en vuestro corazón, no en vuestras acciones, no en vuestras posturas, no en vuestras miradas, sino realmente en vosotros. Pues, ayudaos con Cristo, ayudaos con María, ayudaos con las estrellas, ayudaos con un modelo si lo necesitáis, pero simplemente, sin buscar nada más.

Sean cuales sean las circunstancias de vuestras vidas, ya sean felices o infelices, no cambia nada. Y hasta diría que aunque siendo infeliz, es aún más fácil uniros a vosotros, que estando en la abundancia y en la plenitud en este mundo. Porque vais a constatar, si no se ha hecho ya, que las dos plenitudes, la vinculada a la riqueza de este mundo y la que es vuestra, ya no pueden ir a la par. Os invito a la pobreza, pero no a la pobreza del dinero, sino a la pobreza de vuestros sentidos, a la pobreza de vuestro intelecto, con el fin de que el Corazón pueda resplandecer por sí solo, sin ningún esfuerzo. Y constataréis, debido a la época que vivís, que todos los días, cuando os ejercitéis a esta pequeña vía, tendréis, por así decirlo, las recompensas de manera casi inmediata. Oh, no tendréis las recompensas en forma de vibraciones o de experiencias, sino directamente, por la Felicidad, directamente por un cambio tan importante, que ya no podréis reconoceros. Vuestras esperanzas (y vuestras desesperaciones también) serán olvidadas, porque estaréis en la Verdad.

Entended bien que lo que os estoy diciendo, sólo está ligado a lo que está aconteciendo ahora. No hubiese sido posible hace unos meses antes, ni siquiera hace unos años. Sean cuales sean vuestros estados de vibración o de expansión de vuestra conciencia, sean cuales sean vuestras experiencias, sean cuales sean vuestros encuentros, incluso los más mágicos, los más intensos, con Cristo, con los pueblos de la naturaleza, no diría hoy que es superfluo, porque para muchos de vosotros esto fue una manera de afianzaros en lo que sois, realmente y concretamente, y de alguna manera os ha permitido no estar tan apegados a la historia misma de vuestras vidas, de vuestras experiencias, sino a lo que estaba pasando en profundidad. Hoy, cada uno de vosotros puede unirse a este Corazón, sin pasar por las expansiones de la conciencia, sin pasar por la refutación, sin pasar por la observación, simplemente desapareciendo.

Entonces por supuesto, cuando hablo de desaparición y de humildad, el ego tiende a rebelarse y a decir: «Pero tengo que alimentar a mis hijos, tengo que hacer esto, tengo que pagar aquello...» Pero os digo hoy, como mi hermana Gemma, ¿qué es lo más importante para vosotros? Pensadlo, realmente haceos la pregunta. ¿Es tener el estómago lleno? ¿Es tener los bolsillos llenos? O el corazón lleno. No quiere decir que haya que tirarlo todo, sino simplemente posicionaros. Sea cual sea el estado, lo sabéis, el estado, la edad de vuestra vida hoy, sabéis que es exactamente el sitio que tenéis que ocupar para vivir lo que haya que vivir ahora. Sobre todo si no habéis vivido nada y os desesperéis, o todavía tenéis la esperanza de vivir unos mecanismos energéticos, vibratorios o ligados al Fuego.

Lo que yo os propongo, es que vosotros mismos vayáis a buscar el Fuego. Y no hay nada que buscar. Basta con podar todo lo demás, no tener ningún interés más, ni ninguna atención, ni ninguna conciencia girada hacia todo lo que ocurre afuera. Tampoco quiere decir aislarse, sino realmente desaparecer en cualquier circunstancia. Si estáis agredidos, entonces, como decía Cristo, poned la otra mejilla. Esto no es masoquismo Por supuesto, nunca seréis golpeados, salvo a nivel de vuestro ego, pero no de vuestro cuerpo. Pero incluso eso, olvidadlo. Id hasta la renuncia total, no de la vida, no de vuestra persona, sino de las reivindicaciones de la persona. Es mucho más que el silencio. Es mucho más que la vibración. Es el sacrificio consciente, lúcido, entero, pedido y aceptado, lo que realiza esto, sin pasar por todo lo demás.

Daos cuenta: esto puede ser instantáneo. Sea cual sea la fuerza de vuestra alma, sea cual sea la fuerza de vuestra personalidad, no hay ninguna diferencia, a partir del momento en que realmente lo decidáis. Entrar en vosotros no quiere decir aislarse, simplemente quiere decir (incluso en el seno de las relaciones) no reivindicar nada, desaparecer en el Amor, desaparecer para que aparezca el Amor, no emprender nada personal. No hagáis nada con lo que vivís, no lo toméis como algo personal. Antes de reaccionar, antes de hablar, posponed vuestra reacción a mañana con el fin de permanecer en la Humildad. Pase lo que pase, acogedlo con la misma gracia, aunque ello efectivamente, pueda ser en algunos casos difícil de tragar. Qué importancia tiene comparado con la Verdad. Comparado con vuestra persona, sí, lo concibo plenamente, y es así como funcionamos todos en nuestra humanidad.

Entonces hoy, la pequeña Vía no es un ascetismo, no es una renuncia a la vida efímera, sino que simplemente es una renuncia a las reivindicaciones de la personalidad, de la persona, es decir que tenéis que aceptar que no hay nada que buscar, tenéis que aceptar que no hay nada que hacer, tenéis que aceptar que no podéis hacer nada, y que sólo os basta con simplemente desaparecer. Esto es un poco el contexto general que quería describir antes de dejaros la palabra. Y perdonadme si de entrada no tengo las palabras exactas, como mis Hermanas, sobre todo que me han pedido, y por el hecho que hay unas preguntas, de no preparar nada, de no anticipar nada y de seguir el juego con vosotros, tal y como hice en mi carne. Este juego de la desaparición, poniendo fin al juego en sí, y haciendo que se revele la Verdad.

