Soy María, Reina de los Cielos y de la Tierra. Niños del Amor, me dirijo a vosotros en este día de la Asunción, no como representante de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, porque como sabéis, hace muchos meses que nos expresamos todos juntos, con una única voz. Vengo a veros hoy como María, la que engendró y recorrió esta tierra, volviéndome igual a vosotros en una encarnación, habiendo conocido la vida, la muerte y la resurrección.
…Silencio…
No vengo a anunciaros nada de particular ya que todo lo que hoy es visto en y alrededor vuestro, os enseña claramente, si realmente queréis ver las cosas de frente, que se viven en este momento los tiempos que fueron profetizados a través de numerosas voces, tanto por el bien amado Juan, como por el conjunto de los profetas que han recorrido este mundo en encarnación.
Acordaos antes de nada que todo esto acontece en vosotros, tal y como lo podéis ver sobre la pantalla de este mundo. Así que por supuesto, más que nunca, el conjunto de las palabras de los Ancianos, de las Estrellas como de los Arcángeles sólo están allí para poneros frente a vosotros-mismos, frente al miedo o frente al Amor, con el fin de asentaros firmemente en el Amor, que borra y transciende cualquier miedo.
Así cada uno de vosotros, cada uno de mis hijos, estén donde estén sobre esta tierra, se encuentra confrontado a esta última elección. Ya no se trata de asignación vibral, ya no se trata de posicionarse en alguna otra parte que no sea en el Corazón del Corazón, ahí donde el Amor, transcendental, incondicionado, pero donde también el amor humano, toma todo su espacio y toda su verdad, y sobre todo toda su eficacia.
El conjunto de las circunstancias de vuestras vidas, sea cual sea vuestra vida y estéis donde estéis, con la edad que sea, hoy sólo está allí para poneros frente a este dilema, si puedo decirlo: el miedo o el Amor. Así, como madre pero también como humana, os vengo hoy a invitar de aprovechar este periodo que se abre a vosotros durante los últimos meses de este año particular, de asentaros en el amor y de dejar ser el Amor, atravesando toda persona, y toda condición que tengáis que vivir durante este período.
Por supuesto, mi hijo, el Cristo, es el modelo del Amor. Seguidle, no como se sigue a alguien, sino aceptando sin condición todo lo que actualmente os propone la vida, estéis donde estéis sobre este mundo. Porque cada circunstancia de vuestra vida, en cualquier relación como en cualquier acontecimiento, sólo está allí para poneros, en cada ocasión, frente a esta elección entre el Amor o el miedo. Ya no se trata de comprender lo que sea, no se trata de dilucidar algún desconocido que sea, sino más bien de situaros en el eterno Amor, aquel que trasciende todas las dimensiones, todos los tiempos y espacios, y de afianzar lo que sois de manera visible en este mundo. Oh, no con palabras, ni discursos, ni posturas, ni tampoco comportamientos, sino directamente por vuestra presencia afectuosa hacia vosotros-mismos y hacia cada uno, sea cual sea la animosidad, sea cual sea la satisfacción de toda relación o circunstancia.
Efectivamente es el momento, ahora, de dejar el sitio a la Verdad. No queda ningún sitio para las medias tintas, no queda ningún sitio para él que quisiera afirmar su persona en detrimento de la Eternidad. La elección entre lo efímero y la Eternidad concluye ahora a través de lo que vivís, unos y otros. Que eso atañe a vuestro cuerpo, que atañe a los desafíos que vivís, a vuestra salud, a vuestra familia, a vuestra profesión, o simplemente a vuestra manera de vivir, todo es pretexto, todo es ocasión hoy, a instalaros definitivamente en el Amor, pase lo que pase a vuestro cuerpo, pase lo que pase con las circunstancias de vuestra vida. La mejor manera de vivir la dicha, hoy, no es de buscar resolver lo que sea, ni incluso de ver lo que pueda fallar, si puedo decirlo así, en relación a la verdad del Amor, sino simplemente de dejar esta Gracia extenderse y desplegarse desde vuestro corazón-centro, desde el Corazón del Corazón, y de dejar así la vida colmaros de gracia en cada ocasión, en cada aliento, en cada circunstancia y en cada relación.
