miércoles, 18 de octubre de 2017

MARÍA 17 octubre 2017




Soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra. Niños bien amados, rindo gracia a vuestra presencia, dondequiera que estéis sobre la Tierra, en vuestra disponibilidad y en vuestra acogida, para vivir juntos la Teofanía
.
Al final y en el curso de la Teofanía, tendré la oportunidad de comunicaros algunos elementos sobre lo que se vive en vosotros en esta fase final, que sólo es el regreso a la Verdad y al Amor. Desde ahora en adelante rindo gracia a vuestra acogida, a vuestra sonrisa, a vuestra presencia. Instalémonos entonces juntos en la Verdad, la del Corazón, la del Amor, la de la Luz. En el silencio ahora, acojamos.
… Silencio…

Niños bien amados, rindo gracia a cada uno por vuestra acogida, vuestra dulzura, y saludo vuestra Eternidad.
Cuando en este tiempo, muchos tienen la lucidez de ver en su íntimo como sobre la pantalla de este mundo lo que se celebra, comprobáis que una Paz incomparable inviste vuestra persona, dándoos a vivir, que sea por momentos o de modo cada vez más permanente, la alegría de la Verdad, contrasta aún más con lo visible en este mundo, a veces en vosotros como alrededor vuestro. El Amor emerge en el seno de vuestra lucidez, y cualquiera que sea lo que tengáis por vivir a nivel personal, según donde estéis en este mundo.
Las Teofanías vividas y que se viven, son el bálsamo que os evitan ser llevados por los mecanismos que veis seguramente en vosotros como alrededor vuestro. Sólo el Corazón y la Verdad es en lo sucesivo vuestro salvoconducto. Sois ahora innumerables a vivir el regreso de la Verdad. Más que nunca hoy, os invito al Amor. En cualquier pensamiento, en cualquier mirada o en cualquier acción que sea que tengáis que llevar, dejen hacer la Verdad y la ligereza.
En este día del 17 de octubre del año 2017, y como ya lo ha estipulado el Comendador, os es dado por observar unas transformaciones y unos acontecimientos. Que sean humanos, que sean sociales, que sean vinculados a la Tierra misma, o en los brillos que vienen de la Verdad, todo concurre a estableceros en la Paz, o bien al contrario en la duda. El único bálsamo y único salvoconducto será con evidencia vuestro Corazón, por su ligereza, su Dicha, y sobre todo su Verdad.
Cuando el Choque de la humanidad ya se celebra de manera fragmentada por la acción de los Elementos, os queda simplemente a estar plenamente conscientes y presentes, presentes a vivir lo que la vida os ofrece, y aunque lo que es retirado os parezca alejado de la Verdad, no es así, porque todo se precipita desde ahora en adelante, todo emerge a simple vista, como en virtud del Corazón, llevándoos a algunos, hacer una limpieza, que además se hace por si sola.
Las Teofanías se realizan de manera cada vez más extensas, por todas partes sobre esta tierra. El Fuego Ígneo realiza su obra. El Arcángel Mikaël siembra la tierra en innumerables lugares, y prepara la Verdad, su majestad y su totalidad.
Aprovechad lo que se celebra, de la naturaleza que sea en vuestro cuerpo, en vuestra vida como alrededor vuestro, como al otro extremo de este planeta. Todo concurre, incluso en lo que parece, a veces para la persona, como violento, para establecer el reino de la Verdad, finalizar la ascensión de la Tierra y vuestra Libertad. Esto debe ser sentido en vosotros. No es vuestra razón ni vuestra visión ordinaria las que pueden entender la extensión de lo que se despliega.
No os escondo que el establecimiento de la Luz; ha franqueado un gran paso desde el 1º de Octubre de vuestro año. Tampoco escondo lo que os es posible de observar en vosotros, alrededor vuestro como en todas partes sobre el planeta se va a intensificar de manera desmedida desde el punto de vista de la persona, sino también a la medida que vuestro Corazón se llena de esta Verdad reencontrada y acogida.
