domingo, 23 de abril de 2017

MARÍA TEOFANÍA 22 abril 2017 13 horas



Soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra. Saludo a cada uno de mis hijos, presentes a sí mismos en este instante, en cualquier lugar de esta Tierra. Hijos bien amados, os había avisado que vendría siempre que fuera necesario durante este período que vais a vivir en vuestra intimidad y en vuestra presencia.

(Silencio…)

Estoy de nuevo entre vosotros, para anunciaros la Teofanía. La Teofanía es, lo espero, para muchos de entre vosotros, el momento de vivir la Verdad del Cristo y la verdad de vuestra Eternidad. En este mismo momento, mis gracias y mis bendiciones se depositan en cada uno de vosotros y sobre vosotros, a fin de llevaros a reconoceros, y a reconocer la Verdad, en el silencio de vuestro Corazón, en el silencio de la Eternidad.

(Silencio…)

Como os hemos dicho, desde hace muchos meses, ya habéis entrado de lleno, en los acontecimientos anunciados por todos los profetas, en toda tradición y origen que sea. Esta Teofanía representa para cada uno de mis hijos, que me hayan reconocido o no, una Gracia, la Gracia eterna de su propio reconocimiento para cada uno. Y para aquellos de entre vosotros que todavía no me han reconocido, se trata del último aviso para vivir la Gracia, en vez de la división, a restablecer la primacía de la Eternidad, en cualquier devenir que sea de este cuerpo, sea cual sea vuestra vida, sean cuales sean vuestras ataduras residuales o restantes.

La Emanación de mi Corazón Inmaculado ya se ha unido a vosotros durante la última Irradiación Arcangélica de manera improvisada y se realizará, a partir de ahora, cada jueves a las 20 horas. Muchos de entre vosotros ya habéis percibido las modificaciones de vuestro Corazón y de vuestra conciencia, desde las 19 horas del jueves pasado. Será lo mismo en cada Irradiación, para cada uno, alineados o no, sacudiéndoos, para algunos de entre vosotros, en lo más hondo de vuestras certezas y creencias, liberándoos de lo que hayáis podido creer o que hayáis podido imaginar, haciéndoos libres, en definitiva.

Incluso hoy, juntos vivimos ese “Corazón a Corazón”, lo sabéis, durante toda la hora que estaré con vosotros, al igual que estáis conmigo.

(Silencio…)

Estas Teofanías representan el anuncio de la Luz, de su regreso, de su establecimiento y de su reino, independientemente de las vicisitudes que quedan por recorrer en este mundo, para llevar a cabo de manera visible para todos, la Liberación del confinamiento y de la ilusión de la materia.

(Silencio…)

El Arcángel Mikaël lo ha anunciado: sembrará las tierras y el mar desde la próxima semana. La semana siguiente a la semana santa que termina, después de la Resurrección del Cristo, os llevará a enfrentaros, cada uno en su vida, a la verdad de la Luz y a la verdad de la ilusión de este mundo, a sus ataduras, a sus creencias, a todo lo que os hace sufrir en este mundo. El Amor no sabe de sufrimiento, la Libertad no conoce el confinamiento, y vosotros sois seres de Amor y Libertad. A cada uno se os ofrece hoy, de reencontrar lo que él es en esencia: el Camino, la Verdad y la Vida.

Las puertas están abiertas de par en par, mostrándoos que no hay ninguna puerta, que son las de vuestras creencias, de las murallas de vuestras propias ataduras, a lo que vivís, a lo que poseéis.

(Silencio…)

En muy poco tiempo, la inutilidad de las posesiones, sean cuales sean, os aparecerán claramente en vuestras vidas, y eso a escala colectiva. Hace algunas semanas, os invité a que miraseis el Sol, de mirar al Cielo, y sobre todo, de ver en vosotros, para descubrir la Verdad que ahora no podrá más ser ignorada por más tiempo, por ninguna conciencia presente sobre la Tierra.

