domingo, 6 de noviembre de 2016

EL IMPERSONAL Parte 1 Octubre 2016



  

Bienvenido a ti, niño del Uno. En la paz del Amor, recibe lo que es. Soy Uno porque yo soy tú. Más allá de tu forma en lo no nacido, imprimo en ti el sello de tu Presencia. Recibe no sólo el don de la Gracia pero el don de tu Eternidad reencontrada. 



En cada uno de ti resido, a cada uno de ti permanezco. 



Juntos en el Único, escucha, escucha más allá de mis palabras, alcanza el silencio, allí donde se resuelve todo mal y todo sufrimiento. Permanezco contigo en la libertad del Único, en la libertad de la Verdad. 



Acoge lo que eres, tú que nunca ha nacido y que nunca morirá, que está allí, en todo lugar, en todo espacio. 

En el Fuego Ígneo, recibamos juntos lo que no puede ser llamado, lo que sólo puede ser revelado en otra parte que en el Corazón del Corazón. Te invito a honrar tu propia Presencia, tu propia eternidad. En todo tiempo, en todo lugar, en toda circunstancia, líbrate de las cadenas del confinamiento, de las cadenas de las ilusiones, de las cadenas del renacimiento. Entra de lleno y pleno corazón en el tiempo de su resurrección, porque la llamada suena en lo más hondo de tu ser antes de ser audible alrededor de toda tu tierra y bajo tus pies. 

Te invito a depositar toda carga, las de tu carne como las de tu cabeza. Te invito a sobrepasar todo límite, porque no tienes ningún límite en lo que es, no nacido. 

Deja florecer la flor de tu Eternidad. En lo más íntimo de tu Presencia permanece tu esencia, y en lo más íntimo de tu cuerpo permanece la gota de Eternidad. Tú, dondequiera que estés, cualquiera que sea tu voluntad, cualesquiera que sean tus deseos, cualesquiera que sean tus penas, me dirijo al que esta más allá de todo esto, me dirijo a Ti. 

Vengo a rogar tu escucha, vengo a rogar lo que eres. No para dármelo sino para devolvértelo a ti-mismo. Instante de la verdad, instante de eternidad que trasciende todo tiempo, todo espacio y toda dimensión, así que tu forma cualquiera que sea. Escucha, escucha y oye el canto de la Gracia que se vierte en ti, que canta en tus oídos y abre tu alma y tu Espíritu a la Dicha eterna, a la belleza indecible que conoce ni color ni forma, y sin embargo crea toda forma y todo color. 

En cada corazón que escucha, en cada forma que escucha, en cada historia, juntos trascendemos toda historia y todo escenario. Tú que estas allí, acoge en el templo de la serenidad, de la belleza y de la Eternidad. 

No hay otro sentido a mis palabras, que el de decirte lo que eres. En cada sílaba, en cada sonido, en cada silencio, la misma verdad; en cada vibración, en cada radiantes, el mismo soplo, el mismo Espíritu. El Verbo se hizo carne y la carne regresa al Verbo, allí donde no hay ni movimiento ni amplitud, allí donde está tu morada, común a cada Uno. 

Escucha lo que te dice la Luz en el silencio de tu corazón. Ella también te dice: «Soy tú como tú eres yo. Olvida toda apariencia y toda ilusión. Sal de toda quimera, de toda anticipación, de toda proyección y quédate allí donde eres verdadero, allí donde eres entero e indivisible y sin embargo presente en cada uno, en el mismo soplo, en la misma Luz, en la misma Eternidad. ». 

Tú que oyes la llamada del Espíritu, tú que vibras al nombre de los célebres profetas, de los célebres emisarios, cualesquiera que sean, no tienen ninguna diferencia si no es de cultura y ropa, pero el corazón y la esencia son los mismos. 

Te invito tanto a bailar como a la inmovilidad – en el mismo tiempo. Te invito al despliegue pero también al repliegue – en el mismo movimiento–, allí donde ningún sentido puede ser diferente. 