Es mucho más que la fe, es mucho más que la confianza, es un real sacrificio. Pero las gracias son innumerables y no tenéis que esperar a estar en el Cielo para constatarlo. Lo constataréis de inmediato. Es en este contexto ahora que os dejo interrogar y preguntar. Os escucho. Y no olvidéis que estas preguntas sobre la Profundidad, también atañen a todos nuestros hermanos y hermanas humanos encarnados, que no han vivido nada hasta hoy. Pensad en ello al preguntar. Os escucho.

 Silencio...


Veo que mis hermanas Estrellas han quizás abusado un poco del Fuego Ígneo.

Entonces, por supuesto, la Profundidad podría ser asimilada al Corazón del Corazón o al íntimo del Corazón, ahí donde mora la Gracia, ahí donde mora el Fuego, ahí donde mora vuestra Presencia, ahí donde moramos todos con vosotros.

Y daos cuenta, para esos hermanos y hermanas humanos que no viven nada, ya no tienen que esperar a sentir las Coronas, la Onda de Vida, el Canal Marial, todas esas cosas, todos esos encuentros que vosotros habéis vivido en la naturaleza. Hoy es la Vía de la Evidencia, la Vía de la Infancia, ya sabéis. Y constatáis los frutos inmediatamente. Pero por lo menos tenéis que ser capaces, efectivamente, de atreveros a ser nada, a atreveros a no reivindicar nada, a abandonaros totalmente.

Ya no es el Abandono a la Luz, tal y como Anael os ha hablado extensamente y que ha preparado las Bodas Celestiales. Es la renuncia total a este mundo que, os lo recuerdo, es seguido inmediatamente por unos efectos; no tenéis que esperar, como yo, a estar en el Cielo para hacer el bien porque seréis el bien, porque ya no hay ninguna persona. Y lo experimentaréis, sólo depende de vosotros. Os lo aseguro, ya no existe la obligación de ninguna percepción, ya no existe la necesidad de ningún concepto, ni siquiera la necesidad de ejercitar la menor inteligencia.

Preguntaos, primero en vosotros, qué es lo que significa para vosotros el sacrificarse. Y cuidado, no malinterpretéis mis palabras: no hablo de renuncia, de encerraros en algún lugar o de cortar todos los lazos, toda la vida. Porque hoy, lo repito, estáis exactamente en el sitio correcto. Que seáis un niño pequeño o que seáis muy mayores, que seáis muy ricos o muy pobres, es exactamente lo que necesitabais, penséis lo que penséis, para vivir lo que vais a vivir ahora. Pero eso lo entenderéis a posteriori. Esto también hay que aceptarlo. Es parte del abandono. Es parte de la renuncia de la que quiero hablaros. Y de la cual os hablo de hecho, ya que veo que no hay demasiadas preguntas.

 Hay dos preguntas.

Las escucho.

Pregunta: Muchos intervinientes insistieron sobre la acogida. ¿Hay una diferencia entre la acogida y la Profundidad?

No. La acogida os permite volveros profundos. Acoger, es lo que dije, es acoger todo lo que se presenta a vosotros, sabiendo que todo está en el sitio correcto. Y sobre todo si esto os parece injusto, sobre todo si os parece inmerecido, sobre todo si os decís «no me merezco esto», esta enfermedad, este sufrimiento, esta separación, este dolor. Olvidad todo esto. Porque esto también es una reivindicación: una reivindicación acerca del sufrimiento injusto.

Aceptad de no entender nada. Y os aseguro que cuanto menos entendéis, y más asentís, más el Amor estará ahí. Es un proceso que es natural y espontáneo, debido a los tiempos que vivís. Como tal vez sabéis ahora, todo se está revelando, sin ninguna excepción, con respecto a este mundo, pero también con respecto a la Luz. Ya sabéis, ya no hay ninguna distancia entre lo efímero y lo Eterno, ya que lo efímero se está disolviendo ante vuestros ojos. Os incumbe a vosotros acompañar el movimiento. Sed disponibles, en vuestra vida de todos los días, no para reivindicar sino, una vez más, como dije, para acoger, tal y como lo has planteado.

Acogerlo todo con la misma felicidad, y sobre todo si esto os enoja. Y creedme, hubo algunas situaciones, estando en la acogida y en la verdad, en que mi pequeña persona echaba pestes. Pero siempre tenía buena cara, porque lo importante no era yo, era Cristo. Entonces, imitaba a Cristo, servía. Sólo importaba esto. No me planteaba ninguna recompensa, pero sabía, sin haberlo visto, sin haberlo vivido, que efectivamente pasaría mi Cielo a hacer el bien en la Tierra. Y entonces las circunstancias de mi vida han hecho que este abandono, esta acogida, esta Profundidad, se terminó, como todos sabéis, por mi muerte, siendo joven. Son las circunstancias de la vida que han hecho esto. No había ninguna urgencia para mí, en reunirme con mi esposo, como Gemma. Pero lo he acogido todo con la misma evidencia, aunque que a veces, no os lo escondo, internamente, no podía, no maldecir, sino que echar pestes en contra de lo que venía a cosquillearme, y a veces con un cierto placer malicioso, por así decirlo. Pero esto era una actitud, aunque no tenía las palabras para entender el por qué me resistía de esta manera. Me agarraba a mi Pequeño Jesús, a María, diciéndome que si esto sucedía, es que tenía que suceder.

Hoy, ¿quién es capaz, en vuestro mundo, tal y como es hoy, de decir esto? Que atañe a vuestro cuerpo, que atañe a vuestras finanzas, a vuestros matrimonios, a vuestros hijos, a vuestros padres. Y sin embargo hoy, más que nunca, esto es posible para vosotros y, lo repito, enseguida observáis los efectos. ¡Es inaudito! Es por eso que os dije que la pequeña Vía hoy, e incluso vosotros que habéis vivido todas esas maravillosas experiencias, todas esas confirmaciones y todos esos estados, también allí, sed humildes. No quiere decir estar callado, no quiere decir no compartir, pero aseguraos de que no sea algo que se presente como alguien superior o en un pedestal. El objetivo no es ser escuchado, el objetivo es ser compartido. No es exactamente la misma cosa.

