martes, 24 de octubre de 2017

BIDI . Parte 2. Octubre 2017.



Audio


Bueno, Bidi está con vosotros y os saluda. Antes de intercambiar, acojámonos en el silencio.

…Silencio…

Ahora, podemos comenzar; te escucho.

Pregunta: Acoger, ¿es dejar que la Vida se viva en mí?

Desde el instante en que acoges, el sentido más amplio del término, se vive necesariamente la vida. Tú eres la Vida, y no tu vida, sales de la historia. La Aceptación es un estado de recepción sin condiciones, de todo lo que aparece, de todo lo que desaparece, con el mismo equilibrio, y que te lleva de una manera intensa o rápida, a constatar y darte cuenta de la situación del ser en que te encuentras.  Y eso, no representa esfuerzo, ni voluntad, ni deseo, es algo que se produce desde el instante en que detienes, como os he dicho, cualquier proceso de proyección.

Eso permite instalar evidentemente, el “santo de los santos”, ahí donde nada pasa, ahí donde nada aparece ni desaparece, ahí donde todo es inmutable, haciendo que te unas al centro de la rueda que observa todos los movimientos, participando en todos los movimientos y, sin embargo, no eres el movimiento. Diría que es un estado especial de la conciencia que no juega, pero que permanece ahí y observa el juego, sea cual sea su poder. Esta observación del juego es la que deja ir lo que no es eterno y, de algún modo, magnifica tu Presencia que linda con la Ausencia. Es salir del juego, no por un movimiento, no por una huida o una negación, sino justamente por la inmovilidad de la Aceptación.

Esta inmovilidad de la Aceptación, no concierne a los movimientos de vuestro cuerpo ni de vuestro mental, sino sobre todo al cese del juego, al cese de la apropiación o de la proyección y, obviamente, en la Aceptación te das cuenta que no eres tu vida limitada, sino que tú eres la Vida, aquí como en cualquier parte, como en todas partes. Es pasar de la periferia al centro, del movimiento de la conciencia a su fijeza y, eso, independientemente de tu vida. Esta unión al centro, en medio, que permite todos los movimientos armoniosos alrededor de este centro. En un segundo momento, el mismo centro desaparecerá y eso te hará descubrir que ya no eres el centro de la rueda, sino que eres anterior a todo movimiento, a todo espacio y a todo tiempo. Ahí se instala el éxtasis, la felicidad, la plenitud, un estado de reposo, de silencio, donde nada de lo relativo a la persona, aparece. La Vida se despliega, no ya en el centro de la persona, sino en el “santo de los santos”.

Ten en cuenta que nunca será cuestión de esfuerzo ni de trabajo. Es justamente la detención de todo esfuerzo y de todo trabajo lo que permite que brote, lo que siempre ha estado ahí y que estaba enmascarado por tu punto de vista y por tu conciencia ordinaria, por el movimiento de la vida, de tu vida. Reemplazando el movimiento de tu vida por el movimiento de la Vida, notas entonces su impecabilidad, su inmutabilidad, su persistencia y, sobre todo, que dentro de lo efímero que tienes que vivir, la Paz, la Alegría y el Silencio, son los elementos que dominan. Independientemente de lo que sucede sobre la pantalla de tu vida ordinaria, ésta se sublima por la Vida y, por tanto, por el Amor, porque toda vida es Amor. Ninguna vida, incluso la de la Tierra, es posible sin Amor.

El Amor, es de alguna manera, el combustible de la vida, de la experiencia, de la conciencia. Se refleja en la Luz, no la que veis, sino la que se vive. En ese momento podrás constatar que ningún elemento que sobresalga, puede borrar o disminuir la Vida que eres, haciendo posible en cada ocasión, en cada mirada, en cada palabra, estar disponible para la Verdad, la Verdadera, la verídica, al observar entonces que lo que es natural no depende de la voluntad, de una decisión, de una organización o de un vínculo.

Y así, en ese momento vives y te sientes como la vida, es decir, libre, cualesquiera que sean los límites y las contingencias inherentes a este cuerpo y a este mundo. Sin embargo, en vuestra lengua occidental, la palabra “Aceptación”, es fundamental porque si hay Aceptación, por supuesto sin condiciones y sin restricciones, la Vida vive en ti, entonces, realmente la Paz, el Silencio, la liviandad de la Alegría, del Éxtasis, se vuelven permanentes incluso en este mundo efímero. Nada puede destruir, ocultar o disminuir lo que has encontrado, al provocarte una sonrisa lo que estaba presente antes de reencontrarte y sonreír también cuando sucede cualquier acontecimiento; sonreír a la Vida sin importar lo que llamáis “encierro”.

Constatar vuestra condición efímera en este mundo, sin recurrir a ninguna elucubración relativa al pasado, al karma, a la persona, a las religiones, a los movimientos espirituales, dejando que todo pase y desaparezca. Solo queda la joya que eres. Y recuerda que eso no es exclusivo sino inclusivo. Así como la persona, la historia, son exclusivas, el Amor, el santo de los santos, son inclusivos, llegando a magnificar cualquier forma de resistencia, de sufrimiento o de negación de lo que es la vida.

Ahora, no estáis ya sujetos a las creencias, a los pensamientos, a los egregores, a los movimientos, a las religiones. Habéis recuperado vuestra verdadera autonomía y, ahí también, el marcador es la Alegría perpetua, la Paz permanente. Esta Alegría sin objeto, sin propósito, sin reacción, es el mejor testimonio de vuestro estado natural. No hay nada que añadir, sino dejar ir todo lo que se ha agregado desde que tomasteis conciencia de que sois un individuo a la edad de cuatro años.

Todo lo que se ha acumulado, como penas efímeras, alegrías, todo lo que se ha aprendido, todo lo que se ha amado condicionalmente, en cierto modo, es evacuado. Siempre hay una especie de recuerdos, de memoria, pero ese tipo de recuerdo y de memoria no puede alterar, de ninguna manera, lo natural que habéis reencontrado. Así es como se detiene toda búsqueda, así es como eres realmente la Vida y no la vida exclusiva; ingresas en la inclusividad.

La primera etapa es “neti-neti”, ni esto ni aquello, hasta que descubras que también es esto y aquello, pero que eso no puede, en ningún caso, perturbar, alterar, desviar o disminuir, lo que eres. Si lo que eres más allá de este mundo, se refleja y lo encuentras, entonces, incluso ese sentimiento de ser el famoso «Yo soy Uno», desaparece desde el instante en que no retienes nada, desde el momento en que aceptas que incluso el “Yo soy Uno”, no es más que una proyección de la conciencia, desde el santo de los santos. Entonces te darás cuenta que nada puede venir a quebrantar, a modificar la tranquilidad y la Paz, dejando curso libre a la iluminación de eso, a la radiación de eso, es decir, al Amor y a la Luz verdadera, no la que ilumina la forma, la que ilumina la sociedad, la que ilumina los días porque en ese momento, el día es permanente, ya no hay alternancias, ya no hay oscilaciones; todo permanece estable, en equilibrio dinámico por la acción de la Inteligencia de la Luz y por la acción de la Gracia.