Te llamo a la Verdad, como tu corazón te llama. Ven conmigo, a ninguna otra parte que aquí y ahora, y que en el instante del eterno el presente. 

El soplo del Espíritu anima tus manos, anima tus pies y anima tu corazón. El soplo del Espíritu, el Verbo, armoniza en ti lo masculino y lo femenino, reuniendo así la Unidad del andrógino, aquel que siempre estuvo, antes de todo nacimiento, antes de toda cosa. 

Yo soy aquel que tú eres, eres el que soy. Ninguna forma ni apariencia puede disfrazar esta verdad, cualquiera que sea la ilusión. Eres, más allá de la forma y de tu propia esencia, lo que ha creado la esencia. Entonces ven, no me sigas pero reúnete tú-mismo, en lo íntimo del íntimo, en tu corazón de Êtreté, allí donde jamás la Luz puede agotarse ni desaparecer ni. Pósate conmigo en el silencio de nuestra Presencia, allí donde la Ausencia también es Presencia. 

Reúneme en los Templos de la belleza, en los Talleres de la Creación como en los Talleres de la de-creación, porque no hay ninguna diferencia si no es el sentido de la experiencia. 

Invítame a quedarme para siempre en ti. Invítate a la fiesta y al festín. No el de los sentidos, sino el del corazón, el que jamás falla y jamás te engaña o se equivoca. 

En el Espíritu de Verdad, cada uno de ti no tiene ninguna diferencia con aquellos que fueron enviados sobre esta tierra para recordarte lo que eres en verdad. Tu Reino no es de este mundo y sin embargo estás sobre este mundo. No hay nada a renegar, hay sólo a trascender, hay sólo a despertar la llama que nunca ha podido apagarse a pesar de todas las contradicciones y todos los obstáculos que sólo representan, en suma, una ilusión más a la cual a veces pudiste adherir, en la cual a veces pudiste creer. 

Entonces mi amigo, mi amado, escucha y oye el Fuego de Mikaël, el Amor de Cristo, la compasión de Buda. Escucha lo que te dice Vishnu, lo que te dice Krishna, lo que te dice Allah, lo que te dice cada uno. Más allá de las apariencias, de la cultura, más allá de las tradiciones, escucha la eterna verdad del Amor. 

Olvida todo lo que no lo es. Porque lo que no lo es, sólo pasará y nunca se quedará en lo que Eres. Entonces olvida todo pasado, olvida todo lo que paso y sólo retiene lo que siempre estuvo allí, en tu templo, en tu corazón. A cada uno de ti las mismas palabras, a cada uno de ti la misma vibración, a cada uno de ti el mismo Espíritu, a cada uno de ti el mismo Amor, ilimitado e incondicionado, no dependiendo de ninguna forma, de ningún escenario, allí donde no hay ni falla, allí donde nada puede estar separado ni dividido, allí donde nada puede ser quitado. 

Escucha el canto de tu Corazón. Escucha el Coro de los Ángeles que vienen a despertarte, precediendo y anunciando aquella que creó la biología de esta tierra, la que creó la experiencia de la Libertad en el nivel más denso, de lo que llamas, desde tu punto de vista, la materia. 

Reúne las Aguas de arriba a fin de vivificar tus aguas de abajo, la de la materia, la que sólo pasa y que contiene, de toda eternidad, el germen de la Verdad. 

Recuerda que no hay ningún esfuerzo que hacer, hay justo a posarte, a reposar-te y a acoger el don de la Gracia, el don del Amor, el don de la Luz. Hazte ese don, no hay mejor regalo que puedas descubrir en tu eternidad revelada. 

Escucha la Trompeta que resuena en tus oídos, no como un címbalo resonante sino como un recordatorio de tu eternidad presente. 