Recordad que no tenéis que protegeros de nada, ni a preparar o anticipar nada, sólo tenéis a estar allí, presentes a vosotros mismos, presentes a la vida. Todo el resto, sin excepción, se realiza por la majestad de la Luz y del Amor, y no puede ser más por vuestra acción. Os invito a siempre más dulzura hacia vosotros mismos, hacia cada hermano y cada hermana, y recordad que esta dulzura no depende de vuestras palabras, de vuestros discursos, ni de vuestras intenciones de ayuda o servicio, sino simplemente por la evidencia con la cual vivís el Corazón.
Así como ha sido enunciado, muchos hermanos y hermanas, numerosos de mis niños viven hoy la dicha de la Eternidad, sin haber pasado por todos esos estados, que tal vez hayas vivido, y comprobáis que los tiempos del final están realmente presentes, y que se celebran ahora mismo en el plano físico, en el plano ordinario y más palpable de la Tierra.
Como bien sabéis, no hay tampoco que reaccionar por lo que sea, de esta comitiva de acontecimientos que surgen por todas partes e incluso a veces en vosotros. Hay sólo, como se ha dicho y repetido, a acoger la Dicha, a acoger la ligereza, en cualquier aparente dureza que sea.
Detrás, al llegar, en las últimas tramas del tiempo, está la dicha que cada uno de vosotros es capaz de vivir desde ahora. No hay personaje ni hay energía que valga, ni momento privilegiado, porque esto se celebra en cada minuto, en cada instante, y por todas partes al mismo tiempo.
Las señales, en vosotros como al exterior, son innumerables, pero no olvidéis que muchos de mis hijos todavía duermen, y no quieren ver lo que se celebra. Vosotros, que estáis a veces o permanentemente en el Amor y en el Corazón, sed presentes, esto basta ampliamente para amortiguar el choque de la humanidad.
Mi llamada se vuelve apremiante. Muchos de entre vosotros que me han percibido y oído hace años, tienen hoy la posibilidad de alegrarse. Este regocijo no es un regocijo consecutivo al choque, sino más bien a la realidad de vuestro Corazón, cualesquiera que sean vuestras descripciones, vuestras vivencias. Las dudas dejarán cada vez más lugar a la evidencia, a la evidencia del Corazón, a la evidencia de su inevitabilidad. Todo esto se vive en este mismo momento, estéis donde estéis, por cierto de manera muy variada, pero quiero precisar que viváis lo que viváis hoy en el seno de vuestra persona, que haya enfermedad, sufrimiento, o trastorno a nivel afectivo, en vuestra zona, en vuestro país, sea cual sea su naturaleza, sólo es una invitación a volcaros definitivamente hacia el Corazón, con el fin de reemplazar los aparentes fardos por la realidad transcendental del Amor que apacigua y alivia cualquier peso. El Amor no tiene límite, el final de los tiempos si que tiene límite, el Amor jamás tiene final.
Más que nunca, todavía hoy, os lo digo como muchas hermanas Estrellas y Ancianos lo han dicho: a la medida de vuestras posibilidades, sumergíos ahí donde os revitalizáis, en primer lugar, por supuesto, volcando vuestra conciencia, vuestros pensamientos, hacia el Corazón del Corazón. No hace falta comprender, sentir la vibración o la energía, sino sólo evocarla, y vuestra conciencia seguirá y se iluminará. Ahí está vuestro salvoconducto, no habrá otro.
De manera inminente, ya no os podréis ayudar de ningún elemento de la tecnología moderna, la que en definitiva os ha alejado de la Verdad, aunque haya sido útil para muchos. No os dejéis abrumar por ningún sufrimiento de vuestro cuerpo, por ninguna enfermedad ni por alguna duda, ni siquiera por los acontecimientos presentes. Id también, más que nunca, a la naturaleza, ahí donde no hay ni hombres, ni mujeres, ni ciudad, donde todo es tranquilo, contrastando con lo que ocurre en vuestras ciudades, en vuestras relaciones y también en algunos lugares.