Poner el Amor por delante y en todas partes, ya no es una palabra vana, sino una práctica diaria y de cada instante que os permite, si lo deseáis, vengáis de donde vengáis, que sintáis las vibraciones, que sintáis las coronas o que no hayáis sentido nada hasta hoy, la Gracia obra de manera cada vez más evidente en cuanto dejáis de resistir más, en cuanto estéis conforme en cierto modo con la voluntad de la Luz, con la voluntad del Amor, y borráis por vosotros mismos, sin esfuerzo, dejando desaparecer vuestra voluntad personal. Seguid el sentido del movimiento, seguid el sentido de la vida, sean cada vez más humildes y dejad la Luz hacer lo que tiene que hacer en vuestro cuerpo como en vuestras relaciones, como en todos los países de este planeta.
Lo que acontece ante vuestros ojos sólo es el reflejo del miedo. En los actos más violentos, en los actos más insensatos que vive la tierra durante este período, no hay nada más que el miedo. En el Amor, nada de todo esto puede existir. El Amor viene a poneros a prueba pero también a confortaros a la verdad del Amor.
Que sea el amor que conocéis, humano, como su unión, si puedo decirlo, con el amor incondicionado que, como lo sabéis, no depende no depende de afectos sino que responde simplemente a lo que la vida es, a la Gracia y a la Inteligencia de la Luz. No puede haber otra salvación que la de vuestra Eternidad, de reconocerla en cualquier punto, en toda cosa, en cada minuto de vuestra vida.
Por supuesto, y tal vez lo habéis vivido, numerosos elementos os fueron comunicados para acercaros a ello, que sea los contactos con la naturaleza, que sea unas informaciones más antiguas que os dimos hace mucho tiempo. Hoy, incluso todo esto no os debe preocupar más, ninguna fecha debe ser buscada, ningún placer debe ser buscado, si no es el placer del Amor y de la Gracia que se manifiestan espontáneamente, como lo sabéis, sin esfuerzo y sin voluntad.
Giraos hacia vosotros mismos, giraos hacia esta Luz que brilla en el Corazón del Corazón y que no necesita de ser proyectada, pero que es vuestra naturaleza. Si aceptáis el Amor, si no lucháis contra los miedos – inclinándoos más bien hacia el Amor–, entonces constataréis que lo que todavía puede quedar de memorias, de resistencias o de elementos difíciles, se atenuarán por sí solos, no porque habrán desaparecido, sino porque habréis encontrado el Amor en vosotros, el Amor de vosotros-mismos, el Amor de la Vida en su totalidad. Ahí está el Cristo, no está en ninguna otra parte.
Por supuesto, numerosos acontecimientos ocurren cada día sobre esta tierra, que sean modificaciones geofísicas, que sean unos miedos y la violencia manifestándose, pero también la Gracia y el Amor que está ahí, si sabéis mirar con la verdadera mirada y no la de la apariencia, y no la de la satisfacción de vuestros deseos o de vuestros placeres. El Amor os colma, no puede excluir ni permitir nada que pueda comprometer lo que sois en Eternidad.
En este día particular, como en cada día que va a pasar ahora que debe llevaros a lo ineluctable, sólo está la verdad del Amor. Entonces como humana como vosotros también, os invito a rezar cada minuto de vuestra vida, no con la oración estéril de las religiones, sino con la oración del Corazón que no necesita de ninguna palabra, que no necesita de expresión otra que de acercarse cada vez más a vuestro Centro, de vuestro pecho, de vuestra Eternidad.