(Silencio…)

Estáis cada uno, en este mismo momento, en el lugar que es el vuestro, para vivir a la perfección vuestro regreso a la Luz, vuestro regreso a la Eternidad.

Muchos de entre vosotros ya habéis vivido, durante la anterior Emanación esta Teofanía; habrán otras, cada jueves y en este mismo instante.

Es cuando os parece, si aún no está hecho, que todos los conocimientos que habéis conocido, y todas las adquisiciones de esta vida, solo representan algo pasajero y que desfallece, liberando a vuestro Corazón de su carga de sufrimiento y de temor, liberando vuestro Corazón, para instalar allí la verdad de mi Hijo, que es la vuestra, para que durante mi Llamada, que os recuerdo, puede ocurrir de un momento a otro, en cuanto el signo celeste sea visible y en cuanto las últimas Trompetas suenen de manera uniforme sobre la Tierra.

Los acontecimientos de este mundo, tal y como se presentan a vosotros o tal como se os muestran, sólo son distracciones que os alejan de vuestro Corazón, llevándoos a no volver vuestra conciencia hacia vuestra Eternidad, hacia vosotros mismos, más allá de toda apariencia y de todo juego.

Es hora de atreveros a ser definitivamente lo que siempre fuisteis y lo que siempre seréis, sea cual sea la dimensión, sea cual sea la forma u ausencia de forma. Estáis convidados al Banquete Celestial. Ha llegado el momento de lavar vuestras vestiduras en la sangre del cordero. Ha llegado el momento de descubrir la totalidad de vuestro cuerpo Eterno, de todos los posibles de la conciencia, en cualquier forma o dimensión que sea, y eso no se encontrará al exterior, sino en cuanto dejéis de mantener lo que sea de este mundo, realmente y concretamente, no hay nada a soltar, sino a volcarse definitivamente con firmeza y certeza, en el Corazón del Corazón. La Teofanía os impulsa a vivirlo. Ella os da la iluminación necesaria para finalmente, reconocer la evidencia.

El final de la ilusión de este mundo está ahora en su pleno rendimiento. Se ha iniciado y no habrá vuelta atrás. Os basta con reconocerlo, para soltar y aceptar que la divina Providencia es vuestra única certeza, que la Luz es vuestra única garantía que no necesita protección, ni juicio, ni discriminación, entre lo que llamáis el bien y el mal. El Amor está más allá del bien y del mal, es la Verdad, y es lo que Sois.

Entonces, esta Teofanía se vive en este mismo instante. El llamado Fuego Ígneo, es también por supuesto la Radiantes de mi Corazón Inmaculado, como en cada una de mis hermanas que se dirigen hacia vosotros y en vosotros en este mismo momento y en este instante, invitándoos a capitular las últimas resistencias, las últimas creencias e ilusiones que impiden la verdad del Amor.

(Silencio…)

Aquellos de entre vosotros que observáis a la Tierra, al Sol, a los hermanos y hermanas en humanidad, a los eventos del manto de la Tierra, a los eventos de vuestros cielos, solo pueden aceptar y asentir la verdad del Amor. Ved más allá del sufrimiento, más allá del cuerpo y más allá de toda apariencia, la verdad de vuestra Eternidad.

Las Teofanías, en definitiva, no son más que la repetición del escenario final de mi Llamada, dándoos a vivir, si os abandonáis a ella, una dicha inagotable, una alegría que nada puede parar ni detener, que se mantiene por sí misma y que no tiene ni apoyo ni objeto, ni vibración. Ese es el estado primordial del Amor y de la conciencia, os da acceso a la anterioridad misma de ese primordial. A lo que los hermanos orientales han llamado el Absoluto o Parabrahman, que es el Corazón Inmaculado, que no tiene ninguna función y que solo ve el Amor, por encina de toda oposición y de todo lo que llamáis maldad.

(Silencio…)

Muchos de mis hijos despiertan hoy con esa nueva conciencia, esa nueva mirada, aunque no hayan palabras para describir lo que se vive, porque lo esencial es lo que se vive y no lo que se dice. Hoy mismo, muchos de entre vosotros van a encontrar la totalidad de su verdad. En eso nos regocijamos y os acogemos, en eso el Cristo sólo puede aparecer al interior de vosotros.

