Bien amados y grandes pequeñitos, yo los saludo. Pequeñitos en este mundo, pero más allá de él, grandiosos. Grandiosos en su entrega y sacrificio, grandiosos en su intrepidez y osadía. Desde mi Sagrado Corazón ardiente, que es también el Corazón ardiente de este planeta, de esta humanidad, yo los saludo.
Bienaventurados los mansos, porque ellos heredaran la Tierra. Estas palabras yo se las dije hace algún tiempo atrás. Estas palabras no perdieron su fuerza, estas palabras no perdieron su verdad, estas palabras son profecía que se cumplirá completamente.
Bienaventurados los mansos, porque ellos herdarán La Tierra. En esta oportunidad yo me manifiesto en medio de esta reunión de almas ardientes para invocar en su Corazón, en su mente y en sus cuerpos esta mansedumbre, esta mansedumbre la cual el Corazón expresa, esta mansedumbre de la cual las conciencias lúcidas y amorosas son ejemplo y receptáculo.
Hoy yo vengo a invitarlos a la mansedumbre, hoy vengo a invitarlos a la no-violencia. La mansedumbre, queridos hermanos y hermanas, es una frecuencia propia de la Paz, la mansedumbre es la Paz que se revela de forma activa en cada uno de los aspectos que componen su personalidad. La mansedumbre es la opción por la no violencia, la mansedumbre es la opción de no combatir, de no oponerse. Si bien, esta mansedumbre, mis niños, no puede comenzar - si ella debe ser verdadera, fuerte - por un comportamiento artificialmente construido y superficialmente impuesto.
La mansedumbre no puede comenzar por una opción no esclarecida, o guiada por el egoísmo y por el deseo de demonstrar tal o cual apariencia externa. La mansedumbre, primeramente, debe instalarse en sus mentes. Es cuando la mente se abre para el toque ígneo del Corazón, es entonces que la mente es tocada por la mansedumbre y se vuelve un templo para que la mansedumbre la habite.
Es cuando la mente se abre para este ardiente Corazón Sagrado, y por eso mismo se desapega o se desidentifica de esta construcción efímera y pasajera, de esta imagen a la cual ustedes dan el nombre de "yo", es entonces que la mansedumbre se instala en la mente. Y esta mansedumbre comienza actuando en la resolución de sus conflictos mentales, primeramente entre los propios pensamientos e ideas, porque un gran desgaste de energía se produce ahí, por esta incoherencia y confusión que impera a nivel mental. Entonces, esta mansedumbre, como bálsamo, también resuelve la oposición de sus ideas con las ideas de sus hermanos y hermanas.
Esto de forma alguna quiere decir condescendencia o inconstancia, esta mansedumbre no es cambiar de opinión para evitar el conflicto o la diferencia. Esta mansedumbre les permite percibir que nada poseen, y que en el momento que tienen delante de ustedes a un hermano o hermana con una verdad personal aparentemente opuesta a la suya, también nada posee. Cuando nada poseen, nada los posee, y cuando nada se posee, no hay razón para la lucha.
Percibiendo la fragilidad de sus propios conceptos, por la acción de esta mansedumbre que es mi Presencia instalada en ustedes, y su Presencia instalada en mi, ustedes se liberan de la necesidad de pertenecer a este o aquel grupo, de pertenecer a esta o aquella filosofía, de pertenecer a esta o aquella forma de expresarse y de actuar en este mundo, ustedes se liberan de los rótulos y de las limitaciones de las sectas. El Corazón entonces encuentra espacio libre para reflejarse cada vez con más claridad y fidelidad en el espejo de su mente, y la mente se transforma entonces en lago cristalino que permite la expresión, a nivel de la vida objetiva, de los atributos de este Corazón Ardiente.
La mente se revela entonces como el Espacio Universal donde todas las simientes de la Vida son depositadas como códigos de Luz. Donde el Corazón del Padre-Madre Uno, refleja la imagen perfecta y el impulso de la manifestación.