Dondequiera que miréis, si aceptáis mirar, la mirada de la persona verá el final, la mirada del Corazón exultará de la Dicha que está ahí, y es a vosotros a quienes corresponde elegir. No hay que hacer ningún esfuerzo, ni nada complicado, no hay ni camino que recorrer, sólo hay que volcaros hacia vosotros mismos, no en el seno de vuestra historia o de vuestra problemática, aunque esta requiera una solución concreta, sino encontrar lo que sois, y ninguna historia os puede servir para eso. Entended bien lo que digo: es la misma realidad y la misma verdad que se celebran. Por un lado es el final de una dimensión, y por el otro la Resurrección en la gloria y belleza de la Vida.
Todo depende para el mismo acontecimiento, de vuestra mirada de conciencia, de lo que es llamado vuestro punto de vista y vuestro punto de vista os llevará, por así decirlo, a lo que sois, a vivir la Verdad, a celebrar la mariposa en lugar de quedarse en la oruga, como decía el Comendador. Sólo depende de vosotros. No hay ninguna condición previa a cumplir, ni conocimiento a tener, ni reflexión que sostener. Sed simples como un niño que recibe su regalo de Navidad o en su cumpleaños. Y sabéis que esos regalos sólo son el reflejo de vuestro encierro. El regalo que está ahí no puede ser comparado con ninguna Navidad, con ningún cumpleaños, con ningún amor, aunque fuese el más perfecto que hayáis vivido o que estéis viviendo sobre la tierra.
Entonces, vivid la Paz, ella sólo os espera a vosotros. Incluso en el sufrimiento, incluso en la enfermedad, incluso en la opulencia o en la carencia, no hay ninguna diferencia, cada vez menos. Entended bien lo que os digo: todo depende únicamente desde donde miráis, todo depende de lo que a todavía os apegáis. Y en el Corazón no hay nada a lo que apegarse, sólo hay que ser, y esto es accesible, lo repito una vez más, de manera cada vez más simple.
Si el espectáculo del final os puede chocar, si os parece estar desestabilizados por vuestra intimidad, por vuestras relaciones, sobre todo poned el Corazón, no el corazón de vuestra cabeza, sino el santo de los santos. No os preocupéis ni ocupéis de nada más. Ya lo sabéis, para muchos de entre vosotros las llamadas de la Luz os han obligado a parar vuestras historias, fuesen las que fuesen, incluso a nivel espiritual, a fin de volver a centraros y estar disponibles únicamente para la Verdad ‒ y la Verdad no necesita ni historia, ni escenario.
Cada cosa que sucede en vuestra vida, que sea por vuestra acción, de vuestro entorno o de vuestro país, por vuestra zona, más allá del aspecto concreto de este acontecimiento, detrás de esto sólo está la llamada de la Luz, su regreso en vosotros, con total lucidez. Todo lo demás sólo es apariencia, todo lo demás sólo pasa. Vosotros no sois de este mundo, aunque yo, mis hermanas, y algunos de vosotros que estáis ahí hoy, me habéis permitido sembrarlo, me habéis permitido ejecutar el juego de la conciencia de manera libre, con total ligereza.
A menudo se ha insistido acerca de vuestra Eternidad, que no depende de ninguna historia, y sobre todo de ninguna historia de este mundo. Hace dos mil años, mi Hijo preparó el camino. A través de su mensaje y de su presencia, os ha enseñado el camino del regreso a lo esencial. No veáis en esto nada religioso, ni religión que sea, porque hoy Satán reina en todas las religiones, sin excepción alguna. Todo lo que he podido decir a este mundo ha sido transformado y modificado, con el fin de desviaros y confundiros. Hoy, no hay más que escuchar vuestro Corazón, el canto de la Paz, de la Dicha y de la Resurrección que empieza a manifestarse.