Entonces sí, las etapas previas, «acoger»  es exactamente esto. Porque en la acogida no rechazáis nada. Y al no rechazar nada, y sobre todo si estáis heridos, en el cuerpo, sólo tenéis unas ganas en ese momento, que es sobre todo no reaccionar, e ir aún más profundamente en la humildad, aunque para vuestra persona, creo  que esto se llama humillación. Pero la humillación hoy, lleva a la humildad. Así que no echéis ninguna peste. No os hinchéis. Lo sabéis: aquel que quiera salvarse, perderá su vida; aquel que acepte perderla, la encontrará. No es nada misterioso hoy, dadas las circunstancias de este mundo.

Entonces sólo os incumbe a vosotros, y esto, también, sólo sois vosotros quienes decidís de estar en la acogida o no, sin ninguna condición, de no oponeros a nada. Tampoco quiere decir convertirse en un blandengue. Creedme, realmente no tenía mucho tiempo para meditar, con todas las tareas que me fueron impuestas. No tenía tiempo para cuidarme. Pero cuidaba de Cristo. Nunca le vi, pero me uní a él de inmediato. Porque, ¿qué hay de más hermoso que este Amor que es prometido en el Cielo, y también ahora, allí donde estáis? Nada puede igualarlo. Nada puede compararse a ello, ninguno de vuestros amores, ninguna de vuestras satisfacciones, ninguna de vuestras alegrías. Y es accesible, lo vuelvo a repetir, a partir del momento en que acojáis, con toda humildad, lo que la vida os da, es decir que decís sí a lo que la vida os da a vivir, porque es exactamente lo que necesitáis Y tenéis los medios ahora para averiguarlo directamente, por la Profundidad, por la Humildad, por la pequeña Vía.

Me dijiste que había más preguntas.

...Sí. Usted ya ha contestado en parte. Pero puedo preguntarlo:

Pregunta: No concibo, aunque el término no esté muy bien elegido, cómo podemos renunciar al mundo y seguir viviendo en el mundo. ¿Cuál es la actitud correcta? A través de la noción de acogida, usted ya ha contestado en parte, pero ¿podría especificar?

Por la humildad de la persona, aunque lleve a la humillación. Que sea en cualquier relación, en cualquier circunstancia, que sea cruzándose con un desconocido, que sea con tu marido, con tus hijos, sed simplemente disponibles y acoged todo lo que es dicho, con la misma ecuanimidad; no busquéis reivindicar un punto de vista, una experiencia ni nada de nada. Si aceptáis que, pase lo que os pase en la vida, feliz como infeliz, está destinado a hacer que os encontréis, entonces os encontraréis. Si os oponéis, entonces no os encontraréis, al menos no ahora.

Así que la renuncia, una vez más, no es ir a encerrarse en un monasterio como yo hice. Ya no estáis en la misma época. Creedme, la vida en el Carmelo no fue simple. Y afortunadamente estaba Jesús que ocupaba toda mi cabeza, todos mis pensamientos, en cada minuto. Si incluso me enojaba interiormente, pedía perdón a Jesús. Pero tal vez habéis visto unas fotos o habéis leído mis escritos, siempre he tratado de tener buena cara, no para mí, sino para él. Y esto os aleja y os extrae de la historia personal. Y daos cuenta, como dije, lo vuelvo a repetir con firmeza: hoy no tenéis que esperar a estar en el Cielo para constatar los beneficios. No es una promesa para mañana. Es una promesa del instante.

Renunciar. No tienes que preguntarte si es complicado, o si es complicado en este mundo. Si tienes que desplazarte, utiliza tu coche; si tienes que rellenar un cheque, rellena un cheque. Pero es sobre todo en las relaciones y en las situaciones, que podéis ver por vosotros mismos, si todavía hay unas veleidades personales, de apropiación, de depredación, de defensa, de postura, o si estáis realmente en la aceptación Esta aceptación no es nada más que vuestra Crucifixión, tal y como Cristo la vivió. A vuestro pequeño nivel, a mi pequeño nivel, esto es exactamente lo que hemos experimentado. No es complicado. Siempre es la persona que piensa que es complicado. Dije bien que no había ninguna técnica; es algo que sucede en cada instante. No se trata de privarse, en función de lo que la vida os haya dado o quitado. Se trata simplemente de aceptación. El principio mismo de aceptación os reenvía a la inocencia, a la infancia, a la espontaneidad, a las cosas que ya fueron explicadas.

Así que no hay nada complicado. Siempre es la persona que piensa que es complicado. Entonces, sólo puedo decirte: olvida tu persona, acepta todo lo que se presenta, nunca resistes, nunca discutas, encomiéndate a Cristo, o si prefieres a Buda, si prefieres a María, no importa. Créate un ideal. Imagínate este ideal, y no te apartes. Confíale todo, tus penas como tus alegrías, no guardes nada para ti, dalo todo. No hablo de tu dinero, una vez más, hablo de ti. No reivindiques nada. Es la Vía de la pequeñez. Me parece que uno de los Ancianos también habló de ello. Entonces en ese tiempo, descubrirás con evidencia que la Felicidad, que es sin objeto y que es una plenitud tal, y descubrirás, ahora, que no tienes que esperar para desaparecer, sobre todo si nunca has desaparecido, por los procesos vibratorios, por la Onda de Vida o por otra cosa.

Pues eres tú quien hace el trabajo, conscientemente, desde tu persona, quien decide no poner a la persona al frente. No conoces el Amor, no lo has vivido, salvo el amor condicionado. No te preocupes por eso Ya no es el momento de buscar el amor porque, precisamente, si no lo has encontrado, lo que muchos hermanos y hermanas humanos han vivido desde hace unos 30 años, es que tenía que ser así. No hay ni arrepentimiento, ni esperanza que tener. Sólo hay que aceptar, decir «sí».  Entonces di «sí» a Cristo, di «sí» a Buda, di «sí» a la Luz, pero no pongas más a tu persona al frente. No olvidéis que la reacción, sea cual sea su naturaleza, alimenta la historia. Es así como ocurre con los cumpleaños, con las festividades, con las conmemoraciones; así como ocurre con los vínculos familiares, por costumbre, el recuerdo y la necesidad de entenderse, de tocarse, de hablarse. Lo alimenta, por supuesto. No te he pedido que dejes a nadie, sino simplemente de dejarte a ti misma. Si lo deseas

Lo que os propongo hoy, a unos y otros, es el acceso directo al Amor y a la Verdad. Parece difícil renunciar cuando eres una persona. Pero cuando renuncias a tu persona, la renuncia al mundo se hace sola, a la vez que estás en este mundo. Realmente no eres de este mundo. Y eso, acuérdate, es inmediato.