Esta mansedumbre instalada en la mente por la desidentificación de la persona que manifiestan en este mundo, y por la transcendencia de la identificación con la persona que un hermano o hermana manifiesta en este mundo, entonces toca el campo de sus emociones y sentimientos, permitiendo que este mar de energías rencuentre el fluyo natural y espontáneo, encuentre y se realinee con el ritmo de las energías planetarias, solares y cósmicas.
El cuerpo, con todos sus aspectos, es un campanario, y este campanario debe reengancharse al movimiento, al ritmo del gran campanario cósmico. El cuerpo es una caja de resonancia y de reverberación que debe afinarse al ritmo y a la tonalidad del canto cósmico.
Al ustedes abrirse al toque de este Corazón Ardiente en su mente, purificándola, ésta mente se torna clara y límpida, alineando el ritmo de la energía emocional, manteniéndola siempre afinada con la respiración y el soplo Divino, y no más con la marea de las emociones humanas, entonces la mansedumbre se manifiesta como realidad visible y observable a nivel de esta realidad corporal y física. Muchos de ustedes ya viven esta mansedumbre, y yo les digo una vez más: bien aventurados los mansos porque ellos heredarán la Tierra. Esta Tierra debe transformarse en un jardín de mansedumbre, el Fuego de la misericordia sacraliza su mundo, tocándolo a través del portal de la conciencia.
Recuerden siempre mis pequeños, mis grandes pequeños, en vuestro seno la Fuente depositó la semiente de la misericordia. Deben transformar este suelo en inocencia para que la semiente brote, crezca, se transforme en árbol y abrigue innumerables formas de vida.
Todas las almas ardientes y las almas planetarias, que así como yo atravesaron el séptimo portal en cuerpo y forma en la superficie de este mundo, sustentamos y acogemos su servicio en la superficie de este planeta. Este Corazón de la Fraternidad Planetaria sustenta y vivifica vuestra expresión aquí, porque son las puertas a través de las cuales la Luz del Divino se manifiesta, brilla e incendia los velos de la ilusión y de la distorsión. Recuerden su sagrado servicio y recuerden nuestra unión, nuestra comunión y nuestra proximidad.
Desde el Corazón Ardiente de este planeta, yo los envuelvo en mansedumbre y transmito a ustedes las bendiciones de toda la Fraternidad Planetaria.
Yo soy aquel conocido por ustedes como Jesús, y estas son mis palabras.
Hoy yo vengo a invitarlos a la mansedumbre, hoy vengo a invitarlos a la no-violencia. La mansedumbre, queridos hermanos y hermanas, es una frecuencia propia de la Paz, la mansedumbre es la Paz que se revela de forma activa en cada uno de los aspectos que componen su personalidad. La mansedumbre es la opción por la no violencia, la mansedumbre es la opción de no combatir, de no oponerse. Si bien, esta mansedumbre, mis niños, no puede comenzar - si ella debe ser verdadera, fuerte - por un comportamiento artificialmente construido y superficialmente impuesto.
La mansedumbre no puede comenzar por una opción no esclarecida, o guiada por el egoísmo y por el deseo de demonstrar tal o cual apariencia externa. La mansedumbre, primeramente, debe instalarse en sus mentes. Es cuando la mente se abre para el toque ígneo del Corazón, es entonces que la mente es tocada por la mansedumbre y se vuelve un templo para que la mansedumbre la habite.
Es cuando la mente se abre para este ardiente Corazón Sagrado, y por eso mismo se desapega o se desidentifica de esta construcción efímera y pasajera, de esta imagen a la cual ustedes dan el nombre de "yo", es entonces que la mansedumbre se instala en la mente. Y esta mansedumbre comienza actuando en la resolución de sus conflictos mentales, primeramente entre los propios pensamientos e ideas, porque un gran desgaste de energía se produce ahí, por esta incoherencia y confusión que impera a nivel mental. Entonces, esta mansedumbre, como bálsamo, también resuelve la oposición de sus ideas con las ideas de sus hermanos y hermanas.