Como sabéis, las Trompetas suenan cada vez más a menudo por diversos lugares. Y la importancia de esos lugares y de esas manifestaciones aún no es colectiva, pero sin embargo la llamada del Corazón es cada vez más apremiante, cada vez más evidente, en cuanto soltéis vuestras pretensiones, vuestras obligaciones. No quiero decir con esto que no haya que respetarlas sino ved a través de todo lo que tenéis por vivir, la Inteligencia de la Luz. Verla no quiere decir comprender, porque muchas cosas os van aparecer, con vuestra razón y vuestra lógica, cada vez más incomprensibles, a medida que vuestro Corazón será más comprensible y más vivo. Algo se aleja, algo aparece. Lo que se aleja es el sufrimiento, lo que se aleja es la Ilusión, lo que aparece cada vez más es la verdad del Amor, y esta verdad del Amor os llama de manera cada vez más poderosa a dejar los juegos hipócritas, el juego de las historias y de los escenarios.
La Vida os llama en estos instantes de majestad, a todavía más simplicidad. Sea cual sea vuestro estado, hay algo más allá de este estado que no depende de vosotros, de ninguna historia, de ningún conocimiento, de ningún guión, y esto está omnipresente en cuanto dejáis de alimentar vuestra cabeza, en cuanto acogéis sin restricción la Dicha que está ahí. No tenéis que buscarla, ni comprenderla, ni imaginarla, tenéis que acogerla simplemente de par en par. A partir de ahora todo lo demás vendrá de ahí, y será cada vez más obvio, cada vez más evidente. Cada día seréis más numerosos a vivirlo, en la intimidad de vuestro Corazón.
Aquellos de entre vosotros que experimentan en estos momentos unas molestias, que sea en vuestro circulo afectivo, económico, ligado a los Elementos, ligado a la enfermedad, quiero decir sobre todo a todos mis hijos que viven esto que es el momento de volcaros hacia vuestro Corazón. La Luz ha llamado a vuestra puerta de muchas maneras, y hoy sólo queda la manera fuerte a fin de llamar a vuestra conciencia a la lucidez y a la Paz. No juzguéis según las apariencias, ni vuestro estado, ni el estado de nadie, porque todo concurre, aunque todavía no lo veáis, al reino de la Luz, a mi Llamada.
Recordad que la mejor ayuda, a partir de ahora, ya no serán mis palabras, ni las palabras de los Ancianos, de las Estrellas, de los pueblos de la naturaleza, sino más bien el silencio evidente de la vida en la naturaleza. Entonces no lo dudéis, no dudéis en encontrar tiempo, a fin de que la Vida os encuentre. A partir de ahora no hay mejor entorno, no hay mejor situación que la de salir de las quimeras de la organización social de vuestras ciudades, de vuestras reglas y de vuestros convenios. Os incumbe elegir. Hay una única elección: la Paz y la Dicha, o el sufrimiento. Y hasta los sufrimientos desembocarán infaliblemente en la Dicha, pero esto ya no depende de vuestra persona, depende simplemente con qué intensidad y qué verdad acogéis lo que está ahí, y que siempre ha estado ahí, y que ahora se adelanta. Si hay miedos, si hay sufrimiento, si hay acontecimiento ligado a los elementos o a la sociedad en la cual estáis insertados, no os alarméis porque todo es perfecto. Acoged, y veréis esta perfección y no solamente el aparente caos.
Mis palabras son extremadamente simples porque es extremadamente simple. Esto es realmente y extremadamente simple. Sólo vuestros rodeos, vuestras historias, vuestros apegos a la Ilusión pueden todavía impedir a muchos de mis hijos aceptar el Amor. Porque el Amor ha sido buscado en la seguridad, en el matrimonio, en los hijos, en las amistades, pero este amor no es nada, sólo pasa. El Amor, y la Dicha, que están ahí, nunca pasarán. Entonces, os incumbe decidir, ¿os apegáis a vuestra vida, a vuestra historia, o bien os apegáis al Amor que os libera, que no conoce ni restricción ni condición?