Pregunta: ¿Debemos renunciar a ciertos deseos que experimenta la persona? Por ejemplo, me gusta cantar, disfruto practicando deportes… ¿Se deben abandonar esos placeres relacionados con la persona?

Si se te ofrecen esos placeres, yo no he pedido nunca que renunciéis a ellos. Os pedí que renunciarais a la persona. Ciertamente no es lo mismo; hay una diferencia fundamental. Dejé claro que no renunciarais al mundo, aunque este mundo está derrumbándose, de todos modos, como veis. La prisión ha terminado. Creo que esto es lo que expresa el que tiene una voz fuerte. Entonces, no te plantees esta cuestión. Si puedes cantar y divertirte, hazlo; ¿por qué privarte de ello? No te he pedido que te prives, sino simplemente, que renuncies a tu persona. Es esencial que veas la diferencia. Haz lo que la vida te ofrece vivir. Si quieres cantar, canta; si quieres llorar, llora. Pero no te involucres, no dependas de eso. Y recuerda que el placer no tiene nada que ver con la Alegría. Que el placer es pasajero. La Alegría de la que hablo, es eterna, independientemente de la presencia o no presencia de tu cuerpo, porque eres tú. Nunca te encontrarás si te consideras una persona; es imposible.

Pero hoy, la trascendencia de la persona, es decir, la desaparición de lo efímero, es automática desde el momento en que entráis profundamente en la acogida incondicional. No te pido que dejes de comer; no te pido que dejes de ver a tus hijos; tampoco te pido que te separes de tu marido. Solo te pido, siempre que sea posible, que pienses en tu arquetipo y, sobre todo, no observes, sino constata que en los momentos en los que permaneces en la persona y no en la acogida, hay siempre un desequilibrio en tu interior, enojo, renuencias, conflictos, oposiciones. Siempre. Eso forma parte de la persona. No tergiverséis mis palabras, no las malinterpretéis. Intento ser lo más simple posible.

Renunciar a la persona entraña, renunciar al mundo. Pero no eres tú quien decide hacerlo, como persona. Eso es falso, es una farsa. Como sabéis, todos estos hermanos y hermanas que tienen la impresión de que, porque vayan a meditar durante un mes, se encierren y eleven sus vibraciones, van a volver cambiados, es falso. Hoy, no hay otro modo de cambiar que hacer desaparecer a la persona, no por un acto contra tu propia persona o tus propiedades, sino simplemente diciendo “sí”, a todo. Si es ir a cantar todos los días, ve. Debes ser capaz de ver lo que se te da o no se te da. Y tú, debes también ser capaz de sentir lo que te procura esta acogida, este abandono, en la conciencia directamente, sin pasar por la energía. Y así, pronto comprobarás que no puede haber más resentimientos, más enfados, más preguntas, más necesidad de sopesar los pros y los contras, el bien y el mal.

En estos tiempos, todas esas bagatelas os abruman, estéis abiertos o no. Es muy simple. Es, como os ha dicho el Arcángel Uriel, la última reversión, del exterior al interior, simplemente. Pero ir del exterior al interior, no significa desaparecer del exterior. Tu cuerpo está siempre ahí, por ahora. Pero tu cuerpo no es tú persona. Yo me dirijo a tu persona. No es cuestión de violentar al cuerpo, pero acoge todo lo que se presente, sobre todo, cuando no se entiende, y en todos los ámbitos de tu vida. Porque estás en este momento, en una predisposición y en una disposición que permite la revelación de la Alegría. Pero, mientras creas que vas a controlar, dirigir, dominar, no vivirás nunca la Alegría. Nunca. Y ni siquiera hablo del Amor. Eso es cierto en la inmediatez de lo que vives.

No hay que esperar una próxima vida o un Cielo, es decir, tu muerte, para obtener los beneficios, los dividendos que conciernen a tu Corazón y no a tu persona. Existe un mecanismo, porque es muy preciso, la “Profundidad”. Es un mecanismo de la conciencia y también, en este período, de la energía y de la vibración, especialmente si no lo vivís. Así es cómo el Cuerpo de Eternidad, toma todo el espacio.

Planteaos la pregunta, si no está claro: “¿Qué es desaparecer a sí mismo?” Ciertamente es la humildad. Es verdaderamente un renunciamiento, pero no una dimisión, una negación; es muy diferente. Puedes también ayudarte de mi Presencia. Además, he propuesto muchas veces mi Presencia, a algunos de vosotros, aquí y en otras partes. No estoy aquí para solucionar, aunque lo he hecho con innumerables gracias. Hoy, estoy aquí simplemente para ayudaros a que os encontréis, no para solucionar nada referente a este mundo. Todo eso ha terminado. Porque es el tiempo de la Nueva Tierra, como sabéis, y de vuestra Libertad. Y eso no sufre ningún aplazamiento, es en este momento y mis Hermanas os lo han dicho de diversas formas. Yo os lo repito.

Acoger no os impide complaceros, si la vida os lo proporciona. El sufrimiento, si la vida os lo impone, debe generar la misma acogida. Eso no significa que dejéis al sufrimiento que se instale. Acudid a los medios de este mundo para resolverlos, sean los que sean. Pero al nivel de lo que sois, más allá de la persona, no le otorguéis ninguna importancia. Esa es la verdadera humildad. Esa humildad que debe manifestarse también, de forma permanente, ante cada relación, especialmente si la relación, del tipo que sea, os parece injusta.