Muchos de entre vosotros son llevados a fusionar totalmente con el Cristo, y a renacer de nuevo, incluso antes de mi Llamada. Como hace numerosos años, muchos fueron llamados por mí, de manera individual.


(Silencio…)

Recordad las reglas de oro de la Simplicidad, de la Humildad, de la Transparencia, del no juicio, de la Unidad. Son los testimonios de vuestro Corazón reencontrado y despierto. Hayáis percibido lo que hayáis percibido y vivido hasta el presente, incluso eso debe borrarse ante la Gracia del Amor, porque el Amor entra en gracia sobre este planeta, profusamente y a disposición de cada uno de entre vosotros, en cuanto aceptáis de apartaros de todo lo que es dualidad, de todo lo que hace la ilusión de este mundo, pero también su seducción.

La Teofanía es el medio de acordaros, es de alguna manera un anticipo del Juramento y de la Promesa de la Fuente, que os es dada a vivir anticipadamente, antes incluso de mi Llamada, con el fin de realizar lo que es.

Sacrificando así vuestra individualidad y personalidad, entráis de lleno al corazón de la Resurrección y de sus mecanismos, en pleno corazón de la bendición perpetua de la Gracia y de la Luz, que únicamente es Amor y Verdad.

Los eventos de la ilusión de este mundo van a acelerarse notablemente, enfrentándoos a la realidad de todas las profecías hechas durante siglos y en todo lugar, del destino de este mundo.

“Velad y orad” y sobre todo permaneced en ese estado de Amor y confianza, que es total abandono a la Gracia divina, al Cristo. Sed sus divinos imitadores. Más allá de toda referencia histórica, de todo simbolismo, encarnáis en la carne al Cristo. Eso ocurre ahora mismo, y esa es vuestra Teofanía.

Por supuesto, estamos perfectamente conscientes, mis hermanas y yo, de que eso sólo le concierne a una pequeña parte de la humanidad, pero esta pequeña parte es tan grande y tan poderosa en las leyes del Amor, en la Ley del Uno, que su número no puede ser un obstáculo. Mi Hijo ha dicho: «Cuando estéis dos o más, reunidos en mi nombre, yo estaré entre vosotros y en vosotros, expresándome por vuestra boca». Eso formo parte de la Pentecostés.

La Teofanía, al igual que los acontecimientos históricos, anuncian el regreso del Cristo, por supuesto; pero ante todo, al nacimiento de vuestro Cristo, emergiendo en la escena de este mundo. En un acto de contrición, el pecado se disuelve, la resurrección de la carne se hace en la nueva dimensión, aquí mismo en vuestro cuerpo de Eternidad, haciendo pasar a segundo plano, las preocupaciones del mundo, sean de naturaleza que sean. Que se trate de vuestro cuerpo, como de vuestras finanzas o sentimientos, eso no representa nada ante la intensidad de esta Teofanía.

La Luz os llama cada vez más a dejar la mundanidad, a dejar de proyectar lo que sea del exterior, de volcaros ahora hacia vosotros mismos íntegramente, y de no depender más de ningún conocimiento ni de nadie, a fin de servir a cada uno con la misma ecuanimidad, con la misma alegría y la misma felicidad.

Somos también conscientes que muchos de entre vosotros oscilan todavía entre ese estado de beatitud y el habitual estado de temor. Que venga del cuerpo o de vuestras creencias; poco importa. Dejad simplemente esta Teofanía establecerse en vosotros, a fin de que el Fuego Ígneo os lleve lo más cerca de vuestra Eternidad, para que os muestre y demuestre que las ilusiones de este mundo sólo tienen un tiempo y pasan, y que no existe ninguna satisfacción duradera en este mundo, comparable a la verdad de la Eternidad y a la eterna satisfacción del Amor.