Ahí está el único recurso, ahí está el único alimento, porque todos los alimentos exteriores pronto cesarán. Mi Llamada resonará y las Trompetas sonarán en cuanto la Gracia lo haya decretado. Pero estad preparados porque Él viene como un ladrón en la noche, y ahora puede venir cuando sea, para cada uno de vosotros, pero también cuando sea para el conjunto de la Tierra, sea cual sea vuestro posicionamiento, sean cuales sean vuestros miedos, sean cuales sean vuestras vibraciones, sea cual sea vuestra edad.
Ha llegado el momento ahora de dejar todas las creencias apagarse, de dejar que se desvanezcan por la potencia de la Gracia. Acordaos, no tenéis nada que hacer, ningún esfuerzo, porque el Amor es simple y simplicidad. No se estorba de ninguna explicación, de ningún linaje, de ninguna vibración; simplemente está ahí, ahí donde todo es evidente, ahí donde todo es obvio.
Así sois llamados a la Gracia, ya no por momentos, ya no como un estado que ocurre en determinados momentos, sino como un estado permanente e indecible, e indeleble, donde nada puede ser como antes. Así la mariposa emerge; algunos de vosotros ya vuelan hacia la Eternidad. Vosotros que todavía estáis en vuestra vida aquí en la Tierra, acordaos que lo esencial es el Amor. Ninguna herida, que sea por dinero, que sea afectiva, puede impedir que el Amor venga a cicatrizarla, en cuanto que vuestra conciencia se aparta de estas heridas y se gira en totalidad hacia el amor manifestado, que sea el amor humano, lo repito, como el amor incondicionado. Todo lo que se presenta a vuestra conciencia, en vuestra vida, sólo está allí para orientaros, invitaros si preferís, y llevaros ahí donde está vuestro verdadero lugar, el que no sufre de ninguna limitación de tiempo o de espacio, de ninguna edad, de ninguna condición o de ninguna suposición.
Hoy os vengo a llamar, como humana como vosotros, acompañando su creación hasta el final, a que obre en vosotros el Cristo. A que pongáis y que miréis vuestras manos cada día con una mirada renovada que no depende de vosotros, que no depende de vuestras condiciones, sino que depende únicamente del Amor. Estad alertas y atentos a este amor. Haced que vuestros ojos y vuestra conciencia sólo vean cada día el Amor, sean cuales sean las dificultades, sean cuales sean los sufrimientos de vuestros cuerpos o de vuestras vidas. Sólo el Amor es capaz de sanar; ninguna ciencia, ninguna medicina hoy es necesaria en cuanto el Amor se manifiesta en vosotros desde vuestro Corazón Centro y en cada una de vuestras células. Ahí está la única dicha, la que nunca termina, la que jamas se apaga.
Así que no voy a comunicaros nada nuevo sino más bien animaros a vivir los acontecimientos cualesquiera que sean, de vuestra vida como a nivel colectivo, con la misma intensidad y sobre todo con el mismo Amor. Independientemente de cómo os alcance o afecte, el Amor crecerá siempre en cuanto os volvéis hacia él, en cuanto que vuestra oración silenciosa os acompañe en cada mirada y en cada respiración que lleváis sobre este mundo.
Acordaos, de manera más evidente que nunca, sin buscar, sin reflexionar, que el Amor es la respuesta y que éste es el mismo para cada uno de vosotros como para un Arcángel, como para la vida más minúscula sobre esta tierra. Sin Amor, lo vais a comprobar si aún no es el caso, no hay ninguna posibilidad de Eternidad. El Amor es en lo sucesivo el bálsamo que va a colmar todo lo que es necesario.
Acordaos que esto es muy simple y que lo efímero no puede contentarse con lo que es simple – sólo la Eternidad lo puede. Vuestro Espíritu de Verdad, vuestro Impersonal, vuestro Espíritu del Sol, el Coro de los Ángeles, todo lo que os os ha sido transmitido desde hace muchos años, encuentra hoy un cumplimiento natural y espontáneo de las gracias del Amor y de la Vida. Una vez más, que estéis afectados en vuestra carne, en vuestras emociones, en vuestros pensamientos, en vuestra vida, esto se aleja de vosotros en cuanto os volvéis hacia el Amor – que está en vosotros antes de ser manifestado sobre la tierra por las Trompetas, por el Cristo, por mi Llamada y por las tribulaciones que la tierra empieza a vivir desde algunos meses. Todo esto solo pasa y pasará, sólo el Amor permanecerá.