No debéis defender un punto de vista, porque el punto de vista pertenece siempre a la persona. Debéis aceptar, decir “sí”. Aunque, como he dicho, tengáis el derecho a quejaros por dentro o estar molestos. Pero eso no importa. Porque en ese momento no implicáis a la persona o al otro, estéis donde estéis. Permaneced en la Verdad, aunque tengáis la impresión de no vivirla, de no vivir nada. Ella eclosionará rápidamente, ahora, en los días que vienen, en las próximas semanas. Ved que ahora las gracias son muy abundantes. Tanto si habéis seguido todos estos aspectos de la vibración, o no hayáis experimentado nada hasta ahora, eso no cambia absolutamente nada. Entenderéis después, por qué los primeros son los últimos y los últimos, los primeros.

Recordad: el que quiera salvar su persona, es decir, su vida, la perderá. Porque demostrará con ello, que está apegado a la materia. No perderá su eternidad, por supuesto. Como sabéis, eso se os ha repetido muchas veces. Diré simplemente: dadas las circunstancias, ¿por qué complicar tu vida?, ¿por qué luchar?, ¿por qué oponerse a nada o a nadie?, ¿por qué reivindicar algo? Especialmente en los mecanismos de vuestro funcionamiento interior, de vuestro Corazón. Como sabéis, somos Estrellas y vosotros también sois Estrellas. Pero no somos Cristo; no hemos expulsado a los mercaderes del templo. Cristo lo hace por nosotros. Debéis poner vuestra confianza en lo Desconocido, en lo Invisible, aquellos que no vivís nada, debéis aceptar que existe este Amor, que no conocéis, que no habéis vivido y que está ahí. Y para vivirlo…

Desde luego, los que vivís las vibraciones, los que vivís los estados de conciencia… me parece además que un Arcángel os ha descrito unas posturas para que las practiquéis sobre vosotros; él os las ha proporcionado otras veces. Pero hoy, los que no vivís nada, no tenéis que practicar esos gestos, esas posturas, esos ejercicios que no os aportan nada, porque vuestros hermanos y hermanas encarnados que lo han experimentado, lo han realizado por vosotros. Entonces, aprovechaos de lo que está ahí. Acoged y renunciad a la persona que no significa, renunciar a la vida. Es convertirse en la Vida, pero no ser ya, vuestra vida. Hay una gran diferencia de ligereza, de placer también y de alegría.

¿Tenéis otras preguntas?

Pregunta: ¿Es mejor quedarse humilde y cómodamente en casa o ir a recorrer el mundo en medio de la desgracia?

Bien amado, haz lo que te proponga la vida. Si tienes la oportunidad de sumergirte en la naturaleza y viajar, hazlo. Pero no os digo que vayáis a las ciudades, a las grandes urbes, a los lugares donde hay muchas presencias humanas. La calma es todavía, algo necesario. Eso lo tenéis en la naturaleza o en vuestros hogares. Pero no os pido que os privéis de nada; solo que os privéis de vuestra persona y de sus reivindicaciones. Y tenéis el derecho de ir al bosque, al mar o a la montaña. De todos modos, si eso no es para vosotros, la vida os impedirá hacerlo. Recordad también, que eso se os ha explicado extensamente: todo lo que está de acuerdo con la Luz, es fácil, fluido, obvio. Todo lo que afecta a la persona, es difícil, resistente e hiriente.

Y me di cuenta, incluso en los momentos en que podía estar molesta internamente, que podía ver los frutos. Así que, efectivamente no vi a Cristo, no tuve ninguna experiencia especial. ¡Oh!, se puede decir que viví dos; pero fueron tan fugaces que, aunque no hubieran tenido lugar, no cambiaría nada. Porque yo estaba decidida. ¿Estáis decididos a ir hacia la Luz?, ¿estáis decididos a ir hacia la Verdad?, ¿o estáis determinados por las historias?, ¿o estáis determinados por vuestra persona? No os pido más que no os entretengáis con vuestra persona; este cuerpo tiene necesidades, pero no olvidéis poner siempre a Cristo delante. Creo que el Comendador decía: “poner el Amor delante”. Pero hoy, es todavía más e incluso más simple.

Y además veréis, si aceptáis lo inaceptable, como un dolor con el que tengamos que lidiar, con una relación que termina, que enseguida encontraréis los beneficios de esa acogida, de esa aceptación. Pero no es cuestión de ir a buscar una dificultad. Todo depende de lo que la vida os proponga. Os lo he dicho, en la riqueza o en la pobreza, en la abundancia como en la miseria, en la soledad o estando enormemente rodeados, no cambia nada. Si queréis, se trata de una actitud interior. No hay necesidad de observar detenidamente para comprender y ver, porque tan pronto como haya una reivindicación, eso está relacionado con la persona, nunca con la Eternidad. La Eternidad no tiene ninguna reivindicación. Ella está, desde la Eternidad, se puede decir.

Además, el Fuego Ígneo, puedo sentirlo; pero no es para mí, es para vosotros. No he venido ni con un Arcángel ni con nadie más. Sois vosotros, quienes me escucháis, los que estáis ahí, los que me leéis, los que estaréis afectados por ello. Ved como todo se vuelve fácil. La persona es la complicada, porque tiene necesidades, deseos, pulsiones; ella necesita historias, necesita ganarse la vida, necesita tener éxito en su carrera. Cuando estéis muertos, ¿creéis sinceramente que eso tiene la menor importancia? No os lleváis nada con vosotros, ni dinero, ni casa, ni mujer, ni hijos. Todo eso se desvanece hasta la próxima vida. ¿Llamáis a eso una vida? Y muchos de vosotros estáis contentos porque creéis que vais a mejorar, a progresar y eso os basta. Pero así nunca veréis la Verdad. ¡Ah, sí! La veréis con la Llamada de María, con los acontecimientos finales. Pero la Gracia os permite vivirlo desde ahora. Eso es lo mejor y lo más importante para vosotros, pero también para toda la Tierra, en su nacimiento.

 Tenemos otras preguntas

Escucho con alegría.

Pregunta: ¿Cuál es la relación entre el Silencio y la Profundidad?