(Silencio…)

Aprovechad en los momentos de Teofanía, o cuando la Luz os llama más intensamente que de costumbre, para detener vuestros temores, vuestras ocupaciones e intereses en este mundo sin rechazarlo, sino para ver desde vuestra Eternidad lo que es y, sobre todo, lo que no es eterno. Un mundo que sufre, no conoce el Amor, un mundo limitado y encerrado no puede conocer el Amor, si no es en su proyección. El Amor del que hablamos es por supuesto, lo que ya muchos de entre vosotros vivís por las Coronas, por las vibraciones, por la Onda de Vida, por vuestras comuniones, por vuestras fusiones y las diferentes etapas de los procesos vibratorios y de conciencia, que han sido claramente enunciados.

Si todavía necesitáis de unas muletas en el seno de la ilusión, entonces usadlas. Pero vedlo fundamentalmente, lo que Sois no necesita de ninguna muleta, sois la certeza de la Verdad. Todo lo demás es transitorio y sólo os altera. De eso, muchos de entre vosotros se dan cuenta, y a veces encuentran dificultades para establecerse totalmente en su Eternidad. Y sin embargo todas las soluciones se encuentran aquí, las tendréis cada vez menos en el mundo exterior, que sea por vuestra alimentación, vuestra seguridad, para calentaros o bien divertiros. Todo eso va a desaparecer de la pantalla de vuestra vida de manera sorprendente en muy poco tiempo desde ahora. Eso puede producirse a partir de ahora mismo en cada minuto y con más intensidad en cuanto Mikaël, haya sembrado los mares.

Entonces los demonios os aparecerán en su desnudez y en su estupidez. El Amor os aparecerá en su gloria y belleza, tanto en vosotros como en lo que os rodea, como en cada uno de vuestros hermanos y hermanas. Entonces no juzguéis; ved simplemente lo que es, lo que pasa, y lo que emerge, poniendo final a la dualidad, a toda voluntad de juicio o acusación de quien sea, o de lo que sea, estableciéndoos en la firmeza más sólida que pueda existir en este mundo, y que no obstante entra en manifestación en este mundo.

(Silencio…)

El Manto Azul de mi Gracia os acompaña desde ahora en adelante, así como el Fuego Ígneo, no únicamente durante las Teofanías, sino cada día, lo esperamos de manera cada vez más insistente y permanente, poniendo final a toda duda, a toda pregunta sobre lo que sucede en este mundo, sobre la finalidad de la Revelación, sobre las imposturas, mentiras y engaños propios de este mundo, dejando paso al enfoque de la Luz, y a la trasmutación del Amor que no sabe ni de contingencia de formas, ni de vínculos humanos, garantizándoos la Libertad eterna y su Dicha. En esta Dicha ¿qué más se puede necesitar? Todo está ahí en abundancia: tanto vuestro alimento como vuestras respuestas. En ese espacio, hay Evidencia y hay Verdad; no hay lugar para nada más.

Entonces desde ahora, mi Manto Azul de la Gracia os recubre, a cada uno donde quiera que estéis. La Radiantes de mi Corazón Inmaculado se dirige a vuestro corazón acompañada del Coro de los Ángeles y del Espíritu del Sol. El Impersonal se revela entonces en su totalidad, poniéndole fin al escenario de la Ilusión, preparándoos a mi Llamada y a vuestro abandono final.

La Resurrección, lo sé, está muy avanzada para muchos de entre vosotros, llevando unos últimos ajustes, se puede decir, no tanto de la vida, sino más bien del posicionamiento de lo que sois en Eternidad, mostrándoos el personaje que aún erais ayer o incluso antes, con amor y compasión, y eso es válido para cada uno de vosotros que veréis en el seno de su ilusión, dándoos a ver más allá de las apariencias, más allá de los sufrimientos, más allá de todos los juegos posibles de este mundo.

Entonces acoged sin límites, acoged sin preguntas, acoged en toda libertad la libertad del Amor que no tiene nada que hacer de lo que creéis ser en este mundo, en cualquier postura que hayáis vivido, o viváis todavía. No hay otro medio, lo sabéis, para reencontraros; no hay otro medio para ser Liberado.