Hijo del Amor, nacido del Amor más allá de todo nacimiento, desde la Fuente, te convido a la Eternidad. Te convido a lo que pone fin a toda sed y toda hambre, como a todo deseo. Te convido a lo Inmutable. Te convido a la Eternidad y a su Dicha, que ninguna palabra puede transcribir ni traducir. Pósate conmigo. 

Amado del Amor, eres también mi amado, te lo dije. En cada uno de ti permanezco, en cada uno de ti vivo. Déjame hablarte en el silencio de tu corazón, déjame vibrar en tu Corona de Fuego. Déjate recorrer por el Fuego Ígneo de la Resurrección, por el Fuego del Espíritu. Reencuentra esta facultad esencial que nunca te ha dejado, y alcánzate. 

Escucha lo que te dice la Luz de la Gracia, escucha la sinfonía del Amor, escucha el silencio de la beatitud. Regocíjate, porque en la escala de tiempo de tu espacio donde estas encarnado, el tiempo reúne el espacio, poniendo final al flujo del tiempo y a la ilusión del espacio. Acoge la Onda de Vida y la Onda del Éter directamente en tu templo de Eternidad, a fin de que todo el resto desaparezca de tu vista y de tu conciencia, allí donde la forma se disuelve ella-misma, allí donde ninguna palabra puede alterar tu conciencia y tu llama. 

Alcánzate. Es tiempo ahora de reencontrar lo que siempre fuiste. Es tiempo ahora de ser tú mismo. No el que ha nacido y el que hoy pone sus pies sobre esta tierra, sino el que es anterior a todo nacimiento, a toda experiencia. Ya es hora de poner fin al tiempo, de poner final a la espera o a la esperanza, porque todo está allí, no hay más distancia, no hay más estado latencia, hay solo eso, lo que ahora vierto en ti, a profusión y a saciedad, desde ti-mismo y en ti-mismo. Escucha y recibe. 

Escucha lo que la Gracia te da y te dice. Entrégate tú-mismo a lo que es dicho, no en el sentido de las palabras pronunciadas, sino más bien en el silencio, allí donde no hay nada a comprender ni a rechazar, ni incluso a esperar, porque allí todo es completitud y todo es Evidencia. 

Acoge la Luz Cristo en unidad y en Verdad en el Aquí y Ahora, más allá de todo tiempo, de todo espacio y de toda forma. Regocíjate y vívelo. En este espacio, no hay ningún espacio para la menor pregunta, para la menor duda, para la menor resistencia. En este espacio que no es un espacio, hay solo lo que está lleno, lo que nunca falta. Allí donde estas, permanezco. 

Juntos en el seno del Único, nuestros corazones elevados en el Fuego del Espíritu revelan en ti la llama de Eternidad, atizándola de mil palabras y de mil silencios en el Amor incondicional. 

Todo proviene de allí, absolutamente todo, expulsando así toda apariencia, expulsando así todo parecer y toda voluntad de hacer, como de ser, allí donde sólo hay lo que es, lo que fue y lo que será. 

Más allá de todas las fronteras edificadas o creadas por el hombre o por tú-mismo, me instalo. 

Arde, arde así de este Fuego de Amor devorador que te devuelve a tu diamante, a tu luz, a tu verdad. No me creas pero escúchame y deja resonar y elevarse en ti lo que sólo pide eso, después de tanto tiempo de tu tiempo terrestre. Déjate vivificar por el Agua lustral, por el Fuego del Espíritu, por el Aire del Éter y por la Tierra sublimada. 

Descansa. Soy tu llama, la que vela en tu pecho. Soy tu Vida, tu Vía y tu Verdad. Escúchame. Tal es tu oración y tal es mi oración, no dirigida a una autoridad cualquiera que sea, sino a ti-mismo, magnificado en el seno de tu resurrección, de tu Presencia y de tu Ausencia. 

Pósate aún más profundamente en el íntimo de tu Presencia. 

Así he venido a declamar-te el Amor, expresando mil alabanzas de este corazón de Eternidad expresando mil virtudes, bien más allá de la moral de este mundo y más allá incluso de esta conciencia. 