El personaje, la historia, la persona, son accesorios y, de hecho, es un accesorio de la manifestación de la conciencia en este mundo, pero este mundo no puede alterar, no puede distorsionar, no se puede implicar. Ya no tienes necesidad de resistir, de oponerte, de enfrentarte al mundo, a tu historia, sino dejar transcurrir tu vida y la vida transcurre así hasta tu último aliento. Eso te permitirá, llegado el momento de la muerte o el que os han anunciado los Ancianos, el duelo que ya no será un duelo sino una liberación, el sentimiento de pérdida será colmado más allá de toda medida por la Verdad y lo Verdadero, por ese estado natural.

Os he dicho también que la ligereza será omnipresente, en cualquier palabra pronunciada, en cualquier reunión que se establezca, en cualquier relación que se viva. Todo lo que haga el lado contrariado de la persona a través de la sucesión de los acontecimientos felices o desgraciados, comunes de toda vida, no dejarán ninguna marca, ninguna cicatriz, ni permitirán ninguna desviación de ese estado natural.

También debemos recordar que cuando encontráis, lo que siempre ha sido, hay un cambio radical, como lo experimenté yo con la rueda y su centro, y eso se vive a cada minuto, a cada acción, cada noche, cada mañana, hay permanencia en lo efímero. La permanencia de la persona, de su estado de ánimo, de su actividad, de sus pensamientos que cambia totalmente sin esfuerzo, sin entenderlo, sin buscarlo, sin reclamarlo. Así es la majestad de Brahman en encarnación. Y así, la pantalla de vuestra escena de teatro se ilumina como nunca, haciéndoos ver a través de las palabras, a través de los actos de cada uno como de todo el mundo, y eso no puede confundirse con otra cosa, ni incluso con el Sí.

Recordad que os reencontráis. Al encontraros, comprobáis inmediatamente que eso no puede desaparecer, no puede ocultarse de nuevo. En ese sentido, esta Aceptación es solo una restitución de vuestra integridad, no la de la persona a través de la moralidad, sino la integridad de vuestra eternidad. En ese momento vivís íntimamente que estáis en el origen del mundo, en el origen de toda conciencia, de toda forma, de toda dimensión y que habéis sido traicionados por la distinción de las formas. Entonces, veis este mundo como un sueño colectivo, sin ninguna sustancia. A pesar de su densidad, a pesar del encierro, es irreal, y aquí no se trata solamente de un punto de vista de la conciencia sino de la realidad de la conciencia, anterior a cualquier forma, lo que os lleva a la anterioridad de la conciencia o a la fuente de la conciencia. Y allí, vosotros sois los que sabéis, porque sois la Verdad.

Por otra parte, veis también que todo lo que era antes, es falso, y que todo lo que era antes, tenía su propia dinámica de sufrimiento, de sentimiento de pérdida, de alternancia de alegría y tristeza que son comunes a toda vida en este mundo. Es imposible que os engañéis porque recordad que encontráis lo que habéis sido siempre y veis a vuestro personaje y a vuestra vida que son algo que está en el orden de los sueños, que no es tangible y que sin embargo no es ilusorio. Es real, pero esa realidad aparece y desaparece, se le llama realidad, pero no podrá nunca satisfaceros, es imposible, porque carece de lo esencial: reencontraros.

Debido a las circunstancias temporales de este mundo, la Aceptación se vuelve cada vez más fácil, a condición de no poner delante o detrás, ninguna suposición, ningún objetivo, ningún deseo, ninguna barrera. La Acogida es, por tanto, sin condiciones y os hará ver que no tenéis nada que detener, nada que creer y, en definitiva, dejáis que se desarrolle la experiencia, pero no sois esa experiencia y comprobaréis que esa experiencia de la vida que sucede en la persona, es cada vez más ligera. La vida de la persona se calma sin explicación, sin causalidad; en realidad os habéis encontrado en todos los sentidos del término.

Es el momento en que la Vida, como has planteado como pregunta, tiene prioridad sobre tu vida. Y cuando la Vida tiene prioridad sobre tu vida, te vuelves “viviente”, la muerte no tiene ninguna influencia sobre ti, el mundo no tiene ninguna influencia o presión sobre ti, ningún vínculo permanece, solo queda la libertad del Amor libremente consentido, libremente emanado, libremente vivido. No hay ninguna reducción ni amplificación de este Amor; es igual, se distribuye de manera natural como el sol lo hace, sin distinción de hombre, mujer, estatus social. La Luz es la misma para los malvados y para el santo; solo el uso de ella es diferente.

Abordemos la segunda pregunta.

Pregunta: ¿En qué momento nace el cuerpo de Êtreté?

La pregunta no especifica si es lo que pudiera llamarse “el comienzo” que nunca ha tenido lugar. En ese caso, el cuerpo de Êtreté es único; sea cual sea la conciencia, sea cual sea la dimensión, es un vehículo universal. No hay ninguna diferencia en la estructura misma del cuerpo de Êtreté, solo hay coloraciones que son tomadas por ese cuerpo de Êtreté dependiendo del marco en que entra en manifestación. El vehículo nunca será vosotros; un vehículo es un medio de transporte que no se hace solo en el tiempo y en el espacio, sino que se realiza, sobre todo, más allá del tiempo y del espacio, de experiencia en experiencia, pero no sois propietarios de las experiencias, sean las que sean, incluso en este mundo. Sois la suma de todas las experiencias. Eso no lo puede concebir vuestra cabeza, eso solo puede ser comprobado en el corazón.

No tenéis necesidad de morir para eso, no tenéis necesidad de volver a nacer más, sino que como se os ha dicho, volveros como un niño, es encontrar la inocencia de antes de los cuatro años, antes que el conocimiento parental de la educación, de la sociedad, haga su obra de división. Por eso os he dicho que remontéis vuestros recuerdos no para elucidar o resolver algo, sino para encontrar lo que erais antes de que la individualidad os atrapase. Esto no es un retorno al pasado de vuestra historia, sino una forma de retorno a la evidencia.

En resumen, sea cual sea la dimensión, sea cual sea el marco de expresión de la conciencia, no hay más que un cuerpo de Êtreté. Todo es Uno. Independientemente de la multiplicidad aparente de las dimensiones y de las formas, no hay ningún aspecto fragmentario o parcelario. Estando en el centro de la rueda, también estáis en la rueda completa de la manifestación, pero sois anteriores a toda manifestación, a toda conciencia. El hecho de encontrar esto que, aquí en este mundo, os libera, os hace vivir la Alegría, ese estado natural que es vuestra naturaleza, vuestra esencia, en cada uno de nosotros, estemos donde estemos, sea cual sea la apelación de la forma. Ya seáis María, Arcángel, Bidi o el peor de los asesinos, eso no cambia nada. Eso no es un concepto, eso no es algo que haga falta creer o adherirse, sino que es vivido. Cuando se vive, no hay espacio posible para la fragmentación, para la idea de ser una persona, para la idea de tener una familia, un marido o una mujer. Veis realmente los juegos de la conciencia, pero estando liberados, no necesitáis la conciencia porque sois la fuente de la conciencia, la fuente del cuerpo de Êtreté e incluso, por delante de esa fuente.