El mecanismo ascensional de la Tierra que ya ha comenzado, como he dicho hace algunos meses, ira alcanzando efectivamente su apogeo. Este apogeo será alcanzado desde finales de la próxima semana, sacando a la luz las conspiraciones, las manipulaciones, los sufrimientos y los miedos que han conducido a este mundo a este momento preciso, tal como ha sido enunciado por mi Hijo, por la pluma de Juan.

Entonces sí; más que nunca, velad y orad. Pero no aislándoos tumbados en la oscuridad, sino estando plenamente vivos, llevando la buena Nueva, no la del final de la Ilusión - que no representa nada -, sino la gloria de la Resurrección. La gloria de la Resurrección pone final, por sí misma, a lo que pueda quedar de ilusiones, de creencias, de mental, de ataduras y de miedos.

Abríos totalmente y mirad dentro de vosotros. Mirad, bañados en el Manto Azul de la Gracia, bañados en la Luz de la Verdad y la Luz del Amor.

¿Qué más necesitáis? Ni una forma, ni una dimensión, ni una existencia encerrada, separada; aquí está la última Verdad, no hay otra. Así es la Teofanía. Ella supera las palabras, supera las vibraciones, aunque muchos de vosotros hayáis sentido el Fuego Ígneo atravesar vuestro corazón de atrás hacia delante y de delante hacia atrás, este jueves que acaba de pasar. Esto se os ofrece un centenar de veces hoy; y cada jueves será ofrecido cien veces más en relación a la vez anterior, poniendo fin a todo sentido de medida del Amor, poniendo fin a toda restricción de este Amor.

Velad y orad. Servid a todos.

Independientemente de lo que os ofrezca la Vida vivir en estos momentos, sean cuales sean las pérdidas o las ganancias, eso no representa nada frente a la verdad de lo que sois. En este Fuego Ígneo que dirijo a vuestro corazón se encuentra lo inefable donde no puede surgir ningún temor, donde solo el ego puede limitaros e impediros, por muy poco tiempo todavía, acceder a eso.


Como sabéis, toda la Confederación Intergaláctica está todo lo más cerca posible de vosotros desde numerosas semanas, revelándose cada día un poco más a vuestros ojos estupefactos. No os distraigáis por el barullo del mundo y de sus guerras; no os distraigáis por las penurias, sean cuales sean. La única fuerza, en este momento, esta en vosotros y en ninguna otra parte.

En el Amor, no hay nada a conquistar, nada que alimentar, porque el Amor es alimento y conquista permanente, que no depende, como sabéis, de ninguna manera de vosotros, ni de alguna voluntad, incluso la más espiritual, ni de ningún deseo. Porque el Amor no será nunca un deseo y jamas una conquista, sino únicamente un reconocimiento de la Evidencia, por encima de todos los filtros que constituyen la persona - que también desaparece, ahora.

(Silencio…)

La Teofanía es también la continuación lógica del arrepentimiento, para muchos de mis hijos que lo han vivido por todo el planeta en diferentes momentos, y que continúa todavía produciéndose.

(Silencio…)

El Fuego del Amor, ese Fuego Ígneo, viene a pulverizar y a disolver en su totalidad lo que habéis creído tener. Recordad, mi Hijo había dicho: «Aquellos que querrán salvar su vida, la perderán. Y aquellos que aceptarán lo que la Vida otorga, restándoles su individualidad, encontrarán la Eternidad» Nada puede ser comparable a eso, ni merece la pena.

No olvidéis que la Gracia os está abierta; podéis llamarme, así como a cada una de mis hermanas y numerosos de entre vosotros, además, por intermedio del Canal Marial, os habéis visto abordados e irradiados de Amor por una de mis hermanas, o bien por mí misma. También es posible, por supuesto, por los Ancianos como por los Arcángeles; pero es mucho más fácil saliendo de nosotros, porque el Corazón Inmaculado en este mundo que se ha degenerado tanto, es competencia de la mujer lo que hemos llamado el Femenino sagrado, que entra en manifestación por la gracia del Masculino sagrado y os lleva al Andrógino Primordial donde ningún sexo, ninguna apariencia es necesaria para segregar lo que sea, allí donde no hay apariencia entre lo que llamáis hombre y mujer, hijo y padre, enemigo o amigo.