Entonces, como hermana humana, os invito a ir cada vez más profundamente en vosotros, hacia este Amor que sólo pide emerger a pesar de todo lo que podréis llamar como karma, herida, o sufrimiento, sea cual sea su naturaleza. Vuélquense hacia vosotros-mismos, no como persona por supuesto, sino en vuestra Eternidad, vuestro espíritu, ahí donde late vuestro corazón. Todo está ahí, absolutamente todo, no falta nada, y de manera cada vez más visible a vuestra conciencia, a vuestros ojos, a vuestros sentidos. Todo lo demás, cualquiera que sea vuestra dosis de sufrimiento o de incomodidad, sólo pasa y pasará cuanto más rápido aceptéis lo que Sois, este Espíritu de Verdad, esta pureza de Amor al cual no le importa las máscaras sociales, las máscaras de la apariencia, de vuestra condición físicas, de vuestra condición familiar, que no depende de nada y que sin embargo actúa sobre todo con la misma ecuanimidad.
Haced lo mismo en vuestra conciencia, conformaos al modelo que queréis, que sea el Cristo, que sea Buda, que sea yo, que sea Krishna o cualquier nombre que queráis, no tiene ninguna importancia, es vuestra última muleta. Ha llegado ahora el momento de caminar y de afrontar lo que sois en Verdad.
Cada día y cada noche os traerá a cada uno de vosotros, según vuestros modos de comunicación, diría yo, lo que es útil para acercaros cada vez más a la sencillez de vuestro Corazón, a la sencillez del Amor, a la sencillez de la Verdad. No necesitáis ni de emociones, ni de comprensión, sólo necesitáis de estar ahí, yendo a vuestras ocupaciones, las que sean, en el mismo estado de oración interior y de silencio. Si lo hacéis así, las gracias os inundarán de modo a menudo sorprendente y nuevo para cada uno de vosotros, dándoos a ver la Verdad que sostiene la apariencia de este mundo, la apariencia de las ataduras, la apariencia de los errores de esta humanidad privada de su divinidad.
Esto se acaba por fin. Con vosotros, cantamos unas alabanzas ahora, para que mi Llamada se traduzca en cierto modo por una más grande intensidad de conversión a la verdad del Corazón, si puedo decirlo así. Las creencias, como lo veis, se deshacen unas tras otras, dejándoos despojado, a veces sin referencias, sin poder apoyaros en la Luz – aparentemente –, ni en las religiones, ni en la familia, ni en nada de nada. Todo esto sólo es una invitación a ir hacia vosotros con ligereza, con plenitud y con gracia. Para ello, por supuesto, todo lo que atañe a vuestra persona, a la personalidad, finalmente a vuestra historia en el seno de este efímero, debe pasar realmente y concretamente a un segundo plano, no por algún esfuerzo de voluntad, sino simplemente por la gracia del Amor.
Poned el Amor delante en toda cosa, poned la Luz, dejad que la Luz sea. Ella es lo que sois, no os necesita, necesita vuestro ser profundo, vuestro ser Eterno, aquél que se reconoce en mí, en el Cristo, como en todo sabio y en todo santo. Volveros como los niños, vivid el Instante Presente. Estad vigilantes y atentos, no para comprender, no para rechazar, no para solucionar, sino más bien para ser cada vez más vosotros-mismos, si puedo decirlo así, acaparados por vuestra Eternidad. Vuestro efímero seguirá hasta mi Llamada, con dicha, con elegancia y con facilidad, en cuanto os apoyéis sobre vuestro Corazón y vuestra Eternidad, y sobre nada más.