La Aceptación, hoy, permite lo que antes consiguió en algunos de vosotros, la refutación, la Onda de Vida, el Sharam Amrita de comienzos del año 2012. Las circunstancias son diferentes. La nueva concienciación del cuerpo de Êtreté, sobre la que muchos de vosotros habéis trabajado, ha hecho posible la presencia del cuerpo de Êtreté, idéntico para cada uno, para la totalidad de las conciencias de la Tierra. Esta Aceptación permite a partir de ahora, no necesitar ya tomarse ningún trabajo; el observador está cada vez más presente. El observador es también un espectador y no un actor, que os lleva a ver, como os dije hace unos años, a constatar, que no hay ni actor, ni espectador, ni teatro, que estáis por encima de eso, aunque juguéis ese juego. No hay duda posible porque eso es vivido, no pensado o conceptualizado. Ningún concepto puede conduciros a la Libertad. Mientras haya definición dentro de una forma, dentro de una dimensión, hay juego, pero la diferencia de la libre expresión de la conciencia con la expresión de la conciencia de este mundo, se debe al olvido.

Desde el momento en que el individuo aparece en este mundo, lo que sucede, os recuerdo, unos años después de la aparición del bebé, como decís en vuestra lengua, está arruinado, está atrapado; cumplís con lo que el sueño común os pide y tomáis el sueño por la realidad al imponeros unos objetivos. Tanto si son amorosos como si son espirituales, no hay ningún cambio; el objetivo es siempre una proyección. Solo cuando los objetivos son erradicados porque son vistos por lo que son, os reencontráis y sois libres, con los marcadores de los que os he hablado: la Alegría, la Paz y la permanencia de vuestro estado de ánimo. No necesitáis ninguna referencia, ni incluso un modelo; necesitáis despojaros de todos los atributos de la forma, de todos los atributos de la sociedad, pero recordad que no tenéis que huir de nada. El error sería creer que tenéis que uniros a un movimiento, a un grupo, a una religión, escuchar a alguien. No hay maestro, no hay superior, no hay jerarquía; todo eso son tonterías muy adictivas en todas las espiritualidades, en este momento.

¿Qué queda hoy incluso del Advaita Vedanta? Releed Shankara, si eso os interesa. Sumergíos en los escritos más antiguos, traducidos por un personaje reciente, pero quiero hablar de los padres del Advaita Vedanta. Donde quiera que estén situadas esas lecturas, en Cachemira, en la India antigua, en el budismo primordial, en el Taoísmo, en las palabras de Cristo, y no en las palabras de la religión, estas han expresado, cada una a su forma, la Verdad; pero hablar de la Verdad no os hará nunca verdaderos. Seguir un culto, un ídolo, un maestro, os encierra. No debéis creer nada de la historia, no creer nada sobre vosotros mismos. Aceptar no saber nada de lo que sois en verdad, es la única forma de encontraros hoy. No podéis apoyaros sobre nada, ni incluso, sobre vuestra persona, sobre vuestros afectos y, todavía menos, sobre proyecciones. Manteneos presentes en vosotros mismos independientemente de lo que debáis dirigir o creáis que debéis dirigir en este mundo y eso se hará de forma natural.

Dicho con otras palabras, lo que se produce sobre la pantalla de este mundo, en tanto que persona, no concierne en nada a lo que sois en verdad y estáis atrapados desde que creéis en la historia, sea cual sea, en los personajes que sean, vosotros u otros. Por eso la Verdad no se puede decir, sólo puede experimentarse y vivirse en el silencio más completo, despojado de toda referencia, de todo propósito, de todo objeto, de cualquier punto de comparación. Atreverse a descubrir la nada del ego es descubrir el Todo, libre de conceptos, libre de ideas, libre de todo ese desorden espiritual que bloquea el camino y la vista de manera mucho más fuerte que las convenciones sociales o morales.

Lo que quiero decir con esto es que hoy no necesitáis la espiritualidad; vosotros sois el Espíritu y sois anteriores al primer Espíritu, anteriores al cuerpo de Êtreté. Eso basta. Experimentad eso y todo lo demás os será abierto aquí como en otros lugares. No os dejéis retener por nada, lo que no significa que suprimáis los vínculos por cualquier acto, ni os independicéis de la sociedad; eso significa, que estéis dentro plenamente, sin rechazar nada de vuestra vida. Tanto si se trata del marido, de la mujer, de los hijos o de las contrariedades de cualquier tipo, dejadlo vivir, no os concierne. Si os sentís afectados, estáis atrapados en la historia, en el escenario, en un futuro. Pero vosotros sois perfectos, en este instante. No os apoyéis en nada, en ningún modelo; estad en la inocencia, la del niño.

Os he dicho, y os lo vuelvo a repetir hoy, cuando estaba encarnado como vosotros, que mis palabras no podían fallar, pero el peso de los condicionamientos es tal -no sólo en Occidente, es también en Oriente allí donde vivía-, el peso de la Historia, de las adhesiones múltiples a una fe, a cualquier cosa, lo que os impide ser libres. En el instante presente, no hay ni mañana ni ayer, entonces, ¿cómo queréis encontrar el instante presente si hacéis referencia a ayer o, a mañana?, ¿o depender de las experiencias de otras personas? Debéis liberaros, pero cuando digo que “debéis”, eso no es un trabajo o un esfuerzo, es un alivio y, por supuesto, el miedo a menudo oculto, os mantiene encerrados, el miedo a lo que se diga, el miedo a perder, el miedo a no controlar, a no administrar, a no poder hacer frente.

El Liberado, y he hablado de la Paz en su naturaleza, en su estado natural, muestra también una despreocupación, porque la mente ya no puede venir a invadir lo que es el orden del Espíritu. El mental sirve para trabajar en este mundo, pero no para encontrar lo que sois, el reencuentro. El mental no es vuestro enemigo, es vuestro aliado en este mundo. El peso que le dais, por los pensamientos, por las creencias, es lo que lo hace tan odioso, pero lo veis cada vez con más facilidad, independientemente de vuestro posicionamiento. Así que hay una forma de relajación de la identificación al mental, así como la identificación al cuerpo, es un mecanismo global que es coyuntural, pero vosotros no dependéis de ninguna coyuntura. Lo que quiero decir es que esto nunca ha sido tan fácil como hoy.

Además, cuando sois libres, solo podéis sonreír con indulgencia al personaje que erais en el momento anterior. No hay mejor prueba. Encontrar ese estado natural es una evidencia tal, que no puede surgir en el interior de la conciencia, ninguna duda, ninguna cuestión, nada puede venir a perturbar eso. Si estáis perturbados, es que habéis hecho la experiencia, pero no os habéis encontrado; sólo os habéis visto o percibido.

Querría sobre todo que os mantuvierais presentes en vosotros, que no se requiere ningún esfuerzo para administrar vuestra vida en este mundo, para hacer frente a las obligaciones, pero no mezcléis eso con el Espíritu. El simple hecho de querer poner el Espíritu en todas partes, en todas vuestras actividades cotidianas, no sirve de nada, porque vais a realimentar a vuestro mental. En cierto modo, no es necesario separar las cosas, ya que todo es Uno, pero sí ver lo que es del orden de lo efímero y lo que es del orden de la Verdad. Nada de lo que es efímero puede tener relación con la Verdad porque la verdad de un día no es la verdad de mañana. Conocemos todos eso a través de nuestros afectos: yo te amo, yo me caso / yo no te amo, yo me divorcio. Y, de todas formas, incluso el amor más romántico, el más perfecto e ideal en la Tierra, se terminará necesariamente en el instante de vuestro último aliento.