No se necesita ninguna preparación, no se necesita ninguna creencia, vuestra conciencia es la herramienta inmediata y la que actúa. De hecho tal vez lo constatáis a vuestro alrededor, en vuestro entorno, algunos hermanos y hermanas que instantáneamente viven la Verdad. Esto, sólo os puede animar. Por desgracia, también observáis las resistencias de otros hermanos y hermanas que dan rienda suelta al miedo, que dan rienda suelta a su historia, a sus quimeras, a todo lo que sólo pasa. Y como sabéis, no podéis hacer nada. Sólo podéis acoger todavía más lo que está presente, y nada más.
Sed la Dicha porque la Dicha abre todas las puertas. No tenéis que preocuparos a dónde va la Luz y dónde va la Dicha, siempre habrá un receptáculo en el pecho de un hermano o de una hermana, aunque esté al otro extremo del planeta. No tenéis que dirigir, controlar u organizar la Luz. Ella es Libertad total, y está ahí.
Dejaré seguramente a uno de los Arcángeles expresarse después de mí, para que os de unos elementos más corporales, por así decirlo, acerca del establecimiento de la Eternidad. Yo sólo hablo de vuestra conciencia, no hablo de vuestra persona, de vuestras historias, de vuestros apegos, de vuestras finanzas, de vuestro país. Sólo hablo de vosotros, porque sólo estáis vosotros.
Os hablo únicamente de vosotros, porque hay únicamente vosotros. Sólo hablo de quienes Sois, porque no hay otra verdad.
Mientras que vuestra mirada siga volcada hacia la Ilusión, no podréis encontrar la totalidad de vuestro Corazón, y esto ya lo vivís y lo constataréis en cada mirada exterior, en detrimento de la mirada interior. Habrá resistencia y entenderéis rápidamente, si aún no es el caso, que el único bálsamo es el Corazón, que todo lo demás no representa nada y que no es nada, independientemente de lo que, quizá, todavía podéis pensar.
El salvoconducto es el Corazón y por eso vuestra conciencia debe estar girada en totalidad, y lo más a menudo posible, sin buscarlo. De lo que hablo, es sólo una reversión que os permite reencontraros. No necesitáis comprender los mecanismos, no necesitáis llamarlo Teofanía, o a partir de ahora Endofanía, sino simplemente ser verdaderos y espontáneos. Digo bien: todo lo demás os será ofrecido por añadidura. Ya no conoceréis ni la sed ni el hambre, aunque no haya nada que comer; no conoceréis el frío, aunque no haya calefacción. Ahí está la Verdad, ¿cierto? Todo lo demás sólo es fatuidad.  Id a la evidencia.
No os puedo imponer nada y tampoco os podéis imponer nada a partir de ahora. No es vuestra persona quien dirige. Y además, si tenéis la impresión de dirigir todavía algo con vuestra persona, el choque de la Luz será cada vez más violento. No es un castigo, es simplemente la ocasión soñada, para vosotros, de volver a encontraros, aunque esto deba pasar por lo que llamáis la muerte, la vuestra o la de un ser querido. Ya no hay barreras. Muchos de entre vosotros, a través de los contactos con los pueblos de la naturaleza, con los planos de la Luz, estáis realizando esta inmortalidad. Hoy girar vuestra conciencia hacia vosotros no requiere ni explicaciones, ni localización de lo que sea, aunque por supuesto, como dije, uno de los Arcángeles os comunicará unas cosas tremendamente simples a realizar con vuestro cuerpo, que llevarán vuestra conciencia al Corazón del Corazón.