Amad, amad cada circunstancia de vuestra vida, cada encuentro, con una intensidad, si puedo decirlo así, multiplicada en relación a lo que habéis vivido con las vibraciones, con vuestra supra-conciencia, porque ahí, ahora, tocáis el Corazón del Corazón – es decir el Espíritu – al que no le importa las vibraciones, al que no le importa lo que pasa, al que no le importa incluso la Ascensión, ya que el Espíritu se revela. El mismo se ha revelado a sí mismo y entonces ha ascendido en sí-mismo.
Si adoptáis estos preceptos, cada día de vuestra vida y cada aliento de vuestra vida se llenará cada vez más de Alegría, de Ligereza, de Evidencia. Incluso en los problemas por resolver en vuestra carne o en vuestra cabeza, eso ya no tendrá ni la misma importancia, ni tampoco la misma densidad. Os volveréis entonces cada vez más ligeros. No busquéis ninguna solución, no busquéis ninguna explicación, no os apoyéis más en ninguna creencia que sea, sino que volveos la roca eterna de vuestro Corazón del Corazón, en el Amor y en la Gracia.
Os es accesible sin ninguna condición de vibración, sin ninguna condición de karma, sin ninguna condición de creencia. Sed espontáneos y sed verdaderos, dejad que hable la Luz, incluso a través de vuestras palabras. No reflexionad sobre nada, dejad que la espontaneidad y la Gracia os invadan más allá de cualquier saturación y límite. No hay nada más que hacer. Por supuesto que los pueblos de la naturaleza están siempre a vuestra disposición, por supuesto que cada una de vuestras relaciones, cada una de vuestras afecciones está allí para enseñároslo. Hasta vuestros enemigos, en todo caso aquellos que podríais considerar como unos enemigos opuestos a vuestra gracia, sólo están allí para afirmaros en la Gracia y para nada más.
Las circunstancias de este mundo, a nivel individual y colectivo, como tal vez os habéis percatado, están cambiando por completo. La superposición de la Eternidad y de lo efímero pone fin al efímero, el vuestro como el de cualquier leyenda o de cualquier historia, como de cualquier creencia. Ser uno mismo, es por supuesto ser humilde, es por supuesto ser transparente. Es sobre todo ya no estar más apegado, ni enganchado por ningún elemento de vuestra historia, por ningún sufrimiento de este cuerpo o cualquier dificultad de relación que sea. Si tenéis la inteligencia – totalmente humana – de poner el Amor por delante, entonces la Inteligencia del corazón se desvelará con mas majestad porque habéis soltado lo que os tenía atado.
El tiempo de la Resurrección ha llegado, haciéndoos decir sobre vuestra cruz, sea cual sea: «Padre, depongo mi espíritu entre tus manos». Ahí está la Resurrección, ahí está la Ascensión, ahí está la Asunción y ahí está la Libertad. Aparte de esto, como lo veis en la sociedad, dondequiera que estéis en este mundo, las libertades personales e individuales se reducen. Esto es normal porque representa las fuerzas de resistencia que subsisten todavía cuando algo se muere y que el recién nacido todavía no ha nacido, que el nacimiento se hace con más o menos evidencia para cada uno de vosotros.
Acordaos sólo de esto de lo que dije en este día. El Amor es simple, la Gracia abunda en cuanto que vuestra persona, vuestra apariencia no está frente de la escena. Hoy, la vida os llama a salir de múltiples maneras y de múltiples formas del juego de la apariencia de vuestra persona, inscrita entre el nacimiento y la muerte, a fin de vivir vuestra Eternidad y de decir por fin, como el Cristo: « Estoy vivo, he renacido de nuevo, he resucitado. ».
Sean cuales sean las manifestaciones de vuestro mundo como de vuestro cuerpo, no lo veáis como una anomalía, una enfermedad o una resistencia, sino simplemente como la iluminación de la Luz que a veces viene para alumbrar violentamente lo que pueda quedar en vosotros de creencia, de efímero, o de bloqueos, como decís. Todo esto sólo son unos juegos que no son nada ante vuestra Eternidad.