Vivid lo que la Vida os propone, lo que os ofrece, pero no os aferréis a nada. Además, se os ha dicho -me parece que no hace mucho tiempo-, que todo lo que debe llegar, llegará, hagáis lo que hagáis, y lo más cierto en este mundo, es la muerte de la historia a través de la muerte del cuerpo, ese saco de comida que es solo carne y que por tanto os sirve para manifestaros y estáis en él. Pero no os volváis idólatras, el templo es una construcción. Lo que es importante no es la apariencia del templo, sino lo que hay en el interior, por supuesto.

No tenéis nada que venerar, no os tenéis que someter a nada, ni a los conceptos, ni a los preceptos, ni a ninguna historia. Desde luego, hay y ha habido modelos, os lo he dicho, pero como sabéis, en un momento dado el modelo debe ser eliminado. El modelo os permite copiar, acercaros, no importa el modelo que hayáis elegido, pero vosotros no sois el modelo. Llegado un momento, debéis hacer el duelo de todas vuestras ilusiones, de todo lo pasajero y eso se hace de forma natural, cuando os encontráis, porque nada más puede subsistir que la verdadera Alegría sin objeto, esa serenidad, ese éxtasis. Repito, eso son palabras que se encuentran en todas las culturas y en todas las lenguas, con sinónimos, equivalencias, pero toda palabra que es pronunciada sin ser vivida, no sirve de nada, es una palabra, no es el Verbo.

Sigamos si quieres.

Pregunta: Le agradezco que me haya hecho entender que la fuente de la conciencia está en el Corazón del Corazón. Gracias a eso, he logrado conectar con el Corazón del Corazón y vivir la Alegría. 

Te agradezco este testimonio y como os decía hoy, en este momento de la Tierra, es mucho más fácil, a pesar de las apariencias y las limitaciones externas del final del Kali Yuga, encontrar vuestra verdadera edad de oro. Eso está en vosotros y no en la transformación de Kali Yuga en una edad de oro. Esos son sueños, sueños del ego, sueños del alma, pero esa no es la verdad del Espíritu. No tenéis nada que mejorar, no tenéis nada que evolucionar, solo tenéis juegos que interpretar, experiencias, el juego por el juego.

Recordad que, en las otras dimensiones, no hay reglas, solo hay una ley, como se os ha explicado, depende de vosotros vivirla, la ley de Uno, la ley de Gracia, la ley del Amor; es la misma ley. Todo lo demás no es necesario, ni útil ni incluso deseable, el Amor lo hace todo. El Kali Yuga, la edad de la sombra, es la edad en la que se ha olvidado el Espíritu colectivamente. Poco importan las fuerzas que han actuado para realizar eso; no tiene ninguna importancia porque eso forma parte del juego. Lo que llamamos hoy sufrimiento, aunque fuera el más intolerable, desaparecerá en el momento de la muerte. El Amor no desaparecerá nunca, no puede desaparecer. Sin Amor, no hay vida; sin Espíritu no hay vida, aunque el Espíritu esté enrarecido, es un mecanismo del olvido, repito una vez más, sean las causas que sean. La misma causa es un juego.

Los llamados “pueblos primitivos”, llaman a la vida en este mundo “un sueño”. De hecho, es un sueño y, diría incluso en Kali Yuga, una pesadilla. Sin embargo, es en esa pesadilla donde se encuentra la vida real, porque la pesadilla crea las condiciones del despertar. El miedo también conduce al Amor, lo queráis o no, y cuando el Comendador decía “el miedo o el Amor”, si estáis en el miedo, eso quiere decir que el Amor llama a vuestra puerta todavía más fuerte. Cuando os cansáis de tener miedo, cuando os cansáis de sufrir, cuando os cansáis de contar historias, entonces os reencontráis.

Mientras creáis que hay una búsqueda, mientras penséis que hay algo que mejorar en lo que es perfecto, no podéis encontraros. Mejorar las condiciones de vida sobre este mundo, no importa el estado de comodidad o incomodidad, eso no cambia la Verdad. Por supuesto, sé que hay muchos maestros pseudo-gurús que os hacen creer que debéis trabajar, que debéis buscar, que debéis mejorar, que debéis practicar. Pero tened en cuenta que se trata de personas ciegas que guían a gente tuerta.

En cierto modo, necesitáis convertiros en anarquistas, pero no un anarquista político, sino un anarquista de la conciencia que rechaza todos los marcos de referencia, todos los límites, en el Amor, en la certeza, en la evidencia de lo que sois. Lo que no es violencia es natural. No creáis nada y, sobre todo, nada de vuestra historia ni de la historia de este mundo. Mientras no hayáis cambiado todos vuestros puntos de vista y todas vuestras miradas hacia el santo de los santos, al Corazón del Corazón, como lo llamáis, como se ha citado en este testimonio, ¿cómo queréis encontraros?, ¿en las historias, en un maestro, en prácticas inútiles? Eso no son más que balbuceos, disfraces. La Verdad no necesita de ningún vestido, ninguna palabra, ninguna suposición, nada; ella “es”. Y es lo que somos todos.

Mientras no se haya encontrado el centro, el movimiento de la rueda es caótico, a la imagen de todas las historias de este mundo, aunque fuese la historia de un gran ser. En los Upanishads, Krishna también estaba equivocado. La perfección no puede existir en la manifestación; es normal, es un juego. La única perfección real es tu naturaleza. Para eso necesitas, de alguna manera, sumergirte en la nada, en el vacío, en la desaparición, volver a la fuente de la conciencia que está en vosotros. La Fuente está en vosotros, el Salvador está en vosotros. El pecador también, el santo también, pero no sois vosotros. Vosotros no podéis estar limitados a ningún rol, a ninguna historia, a ninguna dimensión, a ningún universo, ni incluso, a ningún multiverso. Dejad de balbucear, de fingir, de adheriros a algo. Id a lo esencial; allí no hay espacio más que para lo esencial.

La Verdad es simple, es Una, es única, independientemente del emplazamiento donde deseéis estar o manifestaros, en este mundo como en cualquier mundo. Es preciso que aceptéis bajar a la nada, para el ego. En la psicología, se diría, ir a vuestras profundidades y enfrentaros a vuestras sombras. Es lo mismo al nivel del Espíritu. Os recuerdo que el Espíritu para el ego, es la nada y para él Sí, es la sombra. Pero, ¿queréis ser libres? Es la pregunta que debéis plantearos. ¿Qué entendéis por Libertad. La libertad ¿de qué?, ¿de continuar vuestras historias o la Libertad de ser verdaderos? Lo uno no va con lo otro; no es posible. En ese sentido, vivir el Corazón del Corazón es la vía de la Evidencia. No necesitáis nada más, ningún equipaje, ningún concepto, ningún propósito y, sobre todo, ningún futuro porque todo está en el instante presente.

¿Puedes continuar?

Pregunta: ¿vivir la Eternidad, es vivir el Absoluto?

El Absoluto es un concepto. Que lo llaméis Parabrahman, Último, «lo que está más allá de la Luz», «la nada», da igual las palabras, no podéis poner ninguna palabra, vividlas. Si buscáis unas palabras para definir algo que es indefinible, sea cual sea el punto de vista, os perdéis en el lenguaje en lugar de ser el Verbo. Y además, en esta pregunta está el posicionamiento del intelecto que quiere saber, qué quiere definir. El Espíritu está más allá de cualquier definición. Sopla donde quiere y cuando quiere, es lo que sois.