De hecho sois cada vez más numerosos, así como lo veo, en constatar la diferencia de lo que sucede en vuestra conciencia, si ésta está centrada hacia la persona o si está centrada hacia la Eternidad que sois. El resultado, lo producido, es totalmente diferente, porque la Luz es realmente Evidencia, en cada circunstancia, en cada acontecimiento e incluso en cada resistencia, lo que no es el caso con la persona. Lo veis en vosotros como a vuestro alrededor. Esto va a volverse cada vez más verdadero, cada día un poco más. No hay ninguna vuelta atrás posible en todos los acontecimientos que están ocurriendo en este momento en este mundo, como en vuestra intimidad, en vuestro cuerpo, en vuestro entorno. Lo que ahora se está creando, a nivel de la persona, de la historia, desemboca irremediablemente en la verdad del Amor, aunque para esto vuestro cuerpo deba desaparecer incluso antes de mi Llamada.
Sed Dichosos, no os preocupéis de nada más. Cuanto más estéis centrados en la Dicha, llevando vuestra conciencia a posicionarse ahí donde está la Verdad, más constataréis que incluso vuestra muerte, si debe ocurrir, no representa nada. Todo depende, lo habéis entendido, de desde donde miráis, de desde donde estáis, y estar en el Corazón, hoy, es de una facilidad desconcertante, penséis lo que penséis o digáis lo que digáis si no lo vivís. Sólo depende de vosotros. Estáis solos, pero en este a solas, hay un esplendor, hay la Evidencia. Y hasta diría que cuanto menos os resulte evidente hoy, más se volverá evidente.
Lo que os puedo decir, es de permanecer humildes y simples, de no dejar correr vuestro mental, que veis, porque muchos de entre vosotros estáis finalmente situados en el observador y veis claramente el personaje y es justamente lo que veis lo que os permite ver otra cosa, que es la Verdad. Es un mecanismo que es muy simple, que es aquel de la conciencia pura. Ni siquiera ya es el de la energía, de la vibración o de cualquier nivel o estado de conciencia.
Sed humildes y sobre todo en esta acogida incondicional, lo repito, pase lo que pase. Tampoco quiere decir que haya que descuidar lo que sea, bien al contrario, sino de ver todo lo que tenéis que hacer, a desempeñar, a dirigir, en la evidencia del Corazón. Esto lo cambia todo, irremediablemente.
He aquí. Mis palabras, que finalmente y en definitiva, no os anuncian nada nuevo, porque lo nuevo ya está aquí. Y todo lo que para vosotros es desconocido todavía, va a volverse evidente, a condición que procuréis no buscar, que os quedéis tranquilos y que seáis humildes, a fin de estar disponibles para la Dicha eterna.
Acordaros de las virtudes de la naturaleza, la virtud del Silencio y de la Acogida. Ya se acabó el tiempo de las habladurías y de las historias. Es tiempo es a la evidencia, cada día, a cada instante, en cada circunstancia, agradable como desagradable. La Eternidad se desvela por fin de manera visible y palpable, y no os sorprendáis que todo lo que fue falseado, falsificado, encerrado, desaparezca por sí solo. Aunque sea vuestro cuerpo, no tiene ninguna importancia. Os dais cuenta así que no sois de este mundo, que no hay ningún conocimiento que os sea útil para ser lo que Sois. Ahí está la humildad más perfecta y ahí está la Dicha más eterna, que os es prometida si todavía no ha sido revelada.
Ya es hora de daros mis últimas bendiciones de este modo, antes de que me dirija íntimamente, al mismo tiempo, al conjunto de mis hijos. Permanezco en vosotros, a vuestro lado, en vuestro Corazón, porque soy vuestra madre y porque todos sois mis hijos y mis hermanos y hermanas. Sólo puedo clamar y declamar mi Amor, que no es otro que el vuestro.
Permitidme, al terminar mis palabras, de cubriros, estéis donde estéis, con mi Manto de la Gracia.  Id adentro de vosotros; lo maravilloso es natural, y está ahí.
Soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra. Bienvenidos a la verdadera Vida. Amo a cada uno, dormido o liberado, con la misma intensidad, porque ésta es vuestra elección, que respeto, pero volcaros hacia adentro vuestro, a fin de constatar que es la única y verdadera elección. Os amo.
Hasta siempre.

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