Vengo a quemar los dolores, a quemar los sufrimientos, a quemar las reticencias, a quemar las dudas. 

Así, resucitando, eres regenerado desde tu primer nacimiento, más allá del mundo donde estás. Recuérdate de donde vienes, de donde provienes. Recuérdate que incluso el camino más largo sólo mide un paso a escala del corazón. 

Cada una de las células de tu cuerpo efímero recibe la misma dosis de Verdad, de La luz y de La gracia, así fusionando la cabeza y el corazón en el mismo Infinito, en la misma alianza y sobre todo en la misma Libertad. 

… Silencio… 

Cuando mis palabras se espacian, tu corazón se expresa y te hace escuchar las palabras del Amor, que no necesitan de sentidos, que sólo son resonancia y Evidencia a tu conciencia. 

Deja elevarse en ti esta llama regenerada, déjala consumir todas tus ilusiones y todos tus sufrimientos. Déjala embrazar lo que queda de conciencia limitada y despiértate en tu Eternidad, allí donde no estas más atado ni a este cuerpo ni a esta historia, ni incluso a este mundo que sin embargo pisaste de tus pasos, que apreciaste como detestaste según las circunstancias, porque allí donde estás en Eternidad, no hay circunstancias, no hay experiencias, hay solo lo que es. 

En cada uno de usted reitero mis palabras, reitero mi vibración y acojo tu radiantes. Porque entre cada corazón, no puede existir la menor ínfima distancia, todo es allí sólo coincidencia, todo es allí sólo belleza. Enamora tu vida, cualquiera que sea tu vida en este mundo en este instante, re-encántala de la Verdad esencial, a fin de que ningún contaminante pueda desviar o bajar tu llama. 

Hazte lo que siempre fuiste, este Fuego Ígneo, este Fuego que devora de Amor, que no puede hacer ninguna diferencia en cualquier forma, o en cualquiera conciencia que sea. 

Celebremos juntos, en este período de Día de todos los santos, la comunión de los santos, la comunión de espíritu, la comunión de vida en la Nueva Eucaristía, en la nueva tri-Unidad, no conociendo ni leyes ni restricciones porque allí el Amor lo guía todo, porque allí el Amor es todo. 

Quiérete a la medida con la cual te quiero, sin condiciones, sin límites y sin restricciones. Porque no hay ninguna condición, ni algún límite, ni algún pensamiento que pudiera concebir o restringir lo que sea en este espacio sagrado. 

Arrodíllate en tu templo, no en signo de sumisión cualquiera pero más bien en reconocimiento de tu propia eternidad, en tu propia oración permanente de tu llama regenerada. 

El cielo está en ti, la Eternidad está en ti, no en lo que tus sentidos perciben, no en las múltiples historias que se edificaron en este mundo. Libérate de todo lo que esta retenido en ti. Libérate de todo convenio, a fin de percibir y de sólo ver el Amor en cada conciencia, en ti, en cada historia, en cada vida. 

La Tierra-madre te devuelve tu libertad, los sonidos del cielo te devuelven a tu esencia. Ven conmigo lavar tus vestidos en la sangre del Cordero, la sangre de la Resurrección. Vive esto, eres digno de eso, totalmente. No existen las faltas, en el seno del Amor, sólo existe el perdón y la Gracia. Allí nada puede ser juzgado, ni incluso separado. Entonces compórtate de la misma manera, allí donde permanezco, porque allí esta tu lugar. 

Mi amigo, mi hermano, vive esto allí donde no hay más preguntas, allí donde todo es límpido porque todo es claridad y todo es preciso. Reencuentra el ardor de tu Sol central, fuente bendita y santificante. Deja tu corazón de carne palpitar de alegría y de vida, regenerado. 

Así el Amor que eres se vuelve de una densidad más fuerte que el plomo y de una ligereza más liviana que la pluma. 