Es muy simple: si no estás en silencio, de las palabras, de las imágenes, de las interacciones familiares, sociales, profesionales, es muy difícil, en el bullicio de la persona, encontrar el silencio. El silencio, no es estrictamente hablando, una meditación, una oración o lo que llamáis “Teofanía” o “alineamiento”, el silencio es ciertamente “silencio”. Es el momento en que la persona se desvanece. Cuando dormís, estáis en silencio. No podéis dormir y hacer otra cosa, si no es dormir. Bueno, es eso; es aceptar el sacrifico de la persona. Es permanecer, como os estoy explicando, en la no reacción, en la no reivindicación. Si vuestro ídolo interior no es Cristo o Buda, llamadlo como queráis. Es a lo que podéis aferraros.

La diferencia conmigo, en mi época, es que no tenéis que esperar vuestra muerte, no tenéis que esperar nada para comprobarlo Tened en cuenta cuando os digo, que solo es cuestión de fe y confianza y estar abierto a todo el mundo. No hay diferencia. Recordad también, que estos son momentos difíciles, porque esta vez hay quienes ponen en juego vuestra vida o ciertas relaciones también (se puede vivir en pareja, la pérdida de un hijo, de un esposo, de un padre) ese sentimiento de vacío, ese sufrimiento intolerable de la pérdida de un hijo, por ejemplo, que da la sensación de no poder desvanecerse nunca de esa pérdida cruel.

Si aceptáis confiar en Cristo (o en otra cosa) y os aferráis a eso, hoy, comprobaréis que el sufrimiento, que la tristeza, no tiene ya razón de ser porque efectivamente, la Alegría va a cubrir y a trascender todo. Aunque no percibáis el Fuego Ígneo, aunque no sintáis la vibración de vuestro Corazón o de una de las Coronas, porque es así como funciona ahora. Porque la Luz, como os he dicho, no está simplemente en despliegue o en manifestación: ella está en revelación total.

Otro ejemplo: todo lo que se producía en mi vida, y lo he escrito en la “Historia de un alma”, si me llegaba una contrariedad, como a todo el mundo, aunque me molestaba interiormente, me entrenaba para aceptarla. Cuando me enviaban a hacer tareas injustas, lo aceptaba de la misma forma, aunque me sentía molesta ciertamente, pero nunca lo mostraba. Sin embargo, no escondía nada. Porque desde el primer instante, si no tenía la ocasión de reaccionar y no quería, aunque estaba enojada, entregaba mi enfado a Cristo. Y hacía las cosas sin rechistar, porque Cristo estaba conmigo. Cuando digo que estaba conmigo, no puedo decir que lo viera, que lo sintiera, sino que tenía una certeza interior. Y, por tanto, yo no tenía una prueba, pero me daba cuenta muy pronto que todo eso se producía. Así que, trataba de no responder, de no reaccionar; entonces las cosas pasaban mucho más fácilmente. Lo mismo es hoy para vosotros. Y como he dicho y repetido, no tenéis que esperar la recompensa, a estar en el cielo, a que tengáis la Llamada de María o al fin de los tiempos. Eso está aquí, ahora.

Y ya he tenido la oportunidad, en distintas ocasiones, de acercarme a muchos de vosotros, aquí y en otros lugares, al entrar en vuestro Canal Marial y haber permeabilizado vuestra capacidad de hacerme presente. No olvidéis que soy la Estrella Profundidad. Afortunadamente es temporal. Acepto con Alegría lo que me han pedido. Y lo asumimos y aceptamos con benevolencia y alegría para vosotros, porque vosotros sois nosotros. Es la estricta verdad. Repito nuevamente que os incumbe a vosotros verificarlo en vuestra experiencia, en vuestra vivencia más simple. Y recordad que debéis ser espontáneos. Pero reaccionar no significa ser espontáneos. Reaccionar quiere decir “estar en la dualidad”. Ser espontáneo es ver la acción de la Luz, aunque no sintáis nada. Es aceptar. Y recordad también que cuanto más dolor haya y más impresión tengáis de no estar hoy en vuestro lugar en este mundo, cuanta mayor sensibilidad tengáis hacia la miseria y hacia el sufrimiento o hacia la injusticia, más preparados estaréis para vivir el Camino de la Profundidad y de la Infancia.

Como sabéis, es muy simple. Y, por ejemplo, si os servís la comida o si estáis en la mesa, servíos el último. Es una forma de humillación o humildad, según el caso que os lleva a vivir la Alegría, sean cuales sean, las molestias iniciales. Recordad que hoy no estamos como en mi época, donde era necesario obedecer, incluso sin comprender, a la autoridad del Carmelo. Pero es lo que puede parecer extraño a la persona, que el hecho de ser rebajado es lo que os eleva.

No por eso, tenéis que buscar la humillación o rebajaros. No tenéis que menospreciaros a vosotros mismos. Son las circunstancias las que pueden rebajaros. Y si esas circunstancias se producen, pasad en último lugar, ya sea en una comida, o en lo que sea. No importa. No os pongáis delante. No busquéis vuestra ventaja en ninguna circunstancia. No ganaréis nada, al contrario. Lo repito de nuevo; todo sucede al mismo tiempo y no hay más retrasos. Lo notaréis y lo verificaréis incluso sin las vibraciones y sin la percepción de las coronas o del Fuego Ígneo, que en ese momento os volvéis livianos, que se establece una paz, incluso sin energía, sin vibración, sin expansión de la conciencia. Os demostraréis a vosotros mismos que el Camino de la Infancia tiene una eficacia muy fuerte.