Encontraos, reencontraros, y todo lo demás, en este mundo como en cualquier mundo, en el descanso eterno como en la manifestación que sea, es lo que sois. Ahí está el único estado que no es una meditación ya que no hay ninguna búsqueda. Mientras penséis que tenéis que cumplir algo, practicar algo… tenéis el derecho de practicar algo para mejorar lo que queráis en este mundo, pero no tenéis que practicar nada para ser vosotros mismos. No necesitáis seguir a nadie ni imitar a nadie.

Entonces por supuesto, para la persona, al principio, más vale tener un modelo, es más tranquilizador, es más seductor, pero en un momento dado tendréis que matar este modelo, y giraros totalmente a vosotros mismos para descubrir la única Verdad. No hay otra. La Verdad, es lo que sois. En la Verdad están todas las historias pero no sois ninguna historia parcelaria, sois la suma de todas las historias, de todas las creaciones, de todas las dimensiones, de todos los Arcángeles. No hay ninguna diferencia, no hay ninguna distancia excepto las creadas por los pensamientos y los conceptos, eso es todo.

 Ser liberado confiere una simplificación en vuestra vida porque os habéis convertido en la Vida, y porque vuestra vida es alimentada en cierto modo por la Vida y ya no por los conceptos, las ideas, la moralidad, o la sociabilidad. ¿Cuál era la pregunta? ¿Puedes repetirla?

 Pregunta: ¿vivir la Eternidad, es vivir el Absoluto?

 La palabra que me molesta, no es ni la palabra Eternidad ni la palabra Absoluto, es la palabra “vivir”, porque en lo que está enunciado, está la realidad de la vida personal en este mundo, de la historia en la cual se sugiere, da igual si es la Eternidad o el Absoluto, que este Absoluto, esta Eternidad, puede ser absorbido en la historia de la persona. Es falso, es la historia de la persona que es reabsorbida en la Verdad. Es toda la diferencia entre la proyección y la Acogida. Una vez más, que lo llaméis Eternidad, Absoluto, Último, Parabrahman, cada tradición y cada cultura tiene sus expresiones para esto, no cambia nada. No puedes debatir o aceptar que la Eternidad es igual al Absoluto si no lo vives. Así que la respuesta no te aporta nada, te aporta un concepto, pero la vivencia sólo depende de ti. Y cuando digo “de ti”, no es la historia de tu persona, es lo que está anterior a cualquier historia, a cualquier dimensión, a cualquier fuente, e incluso anterior al cuerpo de Êtreté.

Pero la palabra Absoluto, o Último, es mucho más significante que la palabra Eternidad; esta palabra fue empleada por los Ancianos cuando se hablaba de Eterno y de efímero. En la vivencia natural, ni siquiera la Eternidad quiere decir algo, sólo podéis decir: «Esto es». Se traduce por la Felicidad, la ligereza, la despreocupación, el Fuego del Corazón si queréis, y eso es todo. Mirad la vida de una de las Estrellas, Ma Ananda Moyi. ¿Acaso ella necesitó unos conceptos? ¿Ella necesitó escribir libros? La Fuente, ¿necesitó escribir? ¿Necesité yo escribir? Tan pronto ponéis las palabras sobre el papel, estáis en lo falso, fijáis lo que no puede ser fijado. Es en este sentido que todos los libros sin ninguna excepción, incluso los Vedas, sólo alimentan el cerebro y os alejan del corazón.

Sean cuales sean los libros, ya se trate del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento, del Coran, de los Vedas, siempre hay un ser o un conjunto de seres cuyo testimonio es recuperado en forma escrita, fijando las cosas, alterándolas, modificándolas, porque el que ve y el que escribe no es el que vive. Tan pronto entendéis el matiz, y es fundamental, ningún escrito, a pesar de su poder evocatorio o incluso vibral, como por ejemplo el Apocalípsis de San Juan, puede liberaros. Sólo puede dar testimonio de la Verdad, eso es todo, pero mientras la Verdad no es vivida, sigue siendo un concepto.

Sigamos con más testimonios o más preguntas anónimas.

Pregunta: la Acogida o acoger, es relajarse, dejarse atravesar, hacerse muy pequeño, entrar en el interior, en el Corazón del Corazón. Es dejar de alimentar lo conocido para que pueda llegar lo Desconocido, sacrificar la persona para dejar que la Eternidad se establezca e irradie.

Es perfecto, excepto por la palabra «sacrificar la persona». Puede dar la impresión que haya que acabar con su vida, con este cuerpo o con esta historia, lo que es totalmente falso. La única restricción es está, pero el resto es efectivamente esto. No olvidéis que los pensamientos, el mental, lo veis cada vez más claramente pero no veis las creencias, porque las creencias no siempre se traducen en pensamientos o en actos, las creencias forman parte de vuestra educación. Creer o no creer no cambia nada. En cambio, cuando os dicen que el tren que debéis tomar llega a las 18h 12, bien evidentemente que tenéis que creerlo, pero todo lo que se refiere al Espíritu, todo lo que se refiere a los escritos, los que sean, no pueden ser creídos.

¿Cómo explicáis entonces, salvo para el siglo XX, que tan pronto que un ser, esté donde esté, descubre la Verdad, una multitud se apodera de ello para convertirlo en una religión? Ya se trate de Ahura Mazda, de Mani, de Cristo, de Mahomet, de Buda, tan pronto esté escrito es falso, y todas las religiones os lo venden como la panacea universal para haceros creer en unos cuentos, impidiéndoos realizarlo vosotros mismos. Es una proyección.

Ningún escrito, ni siquiera la historia moderna, puede ser la verdad, porque depende del que lo escribe y no del que lo ha vivido. ¿Por qué creéis que La Fuente no ha escrito nada, por qué creéis que aparte de unos poemas, no he escrito nada? Porque escribir es un travestismo, no de vosotros sino de los que se apoderan de ello o que escriben en vuestro lugar. El Espíritu sólo puede realizarse por sí mismo. Ninguna autoridad exterior, ningún maestro puede liberaros, es una mentira, e incluso en la tradición oriental donde se suele transmitir el poder, siempre ha acabado mal. Incluso cuando el que lo ha vivido designa a un sucesor, es un travestismo total. Nada puede acercarse, ni siquiera de lejos, a lo vivido. Todo lo que no se ha vivido es falso. Es un principio, y es una verdad esencial de la conciencia en manifestación.

En lo que nombráis las demás dimensiones, los escritos no sirven de nada ya que todas las conciencias juegan, tienen acceso a esta especie de memoria universal y tienen acceso a la telepatía u a otras formas de relación. ¿Cuál es la necesidad de escribir? ¿Cuál es la necesidad de demostrar? ¿Cuál es la necesidad de firmar? ¿Cuál es la necesidad de conceptos? En cuanto sabéis quiénes sois, que os habéis reencontrado, no escribáis ningún testimonio ‒ aquí es diferente, hablamos de ello ‒, porque tan pronto este testimonio esté escrito, aunque se trate de una vivencia auténtica, será travestido. Sólo podéis estar seguros de lo que vivís; no podéis estar seguros de lo que escribís ni incluso de lo que comprendéis, porque hay unos filtros, y en el seno de estos filtros, hay unas desviaciones.