El tiempo de mi Llamada ha llegado, y los cuatro meses y medio que os separan del final de este año van a ser, para el conjunto de la tierra, extremadamente movidos, y es alrededor de lo que se agita y lo que se mueve y que cambia, lo que se disuelve, que la serenidad del corazón puede encontrarse con más facilidad. Experimentadlo. ¿Qué arriesgan?, ¿qué tenéis que perder cuando todo os es dado con abundancia y gracia?
Olvidad los rencores y los odios, olvidad las heridas, olvidad el futuro porque no hay ningún futuro, sólo está la Eternidad. Aquellos de entre vosotros que todavía creen en la emergencia de un nuevo mundo aquí mismo, en esta dimensión, deben ahora ver la evidencia; de que este mundo no tiene ninguna supervivencia posible. Cada día os lo demuestra, que sea para vuestro cuerpo, que envejece o que acaba de nacer, que sea por la sociedad, que sea tradicional, primitiva o liberal, como decís. No hay ninguna solución en esto. La verdadera solución está en vosotros, entonces dejad que esta solución Una – la única verdad – aparezca ante vuestra mirada maravillada.
Rezad a cada minuto; no necesitáis de palabras, no necesitáis llamar algo que estuviera al exterior vuestro, ya que todo está en vosotros, os lo hemos repetido tantas veces. A vosotros de verificarlo, os incumbe estableceros en esta Morada de Paz Suprema donde ninguna herida puede afectar lo que sois en este mundo. Ahí está vuestra Eternidad.
…Silencio…
Invito pues, en este día de Asunción, el conjunto de mis niños y el conjunto de la vida sobre la tierra a la rendición a la Luz, a la rendición al Amor. Cualquiera que sean vuestros miedos, el Amor es siempre más grande que el más grande de los miedos. Verificadlo en vuestro cuerpo, averiguadlo en cada ocasión – ahí está la verdadera oración.
Vuestro único alimento se volverá muy pronto lo que sois en Verdad y en Eternidad. Ya es el caso, lo sé, para muchos de mis hijos que ven sus costumbres anteriores desaparecer, que ven sus últimas creencias desmoronarse. No veáis la herida, de hecho ellos no ven la herida, ven simplemente el establecimiento de la gracia del Amor.
…Silencio…
Nuestras manifestaciones, que estas sean las de la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres, que estas sean de los pueblos de la naturaleza, que estas sean también entre vosotros y un hermano o hermana, es la misma cosa. El Amor sólo pide tomar todo el espacio; cualquier apariencia no se sostiene ante el Amor. Ahí está vuestro salvoconducto y esto será no sólo cada vez más evidente, sino que yo diría, en cierto modo, cada vez más esencial y vital. Sois el Espíritu, sois el Amor, sois la Luz que tomó un cuerpo como vehículo. Sólo la Eternidad puede satisfacer todas vuestras heridas, todas vuestras historias y todas vuestras dudas. Entonces no vaciléis ahora de adentraros en esta oración perpetua del Corazón, ahí está el Amor y en ninguna otra parte.
…Silencio…
Así que he venido a invitaros a comulgar a vosotros mismos y en vosotros mismos, aquí mismo, sean cuales sean las aportaciones de las demás dimensiones, cualesquiera sean las revelaciones que hayáis vivido, los encuentros que hayáis tenido en un plano físico o sutil, sean cuales sean vuestras expansiones de conciencia. Dejad que la alegría sea lo que sois, ahí donde no hay más sed, ahí donde no hay más preguntas, ahí donde no hay más interrogaciones, ahí donde no hay ni tiempo ni espacio, ahí donde está el Amor desnudo que sois.