No es lo mismo, por supuesto, para aquellos que vosotros que vivís los mandatos de la Luz, tan intensos ahora. Y creo que mis hermanas os han hablado de ello. Realmente, me dirijo a los más pequeños entre vosotros, hablo de la conciencia. Sea cual sea vuestra riqueza, vuestra vida, dinero o lugar, sois los más pequeños porque no habéis vivido nada. Y siendo los más pequeños, independientemente de vuestras reivindicaciones, os es más fácil desaparecer. Porque no estáis atados a las experiencias que habéis vivido. Os es más fácil entonces, acoger y renunciar. Este es un renunciamiento espiritual. Es renunciar al mundo, a este mundo. Esto no quiere decir que deba ser negado. El sufrimiento es real, las guerras son reales, la depredación es real en todas partes donde miréis. No es cuestión de taparse los ojos o volver la cara. Espero que entendáis la diferencia entre lo que era renunciar en las religiones de antes, y lo que es “renunciar”, hoy. En mi época, pensar en Cristo o en María era suficiente para llenarme de Alegría. Y solo podía reírme de mí misma, en ciertas situaciones, cuando no podía sentir ira o un sentimiento de injusticia. Si confiaba esa injusticia a Cristo, no tenía que ocuparme de nada más. Era así de simple.

 Silencio…


¿Tenéis otra pregunta?

Pregunta: Usted que habla del Camino de la Infancia, ¿podría hablarnos de los niños pequeños que llegan en estos tiempos finales y sus vínculos con esos niños pequeños?

No he comprendido el sentido de la pregunta. La he oído, pero, ¿qué me preguntas?

Pregunta: …los niños pequeños que llegan en estos tiempos, ¿tiene algún vínculo con ellos para inculcarles algo…

¿Qué?... No es el camino del niño, de la primera infancia, ¿quieres decir los niños pequeños?

 Los niños pequeños

No, yo he hablado de la “Vía de la Infancia”, nunca he hablado de la primera infancia. Eso no existe.

Pregunta:   si habla de la “Vía de la Infancia”, ¿no tiene un vínculo especial justamente con los niños pequeños?

Absolutamente, no. Os hablo de vuestra infancia interior, cuando hablo de la Vía de la Infancia y de la Inocencia. No hablo de los bebés. Hablo de vosotros. No estoy dotada para ocuparme de los niños, nunca tuve hijos. Sin embargo, sé cómo cuidar a las hermanas y a mi familia. Pero los niños pequeños, no. Dicho con otras palabras, la Vía de la Infancia de la que hablo, no tiene nada que ver con los bebés.

Hay otra pregunta.

Escucho.

Pregunta: Cuando nos habla de nuestra persona, de nuestro interior, no se refiere nunca a los otros que nos rodean. Tengo amigos que están muy enfermos y no puedo impedir tratar de ayudarlos, con una llamada telefónica cuando están lejos, enviándoles amor… ¿me equivoco al hacer eso?

¿Es que eso cambia algo?, ¿se curó él?

Pregunta: … esas personas parecen contentas.

¿Se curó él?

Pregunta: ¡Uh! Hay algunos que se han curado, no creo que sea gracias a mí. Pero ahora, no sé cómo va a funcionar, no creo que se curen.

Mi querida hermana, la razón es muy simple. Y eso también fue explicado muy extensamente, para que se entendiera la diferencia entre la “compasión” y la “Verdad”. Serás mucho más útil estando en ti misma, sin pedir nada, sin proyectar nada. Descubre lo que eres en totalidad y después, todo lo demás, sucederá por sí mismo. Pero mientras estés en ese proceso, estás en la reacción. Aunque lo hayas justificado por el amor y la compasión. Nunca he dicho que no pudiéramos ayudar a los otros. Te recuerdo que pasé años rezando por un condenado a muerte para que encontrara el Cielo, de todos modos. Tomé este asunto en serio, pero no era yo; yo lo ponía en manos de Cristo.  ¿Quién era yo para tratar de enviar el amor a quien fuera? ¿Entiendes la diferencia con el Camino de la Infancia?

Mira realmente lo que está detrás de eso: hay amistad, fraternidad, amor humano y efectivamente la necesidad de ayudar y servir; pero, ¿desde dónde expresas eso? Desde la persona. Nunca puede producirse eso al nivel de la Eternidad. Porque, en ese momento, ¿qué vas a hacer? Cuando estés en la Eternidad y en la acogida, confiarás esta persona a Cristo. Pero no eres tú la que actúa. El riesgo es el engaño. Ella está realmente aquí; tú te inscribes en los vínculos; te inscribes en una permanencia en este mundo. No te inscribes en la Verdad. La Verdad no tiene nada que ver con el sufrimiento. Porque cuando estés realmente en el otro lado, verás que es exactamente lo que se necesita para este ser, para que viva la Libertad. ¿En nombre de quién quieres curarlo?, ¿para traerlo de vuelta a este mundo, a la Ilusión?

Llamo tu atención sobre esto, ¿es que tu posicionamiento en ti, es querer salvar, querer curar para evitar el sufrimiento del otro? Pero, ¿quién te dice que este sufrimiento, diga lo que diga él, no es la ocasión de encontrar la Luz?, ¿lo sabes tú realmente?, ¿curación o Luz? ¿Ves lo que quiero decir con eso? 

Pregunta: Era la pregunta que me hacía a mí misma. Y, además, la puse en sus manos y en las de María.

Eso no te impide estar junto a él y dedicarle tiempo, escucharlo, acoger a esa persona y no proyecta nada para él. ¿Conoces su alma?, ¿has visto su proyecto de vida?, ¿has visto su Espíritu?, ¿Crees que solo la persona, su sufrimiento y su muerte, puede hacerte sentir dolor?, yo lo creo. Pero eso no está de acuerdo con la Luz. No confundáis el amor humano con el Amor Divino. Aunque, efectivamente, el Amor Divino se refleja siempre en el amor humano. Pero no a la inversa.

Pregunta : Sé muy bien que no tengo el poder de curar a esta persona, pero quiero simplemente acompañarlo.

La mejor forma de acompañarlo, es acogerlo. Acoger es estar disponible para él, sin pedir nada. No pongas delante tu persona. Quédate allí, toma su mano y escúchalo. No reclames nada o encomiéndalo a Cristo. Pero si lo confías a Cristo, no es tu misión, enviarle amor, sea quien sea. Porque no conoces el proyecto de esa alma. Independientemente del sufrimiento de esa persona, no sabes si debe partir justo en ese momento, para estar en la Luz en ese momento preciso. No sabes si él debe sufrir hasta el extremo para encontrarse precisamente. Por otra parte, siempre es posible pedir a Cristo, como yo lo hice para un condenado a muerte. Tú puedes también estar presente, darle la mano, no pedir nada, estar simplemente allí. Y te darás cuenta, que en ese momento no te creerás ya el salvador o el que va a ayudar a esa persona. Encontrarás al mismo tiempo, tu humildad y tu simplicidad.