Si miráis hoy en la tierra, muchos hermanos y hermanas viven este estado natural. ¿Creéis que necesitan vincularlo, cuando ellos lo viven espontáneamente, a una religión, a una cultura o a una explicación la que sea? Es inexplicable, es intraducible. Sólo se pueden escribir unos poemas, tal y como hizo de hecho Sri Aurobindo por ejemplo, o como hice yo también, pero ni siquiera describe la Verdad; la Verdad sólo puede ser vivida, no puede ser afirmada. Y vivida a solas, lo que llamáis el cara a cara último, más allá de toda referencia, más allá de toda historia, la vuestra como las demás historias, en la desnudez, en lo que habéis nombrado la humildad, la simplicidad, la Vía de la Infancia que es la verdadera vía, la vía de la ignorancia, lo que podríais nombrar en Occidente, la fe inquebrantable en la verdad del Espíritu.

Lo que algunas Estrellas os han contado hace años, se habló acerca de la Estrella Gemma y de la Estrella Hildegard, también de la Estrella Ma, y de las circunstancias particulares que fueron vividas. Acordaos, nadie puede servir a dos maestros a la vez, y no hablo aquí de Dios o de Diablo, sino que no podéis servir a un maestro, uno autoproclamado o uno histórico, y descubrir quiénes sois, a menos de tener un inmenso talento de imitador. En ese momento, la imitación se volverá verdadera. Esto fue el caso para algunos santos occidentales y el primero de ellos se llamaba San Francisco de Asís, pero hoy estáis tan metidos en el Kali Yuga, en las obligaciones, en las responsabilidades ‒ y que sin embargo no hay que huir ‒, que efectivamente esto podía parecer más difícil, pero es en el seno del Kali Yuga que la Luz ha reaparecido de manera consciente a vuestros ojos, a vuestros sentidos, a vuestra vivencia.

Dicho de otra manera, no podéis nutrir y alimentar este mundo, como ninguna historia en este mundo, incluida la vuestra, y ser libres. En el estado actual de las cosas y de la vida en la Tierra, las palabras que os doy hoy no pueden fallar. Ponerse al desnudo quiere decir exponerse, no poner nada delante, ni en ninguna otra parte. Así es la Verdad. No podéis fijarla, no podéis compartimentarla, no podéis insertarla en ninguna historia, si no la perdéis.

Es lo que intenté explicar en el año 2012, al igual que durante los últimos años de mi encarnación, pero todos los seres que han pasado a verme, todos los que estaban en unas historias, de maestros, de religión, huyeron. Sólo los que eran inocentes, sólo los que eran verdaderos en su personaje, más allá de todo concepto y de toda creencia, han vivido la misma cosa que yo. No buscaron imitarme, no buscaron crear unos movimientos, porque es el contacto directo con vosotros mismos, sin rodeos ni tonterías, sin decorado, en la total desnudez, es ahí que os reencontráis.

El obstáculo más importante era la identificación al cuerpo. Cuando estaba encarnado, los procesos que nombráis de Luz vibral, han aflojado los lazos, os han permitido descubrir el emplazamiento del observador que ve la historia. Viendo la historia que vivís, de alguna manera entendéis, por el emplazamiento del observador, que no sois el actor. Mientras creéis que dirigís vuestra vida, es el ego que os dirige. Este ego es útil para elegir a una mujer, a un marido, una casa, un trabajo, pero no lo mezcléis con la espiritualidad o el Espíritu. No hay ninguna relación posible, ya que os es desconocido; como se dijo en el testimonio, estaos preparados para lo Desconocido y lo imprevisible.

Cuando un niño juega a los indios y a los vaqueros, juega un papel, puede incluso sumergirse en el papel, se sumerge incluso más porque hay placer y cuando el juego se para, reencuentra lo que es, su nombre, su historia que empieza, el modelo parental. La vida en este mundo a menudo fue comparada a un sueño. Ya se trate de los pueblos ancestrales como a nivel de lo que está descubriendo la ciencia hoy. La materia sólo es vacío ralentizado, lo suficientemente ralentizado y comprimido para poder aparecer. Hablo de la materia de este mundo. Existe una infinidad de materias, una infinidad de juegos, una infinidad de mundos, pero sois esta infinidad, cada uno lo es del mismo modo, en la misma totalidad, en el mismo espíritu.

No olvidéis que es vuestra conciencia ordinaria, la de la persona, la que fragmenta, la que oculta, que no puede de ninguna manera conocer lo incognoscible y lo Desconocido. No podéis, desde la persona, descubrir la Verdad. Podéis explicar todos los mecanismos que queráis, incluso a nivel del alma, y muchas enseñanzas lo han hecho, sobre todo durante el siglo XX, pero ninguna de esas enseñanzas o esos pseudo-maestros puede llevaros a la Libertad ya que no lo han vivido. Como decía, los ciegos guían a los tuertos, es incluso peor que un tuerto guiando a unos ciegos. Daos cuenta. Tenéis que soltar todas esas cosas, y esto no se hace con esfuerzo, no se hace con trabajo, se hace girando vuestra conciencia, vuestra mirada, hacia el Santo de los Santos, se ha explicado de diferentes maneras por los Ancianos. Es la única Verdad. Todas las verdades sólo fueron unas historias aproximadas cuya pedagogía permitió acercaros a lo que sois, a soltar la identificación al cuerpo, a soltar la identificación a la historia, a este cuerpo, a vuestras vidas, como a este mundo.

 …Silencio…

 ¿Hay más testimonios, más preguntas?

Pregunta: ¿se puede decir que la Acogida, es aceptar lo que ocurre o lo que no ocurre a la persona, sin intervenir, salvo si hay necesidad de cuidar al cuerpo? 
Así, en esta plena aceptación, dejándonos atravesar simplemente sin hacer nada, esto lleva a un relajamiento de la persona, del ego, del mental. Así, finalmente se revela lo que somos en verdad.

Es totalmente correcto, dicho con otras palabras, pero es la misma cosa.

No olvidéis que esta noción que fue ampliamente desarrollada, sobre el principio de la falsificación, haya sido lo que haya sido la causa, ésta no me interesa ya que cualquier manifestación de conciencia es un juego; incluso aquí, hay unos juegos más agradables que otros, ¿no? Cuando somos niños, nos gusta jugar, las chicas prefieren jugar a la rayuela o saltar a la comba, los chicos prefieren jugar a otra cosa, medirse entre ellos, jugar a la guerra. Son unos juegos. El único problema de este juego en este mundo es el olvido. Basta con “reencontrar”, tal y como fue expresado, sin embargo la mejor manera de reencontrarse, es acogiendo sin condiciones y sin concesiones.

Este principio de Acogida no es solamente un concepto, también es una realidad de lo que sucede en la conciencia. Si incluso vuestra conciencia de la persona, entonces efímera, decidiera acoger algún acontecimiento de vuestra historia, doloroso o difícil… acoger, me atrevería a decir, es un estado mental. Este estado mental, por supuesto, deja pasar la conciencia del sufrimiento o del desequilibrio, pero más allá de esta acogida de la historia, del sufrimiento, como se ha dicho, el estado de Acogida permite también la Acogida de la Luz. En lugar de reaccionar, en lugar de explicar, en lugar de comprender, en lugar de entender. Cuando digo acoger, no es solamente acoger las miserias de la vida, o las alegrías de la vida, es la función de esta palabra “acoger” que os permite reencontrar. Así que no polaricéis la Acogida simplemente con una especie de acogida incondicional de todo lo que la Vida os proponga.