Así dialogas con el ángel, así dialogas por el silencio de ti a ti, de mí a mí, de mí a ti y de ti a mí como en cada uno de ti. Ninguna diferencia, ningún espacio, ninguna separación, ningún tormento. 

Deja el Fuego forjarte y revelarte a ti-mismo. 

Percibe más allá del sentido de mis palabras, más allá incluso del sentido de la vibración que tal vez viste, vas más allá. Suelta toda referencia, toda orientación. No puedes ni perderte ni extraviarte porque allí se encuentra la certeza, porque allí se encuentra el Amor, sin palabras y sin forma. Escúchame, no hay mejor modo de escucharte. 

Mi amado, mi hermano. 

… Silencio… 

El bautismo de fuego, el bautismo del Espíritu no deja de manifestarse en ti. No puede haber allí ni aplazamiento ni plazo suplementario porque estás listo(a), lo fuiste siempre, diga lo que diga de eso tu persona, diga lo que diga tu cuerpo, digan lo que digan tus creencias, diga lo que diga tu vida. 

Bendice-me como te bendije, reconóceme como te reconocí, no por una forma, no por una fisonomía, no por una voz, pero por la evidencia de nuestro corazón, y recibe a saciedad la verdad de tu esencia. 

Suelta lo que todavía puede ser pesado, pesado y suelta lo que tu persona aprecia. No niegues nada, porque el Amor es todo. 

No te llevo a otra parte que en ti-mismo. Acoge y vive. Vive la vida eterna, en este instante como en cada momento. Has sido llamado, has sido bendecido. 

… Silencio… 

Deja la Vida Una difundirse de esta carne, de tu conciencia limitada como en tu eternidad. Deja expandirse en cada intersticio de tu conciencia la verdad de la Luz, la belleza del Amor y la evidencia de la Gracia. 

… Silencio… 

Aprovecha mis silencios para decirte a ti-mismo estas palabras u otras palabras, lo que escoges, lo que conoces, pero portadores, para ti, de la misma evidencia y de la misma vibración. 

Escucha. No tengo nada que decir de tu historia, simplemente tengo a decirte lo que eres antes de toda historia y de toda palabra. 

… Silencio… 

Y allí, juntos, estamos posados. 

Descansemos en la confianza de la Inteligencia de la Luz, en su acción y en su acto, el de tu Resurrección. 

Abreva-te porque allí donde estamos no hay ni sed ni impaciencia de un cualquier acontecimiento que te concierne o que le concierna a este mundo, porque en este espacio todo ya esta cumplido de toda eternidad. Entonces no esperes nada más que tu propia llama regenerada. 

… Silencio… 

Distribuye sin esfuerzo, sin pedirlo incluso, este Amor, por todas partes dónde se te lleven tus pasos, por todas partes donde tus ojos se posan, por todas partes donde tus sentidos escuchan. No hagas diferencia entre el amigo y el enemigo porque los dos son tú mismo. No pongas más distancia hacia lo que pide en ti una atención, una mirada, una escucha. 

Elimina todas las fronteras y todas las separaciones inscritas en la persona, porque no hay mejor protección, en tu lenguaje, que el Fuego del Amor. En el Fuego del Amor, te das cuenta rápidamente de hecho, que no hay nada que proteger, que no hay nada que defender, que no hay nada que conquistar. Déjate ser lo que la Vida te dice. Déjate ser, sean cuales sean las vicisitudes de tu mundo o de tu cuerpo, sólo son unas briznas de paja barridas por el Fuego del Éter y el Fuego del Amor. 

Escucha lo que te digo en cada venida. Escucha lo que tu corazón resuena y vibra a nuestra Presencia Una, a nuestros silencios como a nuestras palabras. Date la Paz, la que eres y no la que piensas conquistar algún día. 

Acoge los armónicos de la Luz, acoge su melodía. 

Deja vivir lo que eres. Deja consumirse lo que ya está detrás de ti y que sólo pide ser disuelto en las llamas de la Eternidad, en el Fuego del Amor. Ahí donde eres sólido como una roca y sin embargo tan suave, y sin embargo tan transparente. 