Supongo, que al decir eso, eres una de mis hermanas humanas que vive las energías y la conciencia modificada. Porque alguien que no vive nada, no podría decir eso. Se contentaría con estar presente. Sería mucho más humilde y mucho más simple. Lo que no quiere decir que no seas humilde ni simple. Pero el comportamiento que has adoptado, a través de tu pregunta, denota simplemente un error de posicionamiento. No estás en esos tiempos.

No quiero decir que la compasión, los carismas, no tengan que manifestarse; al contrario. Pero, primero, ¿lo has acogido sin juicio? Porque querer curar a otro, simpatizar con su sufrimiento, es una forma de juicio, te guste o no. ¿Qué sabes lo que hay detrás de ese sufrimiento?, ¿qué sabes lo que hay detrás de la enfermedad, detrás de un duelo? Solamente tenéis una visión limitada. Aunque tengáis la percepción de las energías, aunque veáis lo invisible, no tenéis ninguna información sobre lo que sucede realmente en el alma y en el Espíritu de esa persona. Por eso el Comendador os ha dicho, muchas veces: ocupaos de vosotros, encontraos y después tendrá lugar todo lo demás.

Pregunta:  nuestra hermana dice: no deseo la curación. Deseo acompañarle. Me parece que yo…

El acompañamiento no necesita enviar amor. El acompañamiento tiene necesidad de tu humanidad, de tu presencia, de tu acogida, en la simplicidad más evidente. Sobre todo, si es alguien que amas, que es un amigo. Y tendréis además la sorpresa de constatar que esa simple acogida, esa simple disponibilidad es curativa. Porque no habéis puesto delante, ningún tipo de voluntad, pasando de enviar el amor a estar en el Amor. Eso es una postura. Todavía es un paso de la persona. Si el corazón estuviera delante, estarías con él, sostendrías su mano, rezarías por él. Pero si quieres ir con él, hazlo.

Pregunta:  ¿Y si la persona está lejos?

Entonces llámalo por teléfono. Hazlo en silencio. Ora por él, pero no pidas ni sanación, ni muerte, ni incluso, un alivio. Simplemente, lo que sea bueno para él, se realizará. No tenéis ningún medio de saber, sea cual sea vuestra apertura, aunque hayáis visto los llamados “linajes”, los “orígenes estelares”; aunque veáis lo invisible de una persona, ¿veis su alma?, ¿sabéis cuál es la voluntad de su alma? Y no los lamentos, los gritos o el sufrimiento de la persona. Recordad que aquí está todo invertido, todo es falso.

La claridad, es la Luz de vuestro Corazón, de la Libertad; es la claridad de comprender que el otro es vosotros, en Espíritu y en Verdad. Y que él es portador de un alma, esa alma que nada tiene que ver con la vuestra, sean cuales sean los vínculos que os unen y al nivel que sea. Eso no impide, efectivamente, que lo acojas, que lo acompañes, como dices. Pero proyectar o enviarle amor, es ya salir de su Corazón. Hay que diferenciar lo que es un estado de ser, de Amor, de voluntad de amor dirigida sobre cualquier circunstancia. Porque ella está siempre coloreada por la persona. Y, sobre todo, si la persona dice que tiene buen corazón y ningún interés por ella, hay una voluntad detrás.

Hacer la voluntad de lo que ves, no es hacer la voluntad de Cristo o de la Luz. Porque no sabes lo que hay detrás de lo que ves. Sea cual sea su sentimiento, puedes muy bien tener un hermano o una hermana que te dice, “espero irme, quiero morir”; y es la persona la que se expresa, no el alma. O a la inversa: “no quiero morir”, y entonces el alma ya ha partido. Y eso no puedes verlo, sean cuales sean tus percepciones, porque eso se ha ocultado a ti, debido, precisamente, al confinamiento, aunque los estados más sutiles, a través de los que se ha denominado “orígenes” y “linajes” os hayan sido revelados y quizá vividos.

La Vía de la Infancia te evita precisamente este tipo de obstáculo; el Camino de la Humildad, el Pequeño Camino de Teresa, eso es todo. Es una fe indecible, no tengo mejor palabra. Esa fe transforma todo. Recuerda que no experimenté nada de lo que vivís hoy. No experimenté nada de esta instalación. Y, sin embargo, hoy desde hace treinta años hubiera sido diferente porque la energía, la conciencia está modificada. Pero hoy no hay un camino más directo para aquellos que no viven nada, porque los efectos son inmediatos. 

No se trata de que me creáis; experimentadlo.

¿Tenéis otras preguntas?

Pregunta:   Nuestra hermana os da las gracias. Hemos llegado al final del tiempo asignado.

Entonces, hermanas y hermanos en humanidad, los que me hayáis leído, escuchado, oído, los que estáis presentes, solo puedo rendir gracia por haberme permitido expresarme, sin demasiado tropiezo. Pero el Fuego Ígneo que emitís, me ha apoyado bien y me apoya todavía. Como veis, se os ha acogido y me habéis acogido; yo os acojo y todo está bien así. Todo lo demás no nos incumbe a nosotros sino a la Inteligencia de la Luz, de Cristo, de María, del Amor. ¿Qué somos nosotros en este personaje que aparece y desaparece, o que se trasforma todos los días, crece y envejece?

Y recordad que la Vía de la Infancia, la Pequeña Vía, es el camino más directo hoy, porque es inmediato. Y eso concierne, sobre todo, a las hermanas y hermanos que no han vivido nada hasta ahora.

Os agradezco vuestra escucha. Rindo gracia a vuestra presencia y permanezco con vosotros.

Hasta siempre en la Eternidad.

Adiós
*   *   *   *   *
A través de JL

Traducción equipo de traductores


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