Ahí está vuestro único alimento y la única cosa esencial durante estos tiempos turbios de la Tierra – que van a intensificarse, no se lo oculto, en una escala mucho más grande que lo que fue vivido hasta ahora. Todo esto forma parte del establecimiento del reino del Amor, del reino de mil años, en otro estado, en otra forma y en otra libertad, que no tiene nada que ver con la libertad que habéis podido ver en la estructura social de este mundo. Redescubrid la libertad, no la de actuar en este mundo a vuestro antojo, sino la de ser vosotros mismos en cada aliento y cada minuto, en cada mañana como en cada noche. Ahí está la única manera de volveros, vosotros-mismos, este hijo ardiente del Sol, este KI-RIS-TI, este Cristo resucitado.
…Silencio…
Permitidme también, como Madre de la humanidad, de estar presente a vuestro lado en cuanto entráis en vosotros. Hasta diría que ya no hace falta de percibir nuestras presencias, de percibir el Canal Marial, de percibir vuestros chacras o los nuevos cuerpos, o las Estrellas y las Puertas. Una conciencia desnuda que está allí, que os espera, que no depende de ninguna manifestación exterior – ni siquiera de la Luz–, pero que es la Luz ella-misma, lo que sois.
Así que cada día y en cada instante estamos todos en vosotros, presentes a vuestro lado y en vosotros. Ya no estamos simplemente en relación o en comunión, ya no estamos solamente en fusión – como durante los mecanismos de conciencia que tal vez habéis podido vivir –, sino que es la instalación del reino del Amor, que no depende de ninguna circunstancia, ni de ningún estado anterior.
Así viviréis el estado de Gracia y abandono a la Gracia sin dificultad, sin necesidad de aislarse, sin necesidad de huir de cualquier circunstancia que sea, que ésta atañe a vuestro cuerpo, vuestras relaciones, vuestra pareja, vuestro trabajo. Es en esto que estáis vosotros-mismos en vuestra Eternidad, sin depender de ninguna circunstancia, de nada más, que del Amor que sois.
Permitidme, queridos niños, estéis donde estéis sobre la tierra, en el momento en que leáis o escuchéis lo que acabo de decir, de bendecir-os ahora, donde quiera que estéis. Después de escucharme, después de haberme leído, cerrad vuestros ojos y entrad en vosotros. No os apeguéis a nada de lo que pasa, que esto sea una emoción, un pensamiento, una vibración, una energía, estad simplemente ahí. Sean el receptáculo de la Luz, sean el vaso sagrado que se llena y que se descubre a sí-mismo como Luz.
Os doy mi bendición eterna e infinita.
Os doy lo que Sois, en el Amor y en la Verdad, en el Espíritu.
Así, de corazón a corazón, cada uno de vosotros es apto para hacer lo mismo, cruzando un desconocido por la calle, teniendo una tensión de cualquier orden que fuese. Estad en alegría y sed en verdad. No reaccionéis, no calculéis nada, sed vosotros-mismos cada vez más a menudo, cada vez más fácilmente y con una más grande evidencia cada día. Todo está ahí, todo lo demás sólo pasa.
Os amo, os abrazo contra mi corazón a cada uno de vosotros, mi corazón que es vuestro corazón.
Lo que fue mi carne es hoy vuestra carne. Lo que es mi Espíritu es vuestro Espíritu, de toda eternidad. Todo está ahí, todo está en vosotros. ¿Lo aceptáis? Averiguadlo por vosotros-mismos, no lo creáis. Os amo y os bendigo, estéis donde estéis, el día que sea cuando leáis o escuchéis lo que acabo de decir. No hay nada nuevo, lo veis. Por supuesto que muchos acontecimientos interiores que se han producido, que os llevaron hasta el Sí, hasta el Absoluto, hasta el Impersonal. Hoy no hay más etapas, el conjunto de las Obras se han realizado, el conjunto de las Bodas se han realizado. Sólo queda poneros a prueba vosotros mismos y a estableceros en vuestra Eternidad.
De Corazón a Corazón, que la Gracia y el Cristo os acompañen en cada minuto y en cada segundo. Os amo.
Hasta siempre.