(Silencio…)

Así que, mis hermanas se unen a mí. El conjunto de las Estrellas desde ahora inician ese corazón a corazón con cada uno de vosotros. Bañaos en el Manto Azul de mi Gracia. Bañaos en el Fuego Ígneo. Este Corazón Inmaculado que se dirige a vuestro corazón, os hace descubrir que por supuesto vuestro Corazón solo puede ser inmaculado, como el mío y como cada uno de vuestros corazones. Ninguna sombra puede permanecer, ninguna resistencia puede manifestar su desacuerdo con la Verdad, desde el momento en que asumís, desde el instante en el que miráis allí donde hace falta, mostrándoos entonces a vosotros mismos que no estáis seducidos por los espejismos de este mundo, en lo que son los placeres y disgustos. La Dicha está ahí, en su totalidad, en ese mismo instante.

(Silencio…)

Recojámonos juntos, ahora que mis hermanas se han unido a mí y formemos juntos una ronda de Amor y de Libertad alrededor de la Tierra, pidiendo simplemente que la verdad del Amor y su Gracia emerjan en cada uno, en el seno mismo de su manifestación en este mundo.

Así que os digo hoy, con mis hermanas: «Arriba los Corazones». Cada uno de mis hijos es digno del Cristo; cada uno de mis hijos está ahí, en este instante, en vuestros Corazones.

(Silencio…)

Entonces, os saludo, cada uno de mis hijos, llenos de Gracia, y os digo: «El Señor esté con vosotros».Y os digo: «Sois benditos, como cada uno está bendito».

(Silencio…)

El fruto de tu Corazón es bendito, y es lo que Eres.

 (Silencio…)

Te doy el don de la Gracia. Os doy a cada uno de vosotros la misma comunión, la misma Eucaristía.

(Silencio…)

Os doy a cada uno de vosotros la misma Teofanía.

(Silencio…)

Entonces, os invito ahora a permanecer en silencio. Mis hermanas y yo misma también nos quedamos  con vosotros durante el tiempo asignado. Evidentemente, volveré tan pronto como sea posible en función de las circunstancias de este mundo y el progreso de la emergencia de vuestros corazones para acompañaros lo más cerca posible en vuestro renacimiento, en vuestra Resurrección, y en mi Llamada. Os llamo ya de aquí en adelante, a todos los de entre vosotros que me escucháis, a uniros a las moradas de Eternidad, a las moradas de Paz. Os invito también a no frenar nada de este Amor que Es, de dejar espacio libre para Aquel que está ya aquí.

(Silencio…)

Tú eres Amor, todo lo demás es transitorio; tú eres Verdad, todo lo demás es falso; tú eres Alegría, poniendo final a toda incompletitud y a todo deseo. Eres completo, en este instante.´

Soy María, Reina de los cielos y de la Tierra. Os digo, hasta muy pronto. Os dejo ahora beneficiaros y vivir la radiantes de mi Corazón Inmaculado. Os dejo vivir en silencio la paz del corazón, y os doy a cada uno de vosotros mi bendición y esta paz del Corazón.

Entonces, comulguemos juntos. Os digo, hasta muy pronto. Id en paz, en vuestro Corazón del Corazón. Permanecemos con vosotros hasta que esta hora transcurra y no olvidéis nunca que, a partir de ahora, no existirá más que un único recurso frente a todas las circunstancias de vuestra vida; ese recurso es vuestro Corazón. Todo lo demás sólo representará unos pesos muertos, sin ninguna utilidad.

Soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra. Os amo.

Permanezcamos juntos en silencio, hasta el final de la hora.


(Silencio…)
***


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