jueves, 10 de marzo de 2016

ECLIPSE DE SOL Y LUNA NUEVA. 8 Y 9 DE MARZO POR HÉCTOR SANTOS RAMALLO


Una enorme Luna Nueva se interpondrá entre el Sol y la Tierra, a esto es lo que se llama un Eclipse de Sol.

¿De qué hablamos cuando decimos que estamos “eclipsados” por un hecho, un acontecimiento, una persona o una situación? Generalmente lo decimos cuando nos sentimos fascinados, enfocados, obnubilados, como hipnotizados por “algo”, y ese “algo” parece que nos roba la atención de todos nuestros sentidos, hace que toda nuestra percepción normal, nuestra conciencia o nuestro enfoque no pudiera escapar o salirse de un punto fijo, y de eso se trata un Eclipse. Cuando estamos “eclipsados”, pareciera que caemos como en un misterioso encantamiento, y así estaremos, en este Eclipse Solar de Luna Nueva nada menos que en el signo de Piscis, el signo de los sueños, del gran Inconsciente Colectivo, de nuestro inconsciente, subconsciente, de nuestra noción de pertenecer a un gran Todo, pero principalmente, de nuestras más profundas emociones y nuestras más elevadas verdades, y creo que aquí está el punto crucial, a lo que estas energías del universo nos invitan a mirar desde este hecho astronómico y astrológicamente fascinante.

El Sol, que como símbolo es la Luz de la Vida, de los potenciales, de lo arquetípicamente Masculino, de la fuerza esencial del Corazón, de nuestra manifestación, de nuestro Ser y nuestro centro (nuestro corazón, 4° Chakra, Anahata), no nos estará iluminando directamente a nosotros, sino que toda esa fuerza lumínica estará enfocando directamente hacia “el lado oscuro de la Luna”. La Luna, al ser símbolo de lo Femenino, del inconsciente, de las mágicas profundidades de la sabiduría femenina, y de nuestras más profundas emociones, hará que seguramente aquello que ilumine este cargado “simbólicamente” también de todas aquellas sensaciones reprimidas, tanto las que podrían ser sombrías, como las que aguardan ser liberadas llenas de talentos, y por supuesto, aquellas que necesitan ser revisadas, vistas, honradas, liberadas y por qué no, definitivamente resueltas.

Se dice que en la antigüedade los Eclipses eran signos o señales de los cielos que traían malos augurios, y algo de verdad hay en ello, porque cuando el Sol ilumina (la necesidad de nuestra conciencia) viejos patrones de conducta, emociones reprimidas, temerarias, sombrías y nos invita a ver todo aquello no tan presente en nuestra conciencia, sino mas bien en nuestro inconsciente, nos obliga a un cambio, a corrernos de la “zona de confort” que tan bien nos hacía sentir este patrón lunar, pero sobre todo, a tomar decisiones, o simplemente, dejar de mirar para otro lado y hacernos cargo del camino que elegimos en estos últimos años, (sobre todo esas decisiones que surgieron el año pasado a partir de los significativos eclipses en los ejes Aries-Libra, en donde los temas de las relaciones, ya sea con la pareja, socios, amigos o el entorno nos obligaron a ver nuestros verdaderos sentimientos respecto a todo ello).

Todo esto nos trajo aquí donde seguramente, e inconscientemente, supimos que fueron decisiones que hace rato debíamos tomar, son aquellas decisiones que tienen que ver con nuestras verdades, nuestras sensaciones y nuestros más profundos sentimientos sobre determinada persona, cosa o situación, y es ésta la “incomodidad” que ésta configuración nos trae, que nos obliga a enfrentar y asumir con claridad el resplandor de nuestro verdadero ser. Esta incomodidad no es más que la confirmación de que hay decisiones que tomar, o simplemente un llamado a reafirmarnos en las decisiones tomadas en el pasado que implican una nueva y enorme responsabilidad con nosotros mismos en honor a nuestros procesos y nuestra integridad en concordancia con lo que queremos Ser, al menos para aquellos que son más conscientes del gran proceso interior que vivimos como humanidad, en la apertura hacia una nueva visión de una vida más espiritual, o de más Conciencia.

Este Eclipse con la Luna Nueva puede entonces sentirse incómodo, como con viejas sensaciones poco agradables que vuelven, con pequeñas cosas del pasado que parecían resueltas u olvidadas que aparecen de repente en sueños, en determinadas situaciones que nos traen remembranzas, o simplemente en esos pequeños “in side” en el que nos vemos envueltos en esa sensación de “¿otra vez tengo que pasar por esto?”, pero que sin duda necesitan una revisión o un reconocimiento nuevo para una liberación definitiva.

La clave está en observarse, sentirse, permitirnos sumergirnos mansamente a estas poderosas energías del Eclipse, permitirnos el juego de sentirnos “eclipsados” por nuestras verdades, que aunque asumirlas requieran valentía, riesgos, enfrentamientos, enojos, pesadumbres, decisiones difíciles, tristezas, y hasta enfrentar viejos dolores (que si aún están, no son viejos ni son del pasado, sino que son aún nuestro presente) y donde todo se puede sentir como estar en una gran incertidumbre, hay que escuchar el llamado de nuestras sensaciones, de nuestro corazón, de nuestros sentimienos, de nuestras pasiones y nuestras verdades, tomamos también así la sabiduría mágica, profunda y atemporal de la Gran Madre Luna.

Así, finalmente nos encontraremos con una gran compasión, con una mayor y elevada percepción de nuestra realidad, con una claridad amplificada y nueva. Permitámonos con este regalo de las danzas de los astros en el cielo, sumergirnos en ese “inefable” mundo de sensaciones (Piscis), sabiendo de esta necesidad, asumiendo nuestra propia sabiduría y la conciencia para poder entender, analizar y asumir desde una comprensión mayor (Virgo) este regalo que en definitiva viene de nosotros mismos, de nuestras verdades, de nuestro propio y brillante Sol interior que quiere brillar aún mas, y de nuestra propia y mágica Luna, que quiere ser aún mas mágica.

La era del ahora-manantial
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