Si un individuo se presenta ante vosotros con una espada, y os dice que os va a matar, no os he pedido acogerle. Lo que hay que acoger, es una actitud que evita la proyección de la conciencia. No hablo únicamente de los acontecimientos de vuestra historia personal, hablo de acoger sin saber lo que acogéis, de poneros en esta disposición de corazón. Pero no tenéis que recibir ningún sablazo, y de hecho si acogéis, no hay ninguna razón ni ninguna posibilidad de que este tipo de situación se produzca, porque cuando estáis en la Acogida… no os pido acoger vuestra historia, ella ya está acogida ya que la vivís, aunque la rechacéis; si ella se manifiesta a vuestra conciencia, es que efectivamente la habéis acogido, aunque digáis que no es verdad. Si decís que no habéis acogido el sufrimiento, quiere decir simplemente que vuestro punto de vista es el del ego, de la persona. La Acogida de la que hablo no es únicamente la acogida de las circunstancias de vuestra vida, es la Acogida en el sentido más amplio, es la inocencia, es la espontaneidad.

En los testimonios que habéis recibido o que dáis, tenéis al testimonio de la que fue nombrada la pequeña Teresa, y que sin embargo no ha necesitado pasar mucho tiempo en la Tierra. Entonces podemos siempre decirnos que era un alma grande; ella dijo exactamente lo contrario, que era la más pequeña, que era insignificante. No construyáis ningún guión, no construyáis ninguna historia alrededor de la historia. Pues acoger, es estar disponible para lo Desconocido, para lo invisible, es dejar que venga a vosotros. Como Cristo dijo: «Dejad a los niños venir a mí.» La Acogida tal y como la he definido, hace que desaparezcan los mecanismos de proyección, los mecanismos de defensa, y todas las historias.

La refutación de hace varios años puede ser utilizada hoy, pero diría que de alguna manera hoy, es tomar una vía más larga. La vía más directa es la Acogida, acoger lo Desconocido, lo imprevisible.

Veis como es muy fácil transponer una palabra, como la palabra Acogida, y pegarla a vuestra historia personal. No tenéis que acoger vuestra historia personal ya que estáis insertados en ella, ya está allí. La Acogida es un estado de apertura, un estado mental, un estado de la energía si preferís, que os pone en la mejor disposición para reencontrar la Verdad, pero no lo limitéis a la acogida de vuestra historia. La Acogida es vasta, atañe a todos los posibles y a todos los imposibles. Si no ponéis ningún límite ni ninguna restricción ‒ de hecho es imposible ya que os es desconocido ‒, entonces estáis disponibles para la Verdad, para reencontraros, sea cual sea la historia contada, sea cual sea vuestro sufrimiento, sea cual sea el ego o el Sí.

Así que no limitéis esta acogida a los acontecimientos de la vida ordinaria, si no vais a caer en el exceso. Este exceso, ¿cuál sería? Es por ejemplo, el tener una enfermedad, el no ver los porqués y las razones, y decir «acojo». No limitéis esta noción de Acogida a las cosas desagradables y agradables que conocéis. La enfermedad es conocida por todos, sea cual sea el órgano o la enfermedad propiamente dicho; es la ruptura de la armonía. La Acogida de la que hablé ayer y de la que hablo hoy es mucho más vasta que esto. Podríais nombrarlo eventualmente la apertura del corazón, pero cuando hablo de apertura de corazón, habrá algunos que lo conceptualicen en su cabeza.

Hay muchísimas expresiones con la palabra corazón, o con la palabra amor. La Acogida es un estado de receptividad, de Silencio, que os permite situaros lo más cercano posible al Santo de los Santos, lo más cercano posible al centro de la rueda, de dejar de estar sometido a vuestra historia o al conjunto de las historias. La Acogida os pone en el instante presente. No hace falta ningún concepto moral o religioso. No se trata de preguntaros si tenéis que acoger con la misma sonrisa la enfermedad, la muerte, el marido o la mujer, o el hijo. La Acogida de la que hablo es mucho más vasta. Desborda ampliamente el marco de vuestra historia y el marco de lo que tenéis que vivir en este mundo.

Ésta Acogida es similar al hecho de decir: «Encomiendo mi Espíritu entre tus manos», pero en la mente occidental, más allá del aspecto de la historia de Cristo, esto puede todavía reenviaros a un acto de voluntad, cuando no se trata de ninguna voluntad sino de sacrificio libremente consentido. Pero la palabra “sacrificio” podría reenviaros, por el estado actual de todos los idiomas del planeta, al hecho de querer sacrificaros. Pero el sacrificio no es el acto de sacrificarse, es un acto de ver claramente y verdaderamente. El sacrificio no se hace desde la persona, a lo sumo se puede hacer a nivel del alma. Acordaos, la Acogida es más neutra, más vasta. Acogéis lo que sois y no lo que manifestáis, no una nueva historia.

La Acogida es vasta. Crea ligereza, crea inocencia, es la Vía de la Infancia, la pequeña Teresa os habló ampliamente de ello. Su vida lo ilustró perfectamente.

¿Hay más preguntas?

Pregunta: Osho nos pidió volvernos perezosos. No tuve que hacer muchos esfuerzos para serlo un poco más, OMA y usted habéis destruido una buena parte de mi mental. Ahora, nos pedís servirnos de este mental para definir la palabra Acogida. No me siento capaz, visto mi pereza y mi poco mental…

Pero, nunca os he pedido y nunca he definido la palabra Acogida, tiene que ver con la pregunta anterior o el testimonio anterior. No os quedéis con una definición de la Acogida, dije que era vasto, la Acogida es ante todo un movimiento que os lleva aquí, al corazón del Corazón o al Santo de los Santos. No hay nada que comprender. Acoger necesita justamente ser perezoso. Perezosos a nivel de las reacciones, perezosos a nivel de los discursos, y de hecho, diría que podéis acoger la Verdad sólo si sois perezosos ‒ dije bien que no había ningún esfuerzo, ningún trabajo ‒ porque ser perezoso suelta también los lazos, con la historia, con la idea de ser una persona, ser perezoso evita que se recreen unas historias, unos guiones. Lo mismo ocurre por ejemplo cuando los Ancianos o los pueblos de la naturaleza os invitaron a conocerles. No es para hilar unas historias, con unos lugares, unos históricos, es para vivir la relación. No es para contar unas historias.

Así que me da igual las definiciones de la Acogida, y a vosotros también os tiene que dar igual. Es un movimiento que ya no es del interior hacia el exterior, sino lo que podríamos nombrar del exterior hacia el interior. Esto, no hace falta comprenderlo, hay dos ejes. No es un concepto, es una vivencia.