Esto de forma alguna quiere decir condescendencia o inconstancia, esta mansedumbre no es cambiar de opinión para evitar el conflicto o la diferencia. Esta mansedumbre les permite percibir que nada poseen, y que en el momento que tienen delante de ustedes a un hermano o hermana con una verdad personal aparentemente opuesta a la suya, también nada posee. Cuando nada poseen, nada los posee, y cuando nada se posee, no hay razón para la lucha.
Percibiendo la fragilidad de sus propios conceptos, por la acción de esta mansedumbre que es mi Presencia instalada en ustedes, y su Presencia instalada en mi, ustedes se liberan de la necesidad de pertenecer a este o aquel grupo, de pertenecer a esta o aquella filosofía, de pertenecer a esta o aquella forma de expresarse y de actuar en este mundo, ustedes se liberan de los rótulos y de las limitaciones de las sectas. El Corazón entonces encuentra espacio libre para reflejarse cada vez con más claridad y fidelidad en el espejo de su mente, y la mente se transforma entonces en lago cristalino que permite la expresión, a nivel de la vida objetiva, de los atributos de este Corazón Ardiente.
La mente se revela entonces como el Espacio Universal donde todas las simientes de la Vida son depositadas como códigos de Luz. Donde el Corazón del Padre-Madre Uno, refleja la imagen perfecta y el impulso de la manifestación.
Esta mansedumbre instalada en la mente por la desidentificación de la persona que manifiestan en este mundo, y por la transcendencia de la identificación con la persona que un hermano o hermana manifiesta en este mundo, entonces toca el campo de sus emociones y sentimientos, permitiendo que este mar de energías rencuentre el fluyo natural y espontáneo, encuentre y se realinee con el ritmo de las energías planetarias, solares y cósmicas.
El cuerpo, con todos sus aspectos, es un campanario, y este campanario debe reengancharse al movimiento, al ritmo del gran campanario cósmico. El cuerpo es una caja de resonancia y de reverberación que debe afinarse al ritmo y a la tonalidad del canto cósmico.
Al ustedes abrirse al toque de este Corazón Ardiente en su mente, purificándola, ésta mente se torna clara y límpida, alineando el ritmo de la energía emocional, manteniéndola siempre afinada con la respiración y el soplo Divino, y no más con la marea de las emociones humanas, entonces la mansedumbre se manifiesta como realidad visible y observable a nivel de esta realidad corporal y física. Muchos de ustedes ya viven esta mansedumbre, y yo les digo una vez más: bien aventurados los mansos porque ellos heredarán la Tierra. Esta Tierra debe transformarse en un jardín de mansedumbre, el Fuego de la misericordia sacraliza su mundo, tocándolo a través del portal de la conciencia.
Recuerden siempre mis pequeños, mis grandes pequeños, en vuestro seno la Fuente depositó la semiente de la misericordia. Deben transformar este suelo en inocencia para que la semiente brote, crezca, se transforme en árbol y abrigue innumerables formas de vida.
Todas las almas ardientes y las almas planetarias, que así como yo atravesaron el séptimo portal en cuerpo y forma en la superficie de este mundo, sustentamos y acogemos su servicio en la superficie de este planeta. Este Corazón de la Fraternidad Planetaria sustenta y vivifica vuestra expresión aquí, porque son las puertas a través de las cuales la Luz del Divino se manifiesta, brilla e incendia los velos de la ilusión y de la distorsión. Recuerden su sagrado servicio y recuerden nuestra unión, nuestra comunión y nuestra proximidad.
Desde el Corazón Ardiente de este planeta, yo los envuelvo en mansedumbre y transmito a ustedes las bendiciones de toda la Fraternidad Planetaria.
Yo soy aquel conocido por ustedes como Jesús, y estas son mis palabras.
Transcripción hecha por colaboradores de la ELV.
Mensaje canalizado por Selén - http://www.escolaluzviva.com.br/
Traducción: H. N.
https://youtu.be/N4IfM5d4Rbw
Mensaje canalizado por Selén - http://www.escolaluzviva.com.br/
Traducción: H. N.
https://youtu.be/N4IfM5d4Rbw
En el Sagrado Corazón reside nuestra huella.
ResponderEliminarUn Abrazo.