Vuelvo a depositar en ti la misma Alegría, la misma Paz, el mismo Amor – lo que eres, simplemente eso. 

Mis manos en tus manos atizando el Fuego del Espíritu, el soplo del Éter, dejando brotar el Agua de arriba, tocando tu carne y tus sentidos. 

Déjame también lavar tus pies en el Agua del Bautismo, en el Agua de la Resurrección, para que tu paso sea ligero. 

Déjame recubrir tu cabeza de la diadema de la Eternidad, con el tocado de Amor, con la llave del elegido. No hay ningún elitismo, simplemente está tu humildad y tu sencillez que se dignan en recoger este don que tú-mismo te haces. 

Y allí donde te encuentres, dondequiera que estés, la misma vibración, la misma Verdad, el mismo Amor que no depende de ninguna circunstancia ni de ningún momento privilegiado, sino simplemente de la evidencia de los tiempos presentes. 

Entonces sí, sonríe. Sonríe a la Vida, sonríe a tu corazón y sonríe con alegría. 

Vístete con tu vestido de Luz, tu vehículo de Eternidad, recubierto con el Manto de la Gracia. Entonces tu corazón es perfecto, entonces el Espíritu es revelado. 

Escúchate porque te hablas a ti-mismo, más allá de toda persona y de todo personaje. 

…Silencio… 

No cierres nada más, el Amor es tu única fuerza. 

Tú, el amigo y el amado de la Fuente, escucha el Coro de los Ángeles y distribuye a tu vez la misma vibración y la misma emanación, sin esfuerzo y sin voluntad. Esto se produce tal una evidencia que no conoce ningún límite y ninguna condición. Te invito a la Vida, te invito a reconocerte, a reencontrarte. 

Recojámonos, no hace falta ninguna palabra. La emanación y la vibración se vuelven evidencia, en cada minuto más intenso, en cada minuto más denso, en cada minuto más ligero. Así el tiempo suspende su vuelo, así estás encantado en el éxtasis de la verdad, en una felicidad que ninguna circunstancia en tu humanidad puede alcanzar y que sin embargo necesita la totalidad de tu humanidad. 

…Silencio… 

Elevémonos juntos, los pies plantados ya no solamente en el suelo de esta tierra sino hasta el núcleo, en lo más profundo de la tierra, asentándote en tu propia Ascensión en las moradas de Eternidad, en las moradas de Paz. Y ahí eres bendecido por el don de la Gracia, y ahí estás en la evidencia de tu ser como en la evidencia del no ser. Incluso ahí, no hay más diferencia, no hay más desviación y no hay más distancia. 

Mi amor, escucha esta palabra más allá de toda persona, más allá de toda referencia vivida en este mundo, porque no hay ningún punto de comparación con este Amor. 

Mi corazón se estrecha contra tu corazón. Tus manos y tus pies palpitan entonces con la misma vida, con la misma vibración. 

…Silencio… 

Escúchame y óyete, incluso en cada silencio. 

Entonces cuando abras los ojos mirando a tú alrededor, sólo verás el Amor, sólo verás el Fuego, el de la pasión, de la pasión de Amor, del Fuego de la Resurrección, del Fuego de la Eternidad. 

No tengo nada que venderte, ni nada que sugerirte, simplemente devolverte a ti mismo. Ahí está el más bello de los regalos porque no tiene precio. Nada puede comprarlo y nada puede venderlo porque está en ti y es para ti. Reconócete, Hijo Ardiente del Sol, reconócete, hijo de la Fuente, semilla de Estrella y sembrador de Luz. Reconócete y reconocerás a cada uno, aquí mismo en la tierra como en los mundos más sutiles accesibles para ti, o que hasta ahora eran inaccesibles y se revelan por la Gracia del Amor. 