Pues entonces, preguntar si hay que acoger el sufrimiento o aquel que acaba de daros un sablazo, esto es dialéctica mental. Cuando hablo de Acogida, aunque dé algunos ejemplos, es un movimiento donde vais a giraros, a reencontraros. No prejuzguéis lo que haya que acoger o no acoger, poneos en la Acogida. No necesitáis ninguna comprensión, ninguna etiqueta ni ninguna palabra. Cuando os digo de poneros de pie, no vais a decirme que primero os hace falta mover tal músculo, tal otro músculo para poneros de pie, lo hacéis. No hay nada complicado. Si la palabra Acogida os resulta complicada, no soy yo quien lo complica. Hablé bien de una Acogida total en la noción de algo que es vasto; no busquéis especificarlo en función de una circunstancia, de una explicación o de una vivencia.

La Acogida es vuestro estado natural, es por esto que os encontráis con la Acogida, al igual que habéis soltado los lazos con el actor por el emplazamiento del observador y del testigo. Es mucho más fácil acoger siendo espectador que siendo actor. El actor está en la acción, en el juego, el espectador mira el juego. El espectador es pasivo pues, aunque aplauda al final. Escucha, mira, pero nunca le pasaría por la cabeza de un espectador subirse al escenario para molestar o cambiar el juego de los actores. El espectador, el observador aporta una iluminación, una claridad sobre lo que no sois, es decir el actor. La Acogida aporta una iluminación, una claridad, sobre la inocencia y la Infancia. Y acoger, es volverse extremadamente perezoso, mucho más que la pereza de la que os hablaba Osho. Diría que la pereza es previa a la Acogida, porque no podéis acoger siendo actor, no podéis acoger y pensar en lo que vayáis a acoger o no.

La Acogida es un estado que os permite superar todos los estados. Veis pues que con respecto a la refutación, hay una especie de octava más. La pereza prepara la Acogida, y tan pronto sois espectadores, ya os volvéis perezosos, ya que no podéis ser engañados por el actor, sabéis que está jugando, que os guste o no. Pues para la Acogida es exactamente la misma cosa. Hay una dinámica en todos los términos que fueron empleados por unos y otros. Hay, y el Comendador se ha atenido a ella con intensidad, por así decirlo, hay una pedagogía, una pedagogía que no es un conocimiento que haya que aprender, sino una pedagogía que hay que vivir.

Ha sido lo mismo para los diferentes yogas que os fueron dados, dándoos a percibir la energía, la vibración, era una pedagogía. ¿Por qué no hemos, o no he usado las palabras de hoy hace años? Es pedagógico. ¿Por qué trato de salir, aunque os dé de vez en cuando unas palabras que se refieren a mi tradición de origen, o a vuestras palabras que conocéis, en el seno de esta pedagogía? Intenté ser y seré lo más neutro posible. No busquéis especificar la definición de la Acogida, sed la Acogida, vividla. No busquéis comprender o entender antes de vivirlo. Esto, es el error que todos nosotros hacemos, necesitamos comprender, explicar antes de aceptar vivirlo.

¿Acaso habéis entendido lo que es la muerte? Mientras no lo hayáis vivido, no sabéis lo que es la muerte, aunque perdáis a un ser querido. La experiencia es irreemplazable y a la experiencia le da igual los conceptos y las palabras que vayáis a usar después. Dependen de vuestros conocimientos anteriores, dependen de vuestra cultura, pero ya no tienen el mismo valor, y sin embargo son las mismas palabras, porque el lenguaje, la palabra, se vuelve Verbo.

De hecho, en las preguntas personales de los que me visitaban cuando estaba encarnado, tal y como fue transcrito, muchos se dieron cuenta de que yo podía aportar dos respuestas diametralmente diferentes según el interlocutor que estaba frente a mí. ¿Acaso quiere decir que una de cada dos veces estaba mintiendo, o mentía las dos veces? No. Usaba las palabras que individualmente podrían hacer resonar, abrir, reencontrar. Para uno era una palabra, y para otro era una palabra que estaba al opuesto, pero no hay ningún error. Ahora, intento contestar de un modo, os lo dije, anónimo. No será lo mismo después, durante mis últimas intervenciones. En ese momento, vosotros mismos estaréis obligados a hablar, y veréis que ahí también no habrá ninguna respuesta preparada, del mismo modo que algunos seres os piden pronunciar vuestro nombre, porque no hay una respuesta universal.

Pues en lo que a la Acogida se refiere, no lo limitéis a una acción, a un concepto, a una idea, a una definición, poneos en la Acogida, aun sin saber lo que quiere decir. No necesitáis saberlo antes de vivirlo, porque tan pronto pongáis el intelecto delante, la comprensión, la explicación, no estáis disponibles para vivir lo que hay que vivir. Usad las palabras después, no antes. El resultado es profundamente diferente, porque si os servís del intelecto, de las palabras, de los conceptos antes, nunca viviréis lo que hay que vivir. En cambio, si aceptáis vivir lo que hay que vivir, no necesitáis comprenderlo. Es el hecho de querer comprender lo que fija y bloquea el acceso a vuestro reencuentro.

Lo propio del mental, como del ego, es querer entender. No podéis entender el Espíritu, ni el Amor que sois, ya está ahí. Ya está entendido, por así decirlo, por vuestra historia. Sólo podéis vivirlo. Ninguna explicación puede dar cuenta de la vivencia. Ninguna palabra puede realmente acercarse y describir la verdad de lo que es vivido, porque tan pronto la palabra es pronunciada o escrita, hay un travestismo. Porque la palabra escrita es una proyección, porque las palabras pronunciadas también son una proyección, salvo si las palabras pronunciadas salen del Verbo.

Así que no os preguntéis cómo acoger. ¿Creéis que para ser perezoso, hay que comprenderlo? Es el ego que se interpone delante y quiere entender los conceptos, las palabras. La conciencia no necesita entender, no necesita comprender. Decid «Acojo» y acogeréis. No busquéis saber lo que hay que acoger o cómo va a ser, porque no estáis en el instante, ya os habéis movido.

Sigamos.

Fin del testimonio: ya que tengo la libertad, elijo abandonar el lado del libre-albedrío y elijo el de la Luz, y como soy Luz, todo está bien. Gracias Bidi.

Pues todo, en definitiva, sólo puede estar bien, independientemente de las circunstancias y de las coyunturas de este mundo en fase final del Kali Yuga. Siendo eternos, siendo la Verdad y la Vida, ¿cómo queréis imaginar o tener miedo a desaparecer? Es el ego que desaparece, la historia, cuando os morís… pero vosotros nunca habéis nacido. Al no haber nunca nacido, nunca os morís, lo que muere es la ilusión de este cuerpo. Y de hecho, sabéis muy bien que existen cada vez más testimonios, por la actual coyuntura, por los avances de la medicina, todos los seres que se ven fuera de su cuerpo de manera accidental, cuando vuelven a su cuerpo, el único infierno está en este cuerpo, la única pesadez está en este mundo. Nunca podéis desaparecer, desaparecéis de la Ilusión, pero lo que sois nunca desaparece. Nunca habéis nacido, estáis jugando.

La Acogida, la pereza, tienen como consecuencia el aligeramiento, la verdadera despreocupación, sea cual sea el peso de vuestra historia y de vuestros compromisos. Descubriendo la Verdad, ya no podéis estar sometidos a vuestra historia, a vuestros apegos, a vuestros sufrimientos.


Entonces, ya es hora de hacer una pausa, os digo hasta ahora.