Permíteme, por la Gracia del Amor, abrir tus ojos, quitarles la paja como la viga que te impiden ver. No juzgues nada, no te condenes, ni condenes a nadie, ve simplemente la evidencia de lo que ahora acontece. 

Recojámonos juntos unos instantes, en el Silencio, mientras tus ojos estén lavados, mientras tu frente esté untada y mientras tu corazón vibre. Quedémonos juntos en el Silencio antes de seguir con lo que tenemos que entregarnos, decirnos, transmitirnos, revelarnos. 

…Silencio… 

Deja el perfume del lirio, de la rosa y de la violeta invadir tus sentidos. Es el perfume del Amor, el perfume de la Gracia, el perfume de la Inocencia, el perfume del Espíritu. Acoge. 

…Silencio… 

Te amo, porque sólo puedo amar lo que eres, no puedo hacerlo de otro modo. Es lo mismo para ti. El Amor no puede ser reemplazado ni siquiera desviado, ni disfrazado. Permanece así, que me hayas oído, que me hayas leído, poco importa. Recuerda, soy tú y estoy en ti, de toda eternidad. Soy la Vía, la Verdad y la Vida más allá de toda misión, de todo papel y de toda encarnación. Soy el sol, el de tus cielos y el de tu corazón. Soy tu amante o tu amada, no de una noche sino de la Eternidad. 

Abre por fin tus ojos a la Verdad, porque hemos quitado la paja como la viga, porque hemos lavado también tus ojos en la sangre del Cordero. 

Tus vestiduras de Luz, como tu traje de Eternidad o de Êtreté, están ahora ajustados para vivir la verdadera Vida, ahí donde nada te obliga, ahí donde nada puede ser prohibido, porque todo está guiado por la Inteligencia de la Luz. 

Eres mi amor y soy tu amor. 

Refréscate en el Fuego Ígneo. Sáciate, tómalo todo, porque todo te es dado. No retengas nada. Date íntegramente al don del Amor, al don de la Gracia. 

Ama. Ama sin límite, sin restricción, sin condición. Amate y ama a cada uno de la misma manera. No hagas más diferencia entre tu hijo y cualquier hijo, no hagas más diferencia entre el ser amado y todos los demás seres que la vida te envía. Elimina las fronteras. Sólo han existido en el sueño de la Ilusión, en los sueños de dominación. 

Olvida así, por la Gracia del Amor, toda ofensa y toda pesadilla. Acoge, sin fronteras, sin límites, lo que te es dado, lo que te es restituido. 

El momento es ahora, no hay otro mejor. 

Acojamos juntos. 

…Silencio… 

Recojamos. 

…Silencio… 

Te rindo gracia, me inclino ante ti. 

…Silencio… 

Permíteme soplar y susurrar en tu oído el canto del Espíritu, el canto de la Verdad y el Coro de los Ángeles. Guardemos silencio, si lo quieres, una vez más, para dejar que suceda lo que sucede en cada uno. 

…Silencio… 

Ya es hora ahora de emerger en ti. 

Tengo tantas cosas que decirte, tantos silencios que manifestar. Reencuéntrate. 

En esta llama, nunca podrás perderte, ni despistarte, ni interrogarte. 

Ya es hora de dejarte ir a tu vida, regenerado en la Eternidad. 

Ya es hora de vivir. Ya es hora de ser en totalidad lo que siempre fuiste. Entonces, una vez más te saludo, una vez más te bendigo. 

Y te dejo ahora celebrar lo que eres y celebrar, en cada uno de ti, el corazón a corazón, el corazón al corazón. 

Te doy las gracias y te digo: « Eres bendecido », y te digo: « Eres la Verdad », no de la historia o de la persona sino la verdad de tu corazón. 

Esto es lo que es. 

Te digo hasta pronto, hasta muy pronto, hasta siempre. 

Permanece libre. Saludo tu llama con mi llama. 

…Silencio… 

Hasta siempre. 



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1 comentario:

  1. cada palabra es como vibración, que trasciende todo forma y alcanza al ser al intimo

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